Nuevas tecnologías no deben suprimir lo humano

2:00 p.m. | 23 mar 23 (VTN/IB).- “Converger en la persona. Tecnologías emergentes para el bien común” fue el tema de la última Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida (PAV), a la que se convocó más de 200 notables académicos de las más prestigiosas universidades del mundo, la Unesco y la OMS. Se expuso los desafíos que presenta superar el paradigma tecnocrático, así como la regulación desde la ética que demanda la convergencia tecnológica. Desde la PAV se reconoció la necesidad “de ampliar el horizonte de su compromiso”, con respecto a los temas y especialistas, sin dejar atrás los ámbitos tradicionales.

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“Las nuevas tecnologías emergentes, como la biotecnología, la inteligencia artificial y la neurociencia, pueden cambiar radicalmente a la humanidad. Pueden conducir a un enorme desarrollo, pero también a una tragedia igualmente enorme, porque corren el riesgo de suprimir lo humano en una especie de dictadura de la tecnología que trastorna a la humanidad misma”. Lo ha reiterado monseñor Vincenzo Paglia, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, que presentó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede los resultados de la 28ª Asamblea General de la Academia, sobre el tema “Converger en la persona. Tecnologías emergentes para el bien común”.

Lo que se ha constatado, en los encuentros de los últimos días entre científicos, humanistas y filósofos, es que no sólo es necesario comprender cómo estas “nuevas ciencias” se interrelacionan y se influyen mutuamente, sino también poner en práctica un enfoque ético que ponga al hombre en el centro. Si no es así, señaló el riesgo que “por primera vez en la historia el hombre puede destruirse a sí mismo: primero con la energía nuclear, luego con la crisis ecológica y finalmente con las nuevas tecnologías”. Por ello, se trata de un tema “que involucra tanto a la creación como a la familia humana y al planeta entero”.

“En este contexto, hemos sentido la urgencia de una nueva estructura organizativa de la Academia que incluya, entre otras cosas, pero no solo, la presencia de científicos de diferentes ciencias, de diferentes países, de diferentes culturas y también de diferentes religiones“, ha añadido Paglia, “en el conciencia de que temas como las nuevas tecnologías emergentes y convergentes deben ser abordados de manera multifacética, como sucedió a principios del segundo milenio cuando nacieron las universitas scientiarum”.

Por otro lado, Paglia aseguró que para la Academia “no se trata de dejar atrás los temas que tradicionalmente ha tratado sino de ampliar el horizonte de su compromiso, precisamente porque no sólo están en juego el nacimiento y la muerte que obviamente siguen siendo cruciales, pero aquí está en juego lo humano en su radicalidad: se cuestiona la expansión de la bioética tal como se ha entendido hasta ahora y la misma dimensión semántica del término Vida”.

“Todo el mundo está interesado en el bien común”, dijo monseñor Renzo Pegoraro, canciller de la Academia Pontificia para la Vida, pero “las tecnologías no son neutrales. Un hombre puede reducirse a su ADN o a un algoritmo”. En general, durante los dos días de debate, explicó, “surgieron experiencias positivas, como en la lucha contra enfermedades como la malaria, o lo mucho que estas tecnologías están ayudando a superar ciertas discapacidades”. Sin embargo, la comunidad científica no puede ser autorreferencial, tenemos que pensar cómo garantizar la centralidad de las personas y cómo promover la justicia social”.

 

Superar el paradigma tecnocrático

“La ciencia y la tecnología conforman y son conformadas por otras instituciones y prácticas, como la política y la economía”, reiteró el profesor Roger Strand, de la Universidad noruega de Bergen. “Las cuestiones éticas de las tecnologías convergentes están entrelazadas con la economía política de la tecnociencia, con los programas políticos de innovación y crecimiento económico, con las fuerzas del mercado, las ideologías y las culturas del materialismo y el consumismo”. “Están enredadas”, subrayó, “en lo que la encíclica Laudato si llamó acertadamente el paradigma tecnocrático”.

Algunos ejemplos de estas distorsiones pueden encontrarse en la asignación de recursos en el ámbito médico, que corre el riesgo de dejar aún más rezagada la atención básica en los países más pobres. O en el sector militar, con el uso de armas vinculadas a la inteligencia artificial potencialmente desvinculadas del control humano. Estas tecnologías convergentes, a menudo calificadas de “disruptivas”, explica la profesora Laura Palazzani, de la Universidad Lumsa, “son muy rápidas, muy complejas y tienen una amplitud de aplicaciones sin precedentes.

LEER. La Santa Sede: No dejar nunca el uso de las armas a la inteligencia artificial

También son duales, pues aúnan aspectos naturales y artificiales, reales y virtuales. Pensemos en las llamadas “mejoras”, que se refieren al aumento de las capacidades de individuos sanos y no enfermos. Todo esto tiene implicaciones éticas, y el objetivo es que se tengan en cuenta en el momento del diseño y no después, cuando la legislación y la reglamentación corren el riesgo de llegar tarde a los hechos consumados.

