Reforma de la curia avanza en Consejo de cardenales y Consistorio

9.00 p m| 17 feb 15 (VIDA NUEVA/RD/BV).- La semana del 9 al 15 de febrero tuvo días importantes con novedades en la reforma de la estructura y mentalidad de la Santa Sede. Del lunes 9 al miércoles 11, se realizó la octava serie de sesiones del Consejo de Cardenales, en la que se conversó, entre otros temas, cómo se iba a presentar a los cardenales en el consistorio el documento dedicado a los cambios en las instituciones vaticanas, elaborado en los últimos meses.

Luego en el consistorio durante los dos días siguientes, se trabajó con ese material y se escucharon propuestas adicionales que hicieron los purpurados, además de la intervención inaugural del Papa Francisco. Detalles y extractos del mencionado documento acompañan las reseñas de los eventos.

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Sobre la reunión del Consejo de Cardenales

La Octava Sesión del Consejo de Cardenales se desarrolló del 9 al 11 de febrero, con reuniones tanto matutinas como vespertinas, informó el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi S.I..

Estaban presentes todos los miembros del Consejo y el Papa ha participado en todos los encuentros, excepto el miércoles por la mañana -como las otras veces- debido a la audiencia general.

La primera reunión del lunes por la mañana estuvo dedicada a la preparación del informe sobre el trabajo llevado a cabo por el Consejo y al tema de la reforma de la curia, que se presentará el jueves 12 de febrero, al Consistorio del Colegio cardenalicio.

La reunión del lunes por la tarde se centró en el encuentro con el cardenal Gianfranco Ravasi a propósito del Consejo Pontificio para la Cultura en el ámbito de la reforma de la Curia.

La reunión matutina del martes estuvo dedicada en su mayor parte a una audición de monseñor Paul Tighe, Secretario del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y de la Comisión para los Medios de Comunicación del Vaticano, que presentó el ”Interim Report” de dicha Comisión con los principales resultados y propuestas para la reorganización del conjunto de los medios de comunicación del Vaticano. El Consejo manifestó su aprecio por el trabajo desempeñado por la Comisión confirmando las orientaciones principales.

Por la tarde se reanudó el debate sobre las cuestiones relativas a la Secretaría y al Consejo de Economía de cara a la puesta a punto de los estatutos de esos dos nuevos organismos.

La primera parte de la reunión del miércoles por la mañana se dedicó de nuevo a la preparación del Consistorio del día siguiente, en particular a la aportación que dará el Coordinador del Consejo, el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, mientras en la segunda parte hubo una actualización sobre la organización y las actividades de la Secretaría de Economía.


Sobre el Consistorio

165 purpurados participaron del Consistorio Extraordinario junto con el Papa. 25 no han podido estar presentes por enfermedad o graves problemas, según informó el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi SJ.

El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga explicó a los purpurados que la reunión del Consejo de Cardenales (C9), que concluyó un día antes, y del que es coordinador, se centró sobre todo en la reforma de la Curia, pero no se trató exclusivamente de esa materia, ya que se analizaron otras cuestiones como el reglamento del Sínodo, el trabajo de la Comisión para la Protección de los Menores o la relación con los organismos económicos de la Santa Sede, (COSEA y IOR).

Por su parte, el obispo Marcello Semeraro, Secretario del C9, presentó las lineas principales para la reforma de la Curia Ramana, a la luz de la reunión de los jefes de los dicasterios que tuvo lugar en noviembre de 2014. Los temas que se trataron fueron los siguientes: la función de la Curia, su relación con otros organismos -por ejemplo las conferencias episcopales- así como los criterios de racionalización y simplificación que deben imperar en su tarea, la Secretaría de Estado, la coordinación de los dicasterios de la Curia, la relación entre religiosos y laicos y los procedimientos que deben regir la preparación de la nueva constitución sobre ese organismo.

Se habló también de la institución de dos congregaciones. La primera abarcaría a los organismos que hasta ahora se ocupaban de los laicos, la familia y la vida. La segunda a los que tratan de materias ligadas a la caridad, a la justicia y a la paz. Una y otra se pueden valer de la colaboración de los Pontificios Consejos y de las Academias dedicadas a esas temáticas.

A lo largo de las sesiones se dieron múltiples intervenciones de cardenales que conocen bien el funcionamiento de la Curia, aunque también tomaron la palabra otros llegados de realidades muy diversas, agregó el P. Lombardi. Se observó  que la reforma tiene una doble vertiente, teológica y jurídica, ya que muchos de sus supuestos atañen también al derecho canónico y a la jurisdicción eclesiástica, así como a las relaciones con otros episcopados.

