Santa Teresita: Evangelizar por atracción, no por presión
11:00 a.m. | 18 oct 23 (RVN/VTN).- Aunque vivió apenas 24 años, santa Teresa del Niño Jesús dejó una enseñanza notable sobre cómo vivir la fe y la espiritualidad centrada en lo esencial de la vida cristiana: Jesús y el amor. Este año se ha cumplido el aniversario 150 de su nacimiento, y con una exhortación apostólica el Papa detalla experiencias y virtudes de “Teresita” que son claves para orientar a los católicos de hoy y del futuro. Además, su modo de entender la evangelización “por atracción y no por presión o proselitismo”, explica Francisco, la llevó a ser patrona de las misiones. El Papa además resalta el vínculo con Teresa de Ávila, ambas doctoras de la Iglesia.
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En el 2023 se han conmemorado dos fechas importantes de santa Teresa del Niño Jesús, el 2 de enero fue el 150 aniversario de su nacimiento y el 23 de abril el centenario de su beatificación. El papa Francisco ha querido que la exhortación apostólica C’est la confiance (Es la confianza) vaya más allá de una celebración y “sea asumido como parte del tesoro espiritual de la Iglesia”. Además, “la fecha de esta publicación, memoria de santa Teresa de Ávila, quiere presentar a santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz como fruto maduro de la reforma del Carmelo y de la espiritualidad de la gran santa española” (4).
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En cuatro capítulos: Jesús para los demás; El caminito de la confianza y del amor; Seré el amor; En el corazón del Evangelio; y mediante 53 parágrafos el Pontífice presenta la vida y experiencia espiritual la santa francesa del Carmelo de Lisieux que dejó la vida terrena a los 24 años.
“La Iglesia reconoció rápidamente el valor extraordinario de su figura y la originalidad de su espiritualidad evangélica”, de manera espacial los Pontífices siguieron de cerca su vida: “Teresita” conoció al papa León XIII en su peregrinación a Roma en 1887 a quien pidió permiso para entrar al Carmelo a la edad de 15 años. Pío X percibió su enorme estatura espiritual, luego de la muerte de joven santa. Y Benedicto XV la declara Venerable en 1921, elogiando “sus virtudes centrándolas en el ‘caminito’ de la infancia espiritual”. Fue canonizada el 17 de mayo de 1925 por Pío XI y en el 1927 la declaró patrona de las Misiones.
Posteriormente san Pablo VI recordaba con frecuencia sus virtudes cristianas. San Juan Pablo II en 1997 la declaró doctora de la Iglesia, considerándola además “como experta en la scientia amoris“. También, Benedicto XVI retomó el tema de su “ciencia del amor”, proponiéndola como “guía para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de teólogos”. Y Francisco canonizó “a sus padres en el año 2015, durante el Sínodo sobre la familia” (6).
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VIDEO. Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús
Jesús para los demás
En el primer capítulo presenta la experiencia cristiana en la santa, desde su oración, vida mística, pero con alma misionera y sin autorreferencialidad: “En el nombre que ella eligió como religiosa se destaca Jesús: el ‘Niño’ que manifiesta el misterio de la Encarnación” (7), y “el Nombre de Jesús es continuamente ‘respirado’ por Teresa como acto de amor, hasta el último aliento” (8). Como Patrona de las misiones, recuerda el Papa en la exhortación apostólica, que “como sucede en todo encuentro auténtico con Cristo, esta experiencia de fe la convocaba a la misión. Teresita pudo definir su misión con estas palabras: En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra, amar a Jesús y hacerle amar” (9).
Un alma misionera, señala Francisco, que enseña “su modo de entender la evangelización por atracción, no por presión o proselitismo. Vale la pena leer cómo lo sintetiza ella misma: Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo” (9), así lo escribía la santa en las últimas páginas de Historia de un alma (10) como su testamento misionero “con un ferviente espíritu apostólico” (11), dejándose guiar por la acción del Espíritu Santo: “Yo pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor, que me una tan íntimamente a Él que sea Él quien viva y quien actúe en mí” (12).
El caminito de la confianza y del amor
En el segundo capítulo se recuerda el valor de “El camino de la infancia espiritual” (14) propuesto por santa Teresa del Niño Jesús que subraya la primacía de la acción de Dios y “la confianza” plena en la misericordia de Cristo: “Teresita relató el descubrimiento del caminito en la Historia de un alma: A pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Agrandarme es imposible; tendré que soportarme tal cual soy, con todas mis imperfecciones. Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo” (15).
