¿Aportan las creencias religiosas a la salud mental?

8:00 a.m. | 13 oct 21 (TF).- Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebró el 10 de octubre, es una oportunidad para preguntar: ¿son las creencias religiosas buenas para la salud mental? Roger Dawson SJ, psicólogo clínico, examina un proceso que permitiría hacer un balance: la influencia de las creencias religiosas en las estrategias de afrontamiento, cuestión más frecuente aún en medio de la pandemia que nos toca vivir. A la reflexión acompaña el mensaje desde el Vaticano por esta jornada mundial.

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Existe una amplia bibliografía sobre la relación entre el afrontamiento y la salud mental. Cuando hay estrés y angustia, también suele hallarse una creencia religiosa, ya que a menudo se utiliza en momentos difíciles para sobrellevar y dar sentido a una experiencia, y se sabe que las circunstancias estresantes de la vida se asocian a problemas de salud mental. ¿Es la religión un medio de afrontamiento saludable y adaptativo que promueve el bienestar, o es lo contrario? La teoría de Kenneth Pargament sobre el papel de la religión en el afrontamiento ofrece un método para abordar esta cuestión.

Pargament comienza ofreciendo descripciones del afrontamiento y de la religión que permiten explorar sus conexiones. El rasgo común de la religión y del afrontamiento es la búsqueda de significado, aunque no todo el afrontamiento es religioso y no toda la religión es afrontamiento. “Independientemente de cómo se defina, el afrontamiento implica intentos de preservar, mantener o transformar las cosas que a la gente le importan más profundamente”; y la religión es un proceso que implica un tipo especial de búsqueda de significado, siendo “especial” porque implica “lo sagrado”.

Los profesionales de la salud mental están de acuerdo en que tener un propósito para vivir y guiarse por principios de vida de alto nivel es beneficioso para la salud mental. Pargament se centra en el papel constructivo que la religión puede desempeñar en el complejo proceso por el que las personas intentan comprender y tratar diversos problemas personales y situacionales en sus vidas. En lugar de ser sólo una herramienta, el fin de la religión es encontrar significado y sentido, y también proporciona los medios para ese fin.


La religión y el proceso de afrontamiento

Pargament propone que la religión puede influir en el proceso de afrontamiento de varias maneras: La situación crítica puede ser de naturaleza religiosa, o puede enmarcarse en una forma religiosa; puede verse como algo que viene de Dios, o no viene de Dios. La persona puede incluir la ayuda de Dios o la ayuda de una comunidad religiosa entre sus recursos. La persona puede utilizar respuestas religiosas de afrontamiento; puede buscar consuelo o apoyo religioso; las respuestas pueden ser cognitivas (¿qué me está enseñando Dios aquí?), emocionales (¿cómo me siento hacia Dios?) o de comportamiento (¿cómo puedo vivir una vida mejor? o hacer del mundo un lugar mejor).

Los efectos pueden ser religiosos, en el sentido de que puede haber cambios en las creencias religiosas, los sentimientos y el comportamiento de la persona; o puede haber cambios en la dirección de la vida de la persona. Los métodos de afrontamiento pueden incluir la búsqueda de orientación o apoyo espiritual, la realización de buenas acciones, la búsqueda de apoyo del clero y/o de la congregación, la petición de intervención directa de Dios, la expresión del descontento religioso o la distracción de la situación mediante la religión. Además, aunque una tradición religiosa específica puede aumentar los recursos disponibles, también puede imponer límites y restricciones.

¿Qué determina el nivel y la forma de afrontamiento religioso? Pargament y Park afirman que hay dos factores que influyen en ello:

– La religión debe estar accesible. Si alguien tiene acceso a un marco de creencias religiosas y participa activamente en las prácticas religiosas, es más probable que las utilice para comprender y afrontar la situación. Si la creencia desempeña un papel importante en la vida de una persona, se accederá a ella con más frecuencia y facilidad.

– Las soluciones deben ser convincentes. Las soluciones no sólo deben tener sentido desde el punto de vista cognitivo, sino también “sentirse bien” desde el punto de vista emocional. En situaciones extremas, los individuos pueden verse empujados más allá de sus recursos personales y de afrontamiento normales, y la religión puede parecer la única vía viable para encontrar un significado.

