Así llegará la sinodalidad a todas las diócesis
10:00 a.m. | 23 jul 25 (VTN/RD).- León XIV avanza con decisión en el proceso sinodal. En su primer encuentro con el Consejo Ordinario del Sínodo se aprobó el documento Pistas para la Fase de Implementación del Sínodo, que traza el rumbo para los próximos tres años (2025-2028) de aplicación concreta del camino sinodal. El texto explica cómo llevar a las diócesis el espíritu participativo y las decisiones recogidas en el Documento Final del Sínodo sobre la sinodalidad, e incorpora además dos nuevos grupos de estudio: uno sobre liturgia y otro sobre organización eclesial.
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El Sínodo continúa su camino
“Las Iglesias locales serán llamadas a compartir los pasos dados en algunos ámbitos específicos, según las modalidades y formas que parezcan más oportunas”. La Secretaría General del Sínodo ha publicado sus “pistas para la fase de implementación” del proceso sinodal universal, que se prolongará, al menos, hasta 2028. Entre ellas, la “promoción de la espiritualidad sinodal”, el “acceso efectivo a funciones de responsabilidad y a roles de guía que no requieren el sacramento del Orden por parte de mujeres y hombres no ordenados, tanto laicos como consagrados” o la “experimentación de formas de servicio y ministerio que respondan a las necesidades pastorales en los distintos contextos”, siguiendo los puntos 75 a 77 del Documento Final del Sínodo.
En dichos puntos del Documento Final se habla explicitamente del “ministerio del lector y del acólito”, pero también de “ministerios no instituidos ritualmente, pero ejercidos con estabilidad por mandato de la autoridad competente, como, por ejemplo, el ministerio de coordinar una pequeña comunidad eclesial, dirigir la oración comunitaria, organizar acciones caritativas, etc., que admiten una gran variedad según las características de la comunidad local”, o “ministerios extraordinarios, como el ministerio extraordinario de la comunión, la presidencia de las celebraciones dominicales en espera de presbítero, la administración de ciertos sacramentales y otros”.
Junto a ello, el reciente texto de “pistas” publicadas apuntan a la primacía del “discernimiento eclesial” o “la activación de procesos decisorios de estilo sinodal”, y “la experimentación de formas adecuadas de transparencia, rendición de cuentas y evaluación”. Al tiempo, se recuerda “la obligatoriedad en las diócesis y parroquias de los organismos de participación previstos por el derecho, y la renovación de sus modalidades de funcionamiento en clave sinodal”.
¿Cómo llegamos hasta aquí en sinodalidad?
El Sínodo de los Obispos existe desde 1965, cuando san Pablo VI lo erigió como institución permanente para reforzar la “colaboración estrecha” entre el Romano Pontífice y el episcopado, modelada en el Concilio Vaticano II. En 2015, al cumplirse sus cincuenta años, el papa Francisco confirmó la llamada al “camino de la sinodalidad” trazado por su predecesor, afirmando que ese camino es lo que “Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Ya en octubre de 2021, Francisco inauguró un proceso global que culminaría en una asamblea sinodal en Roma.
Ese proceso se desplegó en tres fases. Primero, la consulta del Pueblo de Dios a nivel diocesano, nacional y continental. Después, el discernimiento de los pastores —la “sinodalidad” en dos sesiones (2023-2024) con inédita participación laical y métodos de “conversación en el Espíritu”. Finalmente, la fase de aplicación, tras la adopción del Documento final como “parte del magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”-6, acompañado de la exhortación a “acogerlo y recibirlo” en toda la Iglesia.
El texto final definió la sinodalidad como “un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera, es decir, para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y mujer irradiando la luz de Cristo”. Tras su publicación, el XVI Consejo Ordinario —integrado en gran parte por electos de la asamblea— elaboró un plan para su implementación. En marzo de 2025, mientras se recuperaba de una neumonía doble, el papa Francisco aprobó un proceso de acompañamiento y evaluación de tres años.
