Prevención de abusos sexuales: compromiso de movimientos eclesiales

2:00 p m| 3 jul 19 (LOR/LN).- El encuentro anual del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, organizado junto a movimientos eclesiales, estuvo dedicado al tema del abuso sexual. A partir de testimonios de víctimas, exposiciones de especialistas y de las normas implementadas por el Papa, el intercambio se centró en los avances de medidas de prevención en la Iglesia, en la necesidad de toma de conciencia -de los movimientos y fieles en general- y en el tratamiento transparente de los casos.

Además de la reseña de L’Osservatore Romano, compartimos un reportaje difundido en La Nación (Argentina), que pregunta a varios personajes, de dentro y fuera de la Iglesia: ¿por qué han ocurrido tantos abusos sexuales en la Iglesia? Toman como referencia una investigación encargada por el episcopado alemán, y las declaraciones del cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, que ponen atención en el abuso de poder y el celibato.

—————————————————————————

Dicasterio dedicó su encuentro anual al tema de los abusos

Eleonora, Susan, Renate. Detrás de estos tres nombres ficticios se esconden -quizás sería mejor decir: se revelan- tres personas reales, tres historias tremendamente verdaderas, tres dolores profundos que, gracias a la fuerza de las víctimas, después de años de sufrimiento han surgido rasgando el velo del silencio.

Tres mujeres pertenecientes a diferentes asociaciones católicas de fieles, que allí donde creían que podían encontrar y vivir la salvación, fueron víctimas de abusos de poder, de conciencia y sexual. “En estas experiencias de abuso -explica una de ellas- puedo decir que algo del orden de la muerte se ha sembrado en mi alma y en toda mi persona”.

La confrontación con esta trágica realidad, marcó con su cruda y dura concreción, el encuentro anual del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida con las asociaciones y movimientos eclesiales, que tuvo lugar el pasado 13 de junio en la Curia General de los Jesuitas.

De hecho, el Dicasterio, dijo el Cardenal Prefecto Kevin Farrell, en consonancia con su papel de vigilancia y acompañamiento, se ha convertido en “intérprete de la preocupación y urgencia según la cual el Santo Padre, el Papa Francisco, nos pide que actuemos, en todos los contextos sociales y eclesiales, saliendo a la luz, mirando la realidad de manera honesta, llamándola por su nombre con parresía, procediendo a la purificación necesaria y disponiendo la prevención adecuada”.

-Prevención de los abusos

Y por eso ha convocado a más de un centenar de moderadores, responsables y delegados de los movimientos eclesiales y de las asociaciones internacionales reconocidas por la Santa Sede para reflexionar sobre el tema: “La prevención de los abusos sexuales: el compromiso de las asociaciones y movimientos eclesiales”. El tema, subrayó el cardenal al comienzo de la obra, “asume un desafío que la Iglesia y la sociedad civil, en todas partes del mundo, tienen que afrontar”.

Sobre todo -explicó el Cardenal Farrell- son fundamentales el ejercicio de la verdad, el conocimiento y la conciencia de “un crimen históricamente extendido en todas las culturas y sociedades”, y el deseo de superar la peligrosa tentación de la subestimación. “Sólo enfrentándose a este fenómeno, estudiándolo, se produce un cambio de mentalidad y de sensibilidad en la opinión pública”: de hecho, “hasta hace poco se consideraba un tabú y aún hoy lo es para muchas personas, para muchos católicos, hombres y mujeres de la Iglesia”.

Un tabú que, en la Iglesia, “hizo conocer a muchos” pero “nadie habló”. Y así, explicó el prefecto, se añadieron el dolor y el dolor y la injusticia y la injusticia: “Hubo un doble abuso: a los abusos perpetrados se añadió, de hecho, un silencio que, inevitablemente, se convirtió en cómplice de los crímenes y les permitió multiplicarse sin ser molestados”. Tanto es así que los mismos datos estadísticos no pueden restaurar el alcance real del fenómeno, sino que son sólo “la punta de un iceberg”.

Sobre todo hay que recordar, añadió el cardenal, que detrás de los números y las tablas que describen el fenómeno hay personas: “las personas implicadas, las víctimas y sus abusadores, tienen un nombre y un apellido, un rostro, una historia personal y familiar, social y eclesial, tienen heridas impresas en la mente, en el corazón, en la carne.

