Lecciones del papa Francisco a los periodistas

4:00 p.m. | 7 dic 22 (VN/VTN).- El buen periodista escucha con creatividad aquello que dice la gente, busca siempre las fronteras, al otro, la inquietud comunicativa. Así aconsejó Francisco a empleados y consultores de la oficina de comunicaciones vaticana, en un encuentro en donde prefirió improvisar un mensaje y luego compartir el discurso oficial. En este último, recomendó tres puntos para orientar la comunicación: que las personas se sientan menos solas, dar voz a quien no la tiene y educarse en el esfuerzo de comunicar. También mencionó el ejemplo de algunos comunicadores, como el jesuita James Martin, un comunicador “que se pone en juego por los valores humanos”, reconocido por su labor pastoral con la comunidad católica LGTBI.

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Crónica de Óscar Elizalde Prada

En una serie de audiencias a mediados de noviembre, el papa Francisco se encontró con los empleados del Dicasterio para la Comunicación, así como con los consultores y miembros del organismo vaticano, que participaron de la Asamblea Plenaria titulada “Sínodo y comunicación: un camino por recorrer”.

Antes de iniciar su mensaje, el Papa escuchó y agradeció el breve saludo que le dirigió el Dr. Ruffini en nombre de los presentes. Luego tomó en sus manos el discurso que había preparado para la ocasión. Observó los papeles y nos miró a nosotros antes de decirnos: “este es el mensaje, ocho páginas… si empiezo a leerlo, cuando llegue a la cuarta habrán olvidado lo que dije en la primera” (soltamos la risa). El Papa le entregó el documento al Prefecto indicándole que nos lo hiciera llegar posteriormente a todos, y se dispuso a hablar de modo más “espontáneo y ‘sin censura’, que es más divertido”, agregó.

Quienes seguimos la fuente vaticana y hemos tenido la fortuna de cubrir eventos con el Papa, sabemos que el Francisco más profundo y elocuente emerge cuando “se sale del libreto” para dejarnos saber lo que piensa y lo que siente sin cortapisa, amén de lo que ello debe representar para los traductores simultáneos del Vaticano, que suelen recibir previamente los discursos traducidos del Papa bajo embargo.

Pero vamos a la parole a braccio (palabras improvisadas) del Santo Padre. Lo primero que nos dijo fue que “cuando se habla de comunicación, estamos hablando de un ‘ir y volver’; no hay comunicación en una sola dirección: va y vuelve, va y vuelve”, repitió, advirtiendo el peligro de una comunicación en una sola dirección, sin retorno, “como la de un loro”. Luego continuó: “Un comunicador verdadero está atento al retorno, a aquello que viene, a la reacción que provoca lo que ha dicho”. Y utilizó dos imágenes para asegurarse que todos entendiéramos lo que nos quería plantear: “por eso la filosofía ‘del altoparlante’ no sirve; sino una filosofía, digamos, ‘del teléfono’: se escucha, se responde”.

También enfatizó que “no puede haber comunicación sin un diálogo y sin movimiento, sin moverse”, pues no es posible “dar la noticia y luego callar”. “Debemos escuchar cómo es recibida y qué reacción provoca”. El buen periodista escucha con creatividad aquello que dice la gente, es un poeta, un creador. En ese punto Francisco puso como ejemplo al Director de L’Osservatore Romano, Andrea Monda, quien “busca siempre las fronteras, al otro (…) la inquietud comunicativa”. Y eso implica un cierto desorden –explicó Francisco–, porque el comunicador no puede tener todo en orden, siempre hay algún desorden, porque así somos los humanos”.

El Papa estaba entrando en el corazón de su discurso, sobre la importancia de asumir riesgos: “un comunicador que quiere tener todo en orden se equivoca de profesión, ¡sé un archivero que lo harás mejor! El comunicador debe andar siempre arriesgando, siempre en el camino, siempre en el compromiso con la vida”, subrayó el Obispo de Roma.

Comunicar con nuestros valores

Luego el Papa se refirió a otro asunto neurálgico: la comunicación de los valores. “Debemos comunicar con nuestros valores”, nos dijo sin titubear y con autoridad moral. “Esto no significa que tengamos que rezar la novena a un santo cada día”, añadió, animándonos a ser “personas que se la juegan por los valores humanos”. Para matizar esta idea puso como ejemplo al jesuita James Martin –también consultor del Dicasterio para la Comunicación, reconocido por su labor pastoral con la comunidad católica LGTBI en EE.UU.–, recomendándonos su libro Learning to pray (Aprender a rezar), y añadiendo que Martin es “un hombre que tiene valores, un comunicador que sabe enseñarte la forma de comunicarte con Dios”.

LEER. P. James Martin: Cuando compartas el Evangelio, busca a la gente donde está

Por otra parte, el Papa no disimuló su desconfianza frente a los comunicadores que son asépticos, “los que son pura técnica”, porque “la técnica por sí sola no te ayuda, la técnica te ayuda si detrás de ella hay un corazón, una mente, un hombre, una mujer que se da a sí mismo”. Por ello, nos pidió estar atentos para no dejarnos seducir solamente por la técnica, “porque eso te lleva a una comunicación aséptica, carente de valores, y que puede caer en manos de los comerciantes y de las ideologías del momento”, señaló.