VIDEO. Análisis sobre el Documento Final del Sínodo sobre la Sinodalidad (2024)
Las “pistas” para implementar la sinodalidad
Las iglesias locales y los obispos de todo el mundo serán fundamentales para implementar las propuestas y fomentar el espíritu del Documento Final del Sínodo sobre la sinodalidad, celebrado en 2024, según indicó la oficina sinodal del Vaticano. Para llevar a cabo con mayor eficacia la misión de la evangelización, la fase de aplicación del Sínodo “tiene como objetivo experimentar prácticas y estructuras renovadas, que hagan que la vida de la Iglesia sea cada vez más sinodal”, señaló la Secretaría General del Sínodo de los Obispos en un nuevo conjunto de orientaciones. “Concretamente, la prioridad es ofrecer al Pueblo de Dios nuevas oportunidades para caminar juntos y reflexionar sobre estas experiencias, a fin de acoger sus frutos en relación con la misión y compartirlos”, indica el texto.
Por un lado, se trata de ofrecer a las Iglesias locales de todo el mundo un marco común que facilite el camino conjunto. Por otro, de promover el diálogo que conducirá a toda la Iglesia a la Asamblea Eclesial de octubre de 2028. El documento publicado por la Secretaría General del Sínodo, titulado Pistas para la fase de implementación del Sínodo, se desarrolla en esta línea. Unas 24 páginas, cuatro capítulos, están salpicados de indicaciones y orientaciones para acompañar la fase actual del proceso sinodal iniciado en 2021 por el papa Francisco y ahora continuado por el papa León XIV. También responde algunas preguntas clave que la oficina ha recibido recientemente.
En su estructura, el documento responde a las siguientes cuestiones: ¿En qué consiste la fase de implementación y cuáles son sus objetivos? ¿Quiénes participan en la fase de implementación y qué tareas y responsabilidades tendrán? ¿Cómo utilizar el documento final de la asamblea sinodal de 2024 durante esta fase? ¿Y qué método e instrumentos utilizar en la fase de implementación? Las directrices subrayan que las iglesias locales deben desempeñar un papel activo en esta etapa, incluso llegando a comunidades diversas como los marginados, los jóvenes y quienes han mostrado resistencia al proceso sinodal, ya que, “para caminar verdaderamente juntos, no podemos prescindir de la aportación de su punto de vista”.
Dos nuevos grupos de estudio
El texto fue aprobado por el XVI Consejo Ordinario, reunido en Roma hace algunas semanas. El 26 de junio, los miembros recibieron la visita del papa León XIV, quien los animó a continuar con el estilo de la sinodalidad, una actitud que nos ayuda a ser Iglesia. El propio pontífice, según informa el documento, confirmó los Grupos de Estudio, establecidos por Francisco el año pasado para profundizar la reflexión sobre ciertos temas desde un punto de vista canónico, teológico y pastoral, añadiendo dos nuevos: Uno sobre “La liturgia en perspectiva sinodal” y otro sobre “El estatuto de las Conferencias Episcopales, las Asambleas Eclesiales y los Consejos Particulares”. La Secretaría General del Sínodo tiene la tarea de “garantizar que las decisiones del Papa, que también maduran a partir de los resultados de estos Grupos, se integren armoniosamente en el camino sinodal en curso”.
Introducción del cardenal Grech
Las “Pistas” se abre con una introducción del cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, que subraya que en este mundo “atrapado en una espiral de violencia y guerra sin fin, al que le resulta cada vez más difícil crear ocasiones de encuentro y diálogo”, es más que nunca necesaria una Iglesia que sepa ser “signo e instrumento” de la “unidad de todo el género humano”. El cardenal recuerda que muchas Iglesias locales del mundo siguen con entusiasmo el camino sinodal; otras, sin embargo, todavía se preguntan cómo emprender la fase de implementación o están dando sus primeros pasos.
Esta publicación guía puede, por lo tanto, ser un horizonte que afrontar y un estímulo para avanzar con valentía, afrontando resistencias y dificultades. La Secretaría General del Sínodo permanece a disposición de todos, asegura el cardenal, para escuchar, acompañar y fomentar el diálogo y el intercambio de dones entre las Iglesias. A partir de las contribuciones y preguntas que reciba, ofrecerá nuevos estímulos y herramientas.
Un inicio para comprender la fase de implementación
Las primeras páginas del documento enumeran las futuras etapas del camino sinodal y anuncian un evento especial: el Jubileo de los equipos sinodales y de los órganos de participación, que se celebrará del 24 al 26 de octubre de 2025. “Una oportunidad para construir vínculos, intercambiar experiencias y conectar mejor”.