Francisco señala que la santa en su época “frente a una idea pelagiana de santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia” (17), por ello “prefiere destacar el primado de la acción divina e invitar a la confianza plena mirando el amor de Cristo que se nos ha dado hasta el fin” (19). Sobre esta “confianza” el Santo Padre sugiere no asumirla solo en referencia a la santificación y salvación, sino también como un “abandono cotidiano” en Dios: “Tiene un sentido integral, que abraza la totalidad de la existencia concreta y se aplica a nuestra vida entera, donde muchas veces nos abruman los temores, el deseo de seguridades humanas, la necesidad de tener todo bajo nuestro control” (23).
Seré el amor
“Teresita”, recuerda el Papa en el tercer capítulo, expresaba en sus escritos su “amor esponsal” (32) con Cristo: “Tiene la viva certeza de que Jesús la amó y conoció personalmente en su Pasión: Me amó y se entregó por mí (Ga 2,20)” (33). Y “el acto de amor ‘Jesús, te amo’, continuamente vivido por Teresita como la respiración, es su clave de lectura del Evangelio” (34), asegura el Pontífice. Amor que santa Teresita vivió en la mayor sencillez y experimento en la vida cotidiana (35): “Teresita vive la caridad en la pequeñez, en las cosas más simples de la existencia cotidiana” (36), y en el corazón de la Iglesia, donde buscó su lugar (38): “Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre” (39).
“No es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante humilde y misericordiosa” (40), señala Francisco. Afirmando además que “Tal descubrimiento del corazón de la Iglesia es también una gran luz para nosotros hoy, para no escandalizarnos por los límites y debilidades de la institución eclesiástica, marcada por oscuridades y pecados, y entrar en su corazón ardiente de amor, que se encendió en Pentecostés gracias al don del Espíritu Santo” (41).
El Papa llega a un punto central de su exhortación apostólica, indicando que en C’est la confiance es la confianza la que nos lleva al Amor y así nos libera del temor, es la confianza la que nos ayuda a quitar la mirada de nosotros mismos, es la confianza la que nos permite poner en las manos de Dios lo que sólo Él puede hacer. Esto nos deja un inmenso caudal de amor y de energías disponibles para buscar el bien de los hermanos. Y así, en medio del sufrimiento de sus últimos días, Teresita podía decir: “Sólo cuento ya con el amor” (45).
En el corazón del Evangelio
En el cuarto capítulo el santo Padre recuerda que el anuncio de una Iglesia misionera se centra en lo esencial: “la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado” (47), y el aporte especifico que regala Teresita, “doctora de la síntesis”: “consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable. Ella, con sus palabras y con su propio proceso personal, muestra que, si bien todas las enseñanzas y normas de la Iglesia tienen su importancia, su valor, su luz, algunas son más urgentes y más estructurantes para la vida cristiana” (49).
Francisco afirma que la actualidad de santa Teresa del Niño Jesús perdura en toda su “pequeña grandeza: En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Teresita nos invita a la salida misionera, cautivados por la atracción de Jesucristo y del Evangelio” (52).
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1. La genialidad de su espiritualidad
“C’est la confiance et rien que la confiance qui doit nous conduire à l’Amour” (“La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor”). Estas palabras tan contundentes de santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz lo dicen todo, resumen la genialidad de su espiritualidad y bastarían para justificar que se la haya declarado doctora de la Iglesia. Solo la confianza, “nada más”, no hay otro camino por donde podamos ser conducidos al Amor que todo lo da. Con la confianza, el manantial de la gracia desborda en nuestras vidas, el Evangelio se hace carne en nosotros y nos convierte en canales de misericordia para los hermanos.
2. Evangelización por atracción, no por presión
Las últimas páginas de Historia de un alma son un testamento misionero, expresan su modo de entender la evangelización por atracción, no por presión o proselitismo (…) cuando un alma se ha dejado fascinar por el perfume embriagador de tus perfumes, ya no puede correr sola, todas las almas que ama se ven arrastradas tras de ella. Y eso se hace sin tensiones, sin esfuerzos, como una consecuencia natural de su propia atracción hacia ti.
3. No a una santidad individualista y elitista
Es el “dulce camino del amor”, abierto por Jesús a los pequeños y a los pobres, a todos. Es el camino de la verdadera alegría. Frente a una idea pelagiana de santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia.
