Renovación y perdón: encuentro de movimientos en el Jubileo
10:00 a.m. | 4 jul 25 (VTN/DLFV).- Convocados por su encuentro anual y en el marco del Jubileo, los responsables de movimientos y asociaciones de fieles se reunieron en Roma para reflexionar sobre su misión ante desafíos actuales. Fueron jornadas de discernimiento y comunión, marcadas por un espíritu de conversión en el que reconocieron también heridas infligidas. León XIV les dirigió mensajes directos: pidió unidad con las Iglesias locales, apertura misionera y superación del aislamiento. Reivindicó la sinodalidad y los animó a ser “lugares de fraternidad”, no de dominio ni exclusión.
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En los días previos al Jubileo dedicado a los movimientos eclesiales, asociaciones internacionales de fieles y nuevas comunidades, se celebró el Encuentro anual organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (DLFV). Moderadores y responsables de estas agregaciones internacionales se reunieron en el Aula Nueva del Sínodo para compartir experiencias y reflexionar, a la luz del lema jubilar “Spes non confundit” (“La esperanza no defrauda”), sobre la misión evangelizadora confiada a cada uno, así como sobre los desafíos internos y externos que afrontan en el contexto actual.
Entre los movimientos y asociaciones que participaron a través de sus representantes estuvieron el Camino Neocatecumenal, Acción Católica, Comunión y Liberación, la Comunidad Católica Shalom, las Células Parroquiales de Evangelización, CHARIS Internacional, la Comunidad de San Egidio, la Comunidad Nuevos Horizontes, el Foro Internacional de Acción Católica, la Juventud Ardiente Mariana (GAM), la Obra de María – Movimiento de los Focolares, Renovación en el Espíritu y la Asociación de Cooperadores Salesianos.
Los trabajos abordaron, en primer lugar, los retos culturales, comunicativos y espirituales que marcan el mundo de hoy, así como la necesidad de actualizar el modo en que los movimientos permanecen fieles a su identidad y misión sin caer en inercias o repeticiones estériles. Se reflexionó también sobre las dificultades propias de las etapas “post-fundacionales” de muchas comunidades, donde es clave cuidar la memoria del carisma sin absolutizar la estructura institucional. En paralelo, se reconocieron las carencias y omisiones que han debilitado el testimonio eclesial en algunas experiencias, abriendo paso a un proceso de conversión impulsado por el Espíritu.
El segundo eje del encuentro se centró en la esperanza como fuerza formadora. Se subrayó la urgencia de acompañar a los miembros de las asociaciones con propuestas formativas integrales, capaces de generar creyentes sólidos y personas de esperanza en medio de las realidades ordinarias. Este enfoque se enriqueció con testimonios provenientes de diversos contextos eclesiales, que permitieron intercambiar experiencias y buenas prácticas. Los grupos de trabajo permitieron profundizar estas reflexiones y formular propuestas concretas para que el Jubileo sea un verdadero tiempo de renovación misionera para cada comunidad.
Una Iglesia que reconoce sus heridas
Renovar la misión y la evangelización en una “esperanza vivida y anunciada”, para llevar a Cristo “a los hombres y mujeres de nuestro tiempo” en las diversas realidades en las que viven. Con estas palabras, el cardenal Kevin Farrell, prefecto del DLFV, inauguró el encuentro con los moderadores de asociaciones, movimientos eclesiales y nuevas comunidades. El evento reunió unos 250 participantes de 115 realidades reconocidas por el Dicasterio, y abordó el tema: “La esperanza vivida y anunciada. El don del Jubileo para las agrupaciones eclesiales”. En su intervención, el purpurado subrayó la necesidad de “sintonizarse” con el camino de la Iglesia, con una renovada conciencia de estar llamados a caminar no solo en ella, sino también con Pedro y con todo el pueblo de Dios, como Iglesia de Cristo.
El encuentro se abrió también con una liturgia penitencial y una invocación al Espíritu Santo, celebradas en la Basílica de San Pedro. Los moderadores de las asociaciones y movimientos pidieron perdón por no acoger el Evangelio, por las incoherencias, por las infidelidades, por la falta de respeto hacia las personas y por el escaso empeño en hacer fructificar los carismas, por los cierres internos y las heridas infligidas a la comunión eclesial.
