Consulta a los fieles para que una diócesis sueñe en grande

3:00 p m| 8 abr 16 (VATICAN INSIDER/BV).- El método de la Asamblea sinodal sobre la familia dejó huella incluso en las diócesis. Lo demuestra el obispo que mejor representa el estilo del Papa Francisco en los Estados Unidos. Lleva menos de un año y medio guiando la arquidiócesis de Chicago, pero el Arz. Blase Cupich ya puso en marcha un programa pastoral ambicioso, titulado, emblemáticamente, “Renueva mi Iglesia”. El primer paso fue lanzar en Semana Santa una consulta muy amplia entre los fieles, mediante un cuestionario en línea en la web de la arquidiócesis, mismo que cada fiel puede completar anónimamente.

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“Soñar en grande para la arquidiócesis de Chicago” es el subtítulo que Cupich quiso para el proyecto que se desarrolla con una referencia muy fuerte: el crucifijo de San Damián, que habla a san Francisco para pedirle que repare “mi casa que yace en ruinas”. “La arquidiócesis ha cambiado significativamente durante las últimas décadas –escribió Cupich al explicar el espíritu de la iniciativa. La composición demográfica ha cambiado radicalmente. Algunos de nuestros edificios parroquiales están en ruinas. Tenemos menos sacerdotes para guiar nuestras comunidades. El resultado es que acabamos perdiendo nuestros recursos. Por el contrario, no debemos temer afrontar esta realidad, sino considerarla un tiempo de gracia para trazar nuevas vías para vivir con mayor plenitud nuestra misión”.

Pero el arzobispo no pretende hacer solo esta tarea. Por ello creó el cuestionario, con 39 preguntas. Y su decisión de lanzarlo justamente en Semana Santa, mediante los boletines parroquiales, se relaciona con la intención de involucrar no solo a los más asiduos, sino también a los que se asoman a la Iglesia solo en las grandes fiestas.

Algunas preguntas se refieren específicamente a la opinión sobre la propia parroquia. Se invita a los fieles a acompañar sus juicios con algunas indicaciones sobre la frecuencia con la que asisten a las misas de los domingos y sobre el grado de participación en la vida de la comunidad. Cupich indicó que uno de los resultados del recorrido será justamente la reorganización de la red de las parroquias.

Pero la parte más interesante del cuestionario es la que pide a los fieles que describan detalladamente la diócesis que les gustaría. Se trata de una mirada relacionada con la experiencia personal: “Si tuvieras que mudarte a una nueva ciudad y elegir una nueva parroquia, cuáles son los aspectos que tomarías en cuenta?”. “¿Qué podría impulsarte a sentirte más involucrado en tu comunidad?”. “Si te encontraras con personas no católicas con las que pudieras hablar sobre Dios, Jesús o la vida de fe, cómo te comportarías?”.

La última parte del cuestionario pide evaluar, para tener en cuenta toda la diócesis, la importancia de una serie de desafíos: la disponibilidad de los sacerdotes, el tema de las finanzas, la vitalidad de las parroquias, la manera para afrontar los escándalos relacionados con los abusos sexuales. Y también se pide indicar qué se considera más importante cuando se habla de renovación de la Iglesia: “¿Una mayor acogida? ¿Mejores prédicas? ¿Una mayor comprensión del Magisterio? ¿Ayudar a hacer crecer en la relación personal con Cristo? ¿Una mayor participación de los laicos? ¿Una administración financiera competente?”.

“Así como nuestros antepasados respondieron con fe a sus sueños y construyeron la Iglesia que tenemos hoy –comentó Cupich–, hoy nos toca soñar en grande y asumir esta tarea. Este esfuerzo exige una fe firme, es decir una fe creativa, que nos refuerce en la conciencia de que es Cristo quien nos guía. Esta es la fe que nos mantendrá unidos. Y nos dará la firmeza necesaria para tomar las decisiones más valientes que plasmarán la Iglesia de Chicago para las próximas generaciones”.


Comunicado del Arzobispo Blase Cupich: “Renueva mi Iglesia”

Soñar en grande acerca de la Arquidiócesis de Chicago (extracto)

Siendo el primer papa americano e hijo de inmigrantes, el Papa Francisco está llamando a toda la Iglesia a soñar, y soñar en grande. En La alegría del Evangelio escribió: “Sueño con una ‘opción misionera’ capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.

Durante mucho tiempo he compartido este sueño. Era un sueño que comenzó a agitarse en mi interior cuando entré en el seminario justo después de la clausura del Concilio Vaticano II. Durante mis más de cuarenta años como sacerdote me he ido convenciendo cada vez más del gran potencial que tienen nuestras parroquias, cuando vibran y viven con el Evangelio, para transformar vidas y hacer una contribución singular al mundo. Esa convicción sólo ha aumentado desde que me convertí en arzobispo de Chicago, pues soy testigo cada día de la vitalidad de nuestras parroquias que enriquece la vida de tantas personas.

Es cierto, el cumplimiento de este sueño es un mosaico de éxito y fracaso. Cada parroquia tiene sus fortalezas y debilidades en el cumplimiento de la misión de Cristo. Si bien medir la vitalidad de una parroquia es algo complejo, si me piden que describa la parroquia de mis sueños, sería una parroquia que adopta y persigue las siguientes siete prioridades.

