Arz. Fernández: “Se han abierto para la Iglesia nuevas posibilidades evangelizadoras”

9:00 p m| 14 jun 16 (RD/BV).- El arzobispo Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina y teólogo muy cercano al Papa, fue entrevistado por el portal de noticias católicas “Religión Digital”. El prelado argentino, quien formó parte de la comisión que redactó el documento final de la Asamblea del Sínodo, comentó su percepción positiva sobre la acogida entre los católicos a la exhortación de Francisco sobre la familia, Amoris Laetitia.

También se refirió a la Curia vaticana al afirmar que no es parte esencial en la misión del Papa, “sólo es una ayuda para el ejercicio de su ministerio”, y que ubicar algunas de sus oficinas fuera de Roma ayudaría a la “saludable descentralización” que pide Evangelii Gaudium.

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Entrevista publicada en Religión Digital:

-El Papa Francisco se presenta con gusto como Obispo de Roma. ¿Por qué la antigua capital del Imperio romano sigue siendo tan importante para la Iglesia actual?

El Papa es Pastor universal desde su misión como Obispo de una Iglesia local. Eso implica que la Iglesia no entiende que alguien pueda ser Pastor supremo de toda la Iglesia si no es Pastor de una Iglesia local. Eso es lo fundamental, y no tanto el hecho de que esa iglesia local sea la de Roma.

Sin embargo, la realidad es que desde el comienzo, la Iglesia local del Papa es la última Diócesis que tuvo San Pedro, es decir la de Roma. Cuál es la calificación teológica de la necesidad de que esa Diócesis del Papa sólo pueda ser la de Roma, no te lo puedo responder. Tendrías que consultar a un especialista. De hecho, la Sede del Papa siempre fue la Iglesia local de Pedro en Roma.

Pero esto es una elucubración innecesaria y bizarra, porque lo que me interesa destacar es el núcleo fundamental de esta cuestión: que el Papa debe ser Obispo, padre y pastor, de una Iglesia local y, como tal, recibe la misión de Pastor supremo de toda la Iglesia. Sólo en ese sentido, como una provocación para el debate, dije que podría pensarse si necesariamente el Papa debe habitar todo el tiempo en Roma.

-¿No parece, a veces, que la Diócesis de Roma termina identificada con las estructuras de la Curia romana?

Una cosa es la Diócesis de Pedro y otra cosa son las estructuras de la Curia vaticana, que tiene importancia sólo en la medida en que es una ayuda al Papa y al Colegio de los Obispos. No es parte esencial de su misión. Es sólo una ayuda “para el ejercicio” de su ministerio, que puede estructurarse de maneras muy diversas a lo largo de la historia. Es más, podría ser una estructura mínima.

Que algunas oficinas de la Curia puedan estar fuera de Roma creo que es algo que se podría discutir. Por ejemplo, el Pontificio Consejo para la Cultura o la Pontificia Academia de la Vida, o la Congregación para las Causas de los Santos, podrían estar en otros lugares del mundo. Con el avance creciente de las comunicaciones esto no obstaculizaría la tarea del Papa. De hecho, hay Cardenales de la Curia romana que viajan con mucha frecuencia a distintos lugares del mundo, y también es un hecho que hay Cardenales y Obispos que colaboran con el Papa a la distancia, sin necesidad de habitar en la ciudad de Roma. Sería algo que podría discutirse sin dificultad y quizás, en algún caso, ayudaría a una “saludable descentralización”.

-Usted participó el año pasado, en octubre, en un Simposio que reunió a importantes teólogos en la sede de La Civiltà Cattolica, para reflexionar acerca de la reforma de la Iglesia. ¿Se podrá acceder a las conclusiones?

Pronto se editará una obra que recogerá las distintas conferencias. Desde un profundo espíritu de comunión con el Papa Francisco, allí se intentó recoger su propia propuesta de reforma de la Iglesia, su invitación a pensar en un estilo más sinodal, y el pedido que hizo en Evangelii Gaudium -que no parece haber tenido eco- de otorgar mayores atribuciones a las Conferencias Episcopales, incluyendo alguna autoridad doctrinal. Los avances son muy lentos, no porque el Papa no los aliente sino porque los teólogos y pastores no parecemos reaccionar con generosa creatividad.

