Debemos encontrar alternativas a la violencia para lograr la paz en el mundo

Amar a los enemigos. Paz en el mundo

6.00 p m| 9 oct 14 (NCR/BV).- En las Escrituras podemos ubicar muchas fuentes de inspiración para pensar en caminos hacia la paz, con ideas distintas a recurrir a la violencia. Thomas Gumbleton, obispo emérito de Detroit, y cuyas homilias publica el National Catholic Reporter en una sección denominada “The Peace Pulpit”, reunió pasajes de las Escrituras -de los Evangelios y con Jesús como protagonista- en los que el amor es el fundamento para vivir una paz en plenitud, sin violencia, venganzas ni odios. La reflexión se da a propósito de la intervención de Estados Unidos en los conflictos del Medio Oriente.

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Quiero hacer hincapié en cómo la guerra es simplemente una expresión de violencia inaceptable. Cuando el gobierno norteamericano dice que va a bombardear, para la mayoría de nosotros, eso no significa mucho porque nunca hemos experimentado bombardeos. Nuestro país no ha sido bombardeado literalmente. Pero durante la segunda guerra en Irak, esto es lo que quería decir cuando se hablaba de bombardeos, y este es el testimonio de un médico que fue enviado a la ciudad de Faluya después de haber bombardeado en preparación para el ingreso de las tropas estadounidenses: “En el tercer día del asedio, utilizaron la bomba de racimo, como preparación para el asalto de los marines en el área”.

Y él dice: “Ese día no pudimos trabajar como médicos. Acabamos recogiendo las cabezas de los niños y las mujeres, cabezas y extremidades. Y recuerdo que lo único que hacíamos era buscar la extremidad adecuada para el cuerpo y cabeza, para que podamos ponerla en una bolsa y puedan ser enterrados. Esa noche duró seis largas horas”.

Eso es lo que provoca un bombardeo. No sólo se destruyen edificios, desgarra gente, niños pequeños. Nos debe molestar porque hay otra manera.

Moisés encontró la manera, bajo la dirección de Dios, para mostrar que podemos transformar el mal en bien. Es simbólico, pero la verdad está ahí detrás. Una serpiente del mal, hecha de bronce y puesta en un poste, luego se convierte en la fuente de curación para todos los que la vean. Y, por supuesto, en el Evangelio, Jesús dice: “Yo, cuando sea elevado, tendrá el mismo efecto. Cuando me miren en mi insistencia crucificado, y entiendan cuál es el mensaje, podrás ser curado”.

Hay otro pasaje en el Evangelio de San Juan, en el que queda aún más claro lo que Jesús está hablando, cuando conversa con Nicodemo. Es en el capítulo 12 del Evangelio de Juan, y Jesús está explicando a algunos forasteros -es decir, los paganos, no judíos- sobre su propia misión en el mundo. Él dice que “cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

Con esas palabras, Jesús se refirió a cómo iba a morir. “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” ¿Por qué? Mira, a menudo pensamos en la crucifixión como la forma en que Jesús nos recuperó. Pero eso es una manera muy cruel de pensar en Dios, que de alguna manera expuso a Jesús a ese tipo de horribles sufrimientos hasta la muerte ignominiosa en la cruz, para recuperarnos. ¿Qué clase de Dios sería?

Pero el verdadero mensaje es que cuando Jesús muere en la cruz, como dice San Pablo, “Él se vació de sí y se convirtió en uno como nosotros en todos los sentidos”. Se vacía a sí mismo, se entrega a la muerte, incluso la muerte ignominiosa en la cruz. Cuando Jesús hace eso, nos está mostrando cómo podemos superar la violencia, el odio y el mal, porque ¿cómo murió Jesús? Sin odiar a sus enemigos, sin buscar la venganza y sin usar la violencia contra ellos. Muere amando y perdonándolos.

Es la culminación de todas sus enseñanzas acerca de cómo vamos a transformar nuestro mundo en el Reino de Dios, en el que habrá plenitud de paz, vida y alegría para cada persona. Lo que Jesús hace con su muerte es mostrarnos cómo podemos dar vida a nuestro mundo, traer paz y plenitud de vida a nuestro mundo. No odiando, ni buscando venganza, ni devolviendo violencia por violencia, sino devolviendo amor.

Es el mensaje fundamenal de Jesús. Lo dijo todo en el Sermón de la Montaña: “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen”. Hay otras maneras de lograr la paz en nuestro mundo, que tratar de hacerlo a través de la inútil forma de la violencia y el odio. Eso nunca va a funcionar. San Pablo, en sus escritos a la iglesia de Corinto, habla de todo este mensaje de Jesús cuando les dice que, obviamente, van a tener dificultades para comprender la idea de que se puede vencer el odio con amor.

No podían comprenderlo, pero Pablo les dice: “Miren, estoy aquí predicando un Cristo crucificado. Un Cristo que no va a buscar venganza, que no tomará represalias, que no devuelve odio por odio”. Es un Cristo que es totalmente débil en la cruz. Y Pablo dice “es un escándalo para los judíos”. Ellos no pueden concebir un Dios débil y que devuelva amor por odio, por lo que es un escándalo, un obstáculo.

Y dice a los griegos, los llamados sabios, “Es una locura”, dice Pablo, “pero la debilidad de Dios, Jesús en la cruz amándonos, es más fuerte que la fuerza humana. Y la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana”. Así que lo que están diciendo es que Jesús nos muestra el camino. En lugar de devolver violencia por violencia, en vez de ir a la guerra de nuevo, tenemos que encontrar otras formas de llegar -dialogar, negociar, usar la diplomacia, usar lo que se tenga que usar para construir la paz en el mundo, no para traer más violencia.

La lección del Evangelio nos dice que podemos transformar el odio y la violencia en algo bueno. Jesús nos dice: “Cuando sea elevado, derramando amor sobre el mundo, atraeré a todos hacia mí”. Y todos nosotros, si realmente nos tomamos en serio lo que significa seguir a Jesús -seguir su camino de paz, de perdón y de amor- también podemos participar de la obra de Jesús, para transformar nuestro mundo en el Reino de Dios donde la paz se vive en su plenitud.


Fuente:

Extracto de “We must find ways other than violence to build peace in the world”. Publicado en el National Catholic Reporter.

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