También se elevó una invocación en nombre de los pastores de la Iglesia, pidiendo perdón por las faltas cometidas contra las asociaciones, los movimientos y las nuevas comunidades. En su homilía, el cardenal Farrell destacó que, siguiendo el ejemplo de Pedro, es posible reconocer los propios errores y abrirse a una “segunda llamada”: este momento penitencial no debe ser visto como autocompasión, ni como amargura estéril o desánimo, sino como un dolor sincero por las infidelidades, una conciencia lúcida de la fragilidad que dispone el corazón a una nueva llamada del Señor.
Los nuevos desafíos de los movimientos
El primer panel del encuentro estuvo dedicado a “los desafíos para los movimientos hoy”, con alocuciones de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, y Luigino Bruni, vicepresidente de La Economía de Francisco. Riccardi afirmó que estos desafíos nos llaman a ir más allá del victimismo: “Tendremos futuro si creemos en estos desafíos y los enfrentamos. Mucho se nos perdonará, pero no el ser indiferentes, retraídos, escondiendo nuestros talentos en lugar de ponerlos al servicio de la historia”.
Bruni, por su parte, analizó las oportunidades que surgen en un mundo transformado a nivel cultural, antropológico y comunicativo. Subrayó que se puede aprender de los errores y mirar hacia adelante, “juntos, como comunidades de carne y hueso”, en una tierra común, frágil pero verdaderamente humana y cristiana.
En declaraciones a los medios vaticanos, Linda Ghisoni, subsecretaria del DLFV, explicó que este encuentro ayuda a los movimientos y asociaciones a no encerrarse en sí mismos, y a tomar conciencia de ser un cuerpo, una Iglesia enviada a las periferias, también a aquellas más lejanas geográfica y culturalmente. Estas realidades, dijo, están llamadas a ser testigos cotidianos de vida, de renovación y de esperanza cristiana, especialmente en una sociedad fragmentada, polarizada e individualista.
Cardenal Tagle: Una Iglesia renovada para un mundo herido
La segunda jornada del encuentro inició con la misa presidida por el cardenal Pietro Parolin en la Basílica de San Pedro, seguida de la intervención del cardenal Luis Antonio Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Tagle subrayó la necesidad urgente de que asociaciones y comunidades imaginen de nuevo su misión a la luz de la esperanza: “Solo una Iglesia renovada o un movimiento renovado puede renovar la misión; y solo una misión renovada puede renovar la Iglesia”.
Añadió que la Iglesia está llamada a ser misionera en un mundo donde abundan iniciativas buenas y creativas, pero que a menudo están amenazadas por la injusticia, la guerra y la destrucción de vidas, familias, sociedades y de la creación. “El Señor resucitado nos llama a ser signo eficaz y instrumento de esperanza para una humanidad cansada y frustrada”, concluyó. Tagle ilustró esta llamada con imágenes y experiencias concretas: la puerta como símbolo de una Iglesia que sale y acoge, o la necesidad de una inteligencia cultural que permita a cada creyente caminar con humildad, comprendiendo y valorando las diferencias.
Testimonio de esperanza desde Chile
Uno de los momentos más emotivos fue el testimonio de Camilo Conejeros Anobile y Margarita Sillano Moya, matrimonio chileno de Comunión y Liberación, que desde 2018 trabaja con jóvenes de barrios periféricos de Santiago marcados por la pobreza, la violencia y las drogas. Acompañados por un sacerdote de su movimiento, comenzaron compartiendo tiempo con niños entre 8 y 15 años, quienes poco a poco se fueron acercando a la fe. En sus palabras a los medios vaticanos, explicaron que “de algún modo, esos chicos están aquí con nosotros hoy”. Su experiencia se resume en tres palabras clave: Comunión, con el sacerdote, el movimiento y los jóvenes; Discernimiento, siguiendo los signos del Señor sin imponer planes rígidos; y Fidelidad de Dios, que se ha manifestado en cada encuentro semanal con estos jóvenes.