-Cultivar formación humana, moral y espiritual

Con ocasión de este encuentro anual, el cardenal ha querido implicar directamente a las realidades convocadas, recordándoles que la plaga del abuso sexual no escatima a las asociaciones de fieles y a los movimientos eclesiales e invitándoles a hacerse cargo de la corresponsabilidad eclesial que les corresponde y que les envía a ser protagonistas y testigos de “esa conversión necesaria, que no distraiga la mirada, sino que afronte y prevenga estos graves crímenes que son abuso sexual”.

Y dio indicaciones precisas: “Ante todo, tenéis que purificar las relaciones que vivís entre vosotros, así como con los destinatarios de vuestro compromiso evangelizador”. Es necesario entonces establecer “relaciones sanas en ambientes sanos, en los que será difícil que la dominación, la subyugación, la dependencia, la violación de la libertad, la violación de la conciencia, el abuso de poder, el abuso sexual se introduzcan a hurtadillas”. Finalmente, es necesario “cultivar la necesaria formación humana, moral, intelectual y espiritual”.

El Prefecto se quejó de que se habían recibido respuestas insatisfactorias de asociaciones y movimientos a la carta del Departamento que, en mayo de 2018, pedía que se elaboraran normas y procedimientos para la protección de los menores y las personas vulnerables, e instó a los presentes: “Es necesario que os equipéis adecuadamente y que, sin perder tiempo, asumáis las responsabilidades que os corresponden, dando cuenta de lo que se os ha confiado, sin apartar la mirada de las heridas infligidas al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia en nuestros hermanos y hermanas, cuidando de los heridos y trabajando para que no se produzcan más abusos”.

La conciencia de la responsabilidad compartida, como miembros del cuerpo de la Iglesia, en virtud del bautismo y del compromiso propio de los movimientos eclesiales, caracterizó la intervención de Linda Ghisoni, subsecretaria del Departamento. Fue en sus palabras que los testimonios de Eleonora, Susan y Renate encontraron espacio, de donde surgió claramente la estrecha interconexión entre los abusos de poder, conciencia y sexualidad.

-Actitud de escucha a las víctimas

Ghisoni recordó en primer lugar el encuentro celebrado el pasado mes de febrero en el Vaticano y dedicado a la protección de los menores en la Iglesia: una ocasión importante para fomentar una conciencia que, desgraciadamente, sigue siendo insuficiente y que nos hace reflexionar. “¿Con qué valor -dijo- una víctima, que tiene mil dudas antes de hablar, se dirigirá a los hombres de la Iglesia que niegan a priori?

El método para abordar el problema es el indicado en esa ocasión y parte necesariamente de una actitud de escucha de las víctimas. Escuchar a las víctimas nos permite superar el enfoque “respetuoso” que tiende a considerar sólo el “fenómeno” y olvida la vida concreta de las personas.

Y como ocurrió en la reunión de febrero, la confrontación directa con las palabras de las víctimas ha sacudido las conciencias. El subsecretario compartió con los presentes las confidencias de las víctimas, las “manipulaciones psicológicas-espirituales” a las que fueron sometidas por algunos sacerdotes con el fin de imponerles violencia. El pasaje en el que Eleonora explica: “Me repitió que lo hacía sólo por mi propio bien…” era escalofriante.

-Responsabilidad eclesial compartida

Ghisoni invocó entonces la necesaria distinción entre la esfera de la conciencia y la esfera del gobierno en las agregaciones eclesiales, ilustrando los riesgos que acechan en las relaciones que no son libres debido a contextos superestructurados o subestructurados. Refiriéndose a las víctimas citadas, concluyó: “Eleonora, Susan, Renate: son mujeres de tres asociaciones diferentes de fieles. Mujeres que, como todas las víctimas de abusos de poder, de conciencia y de sexualidad, han vivido en el Gólgota, a veces durante años, un Gólgota no a la intemperie, sino encerrado en cuatro paredes, a menudo a oscuras, consumido por el chantaje, para comprar su silencio que les ha impregnado de sentimientos de culpa”.

“Los abusos los han clavado en una cruz que nadie podía ver, precisamente porque fue levantada en un Gólgota secreto. Y a veces incluso los terceros que conocían o imaginaban eran a su vez víctimas o cómplices, elevando así al sistema los abusos físicos, morales, psicológicos, espirituales. Descubramos este oscuro Gólgota. El Dicasterio está a vuestro lado para aconsejaros y apoyaros en esta responsabilidad eclesial compartida”.