También se ha hecho presente que el Papa no solo cuenta con la asesoría de la Curia, sino con la del Colegio Cardenalicio y con la del Sínodo de los Obispos. Asimismo se ha hablado, en este ámbito, de sinodalidad y colegialidad, con una preferencia de la segunda denominación sobre la primera.

No se ha pasado por alto la cuestión de la formación permanente del personal que trabaja en la Curia así como de la posibilidad de rotación en las tareas para contrarrestar la rutina. En este sector ha habido opiniones favorables y contrarias ya que diversos prelados sostenían que algunos campos requerían una especialización notable y el cambio era desaconsejable.

En cuanto a los tiempos, las palabras de Lombardi dieron a entender que la reforma no concluirá en el 2015. Monseñor Semeraro también recordó que la vigente constitución apostólica Pastor bonus nació tras un “complejo procedimiento” (primeros esquemas, consulta con las Conferencias Episcopales, cardenales y dicasterios, comisión cardenalicia), y dijo que se podría proceder de manera semejante. “Nada impide –precisó el vocero vaticano– que durante este proceso de reforma se puedan llevar a cabo cambios más específicos en vía experimental, que después serían retomados en la redacción final”.


Planteamiento de la reforma de Francisco con el que trabajaron los cardenales

Se titula “Propuestas para un proyecto de revisión de la constitución Pastor Bonus, publicada por el Sumo Pontífice Juan Pablo II el 28 de junio de 1988” el documento que todos los cardenales recibieron el jueves 12 de febrero al entrar en el Aula del Sínodo para participar en el consistorio extraordinario convocado por el Papa Francisco los días 12 y 13.

Para evitar malentendidos iniciales, no se trata del “borrador” de reforma de la Pastor Bonus que algunos medios presentaron como el documento sobre el que se estaba trabajando y que, siempre según esas fuentes, constaba de 66 páginas y 185 artículos. El documento que presentó la revista Vida Nueva lleva fecha de 2015, consta de 34 páginas y se divide en cuatro partes: la actividad del Consejo de los Cardenales; principios inspiradores y líneas guía para el trabajo de reforma de la Curia romana; Seglares, familia y vida, perfil teológico; Caridad, justicia y paz, perfil teológico.

En la segunda parte, sobre los principios inspiradores de la reforma de la Curia romana, se destacan los siguientes: naturaleza y función de la Curia romana, simplificación y racionalización, la Secretaría de Estado o papal, sinodalidad (de las páginas 13 a la 22).

Sobre la sinodalidad, se formula el deseo de que las reuniones de los jefes de los dicasterios, una especie de “Consejo de ministros”, “sean más frecuentes, con temas bien delimitados, escogidos por el Papa y también sobre la base de las propuestas de los mismos dicasterios; bien preparadas, con un material hecho llegar precedentemente, incluso por vía electrónica. La preparación podría verse favorecida por reuniones de los secretarios del dicasterio con el Sustituto de la Secretaría de Estado”.

Aquí algunos extractos del documento:

Sobre la naturaleza y función de la Curia Romana

“Las competencias de la Curia corresponden a cuanto el derecho canónico atribuye a la Santa Sede. Tiene la función de ayudar al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia; debe por lo tanto, ser instrumento de unidad de la Iglesia frente a las fuerzas centrífugas y siempre respetando la potestad de los obispos diocesanos y de la justa autonomía de las iglesias particulares ofreciendo a los obispos individualmente y a las conferencias episcopales los instrumentos aptos para dar impulso a la misión de la Iglesia a nivel local. Al mismo tiempo habría que tomar en consideración si algunas competencias actualmente a la Santa Sede no puedan ser pedidas por ella misma a los obispos o a las conferencias episcopales, determinando cada vez qué organismo de estas últimas deberá asumirlas, si la Asamblea Plenaria o el Consejo Ejecutivo”.

Sobre la Secretaría de Estado

“Es patente que la necesidad de que se realice una coordinación [entre los varios dicasterios] y que la colaboración de los dicasterios entre sí y de los dicasterios con las otras oficinas no sea solo de carácter administrativo. Para facilitar esto, habría que activar las ‘comisiones interdicasteriales’ permanentes que se encuentren con regularidad; a un nivel más bajo, habría que promover las reuniones de los ‘minutantes’ [personal] de los diversos dicasterios que tratan cuestiones relacionadas entre sí. La Secretaría de Estado o Papal en los últimos años se ha atribuido a sí misma actividades de los dicasterios que implican a organismos internacionales. Habría que considerar si no es el caso de restituir tales actividades a los dicasterios”.