Comunicación humana

Los últimos minutos de la audiencia Francisco los dedicó a la comunicación humana, resaltando la necesidad de “una comunicación humana, con calor humano y no puramente técnica”. El Papa siguió citando ejemplos ‘de la vida real’, y esta vez centró su mirada en la religiosa italiana que se encontraba a dos sillas de distancia de mi lugar, también en la primera fila: la Hna. Verónica Donattello, quien colabora con la traducción al lenguaje de señas del Ángelus y de las catequesis del Papa. El Papa le habló directamente: “cuando tú vas a los sordomudos y haces así, así [simuló el lenguaje de señas], conoces toda la técnica, pero está tu corazón humano de mujer, de madre, de hermana, detrás de esa comunicación. Esto es muy importante, comunicarse con el corazón y con lo humano, con los valores, y avanzar”.

Las últimas palabras del Papa fueron un llamado a la acción, una motivación: “sigan adelante, corriendo riesgos para encontrar al otro con la comunicación”. Concluyó diciendo que “necesitamos la bendición de Dios, todos”, y nos bendijo. Sin embargo, cuando pasé a saludarlo le volví a pedir la bendición para mí y para tantas personas cuyos nombres y rostros estaban en mi corazón.

LEER. Discurso improvisado del Papa ante comunicadores de la Santa Sede

 

 

Comunicar es hacer que la gente se sienta menos sola y dar voz a los excluidos

La tarea de la comunicación es “favorecer la cercanía, dar voz a los excluidos, llamar la atención sobre lo que normalmente descartamos e ignoramos”. Con estas palabras, el Papa lo ha recordado en su discurso preparado, pero que finalmente reemplazó por un mensaje improvisado. De todos modos el texto oficial fue entregado posteriormente.

“La comunicación es, por decirlo así, el oficio de los vínculos, dentro de los cuales la voz de Dios resuena y se hace escuchar”, afirmó Francisco en su discurso entregado. El Papa indica en su mensaje tres puntos en los que debe orientarse la comunicación: hacer que las personas estén menos solas, dar voz a los sin voz, educarse en el esfuerzo de comunicar. “Si la comunicación no disminuye el sentimiento de soledad al que tantos hombres y mujeres se sienten condenados”, entonces “solo es un entretenimiento, no es el oficio de los vínculos”. En cambio, “una persona se siente menos sola cuando se da cuenta de que las preguntas, las esperanzas, las luchas que lleva dentro encuentran su expresión fuera”.

El Obispo de Roma sostiene que “solo una Iglesia inmersa en la realidad sabe realmente lo que hay en el corazón del hombre contemporáneo”. “Por lo tanto, dice, toda verdadera comunicación está hecha sobre todo de escucha concreta, está hecha de encuentros, de rostros, de historias”. “Si no sabemos estar en la realidad, nos limitaremos a señalar desde arriba en direcciones que nadie escuchará. La comunicación debe ser una gran ayuda para la Iglesia, para vivir concretamente en la realidad, favoreciendo la escucha e interceptando los grandes interrogantes de los hombres y mujeres de hoy”.

Con frecuencia, establece Bergoglio en su discurso, la comunicación margina y censura “lo que es incómodo y lo que no queremos ver”. No obstante, precisa que la tarea de la Iglesia es estar con los últimos y su hábitat natural son las periferias existenciales. “Las periferias existenciales no son solo las que por razones económicas se encuentran al margen de la sociedad, sino también las que están llenas de pan pero vacías de sentido, son también las que viven en situaciones de marginalidad debido a determinadas elecciones, o a fracasos familiares, o a acontecimientos personales que han marcado indeleblemente su historia”.

Al referirse a la educación en el esfuerzo que supone comunicar, Bergoglio indica que debemos aceptarla, pues a menudo “los que miran a la Iglesia desde fuera se sienten desconcertados por las diferentes tensiones que existen en ella (…) pero quienes conocen el modo de actuar del Espíritu Santo saben bien que a Él le encanta hacer comunión de la diversidad, y crear armonía de la confusión”.

“La comunión nunca es uniformidad, sino la capacidad de mantener unidas realidades muy diferentes. Creo que también deberíamos ser capaces de comunicar este cansancio sin pretender resolverlo u ocultarlo”. El disenso no es una actitud de ruptura, apunta el Papa, “de hecho puede ser uno de los ingredientes de la comunión”, pues la comunicación también debe hacer posible la diversidad de puntos de vista, buscando siempre preservar la unidad y la verdad, y combatiendo la calumnia, la violencia verbal, el personalismo y el fundamentalismo que, con la excusa de ser fieles a la verdad, sólo propagan la división y la discordia.

LEER. Discurso oficial, entregado posteriormente a los comunicadores

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Fuentes

Revista Vida Nueva / Vatican News / Videos: CELAM / Foto: Vatican Media

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