-¿Cómo cree que se está realizando la recepción de Amoris Laetitia?

En algunos lugares se está realizando con mucho entusiasmo, generosidad y responsabilidad. Particularmente, muchos se han tomado felizmente en serio los capítulos centrales -el 4 y el 5- que son los que el Papa quiso destacar. Otros se entretienen excesivamente -a favor o en contra- en la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar. Pero sabemos que el Papa, si bien ha abierto esa puerta a partir del discernimiento especial de algunas situaciones, lo ha considerado un tema secundario, como lo muestra el escaso lugar que ocupa en el documento en comparación con el resto de los temas. Llama la atención la reacción de algunos grupos católicos que se resisten a aplicar el documento, con toda la riqueza que contiene, sólo porque están molestos con el modo de tratar lo referido a las situaciones irregulares.

-¿Ha sido diferente la recepción de los documentos anteriores?

En realidad no. Si bien algunos grupos minoritarios reaccionaron con especial virulencia ante Amoris Laetitia, tampoco habían sido entusiastas con Evangelii Gaudium, y menos con Laudato Si. Se han expresado frente a ellos con ironía y desprecio. La mirada sobrenatural hacia la función del Papa en la Iglesia parece ausente en estos grupos. Pero gracias a Dios no es ésa la actitud de la inmensa mayoría del Pueblo de Dios.

Por ejemplo, en los últimos meses en Argentina hubo fuertes movimientos mediático-políticos tendientes a ridiculizar a Francisco, pero una encuesta reciente organizada por el poderoso periódico “Clarín” muestra que el Papa tiene un 75% de imagen positiva y sólo un 4% de imagen negativa. Así se confirma la discreta y silenciosa fidelidad del Pueblo más allá de los ruidos y de las críticas.

Por otra parte, el testimonio que Francisco está ofreciendo al mundo, ha ayudado a que la Iglesia sea tomada más en cuenta, sea escuchada con más atención y se produzca una nueva receptividad frente a la persona de Jesús. Los frutos de este don del Espíritu comenzarán a verse con el tiempo, pero no podemos negar que se han abierto para la Iglesia nuevas posibilidades evangelizadoras que deberíamos aprovechar mejor.


Días después Vatican Insider parece publicar una version ampliada de la misma entrevista:

-Usted formó parte de la comisión encargada de escribir el documento final del Sínodo. ¿Qué tanto tuvo en cuenta el documento papal los trabajos del Sínodo?

El texto de Amoris Laetitia está lleno de citas de las relaciones finales de los dos Sínodos. Pero hay que comprender el Sínodo como un recorrido, que incluye las respuestas de todo el mundo que llegaron a Roma, muchísimas cartas que recibió el Papa a lo largo de esos años, y, sobre todo, la escucha personal del Papa que recibía cada palabra de los padres sinodales. Muchas de esas ideas tal vez no acabaron en las dos relaciones finales, pero para el Papa eran muy importantes. Así, el Papa se creó ese ‘poliedro’ que no se comprende si se toma en consideración cada una de las opiniones por separado.

Como sea, es cierto que el Papa añadió algo muy personal en Amoris Laetitia. Su comentario a 1 Corintios 13, por ejemplo, o su insistencia tan fuerte sobre el crecimiento del amor, que estaba presente en los dos Sínodos, pero no con la fuerza que encontró en Amoris Laetitia.

-Según su opinión, ¿cuáles son las partes más significativas y más importantes de Amoris Laetitia? ¿Y cuáles serían sus novedades?

