“Los movimientos eclesiales están para servir a la Iglesia”
4:00 p.m. | 12 jul 24 (VTN/OM).- Han sido más de 200 representantes de un centenar de movimientos eclesiales, asociaciones de fieles y nuevas comunidades, los que se han reunido en la Santa Sede para revisar y compartir experiencias sobre “la sinodalidad en la misión”. Previo al encuentro central, los asistentes fueron recibidos por el Papa, quien les recordó que estas instituciones están solo para servir a Iglesia, y si en algún momento se vuelven “cerrados”, hay que “borrarlos porque no son eclesiales”. Compartimos reseñas y comentarios de asistentes.
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Reflexionando sobre el tema de la sinodalidad misionera “pedimos la caridad que es don del Espíritu Santo porque en nuestras relaciones personales, en nuestras familias, en nuestras comunidades eclesiales, tengamos siempre un amor sincero por los hermanos que el Señor ha puesto a nuestro lado”. Así lo afirmó el cardenal Prefecto Kevin Farrell en el encuentro anual con los moderadores de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades, promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (DLFV). Sus palabras resonaron en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, donde el Purpurado presidió la Eucaristía que precedió a la audiencia pontificia y a la apertura de los trabajos.
En la homilía, el cardenal Farrell comentó las lecturas del día, subrayando en particular cómo Jesús plantea “una condición exigente para entrar en el Reino de los cielos: tener una justicia superior a la de los escribas y fariseos”. Estos últimos, en efecto, “a pesar de ser muy observadores, pensaban casi exclusivamente en la relación con Dios”; por eso “su ‘justicia’ se centraba en la dimensión vertical del amor, pero descuidaba la relación con los demás, la dimensión horizontal”.
Al respecto, añadió el cardenal, “Jesús menciona tres actitudes que nos separan de nuestro hermano: enojarnos con él, llamarlo estúpido y llamarlo loco”. Se trata, explicó, de otros tantos “grados progresivos de condenación: alejar de sí al hermano con ira; considera sus ideas de poco valor; pretender entrar en lo más profundo de su conciencia, llegando a devaluar incluso su relación con Dios, considerándola falsa, superficial e hipócrita”.
Y, observó Farrell, “Jesús pronuncia estas palabras comentando el quinto mandamiento: no matarás”, dejando claro así que “uno puede ‘matar’ al hermano dentro de sí mismo, es decir, no materialmente, sino espiritualmente. Despreciar al prójimo y condenarlo sin apelación es violar el quinto mandamiento, ya es ‘matar’ al hermano en el corazón”. De ahí la invitación “a ir más allá de la ‘justicia de los fariseos’, a superar la separación entre el culto a Dios y las relaciones con los demás”.
Esta entrega fue recibida por más de doscientos representantes de un centenar de las 117 asociaciones internacionales de fieles, públicas y privadas, y otras entidades con personalidad jurídica, sobre las que tiene competencia directa el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y cuya vida y desarrollo está obligado a acompañar. Al final de la Misa, los participantes en la conferencia se reunieron en el Aula Nueva del Sínodo para la audiencia papal y posteriormente para el debate, presentado por el cardenal Prefecto.
Después de saludar en particular a la Comunidad Magnificat, la última asociación en recibir el reconocimiento pontificio, Farrell ilustró el tema del día, “El desafío de la sinodalidad para la misión”, explicando sobre todo que “la sinodalidad no se realiza insertando simplemente a laicos, hombres y mujeres, en los ‘lugares de poder’ de la Iglesia, o creando específicamente nuevos órganos para mostrar que están más involucrados en los procesos de toma de decisiones”.
Tampoco se trata de “llenar con ellos” los vacíos de las parroquias, diócesis, asociaciones y movimientos. De este modo “terminaríamos ‘clericalizando’ a los laicos”, como advierte a menudo el Papa. “La sinodalidad, y la comunión que ella promueve en la Iglesia, debe servir más bien para caminar verdaderamente juntos: laicos y pastores, carismas e instituciones eclesiales, y encontrar juntos el camino que el Espíritu indica para llevar adelante, con nuevo impulso, la misión evangelizadora de la Iglesia”, concluyó Farrell.
Rafael Luciani, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, y Elisa Lisiero, funcionaria del Dicasterio, tuvieron la tarea de ofrecer las dos ponencias principales (“La misión como objetivo de la sinodalidad” y “La sinodalidad en la experiencia de los movimientos”) que sirvieron de pauta para el diálogo posterior.