-Reto educativo de una prevención adecuada

Por la tarde, el jesuita Hans Zollner, presidente del Centro de Protección de la Infancia de la Pontificia Universidad Gregoriana, exhortó a los presentes a asumir el reto educativo de una prevención adecuada, que proteja a los más jóvenes y vulnerables evitando los delitos de abuso sexual.

Hablando de la “condición sistémica” que se apodera de nuestras sociedades, una condición que no puede ser ignorada y que pone a la Iglesia bajo escrutinio, Zollner también insistió en no repetir errores ya cometidos por otros, como sucede a veces: instó, por lo tanto, a aprender los unos de los otros, aprovechando los caminos de los otros, tanto en la prevención de abusos de todo tipo, como en la atención adecuada a los ya cometidos.

No faltaron los testimonios valientes y muy apreciados de dos responsables de dos asociaciones de fieles que tuvieron que hacer frente a casos de abusos sexuales en su interior.
La jornada fue moderada por Don Giovanni Buontempo, responsable del Departamento de Relaciones con los Movimientos y Asociaciones, quien instó a los presentes a sentirse parte activa en el proceso de sensibilización que debe implicar a todas las personas de los fieles, aprovechando sobre todo la red de relaciones entre grupos y familias que se establece en el seno de los movimientos, con el fin de informar, formar y prevenir.

En la sesión de clausura, el Cardenal Farrell dirigió a los presentes una sincera llamada a actuar responsablemente, dotándose de todos los medios, según lo solicitado e indicado por el Dicasterio a través de la circular correspondiente de mayo de 2018, para reconocer los abusos, combatirlos y prevenirlos, aprovechando el potencial formativo que es tarea propia de las asociaciones y movimientos eclesiales.

El Prefecto aseguró a los presentes: “La Santa Sede os acompaña, está a vuestro lado en esta renovada llamada a la profecía, para que en las familias, en la sociedad, en los lugares de recreo, en los contextos eclesiales, ya no tengan que escabullirse y menos aún encubrir comportamientos abusivos de cualquier tipo y establecer relaciones auténticamente evangélicas. Para hacer frente a este reto educativo, no podemos contentarnos con buenas intenciones”.

“Es necesario que cada una de vuestras asociaciones reconocidas por la Santa Sede prepare los instrumentos necesarios, forme personas idóneas y competentes, cree una oficina especial, que se dará a conocer a todos y de la que se informará al Dicasterio, para que haya quien pueda recibir las denuncias de abusos, escuche a las víctimas, aborde adecuadamente cada cuestión, con la debida confidencialidad, libertad y competencia”.

¿Por qué la Iglesia tiene tantos miembros con acusaciones de abuso sexual?

A esta crisis de la Iglesia católica que se ha dado en distintos puntos del mundo le subyace una cuestión difícil de dilucidar y en la que pocos se ponen de acuerdo: la raíz del problema, el porqué. Hay, sin embargo, algunas hipótesis sobre cuáles podrían ser las causas o los factores determinantes. Una de ellas es el ejercicio del abuso de poder como un paso previo al abuso sexual. Y otra, hoy discutida en el seno mismo de la Iglesia, es el celibato.

Luego de una investigación encargada por la Iglesia, el Episcopado alemán planteó la necesidad de un diálogo puertas adentro sobre el celibato, el abuso de poder y la moral sexual en la Iglesia. Y si bien Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, no cree que la solución sea abolirlo, ni que el celibato sea en sí mismo la causa de los abusos sexuales, ha dicho que es un aspecto que, vinculado con otros como la debilidad y la inmadurez, puede llevar a abusos.

El papa Francisco ya se había referido a esta cuestión en el libro Sobre el cielo y la Tierra, publicado por Sudamericana en 2010: “Que el celibato traiga como consecuencia la pedofilia está descartado. Más del 70% de los casos de pedofilia se da en el entorno familiar y vecinal: abuelos, tíos, padrastros, vecinos. El problema no está vinculado con el celibato. Si un cura es pedófilo, lo es antes de ser cura”.