En detalle, el primer capítulo ofrece una clave interpretativa para la fase de implementación del proceso sinodal, cuyo objetivo es experimentar con prácticas y estructuras renovadas para que la vida de la Iglesia sea cada vez más sinodal. Esta fase no es, por lo tanto, una especie de ejercicio, una tarea adicional solicitada por Roma, ni un momento para formular hipótesis abstractas. Tampoco es un retroceso ni una mera repetición de lo ya vivido. La fase de implementación —se aclara— forma parte de la vida ordinaria de las Iglesias, que deberán identificar caminos formativos para lograr una conversión sinodal tangible en las diversas realidades eclesiales.
VIDEO. “Pistas” y nuevos grupos de estudio, León XIV continúa el camino sinodal de Francisco
Participación más amplia
El documento continúa afirmando que mujeres y hombres participan en la fase de implementación, en la variedad de carismas, vocaciones y ministerios; pequeñas comunidades cristianas o comunidades eclesiales de base; parroquias, asociaciones, movimientos; personas consagradas. En resumen, todos, porque “no puede tratarse de un camino limitado a un núcleo de entusiastas”, subraya el texto. “Por el contrario, es importante que este nuevo proceso contribuya concretamente ‘a ampliar las posibilidades de participación y el ejercicio de la corresponsabilidad diferenciada de todos los bautizados, hombres y mujeres’, en un espíritu de reciprocidad”.
En este sentido, es crucial involucrar a quienes hasta ahora han permanecido al margen del camino sinodal, personas y grupos de diferentes identidades culturales y condiciones sociales, en particular los jóvenes, los pobres y los excluidos. Asimismo, se requiere especial atención para escuchar a quienes han expresado dudas y resistencia al proceso sinodal, ya que, “para caminar verdaderamente juntos, no podemos prescindir de la aportación de su punto de vista”. En este sentido, la invitación a las Iglesias es buscar herramientas de escucha en diversos contextos, no solo en las parroquias, sino también, por ejemplo, en universidades, centros de escucha y acogida, hospitales, prisiones y entornos digitales.
La responsabilidad del obispo y de los equipos sinodales
El texto reitera que el principal responsable de la fase de implementación en cada Iglesia local es el obispo diocesano o eparquial: “Le corresponde a él iniciarla, indicar oficialmente sus tiempos, métodos y objetivos, acompañar su desarrollo y concluirla validando sus resultados”. Esta etapa “será una ocasión propicia para ejercitar la autoridad en estilo sinodal”, recuerda el texto, subrayando que los obispos no están solos y deben alentar a todos los miembros de la Iglesia a recorrer juntos este camino. El obispo deberá recurrir a otras figuras y organismos como los diversos Consejos (presbiteral, pastoral, económico) y, sobre todo, a los equipos sinodales diocesanos, cuyo trabajo, en la fase de consulta, fue valioso.
Los equipos sinodales y los organismos participativos “serán igualmente esenciales en la fase de implementación”, afirman las directrices, por lo que “deberán ser valorizados y renovados cuando sea necesario; los equipos suspendidos deberán reactivarse e integrarse adecuadamente, y deberán constituirse nuevos equipos donde aún no se hayan instituido anteriormente”. Los equipos incluyen a laicos y laicas, sacerdotes y diáconos, consagrados y consagradas de diferentes edades y portadores de diferentes culturas y modelos de formación. Se evaluará la posibilidad de invitar a representantes de otras comunidades cristianas o religiones como observadores. Se indica además que cada diócesis o eparquía deberá registrar su equipo sinodal ante la oficina del Sínodo, solicitando un enlace a su base de datos a través del correo electrónico synodus@synod.va.
La puerta siempre “abierta”
El documento aborda extensamente las tareas de la Secretaría General del Sínodo, la cual, según se afirma, se compromete a permanecer siempre abierta a escuchar las necesidades, intuiciones y propuestas de las Iglesias locales, facilitar su trabajo y responder a las solicitudes de contenido y metodología. En esta perspectiva, se promoverán conferencias, seminarios de estudio y momentos de reflexión compartida. Asimismo, se acompañará la organización de las asambleas continentales de evaluación (primer trimestre de 2028) y la asamblea eclesial de octubre de 2028, como oportunidades para compartir experiencias de renovación de prácticas y estructuras en un sentido sinodal, con el fin de presentarlas al Papa para su validación definitiva.