 

Las aristas de la Convergencia Tecnológica

Entre los presentes, estuvo presente el reconocido bioeticista argentino Fishel Szlajen, doctor en filosofía y posdoctorado en bioética, quien conversó con Infobae respecto de la necesidad de una ética para el desarrollo y aplicación de las tecnologías convergentes, tema central de la Asamblea.

“El concepto de Tecnologías Convergentes o Convergencia Tecnológica, define la combinación y sinergia en investigación, desarrollo y aplicación, integrando la inteligencia artificial, nanotecnología y robótica, a toda actividad relacionada con la vida humana. De ello resultan, por ejemplo, la computación ubicua, biotecnología, neurotecnología, bioinformática, edición genómica y biovigilancia. Esta convergencia si bien permite la transformación de herramientas, productos y servicios, resolviendo y satisfaciendo demandas y necesidades, también erosiona los límites entre lo biológico y ciberdigital, cambiando el ecosistema físico y remodelando las relaciones sociales. Fundamentalmente implicando la obsolescencia de algunos mecanismos y la necesaria regulación de los emergentes”, explicó Szlajen, primer rabino en haber sido designado miembro titular de la Pontificia Academia para la Vida.

Teniendo en cuenta esto, Szlajen alertó de los peligros. “Es crucial identificar y evaluar los riesgos que conlleva la Convergencia Tecnológica previniendo abusos que afecten derechos humanos fundamentales, generando nuevas normativas éticas y marcos jurídicos que respondan a los cambios y transformaciones, promoviendo el desarrollo y uso responsable resguardando la autonomía, privacidad, igualdad, libertad, integridad y dignidad humana. Algunos ejemplos actuales son la problemática del derecho a la propiedad de la información genética o clínica, así como el uso no terapéutico de la manipulación genética humana poniendo en riesgo la identidad y autonomía de los individuos modificados”, aseguró.

En referencia a los Acuerdos Internacionales que intentan regular esta actividad, aseguró: “El problema es que independientemente de las Convenciones, como la de Oviedo en 1999 sobre DDHH y Biomedicina, existe un debate sobre la posibilidad fáctica de regular las Tecnologías Convergentes. Hay quienes argumentan el determinismo tecnológico bajo la tesis de la inevitabilidad, mientras que otros lo hacen en favor de la dirección ética y legal. Una de las dificultades más importantes que emergen es con referencia a los mercados libres internacionales explicando que si no lo hace uno, lo hará otro, así que sucederá de todos modos más allá de organismos reguladores. Acorde a las presiones en la demanda como servicio, sólo postergarán pero no direccionarán el uso discrecional tecnológico”.

LEER. Artículo completo con el bioeticista Fishel Szlajen

 

Francisco: tres desafíos al bien común de las nuevas tecnologías

El Papa recibió a los miembros de la Pontificia Academia para la Vida con motivo de la 28ª Asamblea General, y a partir de lo expuesto, señaló tres desafíos sobre los que se debe reflexionar en esta nueva etapa tecnológica:

El cambio de las condiciones de vida del hombre en el mundo de la tecnología

“Sabemos que es propio del hombre actuar en el mundo de forma tecnológica, transformando el medio ambiente y mejorando sus condiciones de vida”, ha señalado el Papa. Y es que, si bien “en el pasado la conexión entre culturas, actividades sociales y el medio ambiente, gracias a interacciones menos densas y efectos más lentos, tenía menos impacto”. Sin embargo, hoy, “el rápido desarrollo de los medios técnicos hace más intensa y evidente la interdependencia entre el hombre y la casa común”.

El impacto de las nuevas tecnologías en la definición de “hombre” y “relación”

“Especialmente en lo que se refiere a la condición de sujetos vulnerables”, ha dicho el Papa, “es evidente que la forma tecnológica de la experiencia humana es cada día más penetrante. Por lo tanto, es importante una seria reflexión sobre el valor mismo del hombre”, ha aseverado, subrayando que, “en particular, es necesario reafirmar con decisión la importancia del concepto de conciencia personal como experiencia relacional, que no puede prescindir ni de la corporalidad ni de la cultura”. Incluso dentro de los procesos de investigación científica, “la relación entre la persona y la comunidad señala implicaciones éticas cada vez más complejas”, ha afirmado Francisco.

La definición del concepto de conocimiento y las consecuencias resultantes

“El conjunto de elementos considerados hasta aquí nos lleva a cuestionarnos sobre nuestras formas de conocer, conscientes de que el tipo de conocimiento que implementamos ya tiene implicaciones morales en sí mismo”. Explicó que se necesitan modelos más articulados, “que consideren el entrelazamiento de relaciones de las que se tejen los hechos singulares”. Por ejemplo, dijo que “es paradójico, al referirse a tecnologías para potenciar las funciones biológicas de un sujeto, hablar de un hombre ‘aumentado’ si se olvida que el cuerpo humano remite al bien integral de la persona y por tanto no puede identificarse únicamente con el organismo biológico. Un enfoque erróneo en este campo en realidad no termina con aumentar sino con comprimir al hombre”.

LEER. Discurso completo a miembros de la Pontificia Academia para la Vida

Información adicional
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Fuentes

Vatican News / Infobae / Revista Vida Nueva (2) / Videos: Fernando Szlajen (Canal YT) / Fotos: Twitter de la PAV

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