Ambos factores se verán influidos por parámetros individuales, sociales y situacionales que determinan si la religión se vuelve accesible o convincente. Un modelo simplificado del papel mediador de la religión en el afrontamiento implica los sucesos de la vida, más los recursos personales y sociales -que influyen en el nivel y el tipo de respuesta religiosa de afrontamiento- conducen a una adaptación positiva o negativa a la crisis. La religión puede formar parte de todos los elementos del proceso de afrontamiento y tiene el potencial de influir en la valoración, los recursos y las respuestas en cada etapa de ese modelo.


Actividades religiosas de afrontamiento y su eficacia

Pargament y otros especialistas estudiaron tres enfoques religiosos para lograr el control y el manejo. El estilo de afrontamiento diferido implica colocar la responsabilidad de la resolución del problema en un Dios activo, mientras que el individuo adopta una postura de afrontamiento pasivo. El afrontamiento religioso colaborativo adopta un enfoque de resolución de problemas basado en una asociación activa con Dios en la que ambos son agentes. El afrontamiento religioso autodirigido hace hincapié en la libertad que Dios da a los individuos, junto con las habilidades y los recursos (es decir, la gracia) para resolver los problemas; hace hincapié en la capacidad de acción personal e implica niveles más bajos de participación religiosa tradicional. Se comprobó que el diferir se asociaba a una menor competencia psicosocial general, mientras que los otros estilos se asociaban a niveles más altos. Hasta ahora, los datos parecen indicar que el “afrontamiento colaborativo” es el más eficaz.

Pargament y Park sugieren que el afrontamiento religioso ofrece una respuesta al problema de la “insuficiencia humana”. Puesto que somos humanos, limitados y finitos, en cualquier momento podemos ser exigidos más allá de nuestros recursos inmediatos o quedar con nuestras vulnerabilidades básicas al descubierto. La religión ofrece una serie de métodos especiales de afrontamiento para conservar las cosas que más nos importan, y métodos para cuando la conservación no es posible con el fin de ayudar a transformar su significado: renunciar a los objetos de valor y crear y descubrir nuevos objetos.

También tiene una solución para los momentos en los que carecemos de dominio, capacidad y control, los principios rectores habituales de la superación: el lenguaje de lo sagrado se vuelve relevante cuando nos enfrentamos a lo insuperable, y el apoyo espiritual puede estar disponible cuando faltan otras formas de apoyo social; cuando todo está fuera de control, el último recurso puede estar disponible a través de lo Supremo. Como concluyen Pargament y Park, “el afrontamiento religioso complementa el no religioso al ofrecer respuestas a los límites del poder personal”.


¿Las creencias religiosas son buenas para la salud mental?

De la investigación sobre la relación entre la religión y la salud mental tomada en su conjunto, la conclusión a la pregunta “¿Son las creencias religiosas buenas para la salud mental?” es un inequívoco “depende”. Basándose en las pruebas empíricas, una explicación puramente naturalista que no invoque a Dios indica que, como factor sociocultural, la religión puede ser una poderosa fuerza beneficiosa. El afrontamiento religioso parece ser uno de los mecanismos que median los beneficios de la religión para la salud mental, como la provisión de estabilidad y apoyo social, la protección frente a la soledad y la alienación, los mandamientos que conducen a una vida más disciplinada y las creencias que favorecen la paz mental y dan sentido a la existencia humana, incluida la muerte.

Spilka sostiene que los rasgos negativos de la religión, como la intolerancia, la dependencia, la autodenigración y la pérdida de autonomía, son efectos secundarios de los “modos disfuncionales de la religión”. La religión puede reflejar una perturbación subyacente y algunas instituciones pueden ser perjudiciales para la salud mental de algunas personas, pero en la mayoría de los casos la fe refuerza el sentido de control y la autoestima, ofrece significado y esperanza, promueve la integración social y el comportamiento socialmente aprobado, y mejora el bienestar personal.

La desconfianza generalizada que los psicoanalistas han mantenido en muchas ocasiones hacia la religión es, por tanto, difícil de justificar. Es cierto que la religión puede ser utilizada por una persona como mecanismo de defensa, para protegerse de la realidad dolorosa o de la ansiedad. Sin embargo, también es cierto que la religión puede satisfacer importantes necesidades de intimidad, significado, autorrealización y plenitud espiritual. Son resultados que todo profesional de la salud mental puede apreciar y querrá promover.

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Fuente

Traducción libre del artículo “Is religion good for your mental health?” de Roger Dawson SJ, publicado en Thinking Faith / Foto: Modern Therapy / Referencias del artículo en la publicación original (inglés).

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