La vida católica secreta de Andy Warhol

8:00 a.m. | 31 ago 22 (AM/AO).- “Por si no hemos estado atentos, Andy Warhol ha vuelto. Aunque, en realidad, nunca se fue”. Un artículo publicado en America Magazine hace una breve reseña de varias recientes apariciones del influyente artista, desde exposiciones (en EE.UU.) hasta la serie de Netflix, “Los diarios de Andy Warhol”. Aprovecha la oportunidad para resaltar varios trabajos y momentos -algunos no muy conocidos- que reflejan el “importante papel que desempeñaron la tradición, el ritual, el lenguaje y el simbolismo católicos” en la enigmática vida y en el arte de Warhol.

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Como la mítica ballena Moby Dick, el icónico artista de pelucas blancas y profeta de la modernidad se escapa de la vista del público durante breves periodos de tiempo para volver a abrirse paso en las aguas de nuestra conciencia colectiva de forma impactante y sorprendente. El arte de Warhol parece aumentar su valor con cada año que pasa. Su serigrafía “Shot Sage Blue Marilyn” se vendió recientemente por la cifra récord de 195 millones de dólares, el precio más alto pagado por una obra de un artista de EE.UU. en una subasta.

Esta noticia se produce en un momento en que la obra de Warhol destaca en “Revelation”, una exposición que se ha presentado recientemente en el Museo de Arte de Brooklyn, en Nueva York, y que explora la influencia de la imaginación religiosa de Warhol en su arte. Además, la fascinante vida de Warhol es el tema de una reciente obra de teatro en Londres (“The Collaboration”), un musical en Off Broadway (“The Trial of Andy Warhol”) y un recorrido a pie por la ciudad de Nueva York llamado “Chasing Andy Warhol”. También es el protagonista de un documental que se emite en Netflix desde principios de marzo, “Los Diarios de Andy Warhol”.

El hecho de que Warhol se nos haga tan visible a través de múltiples medios de comunicación, evoca su obsesión por incursionar en tantas formas artísticas como tuvo a su alcance en vida. Warhol lleva 35 años muerto, pero eso no le ha impedido ser noticia. Sin embargo, a pesar de toda esta exposición, Warhol sigue siendo un enigma. Es un artista serio, es un comerciante tosco, un alma sensible, un fiestero salvaje, un chico católico de Pittsburgh, un introvertido afligido, un sabueso voraz de la fama. Cuanto más vemos de él, menos lo entendemos. Esta, por supuesto, era la intención de Warhol. Para combatir la fácil categorización que el mundo podría tratar de imponerle, inventó un personaje que no podía reducirse a ningún conjunto de descriptores.


Los diarios de Andy Warhol

La construcción de este yo mítico está en el centro del documental de Netflix. “La mayor obra de arte de Andy Warhol es Andy Warhol”, observa el galerista y amigo Jeffrey Deitch, una de las muchas celebridades, artistas, críticos y confidentes que aparecen en la serie. A lo largo de seis episodios, también oímos -gracias a una IA que replica su voz de forma asombrosa- a Warhol “leer” sus diarios y contar su propia historia. Le oímos dar voz a sus miedos (tiene muchos), enamorarse y desenamorarse, criticar a los artistas y celebridades con los que se relaciona, hacer declaraciones jactanciosas de sus ambiciones y admisiones conmovedoras de sus fracasos, y luchar con el temor existencial.

Si bien es cierto que nadie conoce realmente a Warhol, gracias a los diarios -publicados por primera vez en 1989 y ahora puestos a disposición de millones de personas en una plataforma mediática que Warhol habría considerado envidiable- tenemos acceso a su vida personal y a sus pensamientos privados, lo que contribuye a humanizarlo, a quitarle la máscara impasible (aunque sólo sea durante breves intervalos) y a permitirnos ver la pasión de Andy Warhol.

