Todo listo para iniciar un nuevo Sínodo
7:00 p.m. | 6 oct 21 (CELAM/RD).- A pocos días que se inaugure el Sínodo sobre la Sinodalidad, para renovar y ampliar la participación de todos los fieles en el camino de la Iglesia, presentamos voces de expertos que despejan dudas y ofrecen claves para comprender el desarrollo del proceso sinodal. Con una misa el domingo 10 de octubre, el Papa iniciará en Roma la etapa de escucha al Pueblo de Dios, y una semana después lo hará cada obispo en su respectiva diócesis. Esta fase se prolongará hasta abril del próximo año, y será base fundamental para lo que resta del camino sinodal: la etapa continental y la Asamblea de obispos en el 2023.
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Inauguración del camino sinodal
La misa del Papa en la Basílica de San Pedro abrirá oficialmente el Sínodo sobre la Sinodalidad en el Vaticano el próximo domingo 10 de octubre. La celebración eucarística estará precedida el sábado 9 de octubre por un momento de reflexión en el Aula Nueva del Sínodo. Recordamos la inédita organización de este sínodo con tres fases, que inicia con un periodo de escucha a los fieles de las iglesias locales, en lo que se ha hecho mucho énfasis: primero una “fase diocesana” (octubre de 2021 hasta abril de 2022) y posteriormente por una “fase continental” (septiembre de 2022 hasta marzo de 2023) antes de concluir en “la fase de la Iglesia universal” en el Vaticano con la Asamblea de los obispos en octubre de 2023.
ENLACES. Fases / Documento preparatorio / Sínodo de 2023, por qué es novedoso
Card. Mario Grech: “El pueblo de Dios no puede entenderse sin sus iglesias locales”
En su intervención durante el Seminario sobre Sinodalidad del Grupo Iberoamericano, el Cardenal Mario Grech, secretario General del Sínodo de los Obispos, se refirió a la expectativa por el inicio del camino sinodal para lo que abordó tres aspectos fundamentales: el tema de la consulta, el lugar y los efectos para el futuro.
Redescubrir el pueblo de Dios
Para el card. Grech el tema de la consulta es el Pueblo de Dios, en el que nadie está excluido y que en la universitas fidelium aparece en expresiones como “la totalidad de los bautizados”. Enseñanza que el Papa ha retomado en documentos como la exhortación apostólica Evangelii gaudium, donde argumenta que “todo miembro del Pueblo de Dios es un agente evangelizador y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización que solo sea liderado por actores calificados donde el resto del pueblo solo sea un receptor de sus acciones” (EG 120).
Aseguró que si la Iglesia hiciera memoria debería admitir que en el pasado los “lineamenta” de algunos sínodos, fueron documentos que entraron al fondo en las cuestiones, sin ocuparse de que el Pueblo de Dios se expresara y ellos escucharan lo que el Espíritu decía a la Iglesia a través de ese Pueblo de Dios. En este sentido el prelado advirtió sobre la tentación de los “iniciados” en los caminos eclesiales de tomar el lugar del Pueblo de Dios, hablar en su nombre, asumir que lo saben todo y pretender ofrecer las soluciones; sin tener que pasar por el esfuerzo de la escucha. Ahora, -dice el Cardenal Grech- la invitación es a redescubrir el Pueblo de Dios como sujeto activo en la vida y misión de la Iglesia, tal y como lo propone el Concilio Vaticano II.
Iglesias particulares
Refiriéndose al lugar del proceso sinodal, el cardenal Grech indicó que aunque la respuesta parece obvia y es la Iglesia, esta puede esconder muchas trampas y lagunas; porque la Iglesia no es la suma o la federación de las Iglesias particulares, sino la comunión y sinodalidad que se vive en su interior. Así trajo a la memoria al Papa Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (n. 62), donde dice que “esta Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias particulares, constituidas de tal o cual porción de humanidad concreta, que hablan tal lengua, son tributarias de una herencia cultural, de una visión del mundo, de un pasado histórico, de un substrato humano determinado”. El pueblo de Dios no puede entenderse sin sus iglesias locales.
Preocupación y consecuencias
Como principal preocupación, el cardenal Grech mencionó al clericalismo, que se muestra como una mentalidad nociva, que minimiza el sentir del Pueblo de Dios, difícil de erradicar, y que existe el riesgo que se puede trasladar en formas inconscientes al proceso sinodal. Según explicó, eso envenenaría -hasta el fracaso- la raíz de este desarrollo. Finalmente, el cardenal explicó que si más bien todos participan en la consulta en las Iglesias particulares, compartiendo la experiencia de escucharse unos a otros, no solo se habrá consultado a todo el Pueblo de Dios, sino que todos habrán aprendido unos de otros y las aportaciones que vendrán de las Iglesias locales.
ENLACE. Intervención completa del cardenal Mario Grech
Nathalie Becquart: “El proceso sinodal evoluciona y se enriquece de un sínodo a otro”
-¿Está la Iglesia universal preparada para la sinodalidad?
La Iglesia universal es muy diversa, cada Iglesia local tiene su propia historia, su propia cultura, su propia experiencia de sinodalidad, más o menos fuerte. La sinodalidad supone siempre un modo de proceder inculturado. América Latina, con su experiencia de recepción del Concilio Vaticano II a través de las conferencias del CELAM (Puebla, Aparecida…) y hoy su preparación de la Asamblea Eclesial Latinoamericana, está ya en camino de repensar sus estructuras y su misión en términos de “clave sinodal” y está realizando un gran trabajo de formación en sinodalidad.
