En diálogo con los más vulnerables: I Jornada Mundial de los Niños

5:00 p.m. | 29 may 24 (LN/VN).- Con una misa solemne distinta -mucha interacción con sus invitados- el Papa cerró la primera Jornada Mundial de los Niños (JMN) de la historia de la Iglesia católica, evento que juntó este fin de semana a más de 50.000 chicos de 100 países de todos los continentes. El día previo, Francisco tuvo un encuentro similar en el Estadio Olímpico de Roma, donde los pequeños pudieron preguntar y reflexionar junto al Papa. También ha tenido reuniones privadas con grupos de infantes, víctimas de la guerra. Esta iniciativa da voz a quienes resultan más vulnerables ante los conflictos, la pobreza, la migración y el cambio climático.

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Encuentro en el Estadio Olímpico

Así como hace más de 40 años Juan Pablo II “inventó” la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se da cada tres años en diversos países, al darse cuenta en un encuentro con niños en el Vaticano -en noviembre pasado- que no había nada parecido para los menores de 18, el papa Francisco decidió crear la Jornada Mundial de los Niños (JMN). ¿El objetivo? Hablarles de la importancia de la paz en un mundo donde muchos de los 2300 millones de niños sufren por guerras, pobreza, cambio climático y migraciones forzadas. Según UNICEF, más de 400 millones de niños viven hoy en situación de conflicto.

Entre los miles de niños que llegaron a Roma para la primera JMN, había chicos de Ucrania, de los territorios palestinos y de otros países en guerra. En un primer gran encuentro que tuvo lugar el día sábado 25 de mayo, en el emblemático estadio Olímpico, muchos de ellos, acompañados por el sacerdote franciscano Enzo Fortunato, organizador del evento, dieron su testimonio. La primera delegación infantil que interactuó con el Papa, procedente de Burundi, China, Australia y Brasil, se han acercado al Santo Padre para decirle que los niños del mundo “queremos estar juntos y soñamos con ser una única gran familia”.

Aparte de esta primera representación de los cinco continentes, Valeria, una chica italoucraniana, ha saludado al Santo Padre, según los organizadores, en nombre “de un continente que nos hemos inventado: el de los niños que no han podido venir“. “Nos están siguiendo desde sus países”, ha asegurado ella.

De óptimo humor y divertido, el Papa, de 87 años y definido “el abuelo del mundo” por su coetáneo Lino Banfi, famoso actor italiano que participó de la JMN, interactuó con los niños, a los que le iba regalando caramelos que sacaba de una gran canasta blanca. Tal como solía hacerlo de joven siendo jesuita y catequista en barrios pobres de San Miguel o más adelante, como arzobispo de Buenos Aires en eventos pastorales con niños, tanto en el evento del Estadio Olímpico, como en la misa de este domingo, para involucrar a los más pequeños, en lugar de pronunciar discursos aburridos, los invitó en todo momento a dialogar y a responder preguntas.

“Sé que están tristes por las guerras. Yo les pregunto: ¿ustedes están tristes por las guerras?”, les planteó. “¡Sí”, fue la respuesta, en coro, de los niños, que estaban acompañados de padres y abuelos! “¡No escucho!”, arengó el Papa, que siguió este juego todo el tiempo: “¿La guerra es algo lindo?”. “¡Nooo!”. “¿Y la paz, es linda?”. “¡¡Sí!!”. En el Estadio Olímpico, al que el Papa llegó en papamóvil, aclamado por la multitud, y donde hubo cantos, bailes, desfiles con trajes tradicionales y hasta un partido de fútbol de 10 minutos con chicos acompañados por grandes estrellas de la talla de Gigi Buffon, también hubo espacio para las preguntas de los más pequeños. Algunas nada fáciles.

 

Las preguntas de los niños

El primero en dirigirse al Papa fue Jerónimo, un niño colombiano que preguntó si es verdad que la paz es siempre posible. “Siempre es posible”, respondió el Papa. “¿Cómo la conseguimos?”, continuó, “perdonando y pidiendo disculpas”. Luego, explicó la importancia de los gestos de paz, mientras daba un apretón de manos a un niño, y pidió repetirlo con la persona que tuvieran al lado. Otro niño le preguntó cómo es posible “amar a todo el mundo, a todos, todos, todos”. Francisco reconoció que no es fácil amar a todos, para eso se debe empezar por quienes están más cerca, “si yo no amo a mi compañero, a mi compañera de escuela; si yo no amo al chico, a la chica, que está vecino, no podemos ir adelante; tenemos que aprender a amar poco a poco a los que tenemos alrededor”.

Una niña coreana quería saber cómo llegar al endurecido corazón de algunos adultos. El Papa invitó a los menores a tener “ilusión” para hacer cosas que hagan reflexionar a los adultos. “Ustedes tienen que dar ejemplo a los mayores y preguntarles porqué hay gente que no tiene que comer, tienen que plantear esas dudas también a Dios (…) queridos niños, con estas inquietudes pueden hacer una verdadera revolución”, reclamó. Yolanda, una niña italiana, expresó su preocupación por la soledad de los mayores. Francisco apuntó que “hay tantos ancianos que han dado su vida, educando hijos y nietos, y ahora están abandonados en alguna residencia. Esto es injusto”. Insistió en que hay que visitarlos dónde estén. “Los abuelos nos han regalado nuestra historia, hay que respetarles, buscarlos y escucharlos”, ahondó.