Es difícil no conmoverse con la extraña vida de Warhol: sus comienzos como un tímido joven gay católico en una ciudad siderúrgica; la identidad de su familia como forastera incluso entre los demás eslavos de la Pittsburgh inmigrante; su conocimiento de sí mismo como persona poseída por una pasión por la belleza en un lugar singularmente poco bello; su huida a Nueva York en busca de su vocación de artista; su improbable éxito comercial que le catapultó a una fama y riqueza inimaginables; sus dos relaciones amorosas de larga duración que se empeñó en presentar al mundo como amistades platónicas; y el intento de asesinato que le marcó de por vida, tanto física como psíquicamente, cuyas consecuencias le llevarían a la muerte 19 años después.

Los Diarios revelan que cada uno de estos periodos de la vida de Warhol, incluso los aparentemente agradables, estaban impregnados de sufrimiento, y gran parte de ese sufrimiento estaba arraigado en la dolorosa realidad de ser un hombre gay en un mundo que él sabía que lo despreciaba. Bob Colacello, amigo y editor de la revista de Warhol, Interview, sugiere que una de las principales razones por las que Warhol creó tal aire de mito y misterio a su alrededor fue para mantener su verdadera identidad, en particular su sexualidad, fuera del ojo público. También reconoce la importancia de la formación de Warhol en la Iglesia católica bizantina. Una de las pocas fuentes de belleza en la lúgubre Pittsburgh era la iglesia de San Juan Crisóstomo. La madre de Warhol era una católica practicante que llevaba a sus hijos a las tres misas de los domingos, donde estaban rodeados de iconos bizantinos.

Estos poderosos retratos de los santos inspirarían la propia práctica del retrato de Warhol como artista, argumenta Colacello: “Todas sus obras realmente importantes eran iconos, figuras para ser veneradas”. Sin embargo, la misma iglesia que alimentaba la imaginación de Warhol también condenaba su homosexualidad, un aspecto de sí mismo del que era consciente desde muy joven. Inevitablemente, su relación con su fe y con Dios era tensa, compleja y llena de tensión, el tipo de tensión que se manifiesta en el arte.

 

Revelation (Exposición)

Montada por los curadores del Museo Andy Warhol de Pittsburgh, la exposición “Revelation” (en Brooklyn) presentaba más de 100 objetos que atestiguan el poderoso papel que desempeñaron la tradición, el ritual, el lenguaje y el simbolismo católicos en la vida y el arte de Warhol. Desde la partida de bautismo de Warhol hasta las fotografías de los iconos de la iglesia de su infancia; desde sus obsesivas representaciones de “Muerte y Desastre” hasta sus monumentales estudios de la “Última Cena” de Leonardo. La exposición se centró en la ubicuidad de la idea de la Encarnación, en la corporalidad y la personificación, y en la centralidad del sufrimiento en la vida humana. En una galería tras otra, el imaginario católico de Warhol estaba en plena exhibición, permitiendo al espectador ver un elemento clave de su obra que sólo se insinúa en “Los Diarios”.

Una de las imágenes más impactantes que vi durante esa visita es la fotografía de Richard Avedon del torso de Andy Warhol, tomada un año después de que le dispararan en 1968. Una sola bala, disparada por una mujer con problemas mentales que acusó a Warhol de robar un manuscrito que le había enviado, le atravesó los pulmones, el hígado, el esófago, el estómago y el bazo. Los médicos lo salvaron de milagro. Como Lázaro, Warhol resucitó a una nueva vida, pero esa nueva vida se caracterizaría por el miedo y el dolor. Warhol tendría que llevar un corsé para mantener sus órganos en su sitio durante el resto de su vida. Su dieta y su digestión se verían afectadas, y tendría problemas de vesícula biliar. La cirugía de esta última dolencia fue la que acabó con él. Warhol moriría por complicaciones en el hospital, un lugar que le llenaba de temor tras el trauma del tiroteo, en 1987.

