Un documental cara a cara con Francisco y su mensaje

10:00 p m| 25 oct 18 (RD).- “Francisco, un hombre de palabra”, documental dirigido por Wim Wenders y presentado en Cannes este año, es el resultado de un proyecto que se gestó hace tres años, justo después de la salida de la encíclica Laudato Si. La película se filmó para dar a conocer al papa Francisco, pero sobre todo para difundir al mundo su mensaje, inspirado en el Evangelio. Hablando a la cámara, reflexiona sobre problemáticas desde la inmigración hasta el consumismo, pasando por la ecología o la pobreza, con un lenguaje simple y directo, y que logra comunicar con todos (no solo católicos o cristianos) la fuerza de un ejemplo único.

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Wim Wenders es cristiano y en su fe se siente una especial sintonía con el Papa. No se trata de un advenedizo, sus películas de ficción como “París, Texas” o “El cielo sobre Berlín” ya forman parte de la historia del cine. Pero últimamente prefiere el documental, probablemente porque la realidad es más urgente que la ficción y porque las personas son más significativas que los personajes. Al fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, a la coreógrafa de danza contemporánea Pina Bausch y a los “Invisibles” de la tierra ahora se une Jorge Bergoglio, que se puso por nombre Francisco.

La mirada por la cual opta Wenders, como ya ha hecho en otras de sus obras, es, desde la persona ofrecer al público su mensaje como una provocación. Coloca a Bergoglio en paralelo a Francisco de Asís, y esto en fidelidad a las propias opciones del protagonista. La reconstrucción en formato de cine antiguo, imitando sin reparos a “Francisco, juglar de Dios” (1950) de Roberto Rossellini, tiene como fin establecer un paralelismo con el final del feudalismo, en un cambio de paradigma.

Y a su vez con una Iglesia por “reconstruir” en medio de una gran crisis de credibilidad por los abusos y en conflicto frontal con el mundo islámico en las Cruzadas. Millones de pobres, una guerra desoladora, una Iglesia alejada del Evangelio y el pequeño Francisco con las únicas armas de la pobreza, una fraternidad creciente y el “fray ejemplo”, la coherencia de la vida.

Esta autenticidad es con la que se nos presenta al papa Francisco. Mirando al espectador a los ojos, con un rostro envejecido lleno de vitalidad, con la sabiduría de los ancianos y la lucidez de los jóvenes. Con los pies descalzos y el Evangelio en la mano. Así aparece la ternura, los abrazos, las manos que tocan, siempre el tacto piel a piel de las heridas sean de niños enfermos, de madres desoladas, de presos curtidos emocionados, de filipinos resistentes en medio del huracán o secando las lágrimas de los inmigrantes en Lampedusa. Es la iglesia que toca la carne de Cristo.

Los silencios orantes son la banda sonora del documental: mirando al Mare Mortum, en una celda de Auschwitz, en la zona cero de New York, ante las muchedumbres de Manila. Cuando Francisco se conmociona, hace silencio en una oración que es ecuménica y universal acompañado de judíos, musulmanes, congresistas de EE.UU., miembros de la curia romana, pobres de las calles de Roma o habitantes de las favelas de Brasil.

El papa no solo es un hombre de palabra dada, sino también escuchada. Le gusta escuchar en el confesionario, en las audiencias sea a los niños que le hacen preguntas, a los trabajadores de Techo, Tierra y Trabajo, a los que le hablan al oído o le escriben cartas doloridas.

Las palabras de Francisco son la causa del Evangelio de Jesús. Hecha denuncia del comercio de armas ante el Congreso más poderoso del mundo, la trata de personas ante la ONU o las enfermedades de una curia demasiado ambiciosa. Pero también es la palabra cercana para la familia, las bromas con los niños o la sonrisa regalada a la cámara que presiente al espectador. El lenguaje del papa convence porque transparenta la autenticidad de “fray ejemplo” que lo mismo recomienda la austeridad pobre, la cercanía al sufrimiento, el examen ante la muerte o la dulzura en el hogar.

Wenders ha filmado la veracidad de un ser humano sencillo que representa a una iglesia pobre y de los pobres. Que se hayan leído los textos de Francisco puede ayudar a comprender su análisis de la realidad y su fe, que veamos imágenes documentales en audiencias, visitas o encuentros permite reconocer sus gestos. Pero este documental es imprescindible para sentarse un rato con el papa y conocerle a fondo. No pretende ser una hagiografía sino una invitación al compromiso: “responsables somos todos”, subrayará.

 

Wim Wenders: “El Papa Francisco es un hombre inmensamente optimista”

“Me sorprendió su amabilidad y su falta de miedo. Notas cuando hablas con él que tiene los pies en el suelo. Habla desde una confianza muy sólida. Es inmensamente optimista. Yo mismo lo soy, pero nunca he conocido a nadie con tanto poder emocional en su enfoque positivo hacia los problemas del mundo”, cuenta Wenders a Efe.

El cineasta alemán (Düsseldorf, 1945) presentó su cinta en la sección oficial fuera de concurso del pasado Festival de Cannes, donde recalcó que el Vaticano le abrió sus archivos y le facilitó el cara a cara sin ponerle trabas.

El también autor de “Buena Vista Social Club” (1999) y Palma de Oro en 1984 en Cannes por “París, Texas”, relata que la Santa Sede solo promovió el proyecto, en el que trabajó durante dos años, y le dio libertad total a la hora de preguntar, grabar y editar.

Acompaña al papa en sus viajes a favelas o a centros de detención o en sus discursos en Naciones Unidas o el Senado estadounidense, e intercala esas imágenes con las entrevistas, en las que habla directamente a la cámara.

Su opinión sobre algunos temas controvertidos, como la homosexualidad, queda reflejada, entre otras, en una charla de Bergoglio con la prensa en el avión papal, donde se pregunta quién es él para juzgar a alguien si este acepta a Dios.

La mirada de Wenders sobre el sumo pontífice es benévola y el director admite que no es casual. “Tras tener el privilegio de estar con el Papa y ser testigo de su increíble poder emocional y de comunicación, por qué debería criticarle. Todo el mundo puede hacer eso, criticar es lo más fácil, pero dejar que alguien llegue a otro a través de la película es un esfuerzo distinto. La crítica está sobrestimada”, señaló.

El público objetivo de la cinta, según Wenders, no es precisamente la comunidad católica, sino aquellos que no tienen que ver con la Iglesia, “porque está bien que sepan que este hombre quiere llegar a ellos, no para convertirles, sino para dejarles claro que todos somos hermanos”.

Porque en “Un hombre de palabra”, donde se establece un paralelismo constante con San Francisco de Asís, de quien el papa toma el nombre, este vierte sus opiniones no solo sobre religión, sino también sobre ecología o sobre las desigualdades económicas.

El propio director, protestante pero criado como católico, y que abandonó su intención de estudiar Teología cuando descubrió el rock y el cine siendo adolescente, admite que su intercambio le ha hecho cambiar aspectos de su vida relativos al despilfarro o a su relación con la familia.

Una giro que atribuye a la fuerza de su palabra, “diciéndonos venga, podemos cambiar esto, necesitamos hacerlo, vamos a estar perdidos si no. Él cree en el hecho de que la gente tiene en sí el poder de cambiarse a sí misma y de cambiar el planeta junto a todos los que piensan lo mismo”, concluyó.

 

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Fuentes:

Artículo de Peio Sánchez publicado en Religión Digital

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