“Si pudieras hacer un milagro ¿qué harías?”, le preguntó una niña de Indonesia. “Es fácil: que todos los niños tengan lo necesario para vivir, para comer, para jugar, para ir a la escuela. Este es el milagro que me gustaría hacer. Que todos los niños sean felices”, contestó Francisco. Cuando Malik, un chico de las islas Seychelles, le preguntó cómo se sintió cuando Argentina, su equipo, ganó el mundial de fútbol, el Papa respondió: “Feliz, feliz, pero una vez lo ganó con la mano y esto no es bueno”, aludiendo a la famosa mano de Dios de Maradona. “Cuando mi equipo gana, me siento feliz”, agregó.

Pero, si hubo una cuestión en la que Francisco se detuvo especialmente fue en la realizada por Luis Gabriel, un preadolescente nicaragüense le interpeló al Obispo de Roma preguntándole porqué hay personas que no tienen casa ni trabajo. “Es una pregunta real y no fácil de responder”, comentó. “Nosotros hoy estamos contentos, pero nuestro amigo nos hace una pregunta: ¿Por qué? Es fruto de la malicia, del egoísmo, es el fruto de la guerra. Si una persona busca escalar por encima de los demás, ¿es buena o mala?”, dijo serio el pontífice.

“Hay tanta maldad, egoísmo y tantos países que gastan dinero en comprar armas y gente que no tiene nada que comer”, lamentó el Papa. Y continuó: “Niños y niñas, hay niños que no tienen nada que comer, gente que no tienen que comer y esto es culpa de la humanidad”. Justo después, les hizo un encargo: “Les pido algo: que todos los días, cuando hagan la oración, recen por los niños que sufren esta injusticia”. A continuación llamó a todos de forma insistente a pedir “silencio” para “rezar al Señor para que ayude a resolver esta injusticia de la que todos tenemos algo de culpa”.

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VIDEO. Miles de niños imitan gesto de la paz junto al Papa en la primera JMN

 

Mensaje del Papa en el Estadio

Previo al intercambio de preguntas y respuestas, Francisco dirigió un breve mensaje, como saludo. Expresó su alegría por la celebración de la Jornada Mundial de los Niños. “En ustedes, niños, todo habla de vida y de futuro. Y la Iglesia, que es madre, los acoge y los acompaña con ternura y con esperanza. El pasado 6 de noviembre tuve la alegría de recibir en el Vaticano a miles de niños de muchas partes del mundo. Ese día trajeron consigo un torrente de alegría; y me hicieron sus preguntas sobre el futuro. Aquel encuentro dejó una marca en mi corazón y comprendí que esa charla con ustedes debía continuar, debía ampliarse a muchos otros niños y adolescentes. Y es por eso que hoy estamos aquí, para seguir dialogando, haciéndonos preguntas y respuestas”, explicó Francisco.

Por otra parte, el Papa recordó a los niños que viven en países en guerra o situaciones difíciles: “Hay niñas y niños que no pueden ir a la escuela. Son realidades que yo también llevo en mi corazón, y rezo por ellos. Recemos por los niños que no pueden ir a la escuela, por los niños que sufren las guerras, por los niños que no tienen qué comer, por los niños que están enfermos y nadie los cura”.

En referencia al lema de la Jornada (“Yo hago nuevas todas las cosa”), Francisco indicó que “es bellísimo (…) piensen: Dios quiere esto, todo lo que no es nuevo pasa. Dios es novedad. Siempre el Señor nos da la novedad. Queridos niños, sigamos adelante y tengamos alegría. La alegría es salud para el alma”.

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Una misa acorde a sus invitados

En la misa final de la primera JMN, que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro al día siguiente, el Papa usó el mismo método. Después de la lectura del Evangelio, en el momento de la tradicional homilía, dejó de lado su sermón. Y comenzó nuevamente un diálogo mucho más atractivo con los miles de niños presentes. “Pidámosle siempre a Dios, el Padre Nuestro, que nos acompañe en la vida y que nos haga crecer y ¿cómo se llama el Hijo? ¿Cuál es el nombre?”, preguntó. “¡Jesús!”, fue la contestación. “Y si hay un hombre o una mujer, pecador, con muchos pecados: ¿Jesús los perdona?”, volvió a preguntar. “¡Sí!”.

“No se olviden de esto: Jesús perdona todo y perdona siempre y nosotros tenemos que tener la humildad de pedir perdón”, recordó, en un diálogo que incluyó una simple explicación de algo complejo como la Santísima Trinidad y que concluyó recordando la importancia de la Virgen María en la vida cristiana y con una plegaria por los niños enfermos, por los padres, los abuelos y el fin de las guerras. La primera JMN del papa Francisco, que a lo largo de su pontificado también impulsó la Jornada Mundial de los Pobres (en 2017) y la Jornada Mundial de los Abuelos (en 2021), culminó con un monólogo del célebre Roberto Benigni, que, con su clásico humor, causó risas en el sagrato de la Plaza de San Pedro.

“Santidad, quisiera abrazarlo, besarlo, no sé cómo demostrarle afecto, amor, podría bailar un tango argentino, pero antes de entrar dos guardias suizos me dijeron que podía hacer todo lo que quisiera, menos tocar al Papa. Pero desde que me dijeron que no podía hacerlo, como les pasa a los niños, es éso lo único que quiero hacer”, bromeó el capocómico. “¿Pero un beso se lo puedo dar, para qué sirven los besos si no se dan?”, siguió, yendo a darle un beso a un muy divertido papa Francisco. “Es un beso que llega de todos ellos y que vale cien mil besos”, destacó, a señalar a la colorida multitud presente y al confesar estar “feliz por estar en el Estado más pequeño del mundo, donde está el hombre más grande del mundo”.

Y como última novedad sobre el cierre, el Papa anunció la fecha de la próxima convocatoria de la Jornada Mundial de los Niños: septiembre de 2026. “Les esperamos allí, muchas gracias a todos”, ha invitado Francisco.

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