Sin duda, como lo dice el mismo documento, los capítulos centrales son los que están dedicados al amor, porque, como afirma el subtítulo, este es un documento “sobre el amor”. Por ello se puede decir que el texto más importante es el himno a la caridad de san Pablo. Hay que invitar a los pastores y a los laicos a leer y discutir sobre todo los capítulos 4 y 5, que el Papa ha escrito con particular cuidado. El capítulo sobre la doctrina, el tercero, es muy clásico. Pero pide que toda la enseñanza sobre el matrimonio sea interpretada a la luz del kerygma, y eso debemos hacerlo nosotros. Y después, en ese capítulo se afirma que la vida sexual del matrimonio también es un camino de crecimiento en la gracia. Esto supera definitivamente cualquier dualismo.

Otra cuestión que hay que subrayar es que sobre las cuestiones pastorales se delega ampliamente la reflexión a las Iglesias locales y a los obispos. Así continúe y sigue adelante una descentralización. No se dice desde Roma: “Esta debe ser la pastoral familiar”. Se dice: “Cada diócesis encontrará sus caminos pastorales”.

-En muchas partes se algunos dicen que habrían sido oportunas indicaciones más claras sobre el discernimiento (en referencia al capítulo octavo). ¿Puede explicar el sentido de este recorrido que ha propuesto el Papa?

Hay que aclarar dos cosas. La primera: lo que dice el Papa en el capitulo octavo no se debe reducir a la cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar. Es muy importante, para abrir nuevas puertas tanto a la teología moral como a la pastoral, que se vuelvan más misericordiosas, que sean más transformadas por el primado de la caridad y que estén más cerca de la realidad concreta de las personas.

Y luego, el Papa no quiso desarrollar más la cuestión de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, porque quería que fuera solo una pequeña alusión que abriera una puerta pastoral, y no una cuestión fundamental. La mayor parte de las páginas de Amoris Laetitia se dedican a promover el crecimiento del amor, y es lo que ha propuesto el Papa. Claro, se trata de un paso importante después de Familiares Consortio. Pero es mejor dejar que los obispos, en diálogo con el Papa, reflexionan sobre este tema. Para la Iglesia entera, los temas principales son otros. El tiempo pondrá las cosas en su lugar, y así lo cree el Papa: “el tiempo es superior al espacio”. Algunos cambios harán demasiado ruido, pero luego todo se arregla.

-¿Cómo cree que se está realizando la recepción de Amoris Laetitia, a dos meses de su publicación?

En algunos lugares se está realizando con mucho entusiasmo, generosidad y responsabilidad. Particularmente, muchos se han tomado felizmente en serio los capítulos centrales -el 4 y el 5- que son los que el Papa quiso destacar. Otros se entretienen excesivamente -a favor o en contra- en la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar. Llama la atención la reacción de algunos grupos católicos que se resisten a aplicar el documento, con toda la riqueza que contiene, sólo porque están molestos por el capitulo octavo. Pero, gracias a Dios, no es la actitud de la mayor parte del pueblo de Dios.

-¿Con base en qué afirma esto?

Por ejemplo, en los últimos meses en Argentina hubo fuertes movimientos mediático-políticos tendientes a ridiculizar a Francisco, pero una encuesta reciente organizada por el poderoso periódico “Clarín” muestra que el Papa tiene un 75% de imagen positiva y sólo un 4% de imagen negativa. Así se confirma la discreta y silenciosa fidelidad del Pueblo más allá de los ruidos y de las críticas. Los frutos de este don del Espíritu comenzarán a verse con el tiempo, pero no podemos negar que se han abierto para la Iglesia nuevas posibilidades evangelizadoras que deberíamos aprovechar mejor.

-Usted participó el año pasado, en octubre, en un Simposio que reunió a importantes teólogos en la sede de La Civiltà Cattolica, para reflexionar acerca de la reforma de la Iglesia. ¿Se podrá acceder a las conclusiones?

Pronto se editará una obra que recogerá las distintas conferencias. Desde un profundo espíritu de comunión con el Papa Francisco, los teólogos intentaron retomar su propuesta de reforma de la Iglesia, su invitación a pensar en un estilo más sinodal, y el pedido que hizo en Evangelii Gaudium -que no parece haber tenido eco- de otorgar mayores atribuciones a las Conferencias Episcopales, incluyendo alguna autoridad doctrinal. Los avances son muy lentos, no porque el Papa no los aliente sino porque los teólogos y pastores no parecemos reaccionar con generosa creatividad.