La fase de implementación del Sínodo fue iniciada por el papa Francisco en noviembre de 2024, cuando convocó a las iglesias locales, conferencias episcopales y otros organismos a implementar “las indicaciones autorizadas contenidas en el Documento Final, a través de los procesos de discernimiento y de toma de decisiones previstos por el derecho y por el Documento mismo”, escribió el difunto pontífice.
El período de tres años de implementación y evaluación a nivel local, nacional, regional e internacional culminará con una la Asamblea Eclesial de 2028, con el fin de “compartir frutos y evaluar el proceso”, explicó la hermana Nathalie Becquart, misionera xaviere y subsecretaria del Sínodo de los Obispos. “La mejor forma de comenzar la fase de implementación es leer el documento final del Sínodo. Ese es el punto de referencia para esta fase de aplicación”, señaló en una entrevista con Vatican News. El documento con las nuevas orientaciones “es una herramienta para adentrarse en él y discernir cómo aplicarlo localmente, siempre con creatividad guiada por el Espíritu Santo, porque no puede haber una única forma para todos en todo el mundo”, añadió.
Promover el conocimiento del Documento Final
Luego, el documento explora la estructura y el contenido del Documento Final de la Asamblea de 2024, un texto rico y orgánico cuyo conocimiento es esencial promover. “Es el punto de referencia de la fase de implementación”, subrayan las directrices. Se recomienda ofrecer momentos y/o herramientas de formación, acompañamiento y orientación en la lectura. El texto identifica también algunos puntos fuertes, como la perspectiva eclesiológica arraigada en el Concilio; el impulso ecuménico; y la visión de un diálogo con otras tradiciones religiosas y la sociedad.
La misión de anunciar el Reino de Dios “constituye el eje central del texto” y el objetivo último del documento final, afirma el texto. “Las reflexiones sobre los instrumentos a adoptar o las reformas a realizar deben situarse siempre en el horizonte de la misión”. El documento final “impulsa con decisión a una Iglesia cada vez más audaz en su apertura hacia fuera” y “hace suya la visión conciliar de una Iglesia en el mundo, en diálogo con todos, con las demás tradiciones religiosas y con toda la sociedad”.
Teniendo en cuenta la necesidad de avanzar juntos como Iglesia, la guía reitera la invitación a las Iglesias locales a compartir los pasos dados en áreas específicas. Una de ellas, sobre todo, es el acceso efectivo a funciones de responsabilidad y liderazgo que no requieren el sacramento del Orden por parte de mujeres y hombres no ordenados, tanto laicos como consagrados.
Procesos de “estilo sinodal”
En general, se recomienda que el método sinodal no se reduzca a una serie de técnicas para la gestión de reuniones, sino que se viva como una experiencia espiritual y eclesial que implica crecer en una nueva forma de ser Iglesia. Por lo tanto, las indicaciones metodológicas se aplicarán en diversos procesos (discernimiento, gobernanza, escucha, formación, etc.), caracterizados por diferentes objetivos, pero unidos por el hecho de que se desarrollan en un estilo sinodal.
“Crecer como Iglesia sinodal capaz de diálogo tiene un valor de profecía social que comprende el compromiso por la justicia social y la ecología integral. Estas dimensiones no podrán ser descuidadas en la fase de implementación, llevando a crear oportunidades de diálogo a partir de las necesidades concretas de los territorios y de las sociedades en las que se vive”, indica el texto.
La hermana Becquart afirmó que las directrices y la fase de implementación representan una gran oportunidad para el “intercambio de dones” entre las iglesias locales, lo cual “es una noción clave del documento final y de una Iglesia sinodal”. Luego concluyó explicando que “todos tenemos algo que dar y algo que recibir y este documento también busca destacar que no se puede realizar la conversión sinodal de forma aislada, sino que es fundamental trabajar juntos como iglesias locales diversas”.
Etapas del proceso sinodal
Éstas son las etapas del proceso sinodal, comunicadas el 15 de marzo, y confirmadas en julio.