El Papa lo expresa muy bien: “La sinodalidad es el modo de ser Iglesia hoy según la voluntad de Dios en una dinámica de escucha y discernimiento del Espíritu Santo”. Desde mayo, junto con el cardenal Mario Grech y Luis Marín de San Martín, hemos dialogado con todas las conferencias episcopales del mundo a través de encuentros de zoom organizados por lenguas y continentes, y puedo dar fe de que el espíritu de la sinodalidad sopla en todo el mundo. Si realmente creemos que la sinodalidad es la llamada de Dios para la Iglesia del tercer milenio, podemos creer que el Espíritu Santo guiará a toda la Iglesia por este camino, porque Dios siempre da la gracia de aquello a lo que llama.
-La propuesta inédita hecha por el Vaticano de cara al próximo Sínodo de los Obispos, además de basarse en la escucha del pueblo de Dios, cambia el paradigma para que el Sínodo pase de ser un evento a ser un proceso. ¿En qué ha ayudado el Sínodo de la Amazonía?
Este cambio viene determinado por la nueva constitución sobre el Sínodo de los Obispos, Episcopalis Communio, publicada en septiembre de 2018. Se plasma el paso de la reunión única de obispos en Roma, hacia un proceso de varias etapas que integra una primera fase de preparación, la fase de celebración en Roma, pero también la importantísima fase de ejecución. Los dos sínodos sobre la familia, con un cuestionario propuesto en todas las diócesis, ya habían buscado ampliar la consulta.
Luego la preparación del Sínodo sobre los jóvenes, además de un cuestionario multilingüe en línea dirigido directamente a los jóvenes de todo el mundo como complemento al proceso de consulta en las diócesis y otras realidades eclesiales, introdujo la novedad del presínodo sobre los jóvenes en Roma en marzo de 2018. A continuación, el Sínodo sobre la Amazonía desarrolló esta dinámica de reuniones presinodales registradas por Episcopalis Communio, organizando en particular numerosos encuentros de escucha con las poblaciones indígenas de la Amazonía. Así podemos ver cómo el proceso sinodal evoluciona y se enriquece de un sínodo a otro, porque estamos en una fase de “reaprendizaje” de la sinodalidad.
ENLACE. Entrevista completa a Nathalie Becquart
Rafael Luciani: “La sinodalidad no es un mecanismo para cambiar lo que no nos gusta”
-Se habla mucho de sinodalidad en nuestros días. ¿Qué no se ha dicho con claridad que nos puede ayudar a entender mejor este tema?
La sinodalidad es ante todo una manera de ser y de operar de la Iglesia. No es un método más de hacer cosas o un programa. Es un modo eclesial de proceder a la luz de la eclesiología del Pueblo de Dios. Aunque en algún momento requiere de estructuras, la sinodalidad apunta más que nada hacia dinámicas comunicacionales y maneras de relacionarnos como comunidad de bautizados. Una visión sinodal nos desafía a transformar los modelos clericales en los cuales un individuo decide sin consultar o sin escuchar, y sin considerarse parte del Pueblo de Dios. La sinodalidad invita a crear mecanismos de escucha atenta, pues escuchando y dialogando se establecen relaciones vinculantes que construyen iglesia a partir del discernimiento. Hago énfasis en la idea de una escucha vinculante. No se trata de sondear opinión o hacer encuestas.
-¿Qué tipo de cambios eclesiales se pueden imaginar al adoptar una perspectiva de discernimiento sinodal?
La sinodalidad no se debe entender como un mecanismo para cambiar lo que no nos gusta o aquello con lo que no estamos de acuerdo, ya sea como resultado de una decisión de una autoridad tradicional (ej., el obispo, el Papa) o de una consulta (ej., una asamblea sinodal). Las dos opciones son en última instancia expresiones del modelo clerical: imponer desde arriba. La sinodalidad es una invitación a crear e institucionalizar procesos de escucha y discernimiento que involucren al mayor número posible de bautizados, sin excepción. Hay que buscar las mejores prácticas de la tradición cristiana. Hay algunas diócesis en Europa en las que los Obispos son elegidos por la comunidad.
ENLACE. Entrevista completa a Rafael Luciani
Mons. Luis Marín de San Martín: “Se trata de volver a la esencia de la Iglesia”
-¿Qué tipo de renovación nos plantea este Sínodo sobre la Sinodalidad?
Una renovación total, desde la raíz. Se trata de volver a la esencia de la Iglesia, a lo que la Iglesia es. El proceso sinodal no es una ocurrencia del Papa. Aquí no estamos para inventar nada, sino para remitirnos a la Iglesia primitiva. Volver al Espíritu es una apertura radical que lleva a los cristianos a otras culturas, a romper los estrechos límites que imponen a veces las prácticas religiosas.
-En el camino de la sinodalidad, ¿cómo quedan definidos los roles del sacerdote, del obispo y del laico?
No podemos anular los carismas de la Iglesia, pero todos están en comunión. No tienen cabida uno sin el otro. Otro peligro es la uniformidad. No debemos ni laicizar al clero, ni clericalizar al laico. El laico tiene su dignidad y su propio espacio en esta Iglesia plural. Las diferencias enriquecen cuando hay comunión. Para entenderlo mejor, el Papa nos presenta tres imágenes muy evocadoras. Dos erróneas y la tercera, que es su propuesta. La primera es la pirámide con una cúspide clerical. La segunda es una esfera donde todo es igual y uniforme, una especie de asamblearismo que acaba por anular las diferencias y empobrece a la Iglesia. En cambio, Francisco nos propone el poliedro. Cada uno con su vocación, con su función, con su carisma, pero unidos: ni mejor ni peor, ni por encima ni por debajo.
ENLACE. Entrevista completa a mons. Luis Marín de San Martín
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