4. Abandono en el Amor
La confianza plena, que se vuelve abandono en el Amor, nos libera de los cálculos obsesivos, de la constante preocupación por el futuro, de los temores que quitan la paz. En sus últimos días Teresita insistía en esto: “Los que corremos por el camino del amor creo que no debemos pensar en lo que pueda ocurrirnos de doloroso en el futuro, porque eso es faltar a la confianza”. Si estamos en las manos de un Padre que nos ama sin límites, eso será verdad pase lo que pase, saldremos adelante más allá de lo que ocurra y, de un modo u otro, se cumplirá en nuestras vidas su proyecto de amor y plenitud.
5. Fe más fuerte que la oscuridad
Teresita vivía la fe más fuerte y segura en la oscuridad de la noche e incluso en la oscuridad del Calvario. Su testimonio alcanzó el punto culminante en el último período de su vida, en la gran “prueba contra la fe”, que comenzó en la Pascua de 1896. En su relato, ella pone esta prueba en relación directa con la dolorosa realidad del ateísmo de su tiempo. Vivió de hecho a finales del siglo XIX, que fue la “edad de oro” del ateísmo moderno, como sistema filosófico e ideológico.
Cuando escribió que Jesús había permitido que su alma “se viese invadida por las más densas tinieblas”, estaba indicando la oscuridad del ateísmo y el rechazo de la fe cristiana. En unión con Jesús, que recibió en sí toda la oscuridad del pecado del mundo cuando aceptó beber el cáliz de la Pasión, Teresita percibe en esa noche tenebrosa la desesperación, el vacío de la nada.
6. La grandeza de María, en la pequeñez
Teresita vive la caridad en la pequeñez, en las cosas más simples de la existencia cotidiana, y lo hace en compañía de la Virgen María, aprendiendo de ella que “amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo”. De hecho, mientras que los predicadores de su tiempo hablaban a menudo de la grandeza de María de manera triunfalista, como alejada de nosotros, Teresita muestra, a partir del Evangelio, que María es la más grande del Reino de los Cielos porque es la más pequeña (cf. Mt 18,4), la más cercana a Jesús en su humillación.
7. Un Iglesia con corazón humilde, no triunfalista
Teresita heredó de santa Teresa de Ávila un gran amor a la Iglesia y pudo llegar a lo hondo de este misterio. Lo vemos en su descubrimiento del “corazón de la Iglesia” (…) no es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante, humilde y misericordiosa. Teresita nunca se pone por encima de los demás, sino en el último lugar con el Hijo de Dios, que por nosotros se convirtió en siervo y se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte en una cruz (cf. Flp 2,7-8).
8. El centro de la moral es la caridad
No todo es igualmente central, porque hay un orden o jerarquía entre las verdades de la Iglesia, y “esto vale tanto para los dogmas de fe como para el conjunto de las enseñanzas de la Iglesia, e incluso para la enseñanza moral”. El centro de la moral cristiana es la caridad, que es la respuesta al amor incondicional de la Trinidad, por lo cual “las obras de amor al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia interior del Espíritu”. Al final, solo cuenta el amor.
9. La genialidad de lo esencial
El aporte específico que nos regala Teresita como santa y como doctora de la Iglesia no es analítico, como podría ser, por ejemplo, el de santo Tomás de Aquino. Su aporte es más bien sintético, porque su genialidad consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable. Ella, con sus palabras y con su propio proceso personal, muestra que, si bien todas las enseñanzas y normas de la Iglesia tienen su importancia, su valor, su luz, algunas son más urgentes y más estructurantes para la vida cristiana.
Allí es donde Teresita puso la mirada y el corazón. Como teólogos, moralistas, pensadores de la espiritualidad, como pastores y como creyentes, cada uno en su propio ámbito, todavía necesitamos recoger esta intuición genial de Teresita y sacar las consecuencias teóricas y prácticas, doctrinales y pastorales, personales y comunitarias. Se precisan audacia y libertad interior para poder hacerlo.
10. La doctora de la síntesis
Algunas veces, de esta santa se citan solo expresiones que son secundarias, o se mencionan cuestiones que ella puede tener en común con cualquier otro santo: la oración, el sacrificio, la piedad eucarística, y tantos otros hermosos testimonios, pero de ese modo podríamos privarnos de lo más específico del regalo que ella hizo a la Iglesia, olvidando que “cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”.
Por lo tanto, “para reconocer cuál es esa palabra que el Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los detalles (…) lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona”. Esto vale más aún para santa Teresita, por tratarse de una “doctora de la síntesis”.
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VIDEO. Legado de santa Teresita del Niño Jesús
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Fuentes
Vatican News / Revista Vida Nueva / Videos: Carmelitas Descalzos (YT) – Tele VID / Foto: Internet