Sobre la rotación del personal entre dicasterios

“Hay que tener en cuenta que los oficiales de los dicasterios no tienen autoridad propia porque actúan siempre en nombre del Romano Pontífice. Allí donde ejercen potestad, no es potestad ordinaria propia, sino potestad ordinaria vicaria, por lo tanto no la ejercen porque son obispos, sino porque la han recibido del Papa, y a través de ellos es él quien actúa. Esto sería más claro si no fuesen obispos”.

“Hay que extirpar con decisión, allí donde se produzca, la tendencia de asociaciones, movimientos eclesiales e institutos religiosos a ocupar oficinas y puestos en los dicasterios para obtener ventajas particulares y no para servir a la Iglesia. También hay que evitar la admisión de personal proveniente de ambientes eclesiales que tengan líneas de pensamiento o de acción no equilibradas, contrarias a el equilibrio que debe caracterizar precisamente a la Curia, que tiene la tarea de garantizar la unidad de la Iglesia. La asunción de personal teniendo como base la competencia, evitando toda suerte de presión externa, podría evitar al menos en alguna medida este peligro”.

Sobre la Caridad, justicia y paz

“Caridad, justicia y paz constituyen un trinomio que atraviesa y recalca toda la Doctrina Social de la Iglesia, doctrina que, como han afirmado algunos de los últimos pontífices, pertenece a la misión evangelizadora de la Iglesia. Pertenece como contenido y como cometido. De ahí proviene la necesidad de unificar en un único organismo y dar aspecto estructural y funcional, en el gobierno de la Iglesia, a todas las entidades que se refieren a este trinomio”

“Puesto que la atención y el interés de la Iglesia es el hombre concreto, en el contexto de sus vivencias, en el hábitat de su vida, las prioridades y competencias de este dicasterio comprenderán también el ambiente. El ambiente natural, con iniciativas destinadas a la salvaguardia de la creación: animales, plantas, recursos y bienes materiales, ecosistema. Pero también el ambiente humano, con iniciativas destinadas a salvaguardar las condiciones morales de una autentica ecología humana, incluida la ecología social. Esto lleva consigo la institución de una sección del dicasterio dedicado a la ecología: a las condiciones de tutela y desarrollo del hábitat natural, humano y social”.


Portal de noticias Religión Digital muestra página del documento utilizado en el consistorio

Francisco no quiere “cupos” en la Curia. Por eso, el documento sobre la reforma del aparato vaticano, al que ha tenido acceso RD, postula, en su número 13, que “hay que detener inmediatamente la tendencia de asociaciones, movimientos eclesiales e instituciones religiosas, a ocupar oficinas y puestos en los Dicasterios, para conseguir ventajas particulares y no para servir a la Iglesia”.

Una clara advertencia a los movimientos eclesiales, cuya penetración en el Vaticano ha proliferado en las últimas décadas, aupados a los puestos decisores de la maquinaria vaticana por Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Hay, en estos momentos, en la Curia, un alto porcentaje de miembros de dicasterios y pontificios consejos que pertenecen al Opus Dei, Comunión y Liberación, Focolares o Kikos. Y en todos los escalafones de los diversos dicasterios: desde minutantes a presidentes de dicasterios.

De la misma dinámica han participado, durante estos años, las congregaciones y órdenes religiosas, asi como demás instituciones eclesiales. En menor medida, dado que, hasta la llegada de Francisco, los puestos curiales los copaban en gran medida los miembros de los movimientos neconservadores.

El número trece del documento de la reforma añade que también hay que “evitar la admisión de personal proveniente de ambientes eclesiales que mantienen líneas de pensamiento y de acción no equilibradas, contrarias al equilibrio que debe caracterizar precisamente a la Curia, cuya obligación es la de garantixar la comunión en la diversidad”.

Con esta medida quedarán fuera de la Curia, a partir de ahora, los miembros de asociaciones religiosas ultraconservadoras, que también se habían infiltrado en el Vaticano y habían copado puestos de relevancia en los últimos años.