La Nación consultó a diferentes actores dentro y fuera de la Iglesia y les hizo una misma pregunta: ¿por qué han ocurrido tantos abusos sexuales en la Iglesia?

-Sergio Buenanueva. Obispo de San Francisco, Córdoba, y coordinador del Consejo Pastoral de Protección de Menores y Adultos Vulnerables de la Conferencia Episcopal de la Argentina.

“Creo que una buena proporción, no digo la mayoría, son personas que tal vez nunca tendrían que haber sido admitidas al sacerdocio. Se las admitió sin haber hecho esta verificación que ahora se hace. El celibato en sí mismo no es causa de que un adulto se convierta en un depredador sexual, pero sí es un importante factor de riesgo. Especialmente para personas que, por alguna situación de inmadurez personal, no debieran abrazar la vida célibe. Porque la vivencia de la sexualidad en el celibato tiene una complejidad y complicación que no tiene la vida de una persona que vive normalmente las relaciones sexuales”.

-Fortunato Mallimaci. Profesor de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet; lidera el programa Sociedad, Cultura y Religión.

“Creo que el celibato es un factor importantísimo. En el siglo XXI, la sexualidad, los deseos, forman parte de la vida cotidiana de cualquier institución. Entonces, que se sigan manteniendo criterios de siglos anteriores respecto de los cuales se obliga a aquellos que llegan a ser sacerdotes es algo que hay que comenzar a discutirlo y rápidamente”.

-Mauricio Landra. Decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica Argentina y miembro del Tribunal Eclesiástico de Gualeguaychú.

“A veces hemos sido lugares en donde algunas personalidades se refugiaron, recibieron contención modeladas por una espiritualidad, y crecieron. Pero otras veces fue el lugar para esconderse de determinadas maneras de ser, que se manifiestan en situaciones que llegan a ser delictivas. No se detectaron ciertas condiciones en las etapas que había que hacerlo, por ejemplo, en un período formativo sacerdotal. El celibato no sería ni la causa ni la solución de este tipo de actos contra el sexto mandamiento. No hay una combinación matemática para decir este es su origen o esta es su solución”.

-Carlos Tkach. Doctor en Psicología, profesor de Clínica de Niños y Adolescentes y de Psicopatología Infantojuvenil de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires y director del programa de extensión Atención de Niños Privados del Cuidado Parental.

“Se trata de una perversión, una pedofilia, que no tiene nada que ver con la Iglesia. Ya entrarían a la Iglesia siéndolo. No es que se provoca por el celibato. Más bien al contrario: por el acceso a los jóvenes y a los niños y por la función de poder que se tiene y de ascendencia sobre otros, la Iglesia permite aprovecharse de eso para cometer los abusos. Pero no es que el celibato en sí mismo lo condiciona. En todo caso, el celibato lo que puede producir son prácticas heterosexuales, pero no el abuso infantil”.

-Fernando Miguens. Teólogo y formador del seminario de San Miguel.

Según su perspectiva, en la Iglesia reina una subcultura en la que la sexualidad está demonizada, y eso genera represión y una tradición de secretismo. Entre los curas, dice, hay muchas distorsiones de sexualidades manejadas de forma inmadura. Hay, agrega, una proporción alta de descalabrados sexuales en el clero. Todo esto contribuye a generar los casos de abuso.

Además, dice, está el problema del celibato, que es una piedra en el zapato y causa distorsiones sexuales, que facilitan la cultura en la que ocurren los abusos. El celibato, agrega, no es la causa de los abusos, pero sí genera el ambiente propicio para las distorsiones que después generan los abusos. Por eso, entre otras razones, para Miguens habría que eliminarlo.

-Gonzalo Santa Coloma. Referente provincial de la Defensa de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de los Hermanos Maristas.

“Yo no asocio el abuso sexual a un menor con el tema del celibato o el voto de castidad. La mayoría de los casos, de hecho, son intrafamiliares. Pero si no se tienen las herramientas para poder sublimar los impulsos sexuales, si no hay un acompañamiento en eso, si no hay posibilidad de expresión, si no le ponemos palabras, hay un problema. Y la Iglesia, en ese sentido, ha cumplido un rol triste. Por eso yo abogo por la implementación de la educación sexual integral”.

Fuentes:

L’Osservatore Romano / La Nación / Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

Puntuación: 0 / Votos: 0

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *