Card. Tagle: La crisis en Filipinas no es un conflicto religioso

7:00 p m| 18 ago 17 (VI/BV).- La lucha contra el terrorismo y contra los militantes del Dáesh que se está desarrollando en el sur de Filipinas no tiene nada que ver con un conflicto religioso o con una guerra entre cristianos y musulmanes. Así lo remarca con firmeza el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, que habla sobre su país y sobre la crisis de Marawi (ciudad ocupada por los terroristas) en una entrevista concedida a Vatican Insider.

Además recogemos otros antecedentes que dan contexto al momento que vive el país del Sudeste Asiático, desde la elección del actual presidente, Rodrigo Duterte (2016), y su tensa relación con la Iglesia y su jerarquía por radicalizar la lucha contra el narcotráfico (que acumula miles de muertos), hasta los momentos más críticos del conflicto con el Dáesh, que han dejado una ciudad prácticamente abandonada y cientos de miles de desplazados.

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Filipinas es una nación gobernada desde hace ya un año por el presidente filipino Rodrigo Duterte, líder fuertemente polémico a nivel internacional, por sus métodos que poco respetan los derechos humanos, y que tiene también una relación controvertida con la Iglesia católica. Con él “seguiremos teniendo una actitud de colaboración crítica”, subrayó el cardenal Tagle. En la reciente asamblea plenaria, los obispos filipinos han elegido como presidente de su Conferencia Episcopal al arzobispo Fernando Capalla, que guía la comunidad de Davao, ciudad en la que el presidente Duterte fue alcalde durante 20 años. La decisión se considera como una posible vía para volver a estrechar los lazos del diálogo entre la Iglesia y el gobierno.

He aquí la entrevista que concedió Tagle a Vatican Insider.

-Desde hace más de dos meses en Marawi se combate y se muere: ¿cuál es su opinión sobre la violencia que se vive y qué es lo que espera al respecto?

Estamos fuertemente preocupados por la violencia y la guerra. Hay que decir que Marawi es una ciudad principalmente musulmana. Y los terroristas que se dicen fieles al Estado Islámico han atacado a ciudadanos principalmente musulmanes. Siempre es triste cuando se daña la vida humana. Mucho más cuando los que usan la violencia son personas que deberían ser hermanos y hermanas en la fe. Algunos tratan de describir el conflicto actual como una guerra de los cristianos contra el islam: es una perspectiva completamente errónea, si se piensa que en Marawi los cristianos son muy pocos y las víctimas con principalmente musulmanes. Además, los cristianos los musulmanes se ayudan y protegen recíprocamente. La gracia de Dios opera también en las situaciones de violencia: fieles islámicos han salvado a cristianos y ahora las organizaciones cristianas están demostrando gran solidaridad, enviando ayuda humanitaria a las familias musulmanas que huyeron de Marawi. Esperemos que la violencia acabe dentro de poco y que las semillas de diálogo y de bien, plantadas hoy, puedan dar frutos también después del final del conflicto.

-¿Cree que la crisis actual influirá negativamente en el proceso de paz en las Filipinas meridionales?

Creo que el proceso de paz debe ser afrontado a diferentes niveles: el nivel oficial de las negociaciones, el nivel militar, pero también “desde abajo”, a nivel de sensibilización de las conciencias. Ahora las actividades del diálogo siguen adelante, también gracias a las aportaciones que llegan del extranjero, para curar las heridas. Esto nos da esperanza.

En las Filipinas, país de mayoría católica, el diálogo interreligioso está amenazado por el radicalismo islámico, que ha llegado a todo el sureste asiático, incluida Indonesia, nación de mayoría musulmana. ¿Qué se puede aprender sobre este país?

La historia de Indonesia es muy significativa para toda Asia, porque los padres fundadores de Indonesia quisieron construir un país multicultural y multireligioso, en donde la libertad de conciencia y de religión fueran garantizadas completamente para todos. Hasta ahora, gracias a Dios y gracias al espíritu de convivencia que existe en este país, la idea ha funcionado. Es justo presentar a Indonesia como un modelo de diálogo y de convivencia. Y, en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, en donde se está verificando la crisis de Marawi, también hay líderes y fieles musulmanes de buena voluntad, provenientes de Indonesia y que ofrecen sus contribuciones al gobierno filipino y a la población de Mindanao con el objetivo de construir una serena convivencia.

-Un tema muy delicado en la actualidad es la relación entre la Iglesia católica y el presidente Duterte. ¿Cómo van las cosas?

La Iglesia filipina, con cualquier presidente que se encuentre en el poder, siempre ha seguido (y seguirá haciéndolo) el criterio de la “colaboración crítica” con el gobierno. No somos enemigos, sino colaboradores en el servicio y por el bien común de la nación. El criterio que nos guía es el Evangelio: no estamos en contra de ninguna administración, sino que vemos y juzgamos los hechos. Duterte sabe que la Iglesia sigue principios y valores de carácter universal, y reconoce su validez, pero después sostiene que en la política él debe utilizar otros. Por mi parte, trato de establecer una relación personal con él: fui a encontrarle después de la elección y después le he enviado directamente mensajes y comentarios. Creo que este es el camino que hay que seguir. No se puede hablar mediante los medios masivos de comunicación, de lo contrario el diálogo se detiene. Y se da un choque, por lo que quien lo resiente es el servicio que todos estamos llamados a ofrecer a la nación. Ahora veo que los comentarios negativos se han atenuado: creo que se puede y se debe trabajar juntos.

-Duterte ha recibido muchas críticas, sobre todo por la campaña de ejecuciones extrajudiciales. ¿Qué le parece esta cuestión?

El fenómeno de las ejecuciones extrajudiciales de toxicodependientes y vendedores de droga es muy alarmante. No hay duda de que algunos homicidios los llevaron a cabo sujetos que no pertenecen a las fuerzas armadas y que tratan de aprovecharse de la situación por venganzas transversales. La Iglesia siempre recuerda el valor supremo de la vida y que cada vida, incluso la del pecador o del criminal, siempre es sagrada. Pero hoy ya no es suficiente hablar: el problema de la difusión de la droga en el país es real y nos llama a actuar. En Manila, por ejemplo, como comunidad católica hemos puesto en marcha un programa de recuperación para toxicodependientes con tal de salvar vidas, especialmente las de los niños.


Antecedentes:

– Nuevo presidente filipino declara la “guerra” a la jerarquía católica (24 mayo 2016)

Las declaraciones a menudo polémicas de Duterte le han granjeado un amplio apoyo popular. Mensajes como su voluntad de matar a los delincuentes no le restaron respaldo, según los sondeos post electorales. “Solo quiero tres niños por cada familia”, aseguró Duterte, en un discurso pronunciado en la ciudad de Davao. “Soy cristiano pero soy realista, por lo que tenemos que hacer algo con el exceso de población. Desafiaré la opinión o la creencia de la iglesia”, subrayó.

En un discurso el pasado sábado, Duterte criticó a la Iglesia católica y la definió como “la institución más hipócrita” por su intervención en las políticas gubernamentales, además de asegurar que algunos obispos se enriquecen a costa de los más pobres. “Ustedes, hijos de p. ¿no les da vergüenza? No hacen más que pedir favores, incluso a mí”, dijo el presidente.

En el comienzo de la campaña electoral, en noviembre del 2015, Duterte llegó también a calificar de “hijo de p.” al Papa Francisco, al mencionar los atascos que se habían producido en Manila durante la visita pastoral del Santo Padre a Filipinas. Tras su elección, el abogado, de 71 años, escribió al Papa para ofrecerle excusas mientras, al mismo tiempo, cancelaba su prevista visita oficial al Vaticano (ver nota completa).