- 24 al 26 de octubre de 2025: Jubileo de los equipos sinodales y de los organismos de participación, cuya organización ha sido confiada a la Secretaría General del Sínodo;
- Junio de 2025 – diciembre de 2026: itinerarios de implementación en las Iglesias locales y sus agrupaciones;
- Primer semestre de 2027: Asambleas de evaluación en las Diócesis y Eparquías;
- Segundo semestre de 2027: Asambleas de Evaluación en las Conferencias Episcopales nacionales e internacionales, en las Estructuras Jerárquicas Orientales y en otras agrupaciones eclesiales;
- Primer trimestre de 2028: Asambleas continentales de evaluación;
- Octubre de 2028: Asamblea eclesial en el Vaticano.
LEER. Pistas para la Fase de Implementación del Sínodo (Completo)
LEER. Documento Final del Sínodo sobre la sinodalidad (Completo – 2024)
VIDEO. ¿Cómo se aplica el Sínodo de la Sinodalidad? Pistas para su implementación
Comentario: Un llamado a avanzar juntos hacia la sinodalidad
El documento deja claro desde el principio que la sinodalidad tiene como objetivo ayudar a la iglesia a abrazar mejor sus propias misiones de evangelización. “La forma sinodal de la Iglesia está al servicio de su misión, y cualquier cambio en la vida de la Iglesia tiene como finalidad hacerla más capaz de anunciar el Reino de Dios y de testimoniar el Evangelio del Señor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.
¿Cómo anunciar el Reino de Dios? No es una cuestión nueva. La Primera Carta de Juan se centra precisamente en cómo la proclamación del Evangelio está vinculada a cuestiones vitales de identidad eclesial y testimonio moral. “Éste es el mensaje que le oímos y anunciamos, que Dios es luz sin mezcla de tinieblas”, escribe el apóstol. “Si decimos que compartimos su vida mientras caminamos a oscuras, mentimos y no procedemos con sinceridad. Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, compartimos nuestra vida, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado” (1 Jn 1,5-7).
Así como el apóstol Juan parte de la revelación de Dios y de la reflexión sobre quién es Dios, antes de señalar las consecuencias sociales (“comunión”) y morales (“caminar en las tinieblas”), la Iglesia necesita encontrar formas de resistir la tentación de reducir la religión a sus enseñanzas sociales y éticas. Dichas enseñanzas están arraigadas en el kerygma, en la proclamación del Evangelio, y no al revés. Las Iglesias jóvenes (Asia y África) y aquellas insertas en culturas católicas no tienden a reducir la religión a la ética como sí lo hacen con mayor frecuencia en el denominado “occidente”.
Cuando nuestras enseñanzas morales se desconectan de sus raíces dogmáticas, deben sostenerse por sí solas. Y no pueden. Basta un breve examen de las divisiones actuales dentro del catolicismo para constatarlo: algunos acogen la ética sexual de la Iglesia pero rechazan su ética social; otros se sienten identificados con la ética social pero desestiman la sexual. Ambas propuestas éticas son demasiado contraculturales para sostenerse de manera aislada en nuestra cultura secular, pero nunca fueron concebidas para ir por separado. Debemos reaprender cómo y por qué esas enseñanzas se fundamentan en el Evangelio y en nuestras creencias fundamentales expresadas en el Credo.
A esto se suma el hecho de que vivimos en una sociedad de consumo, en la que criamos a nuestros hijos haciéndoles creer que pueden elegir absolutamente todo en su vida. En ese contexto, predicar un Evangelio que exige una adhesión profunda y que plantea exigencias insistentes y transformadoras a la vida de sus seguidores no resulta nada fácil.
La sinodalidad puede —y debe— ayudar a que la Iglesia sea más plenamente ella misma y, precisamente por ello, menos dividida y polarizada. Muchos intentos por superar la polarización fracasan desde el inicio porque abordan el problema de forma frontal, lo que provoca una mayor rigidez en las posturas. En cambio, al centrar la atención en la misión de la Iglesia —la evangelización—, es más probable que superemos dicha polarización si comenzamos a escucharnos y aprender los unos de los otros.