1. Traemos a las personas a Cristo: La parroquia se esfuerza por evangelizar a sus miembros para que vivan de una manera más plena como discípulos intencionales. A su vez, los discípulos intencionales de la parroquia evangelizan continuamente a otros para dar a conocer la presencia de la Iglesia y de la misericordia de Cristo ahí, entre ellos, en el barrio.

2. Nos apoyamos mutuamente para conocer a Cristo de una manera más profunda: La parroquia permite un proceso permanente de formación para profundizar en la fe y en la relación con Cristo mediante la transmisión tanto de las doctrinas de la Iglesia como de la Tradición a los feligreses de todas las edades.

3. Encontramos a Cristo y recibimos su alimento a través de la oración y la adoración: La parroquia presenta una intención para desarrollar una cultura y una tradición de la oración, la devoción y la liturgia bien preparada, con la Eucaristía como la “fuente y cumbre”.

4. Construimos lazos entre nosotros para sostener nuestra vida en Cristo: La parroquia representa una verdadera comunidad católica que es consciente de su solidaridad en Cristo con toda la Iglesia de Chicago y con la Iglesia Universal. Es inclusiva y armoniosa, respetando y apreciando la diversidad en todas sus formas como un valor en el culto y en la vida comunitaria.

5. Transformamos las vidas de otros a través del servicio como discípulos misioneros de Cristo: La parroquia prepara y envía feligreses al mundo como discípulos misioneros, para transformar la sociedad con la alegría y la verdad del Evangelio. La parroquia es un faro de fe y un defensor de la justicia y la paz, auxiliando, inspirada en el amor, a todos los necesitados, a los que están en el margen de la sociedad, o que viven en el miedo y la soledad.

6. Respondemos al llamado a la santidad, caminando juntos con Cristo: La parroquia acompaña a los bautizados en ese viaje de vida para convertir a Cristo en el centro de sus vidas, para resistir al pecado, ser misericordiosos, estar continuamente atentos a la construcción de una espiritualidad madura, adulta, bien integrada y comprometida con la caridad, la paz, la oración y la virtud.

7. Asumimos la responsabilidad de administrar y dirigir la parroquia como buenos administradores de los dones que Cristo nos ha confiado: La parroquia crece y se desarrolla bajo el liderazgo visionario del párroco, que trabaja en colaboración con sus vicarios, con el personal y los laicos para que la misión de la parroquia pueda florecer plenamente, como resultado de una correcta administración. La parroquia fomenta una cultura de corresponsabilidad y una espiritualidad de la gratitud que inspira a los feligreses a compartir generosamente los dones que Cristo les ha confiado en apoyo de la misión de la Iglesia a través de la parroquia, la Arquidiócesis y en el mundo.

Este es el sueño que tengo para todas nuestras parroquias, y esa es la razón por la cual estoy invitando a todos en la Arquidiócesis de Chicago para que se unan a mí en un proceso de planificación de varios años para hacerlo una realidad. Se necesitará de una fe constante –una fe imaginativa, que nos fortalezca en el entendimiento de que es Cristo quien nos guía. Esta fe nos mantendrá juntos. Nos inspirará para tomar las decisiones audaces que darán forma a la Iglesia para las generaciones venideras.

Estamos comenzando esta obra en un momento en que la Iglesia es agraciada por el liderazgo del Papa Francisco, quien ha sido muy franco en compartir sus esperanzas y sueños con nosotros. Su tocayo, Francisco de Asís, hizo lo mismo en su tiempo. En una época de retos que resultaban amenazadores, dentro y fuera de la Iglesia, recibió un sueño acerca de lo que podría ser la Iglesia y respondió a la insistencia de Cristo para renovarla. Quizá conozcan la historia. Visitando la Iglesia en ruinas de San Damián, Francisco escuchó a Cristo hablar con él y urgirlo: “Ve y reconstruye mi Iglesia”. Con el tiempo, Francisco llegó a comprender que Cristo le estaba llamando a renovar la Iglesia, no sólo a reconstruir una estructura. Esa es la tarea que tenemos ante nosotros y la razón por la cual este importante proceso lleva el siguiente nombre: “Renueva mi iglesia”.

Abordar esta situación requerirá una buena cantidad de oración y de humildad, de trabajo duro, toma de decisiones difíciles y de nuevos sacrificios. Yo sería muy poco honesto si no reconociera que para cuando hayamos completado este proceso de consulta, estaremos llorando juntos la pérdida de algunas parroquias. Pero esa no va a ser la última palabra. Al tener la osadía de dejar atrás formas familiares de hacer las cosas, podemos aprovechar esta temporada como un tiempo que no es simplemente de pérdida, sino más bien de renovación. Este es el sueño para el que Dios nos está llamando, y que nos sostendrá y nos unirá.

Comenzamos este proceso durante el Jubileo de la Misericordia, que el Papa Francisco ha definido como un tiempo para que la Iglesia universal se eleve, se renueve y se reinvente a sí misma.


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Fuentes:

Vatican Insider / Católico (periódico en español de la Arquidiócesis de Chicago)

Puntuación: 5 / Votos: 2

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