Ser personas de esperanza
Por la tarde, los participantes se reunieron en grupos pequeños para compartir reflexiones, seguido por la intervención de la teóloga Donna Orsuto, de la Pontificia Universidad Gregoriana, sobre el tema “Ser personas de esperanza”. Orsuto destacó el Jubileo como un tiempo para recalibrar, renovar y reafirmar el compromiso personal y comunitario, y la importancia de una formación humana, espiritual, intelectual y pastoral en movimientos y asociaciones. Este Año Santo, añadió, es una oportunidad para sintonizar nuestra visión original con los signos de los tiempos y renovar nuestra entrega a la misión.
“Queremos abrazar plenamente su llamada a ser peregrinos de esperanza en un mundo que desesperadamente necesita este mensaje”. El encuentro finalizó con más testimonios, entre ellos los de Eva Fernández Mateo (Foro Internacional de Acción Católica) y Manoj Sunny (Movimiento Jesus Youth), que compartieron experiencias sobre cómo renovar los caminos formativos para acercar a más personas a la fe.
Síntesis de las intervenciones
- Luigino Bruni (¿Qué retos afrontan hoy los movimientos?)
- Cardenal Pietro Parolin (Homilía: “Sean testigos de unidad y amor”)
- Margarita y Camila Conejeros (Testimonio en las periferias de Santiago de Chile)
- Todos los textos disponibles
VIDEO. Jubileo de los Movimientos: renovación, esperanza y unidad para la Iglesia
“Sus carismas son fermento de unidad en un mundo lacerado”
La conclusión del encuentro anual estuvo marcada por una audiencia con el papa León XIV en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. Recibió a los moderadores, responsables y delegados de las más de cien asociaciones internacionales reconocidas por la Santa Sede, agradeciéndoles su labor de animación y acompañamiento dentro de la Iglesia. El Pontífice reconoció que esta tarea, muchas veces incomprendida o difícil, es sin embargo de gran valor, ya que sostiene el camino cristiano de miles de fieles en todo el mundo.
En su intervención, León XIV les dirigió un mensaje claro y directo: mantener siempre a Cristo en el centro de toda actividad, cultivar el impulso misionero y ser fermento de unidad en un mundo herido por la violencia y la división. A quienes viven su fe en el marco de estas realidades eclesiales, les recordó su responsabilidad en la edificación de una Iglesia más fraterna y comprometida. Con este encuentro, el Papa alentó a todos los participantes a vivir el Jubileo (que iniciaba un día después) como un tiempo de renovación y conversión, listos para seguir anunciando la esperanza cristiana con alegría y fidelidad.
La vida cristiana no se vive en aislamiento
El Papa destacó lo “diversas” que son “las realidades asociativas (…) por su naturaleza y su historia”. “Todas”, sin embargo, “importantes para la Iglesia”. Tanto si “nacieron para compartir un objetivo apostólico, caritativo, de culto, o para apoyar el testimonio cristiano en entornos sociales específicos” como si “han nacido de una inspiración carismática” o de “un carisma inicial que dio vida a un movimiento, a una nueva forma de espiritualidad y de evangelización”, demuestran que “nadie es cristiano solo” y que “formamos parte de un pueblo, de un cuerpo que el Señor ha constituido”.
El Papa luego subrayó que “La vida cristiana no se vive aisladamente, como si fuera una aventura intelectual o sentimental, confinada a nuestra mente y a nuestro corazón”, sino que encuentra su plenitud en la comunidad. Recordando una enseñanza de san Agustín, destacó que los creyentes, al reunirse en nombre de Cristo, se convierten juntos en un templo vivo, manifestando así la presencia del Resucitado en medio de ellos. La fe, por tanto, se vive en comunión y no como una experiencia aislada.
Extender la unidad
En su discurso, León precisa a qué están llamados todos los cristianos y les exhorta a colaborar con el Obispo de Roma. “Unidad y misión son dos pilares de la vida de la Iglesia y dos prioridades del ministerio petrino. Por eso, invito a todas las asociaciones y movimientos eclesiales a colaborar fiel y generosamente con el Papa, sobre todo en estos dos ámbitos”.