De ahí que la conclusión del número 13 del documento reformista de la Curia postula que “la contratación del personal vaticano ha de hacerse siguiendo el criterio de la competencia, evitando cualquier tipo de presión externa”, con el fin de “evitar, al menos en cierta medida, este peligro”

Por otra parte, el documento de reforma curial explica el procedimiento a seguir. Postula que “sería oportuno que una comisión restringida de canonistas y de teólogos se encargue de redactar un primer esquema de nueva Constitución”.

Y añade el documento: “Este esquema debería ser enviado al grupo de los 9 cardenales para una primera evaluación. Sucesivamente podrá ser enviado a los presidentes de las Conferencias episcopales, a los Jefes de las Iglesias orientales, a los cardenales y a los dicasterios de la Curia romama, para terminar siendo discutido en una plenaria de cardenales”.

Y concluye: “Tras este iter, una comisión cardenalicia debería encargarse de redactar, con la ayuda de algún canonista, el texto definitivo, que será presentado a continuación al Papa para su aprobación”.


Francisco en el consistorio: “La reforma no es un fin en sí misma, sirve para la evangelización”

“La reforma de la Curia no es un fin en sí misma, sino un medio para dar un testimonio cristiano fuerte, favorecer una evangelización más eficaz y alentar el espíritu ecuménico y el diálogo con todos”. Lo dijo el Papa Francisco al saludar a los cardenales reunidos en el Aula del Sínodo para el consistorio extraordinario, que culminó el sábado 14 con la creación de veinte nuevos cardenales, que también participaron de la discusión.

Francisco fue uno de los primeros en llegar, y saludó uno por uno a todos los cardenales que iban llegando. Después de la oración de la Tercera Hora, el decano del Colegio, el exsecretario de Estado Angelo Sodano, saludó al Papa y recordó que, según establece el Código de derecho canónico, los cardenales deben ofrecer “toda la colaboración como individuos pero también colegialmente, como hoy”. Sodano también recordó que se está discutiendo una nueva reforma de la Curia, después de las de Pío X en 1908, Pablo VI en 1967 y Juan Pablo II en 1988.

Después habló Francisco, quien quiso inmediatamente saludar a los veinte nuevos cardenales. El Papa les dió la bienvendia “a esta comunión que se expresa en la colegialidad”.

“La meta es siempre –indicó Francisco– la de alcanzar mayor armonía entre los dicasterios y oficinas, con el fin de realizar una colaboración más eficaz en la absoluta transparencia que edifica la auténtica sinodalidad y la colegialidad”.

“La reforma –añadió el Papa– no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar un testimonio cristiano fuerte; para favorecer una evangelización más eficaz; para promover un espíritu ecuménico más fecundo; para alentar un diálogo más constructivo con todos”.

Después, Francisco recordó que la reforma, “deseada vívamente por la mayor parte de los cardenales en el ámbito de las congregaciones generales antes del Cónclave, deberá perfeccionar aún más la identidad de la misma Curia Romana. Es decir, la de coadyuvar al Sucesor de Pedro en el ejercicio de su supremo oficio pastoral por el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares. Ejercicio con el que se fortalecen la unidad de fe, la comunión del pueblo de Dios y se promueve la misión propia de la Iglesia en el mundo”.

El Papa Bergoglio, al confirmar que el camino todavía es largo, reconoció que “alcanzar tal meta no es fácil; requiere tiempo, determinación y sobre todo la colaboración de todos. Pero para realizar esto debemos, ante todo, encomendemos al Espíritu Santo que la verdadera guía de la Iglesia, implorando en la oración el don del auténtico discernimiento”.

“Con este espíritu de colaboración –concluyó Francisco– comienza nuestro encuentro, que será fecundo gracias a la contribución que cada uno de nosotros podrá expresar con parresía, fidelidad al Magisterio y conciencia de que todo ello concurre a la ley suprema, es decir a la salus animarum”.

Se deduce, pues, del discurso papal que para una reforma se requiere tiempo. Y Francisco resumió los verdaderos objetivos de esta o de cualquier reforma de las estructuras eclesiales: ayudar al Papa a desempeñar mejor su servicio a las Iglesias particulares, favorecer la evangelización, el espíritu ecuménico y el diálogo con todos sin dejar de tener como criterio principal el bien y la “salvación de las almas”. No se trata, pues, de privilegios, primogenituras, poderes o particulares visiones (incluso teológicas) que a veces han casi transformado a la Curia misma en una especie de súper gobierno central de la Iglesia.


Fuentes:

Revista Vida Nueva / Religión Digital / News.va / Vatican Insider

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