LEER. Homilía completa del cardenal Kevin Farrell (PDF)
LEER. Síntesis de la exposición del Prof. Rafael Luciani (PDF)
“Los movimientos cerrados en sí mismos deben ser eliminados”
“Pensar según Dios, superar toda cerrazón y cultivar la humildad”, fueron las tres “virtudes sinodales” que el papa Francisco propuso a los participantes en el encuentro anual con los moderadores de las asociaciones de fieles, de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades promovidas por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, a quienes recibió en audiencia. Francisco les recordó que, el camino sinodal en la Iglesia latina ha sido largo, y que requiere una conversión espiritual, porque sin un cambio interior no se pueden lograr resultados duraderos.
“De hecho, mi deseo es que, después de este Sínodo, la sinodalidad siga siendo una forma permanente de actuar en la Iglesia, a todos los niveles, entrando en el corazón de todos, pastores y fieles, hasta convertirse en un ‘estilo eclesiástico’ compartido”.
Todo esto, sin embargo, afirmó el Papa, requiere un cambio que debe producirse en cada uno de nosotros, una verdadera conversión y para ello les propuso algunas actitudes, algunas “virtudes sinodales”, que se pueden deducir de los tres anuncios de la Pasión en el Evangelio de Marcos (cf. 8,31; 9,31; 10,32-34): pensar según Dios, superar toda cerrazón y cultivar la humildad.
Dios es siempre más grande que las “modas eclesiásticas”
Al referirse a la primera virtud sinodal, pensar según Dios, el Pontífice dijo que es necesario pasar de un “pensamiento sólo humano” al “pensamiento de Dios”, es este el primer gran cambio interior que se nos pide. Y lo propuso al comentar la escena evangélica donde Pedro critica a Jesús después del primer anuncio de la pasión y se opone al plan de Dios. “En la Iglesia, antes de tomar cada decisión, antes de iniciar cada programa, cada apostolado, cada misión, siempre debemos preguntarnos: ¿qué quiere Dios de mí, de nosotros, en este momento, en esta situación? ¿Lo que tengo en mente, lo que nosotros como grupo tenemos en mente, es verdaderamente el pensamiento de Dios?”.
En este sentido, el Pontífice recordó que, el protagonista del camino sinodal es el Espíritu Santo y que Dios es siempre más grande que nuestras ideas, que la mentalidad dominante, que las “modas eclesiásticas” del momento, incluso del carisma particular de nuestro grupo o movimiento. “Por lo tanto, nunca demos por presupuesto que estamos ‘en sintonía’ con Dios: más bien, siempre tratemos de elevarnos por encima de nosotros mismos para convertirnos a pensar según Dios y no según los hombres. Éste es el primer gran desafío”.
Vencer la tentación del “círculo cerrado”
La segunda virtud sinodal que el Santo Padre indicó fue el de superar toda cerrazón. El Papa al presentar esta actitud sinodal comentó la escena donde Juan se opone a un hombre que practicaba un exorcismo en nombre de Jesús, pero que no era del círculo de los discípulos y advirtió que estemos atentos a la tentación del círculo cerrado. “Los Doce habían sido elegidos para ser fundamento del nuevo pueblo de Dios, abierto a todas las naciones de la tierra, pero los Apóstoles no captan este gran horizonte: se repliegan sobre sí mismos y parecen querer defender los dones recibidos del Maestro –curar a los enfermos, expulsar a los demonios, anunciar el Reino– como si fueran privilegios”.
En este aspecto, para no permanecer prisioneros de los “cercos”, Francisco invitó a los participantes en el encuentro a ir más allá de lo que piensa nuestro “círculo”, a no poner límites por el miedo a perder el sentido de pertenencia y la propia identidad, a reconocer la diversidad como una oportunidad, y no como una amenaza.
“La sinodalidad nos pide mirar más allá de las barreras con grandeza de ánimo, para ver la presencia de Dios y su acción también en personas que no conocemos, en nuevos métodos pastorales, en ámbitos de misión en los que nunca antes habíamos participado; nos pide que nos dejemos golpear, incluso ‘herir’ por la voz, la experiencia y el sufrimiento de los demás: de nuestros hermanos en la fe y de todas las personas que están cerca de nosotros”.
La conversión espiritual debe partir de la humildad
La tercera virtud que propuso el Santo Padre fue: cultivar la humildad. Para el Pontífice la conversión espiritual debe partir de la humildad, ya que es la puerta de entrada a todas las virtudes. Y comentando la escena en la que Santiago y Juan piden lugares de honor junto a Jesús, el Papa recuerda que la verdadera grandeza no es ser servido, sino servir, ser servidor de todos. “En efecto, sólo los humildes logran grandes cosas en la Iglesia, porque los humildes tienen bases sólidas, fundadas en el amor de Dios, que nunca falla y, por tanto, no buscan otros reconocimientos”.