En cuanto a la unidad, “que tiene su fundamento en Cristo”, el Pontífice subraya la comunión que se vive en las distintas realidades asociativas, la comunión “que el Espíritu Santo crea en la Iglesia”, y nos invita a difundirla. “Esta unidad, que ustedes viven en los grupos y en las comunidades, hagan que se extienda por todas partes: en la comunión con los pastores de la Iglesia, en la cercanía con las otras realidades eclesiales, haciéndose cercanos a las personas que encuentran de manera que sus carismas permanezcan siempre al servicio de la unidad de la Iglesia y sean ellos mismos ‘levadura de unidad, de comunión y de fraternidad’ en un mundo tan lacerado por la discordia y la violencia”.
Mantener vivo el impulso misionero
Luego, deteniéndose en la misión, el pontífice recuerda su itinerario personal. Su pensamiento se remonta en el tiempo, a su ministerio en Perú: “La misión ha marcado mi experiencia pastoral y ha moldeado mi vida espiritual”, dice, recordando a quienes pertenecen a asociaciones, movimientos y comunidades el deseo de dar a conocer lo que han experimentado -“el encuentro con el Señor, la vida nueva”- y también el compromiso asumido de “dar a conocer el Evangelio en los lugares más lejanos, en los ambientes más difíciles, soportando dificultades y fracasos”. Un compromiso que hay que llevar a cabo con perseverancia.
También alentó a los movimientos y asociaciones a no apagar su impulso misionero, destacando que hoy siguen teniendo “un papel fundamental en la evangelización”. Subrayó que entre sus miembros hay personas generosas, bien preparadas y con experiencia directa “sobre el terreno”, lo cual constituye un patrimonio valioso que debe ponerse en acción. Los animó a permanecer atentos a los desafíos actuales y a ofrecer sus talentos “al servicio de la misión”, tanto en contextos de primera evangelización como en parroquias y comunidades locales, para llegar incluso a quienes, “sin saberlo, esperan la Palabra de vida”
Todo es gracia
No es sólo una mirada al presente y a las necesidades eclesiales del momento actual, la del Papa, que recuerda el estímulo del Concilio Vaticano II al “apostolado asociado de los fieles”, a las “asociaciones erigidas para los actos comunes del apostolado”, que “apoyan a sus miembros y los forman para el apostolado”, y de las que pueden “esperar frutos mucho más abundantes que si cada uno trabaja separadamente”. El Pontífice subraya también lo esenciales que son “las realidades nacidas de un carisma” -“de un fundador o de un grupo de iniciadores” o inspiradas “por el de un instituto religioso”- añadiendo que todo en la Iglesia se comprende en referencia a la gracia.
Porque, como explica la carta Iuvenescit ecclesia, la estructura jerárquica de la Iglesia y el sacramento del Orden existen para asegurar que todos los fieles reciban de manera constante la gracia divina, especialmente por medio de los sacramentos, el anuncio de la Palabra y el acompañamiento pastoral. En paralelo, subrayó que los carismas —dones gratuitos del Espíritu Santo— tienen como finalidad enriquecer la vida cristiana en todos sus niveles, permitiendo que esa misma gracia dé fruto de formas diversas y complementarias. Por eso, “los dones jerárquicos” y “los dones carismáticos son coesenciales a la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús”.
Llamados a imitar a Cristo
Los movimientos y comunidades, originados por los carismas, han acercado a Cristo a muchas personas, que “han recuperado la esperanza en la vida -señala también León- han descubierto la maternidad de la Iglesia y desean ser ayudadas a crecer en la fe, en la vida comunitaria, en las obras de caridad, y a llevar a los demás, con la evangelización, el don que han recibido”.
Por tanto, es importante tener presente que “el carisma es funcional al encuentro con Cristo, al crecimiento y a la maduración humana y espiritual de las personas, a la edificación de la Iglesia (…) todos estamos llamados a imitar a Cristo, que se despojó de sí mismo para enriquecernos. Así, quien persigue con otros un fin apostólico o quien es portador de un carisma está llamado a enriquecer a los demás, despojándose de sí mismo. Y esto es fuente de libertad y de gran alegría”.