El nuevo documento reconoce el dinamismo y el entusiasmo experimentado por quienes ya han participado en el proceso sinodal, pero invita a todos a avanzar. A diferencia de las consultas previas a las dos Asambleas sinodales, ahora contamos con el documento final que dichos encuentros produjeron y que ya forma parte del magisterio ordinario de la Iglesia. El nuevo texto llama específicamente a las iglesias locales a escuchar “a quienes han manifestado dudas o resistencias frente al proceso sinodal: para caminar verdaderamente juntos, no podemos prescindir de la aportación de su punto de vista”.
A quienes temen que la sinodalidad subvierta la estructura jerárquica de la Iglesia, se explica con claridad que la sinodalidad promueve la corresponsabilidad dentro de esa estructura, y no al margen de ella. “Precisamente porque se trata de un proceso eclesial en el sentido más pleno del término, el primer responsable de la fase de implementación en cada Iglesia local es el Obispo diocesano o eparquial: le corresponde a él iniciarla, indicar oficialmente sus tiempos, métodos y objetivos, acompañar su desarrollo y concluirla validando sus resultados”, afirma el texto.
El documento también llama a una colaboración más estrecha entre las iglesias locales. “En nuestra sociedad altamente interconectada, ninguna diócesis o eparquía puede imaginarse viviendo aislada, sin afectarse, para bien o para mal, de los acontecimientos que suceden en las otras”, señala. Se indica además que ya existen estructuras, tanto formales como informales, para facilitar dicha colaboración. La sección titulada “Custodiar la visión de conjunto” ofrece ideas concretas para implementar el documento final del sínodo de 2024. El proceso, por supuesto, está abierto a nuevas ideas, pero lo que se está implementando es el documento final, fruto del camino sinodal recorrido hasta la fecha.
La estrella polar que guía la sinodalidad es que forma parte del proceso de recepción del Concilio Vaticano II. “Suelo citar a un teólogo australiano que participó en nuestro sínodo, Ormond Rush, quien afirma: ‘La sinodalidad es el Concilio Vaticano II en miniatura’. Y todos nuestros documentos —también estos itinerarios, y el Documento Final— subrayan que lo que estamos haciendo se remite, en efecto, a la visión del Concilio Vaticano II”, explicó la hermana Nathalie Becquart, subsecretaria de la Secretaría General del Sínodo, en una entrevista. “Podemos decir que la sinodalidad es la forma de comprender la eclesiología del Concilio Vaticano II en esta etapa de su recepción”.
Los grandes cambios en instituciones de gran tamaño no ocurren de un día para otro. Cuando lo hacen, suelen producirse errores. Este nuevo documento, como muchos textos sinodales, es burocrático y metódico. Sin embargo, resulta evidente al leerlo —y al hablar con quienes han participado en procesos sinodales a nivel local, continental o global— que la sinodalidad no consiste solo en aprovechar los dones del Espíritu. Es, en sí misma, un don del Espíritu.
INFOGRAFIA. Línea de tiempo actualizada – Proceso sinodal
VIDEO. Panel | ¿Cómo implementar el Documento final del Sínodo 2021-2024?
Información adicional
- El Sínodo entra en su fase de implementación
- El Consejo Ordinario del Sínodo avanza en la fase de implementación del proceso sinodal
- Implementación del Sínodo: Al servicio del intercambio entre Iglesias
- El Papa: La sinodalidad es una actitud que ayuda a la Iglesia a fomentar la comunión
- Carta sobre el proceso de acompañamiento de la fase de implementación del Sínodo
- Documento Final de la XVI Asamblea
- Panel | ¿Cómo implementar el Documento final del Sínodo 2021-2024?
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Fuentes
- Vatican News. (2025, julio). Sínodo: aquí están las huellas de la fase de implementación.
- Vatican News. (2025, julio). Hermana Becquart: el nuevo documento ofrece pistas para la implementación del Sínodo.
- Secretaría General del Sínodo. (2025). Infographics – Synod on Synodality.
- Winters, M. (2025, julio 11). New Vatican document calls Catholics to move forward together in synodality. National Catholic Reporter.
- Bastante, J. (2025, julio 12). El Sínodo quiere experimentar un nuevo ministerio que responda a las necesidades de laicos, mujeres y a los avances en participación de la Iglesia en el mundo. Religión Digital.
- Condon, E. (2025, julio 12). The new synod document: A brief guide. The Pillar.
- Videos: Rome Reports – Canal Orbe 21 – Teología PUCP
- Foto: Obras Misionales Pontificias (Perú)