El deseo de Francisco a todas las realidades eclesiales es que este encuentro ayude a valorizar sus carismas, pero en perspectiva eclesial y para ello se necesita una gran humildad. Y esto es fundamental para la construcción de una Iglesia sinodal.
“Sólo la persona humilde valora de hecho a los demás, y acoge con agrado su contribución, sus consejos, su riqueza interior, sacando a relucir no el propio ‘yo’, sino el ‘nosotros’ de la comunidad. Es la persona humilde la que defiende la comunión en la Iglesia, evitando divisiones, superando tensiones, sabiendo dejar de lado incluso las propias iniciativas para contribuir a proyectos compartidos, y esto porque encuentra alegría en el servicio y no frustración o rencor”.
Para cerrar su mensaje, el Papa quiso insistir y hacer énfasis en el papel de los movimientos eclesiales: “Son para servir a la Iglesia, no son un mensaje en sí mismos, una centralidad eclesial. Son para servir”, explicó. Y les pidió tener siempre presente la siguiente reflexión: “Mi pertenencia a un movimiento eclesial, ¿está en la asociación o está en la Iglesia? Está en mi asociación ‘para’ la Iglesia, como ‘paso’ para ayudar a la Iglesia. Los movimientos cerrados en sí mismos, por lo tanto, deben ser eliminados, no son eclesiales”.
LEER. Mensaje completo del papa Francisco a moderadores de movimientos eclesiales
VIDEO. “Los movimientos ‘cerrados’ hay que borrarlos; no son eclesiales”
Linda Ghisoni: “La Iglesia es en sí misma sinodal y misionera”
“Un gran éxito”, es el resumen que hace Linda Ghisoni, subsecretaria para los fieles laicos del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, sobre el encuentro anual con los moderadores de las asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades. Para dar a conocer este encuentro, Ghisoni habló con Omnes acerca de las cuestiones tratadas a lo largo de la jornada.
“Estamos satisfechos del éxito de este evento no sólo por la alta participación, sino también porque hemos podido responder a numerosas peticiones, llegadas de muchas partes, de celebrar más encuentros de este tipo”, afirma Ghisoni, según la cual esta necesidad nace del hecho de que cada realidad tiene su misión diferente, pero “también tiene muchos puntos en común con las demás. Y, por tanto, compartir los retos comunes a los que se enfrentan estas realidades puede ser útil para que caminen juntas y se apoyen mutuamente”.
Experiencias y buenas prácticas sinodales
Los trabajos de la reunión sirvieron para poner de relieve algunas experiencias sinodales, ya en uso por asociaciones, movimientos y nuevas comunidades, que pueden ser compartidas con toda la Iglesia universal. También se hizo hincapié en compartir la vida de fe en las pequeñas realidades, en la corresponsabilidad de laicos y ministros ordenados a la hora de asumir funciones de gobierno, en la implicación de matrimonios y jóvenes en la evangelización, y en la acción caritativa y social. “El informe introductorio de nuestro Prefecto, el cardenal Kevin Farrel, también se detuvo en las dinámicas que debemos seguir para ser verdaderamente una Iglesia sinodal”, añadió la subsecretaria del Dicasterio.
En la tarde de la jornada de trabajo de este encuentro internacional, tuvieron lugar las intervenciones libres de los moderadores: una fase muy dinámica en la que, revela Ghisoni, “compartieron las prácticas sinodales que estas agregaciones de fieles, compuestas en su mayoría por laicos, viven en su interior y en sus actividades. Es decir, todos aquellos aspectos de su vida que van desde los momentos de vida espiritual hasta las diversas formas de vivir la misión, pasando por la gestión del gobierno de su realidad. En definitiva, prácticas de sinodalidad que deben ser cada vez más compartidas”.
Relación entre sinodalidad y misión
La relación que une sinodalidad, misión y asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades es inherente al ADN de la propia Iglesia. “De hecho”, explica la subsecretaria del Dicasterio, “la Iglesia es en sí misma el caminar juntos del pueblo de Dios, por tanto es en sí misma sinodal y misionera. Lo subraya también el Papa cuando dice que hay que ser discípulo misionero y no discípulo y luego misionero. El desafío es precisamente comprender que los movimientos están llamados a ser Iglesia y deben ser llamados a ser realidades donde se vive la propia naturaleza misionera ad intra y ad extra con una perspectiva sinodal”.
Información adicional
- Sobre la Participación de la UMOFC en el Encuentro
- Sobre la Participación de Schoenstatt en el Encuentro
- Sobre la Participación de la CHARIS en el Encuentro
- Realidades eclesiales sobre “El desafío de la sinodalidad para la misión”
- Galería fotográfica del encuentro
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Fuentes
Vatican News (2) / Omnes Magazine / Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (DLFV) / Video: Rome Reports / Fotos: DLFV (Flickr)