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VIDEO. León XIV: “La vida cristiana no se vive en aislamiento, se vive en comunidad”
“Estén profundamente ligados a sus parroquias y diócesis”
En la primera homilía dedicada al Jubileo para movimientos, asociaciones y nuevas comunidades (que coincidió con la vigilia de Pentecostés) León XIV dirigió una enérgica exhortación a los movimientos eclesiales, asociaciones y nuevas comunidades, recordándoles que están llamados a vivir la misión desde la unidad en la diversidad. “No hay muchas misiones, sino una única misión”, subrayó el Papa, al tiempo que rechazó el modelo de cristianos “introvertidos y belicosos”, invitando a vivir la fe con una actitud “extrovertida y luminosa”. Reconoció la riqueza de las distintas formas comunitarias como fruto del Espíritu, pero insistió en que ninguna vocación es autónoma o autosuficiente.
La sinodalidad fue uno de los ejes de su mensaje. La definió como “el nombre eclesial de esta conciencia” de caminar juntos, y la presentó como el modo concreto en que el Espíritu Santo moldea a la Iglesia hoy. Reafirmó que “fuera de la totalidad se marchita incluso el más original de los carismas”, y denunció los peligros de funcionar al margen del cuerpo eclesial. Frente al riesgo de que algunos movimientos se aíslen o busquen caminos propios, el Papa defendió una sinodalidad que no sea una experiencia meramente interna, sino una espiritualidad compartida que transforme la vida comunitaria y el mundo.
Por ello, pidió que los carismas estén siempre “profundamente ligados a cada una de las Iglesias particulares y a las comunidades parroquiales donde alimentan y gastan sus carismas”. Señaló que la fidelidad eclesial implica cercanía a los obispos y colaboración con todas las vocaciones, para actuar “en armoniosa sintonía”. Invitó también a que los espacios asociativos sean lugares de verdadera fraternidad y participación, donde se cultive una espiritualidad abierta y encarnada, y se evite toda forma de autoafirmación, dominación o controversia.
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“Donde hay amor no hay espacio para los prejuicios ni exclusión”
Y al día siguiente, durante la celebración de Pentecostés, León XIV retomó esa llamada eclesial sobre la acción del Espíritu Santo como impulso interior que libera, transforma y envía. Aseguró que el Espíritu “rompe las cadenas interiores, alivia las heridas, los unge con fortaleza y da el valor de salir al encuentro de todos para anunciar las obras de Dios”. Frente a una espiritualidad encerrada o temerosa, recordó que la vida cristiana es esencialmente misión, y que esta se fortalece cuando se abre paso en lo cotidiano a pesar de los obstáculos personales y sociales.
El Papa advirtió con claridad sobre el riesgo de que el individualismo se infiltre incluso en la vida comunitaria, provocando aislamiento y esterilidad. “Viene a desafiar, en nuestro interior, el riesgo de una vida que se atrofia, absorbida por el individualismo”, expresó, y añadió que el Espíritu abre las fronteras internas para que la vida se vuelva “un espacio hospitalario”. También denunció que el exceso de conectividad no resuelve la soledad de fondo: “Siempre conectados y sin embargo incapaces de establecer vínculos”.
A partir de esa reflexión, León XIV criticó con firmeza las dinámicas sociales y políticas que reproducen exclusión, violencia y prejuicios. “Donde hay amor no hay espacio para los prejuicios, para las distancias de seguridad que nos alejan del prójimo, para la lógica de la exclusión que vemos surgir desgraciadamente también en los nacionalismos políticos”. En una intervención inusualmente contundente, condenó “los numerosos y recientes casos de feminicidio”, como expresión extrema de una cultura de dominio que contamina también las relaciones más íntimas. Solo una Iglesia que supere divisiones internas y se convierta en un espacio “acogedor y hospitalario para todos”, podrá ofrecer al mundo un testimonio creíble del Evangelio.
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Fuentes
- Vatican News. (2025, junio 5). Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida: Jubileo de los Movimientos y Asociaciones.
- Vatican News. (2025, junio 6). El papa León XIV: los carismas, fermento de unidad en un mundo herido por la violencia.
- Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. (2025, junio). “La esperanza vivida y anunciada”: Encuentro anual con los moderadores.
- Vida Nueva Digital. (2025, junio 8). Toque de atención de León XIV a los movimientos: “Estén profundamente ligados a sus parroquias y diócesis”.
- Vida Nueva Digital. (2025, junio 8). León XIV abandera la lucha contra el feminicidio en la fiesta de Pentecostés.
- Videos: Rome Reports – Vatican Media
- Foto: Giovanni Dinatolo (Fraternità CL)