El sufrimiento de Warhol adopta muchas formas en “Los Diarios” y es particularmente evidente en sus relaciones. Su amistad con el joven y brillante artista Jean-Michel Basquiat comienza que primero colaboran para crear algunas de las mejores obras de finales del siglo XX. (Antes de Warhol, la obra de arte estadounidense más cara vendida en una subasta era un cuadro sin título de Basquiat). Sin embargo, la relación se deteriora a medida que la prensa y el mundo del arte los enfrentan y se convierten en competidores en lugar de colaboradores. Warhol se queda desamparado. También perdería a muchos amigos, así como a su pareja, Jon Gould, por enfermedad. La plaga del sida asola a la comunidad gay de Nueva York y de otros lugares en los años 80, llenando a Warhol de terror y dolor.

La última cena

Dada esta sensación de mortalidad inminente, quizá no sea sorprendente que el último esfuerzo artístico de Warhol, considerado por Jeffrey Deitch como “un resumen de toda la empresa artística de Andy”, fuera la serie “La última cena”. Encargada por Alexander Iolas, un marchante de arte griego y amigo que se estaba muriendo de sida, la serie comprende más de 100 obras, en las que Warhol trabajó obsesivamente en 1985-86. Entre ellas se encuentran las famosas pinturas y serigrafías a gran escala de Warhol basadas en la emblemática obra de da Vinci. Las obras de Warhol presentan a Cristo en medio de su séquito de acompañantes masculinos defectuosos como el rostro de la empatía y el perdón. Cuando Cristo consagra el pan, que es su cuerpo, consagra toda la carne, santa y pecadora. Su rostro irradia paz, compasión y bondad.

En el discurso panegírico en el funeral de Warhol, el historiador del arte, John Richardson dijo: “Me gustaría recordar una parte de su personalidad que escondió de todos excepto de sus amigos más cercanos: su lado espiritual. Aquellos de ustedes que lo conocieron en circunstancias que fueron la antítesis de lo espiritual estarán sorprendidos que tal lado existiera. Pero existía, y es la clave de su psique artística. A pesar de que Andy fuera percibido -con alguna justicia- como un observador pasivo que nunca impuso sus creencias a los demás, ocasionalmente podía ser un proselitista eficaz. Es de mi conocimiento que fue el responsable de por lo menos una conversión”.

Además, “estaba orgulloso de financiar los estudios sacerdotales de su sobrino. Y ayudaba regularmente en un refugio sirviendo comidas a los sin techo y hambrientos. Confío que Andy haya mantenido estas actividades en la sombra. El conocimiento de su devoción secreta inevitablemente cambia nuestra percepción de un artista que engañó al mundo al hacerle creer que sus únicas obsesiones eran el dinero, la fama, el glamour, y que podía ser frío al punto de ser insensible. Con Andy nunca te dejes llevar por las apariencias”. A pesar del secretismo con el que custodió su identidad religiosa, Warhol a menudo incluía símbolos religiosos en su obra artística. Su recreación de la Última Cena de Da Vinci, así como sus pinturas de Jesucristo y la Santísima Virgen María, ayudaron a popularizar las obras clásicas de las que provenían.

Por otro lado, no podemos evitar cuestionarnos sobre los diarios, al igual que nos preguntamos sobre cada representación de Warhol, si este ejercicio no era más que otro gesto performativo en una vida que estaba llena de tales gestos; o si esta vez, de forma regular, durante unos minutos cada día a lo largo de una década, Andy estaba siendo genuino. Por supuesto, no hay forma de saberlo. “No creo que alguna vez se pueda descifrar por completo a Warhol”, dice la curadora Donna De Salvo, “y espero que nadie lo haga nunca”. La ballena blanca sigue ahí fuera, y Warhol también.

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Fuentes

America Magazine / Alfa y Omega / Videos: Netflix – Brooklyn Museum – Beatrice Institute / Foto: Flavor Paper

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