-Algunas de las afirmaciones que hizo usted hace un año en una entrevista con un periódico italiano han provocado discusiones. ¿Por qué usted dijo que el Papa podría, en un futuro, no habitar en Roma?

En realidad yo estaba respondiendo a una pregunta sobre la Curia romana y sobre el Vaticano. Pretendía decir más bien fuera del Vaticano. Pero quiero subrayar que el Papa es el pastor universal a partir de su misión como obispo de una Iglesia local. Esto significa que nadie puede ser supremo pastor de toda la Iglesia si no es, de hecho, el pastor de una Iglesia local. Esta consideración es fundamental, y viene teológicamente antes del hecho de que la Iglesia local sea la de Roma, aunque no se puedan separar las dos cosas.

La realidad es que desde el principio, la Iglesia local del Papa es la última diócesis regida por san Pedro, es decir la de Roma. Cuál es la calificación teológica de la necesidad de que esa Diócesis del Papa sólo pueda ser la de Roma, no te lo puedo responder. Pero es mejor partir de la realidad histórica y concreta. Justamente en Roma se encuentra la tumba de la “roca petrina” que Cristo dejó a la Iglesia, es el lugar del martirio de Pedro y Pablo, y todo esto tiene un significado profundo. Entonces, no pretendo disminuir de ninguna manera el vínculo que desde el principio de la historia relaciona a Pedro y a sus sucesores en Roma.

-¿Entonces la ciudad de Roma tiene una característica sacra?

De todos modos, hablamos de Roma en cuanto Diócesis, no en cuanto ciudad. Por lo cual supongo que nada impediría que el Papa residiera otra zona de la Diócesis de Roma. Pero esto es una elucubración innecesaria y bizarra, porque lo que me interesa destacar es el núcleo fundamental de esta cuestión: que el Papa debe ser Obispo, padre y pastor, de una Iglesia local y, como tal, recibe la misión de Pastor supremo de toda la Iglesia.

-¿Y la Curia vaticana?

Una cosa es la Diócesis de Pedro y otra cosa son las estructuras de la Curia vaticana, que tiene importancia sólo en la medida en que es una ayuda al Papa y al Colegio de los Obispos. Las estructuras de la Curia no son parte esencial de su misión, sólo una ayuda “para el ejercicio” de su ministerio, que puede estructurarse de maneras muy diversas a lo largo de la historia. Es más, podría ser una estructura mínima. Otra cosa el el colegio de los cardenales que pertenecen en un sentido muy especial a la diócesis de Roma.

-¿Sería posible colocar algunas oficinas de la Curia fuera de Roma?

Que algunas oficinas de la Curia puedan estar fuera de Roma creo que es algo que se podría discutir. Por ejemplo, el Pontificio Consejo para la Cultura o la Pontificia Academia de la Vida, o la Congregación para las Causas de los Santos, podrían estar en otros lugares del mundo. Con el avance creciente de las comunicaciones esto no obstaculizaría la tarea del Papa. De hecho, hay cardenales de la Curia romana que viajan con mucha frecuencia a distintos lugares del mundo, y también es un hecho que hay cardenales y obispos que colaboran con el Papa a la distancia, sin necesidad de habitar en la ciudad de Roma.

Sería algo que podría discutirse sin dificultad y quizás, en algún caso, ayudaría a la “saludable descentralización” que pide Evangelii Gaudium. Por otra parte, he sabido que la congregación para la Doctrina de la Fe pidió a la Comisión teológica internacional una reflexión sobre la sinodalidad y las estructuras de la Iglesia, y esto nos ofrecerá seguramente una aclaración más cuidadosa de la que pudiera ofrecer yo.

Fuentes:

Religión Digital / Vatican Insider

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