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– La Iglesia católica filipina se alza contra las masacres de Duterte (18 febrero 2017)

Miles de fieles católicos se movilizaron ayer en la capital de Filipinas contra el restablecimiento de la pena de muerte y para condenar la cantidad de víctimas mortales causadas por la guerra de gatillo fácil contra las drogas, impulsada por el presidente del país, Rodrigo Duterte.

En una masiva convocatoria que llenó las calles de la ciudad de Manila, la Iglesia católica levantó sus banderas en contra de una campaña antidroga del gobierno, en la que ya han muerto miles de sospechosos de narcotráfico, y de los esfuerzos de legisladores oficialistas de reintroducir la pena capital a partir del mes que viene.

“No podemos enseñar que matar está mal, si lo hacemos matando a aquellos que matan”, dijo el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas, el arzobispo Socrates Villegas, a través de un comunicado. Además defendió que el delito debe ser probado ante un tribunal de justicia para que los criminales sean condenados y encarcelados. “No mediante la ley de la pistola. La ejecución es asesinato”, aclaró Villegas (ver nota completa).

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– Han muerto más de 700 personas en conflicto al sur de Filipinas (14 agosto 2017)

Al menos 735 personas han muerto en el sur de Filipinas tras casi tres meses de combates en la ciudad de Marawi, donde las Fuerzas Armadas tratan de reducir a las decenas de yihadistas que siguen controlando parte del centro urbano. Los muertos en Marawi incluyen a 562 rebeldes, 128 soldados y 45 civiles, según el último recuento divulgado por el portavoz del Ejército, Restituto Padilla, en una rueda de prensa televisada.

El portavoz aseguró que los extremistas liderados por el Grupo Maute, organización leal al Dáesh, sólo cuentan con unos 40 efectivos tras haber perdido a la mayoría de sus guerrilleros en los combates contra las tropas estatales. Un video publicado hace poco por Amaq, la agencia de comunicación del Dáesh, muestra a los combatientes islámicos mientras defienden sus posiciones, y al fondo se ve una ciudad ya fantasma.

Según el gobierno de Manila, los yihadistas habrían robado cerca de mil 400 millones de dólares en efectivo y joyas en los bancos, en los centros comerciales y en las viviendas de Marawi. El conflicto también ha causado 467 mil 377 desplazados que han sido acogidos provisionalmente en localidades cercanas, según el portavoz militar que corrigió una cifra anterior que apuntaba a más de 800 mil (ver nota completa).

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– La polémica Filipinas del presidente Rodrigo Duterte

toda la presidencia de Duterte ha estado marcada por asuntos polémicos, como las acusaciones que lo señalan de haber sido el cerebro de los escuadrones de la muerte cuando fue alcalde de la ciudad de Davao, por la ofensiva contra los extremistas islámicos en el sur del país y, en especial, su famosa y peculiar “guerra contra las drogas”, que –con el argumento de erradicar el crimen y aumentar la seguridad– ha dejado más de 7.000 muertos y otras cientos de miles de personas desplazadas.

Aun así, Duterte es uno de los presidentes más populares que ha tenido Filipinas. Según el último sondeo realizado por Pulse Asia, el 85 por ciento de los filipinos aprueban su gestión. Según analistas, esto se puede explicar, paradójicamente, por su estilo de gobierno.

“Él mismo lo admite: fue elegido presidente por su fama”, dijo en diálogo con este periódico Tom Smith, académico experto en Filipinas y columnista de The Guardian. Sin embargo, otro asunto que preocupa es que la feroz persecución contra las drogas no sea respaldada por un conocimiento o estudio claro sobre dicho fenómeno.

“El tráfico de drogas ilícitas en Filipinas y los adictos causan crímenes de bajo nivel. Sin embargo, el problema no se entiende bien ni se investiga. Lo que sí se sabe con más certeza es que es el resultado de la corrupción y la pobreza endémica”, aseveró Smith. Eso se relaciona con las propias declaraciones de Duterte, quien durante lo que lleva de mandato ha preferido utilizar palabras vulgares y agresivas en lugar de argumentos (ver nota completa).

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Fuente:

Vatican Insider

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