Dios de misericordia, Iglesia de misericordia. Entrevista al cardenal Walter Kasper (Parte II)

Cardenal Walter Kasper entrevista Commonweal

9.00 p m| 03 jun 14 (COMMONWEAL/BV).- En la segunda parte de la entrevista al cardenal Walter Kasper, por la revista Commonweal, se abordan temas como la fe y la validez del matrimonio, la importancia de la catequesis prematrimonial, la oikonomia en la Iglesia Ortodoxa y cómo se viven los cambios del Papa Francisco en El Vaticano.

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En su discurso ante el consistorio, usted pregunta si podemos “en la situación actual, presuponer sin más trámite, que la pareja comprometida comparte la creencia en el misterio, que adquiere significado por el sacramento, y que realmente entienden y afirman las condiciones canónicas para la validez del matrimonio”. Usted se pregunta si la presunción de validez de la que procede el derecho canónico a menudo es “una ficción legal”. ¿Pero puede la Iglesia darse el lujo de no hacer esta suposición? ¿Cómo puede la Iglesia continuar casando de buena fe a las parejas? si se supone que muchos de ellos no eran realmente capaces de entrar en el matrimonio sacramental, porque eran como usted dice en otra parte de su discurso, “paganos bautizados”?

Ese es un problema real. He hablado con el mismo Papa sobre esto, y él me dijo que él cree que el 50 por ciento de los matrimonios no son válidos. El matrimonio es un sacramento. Un sacramento presupone la fe. Y si la pareja sólo quiere una ceremonia burguesa en una iglesia porque es más hermoso, más romántico, que una ceremonia civil, usted tiene que preguntarse si la fe estuvo presente, y si realmente se aceptaron todas las condiciones para un matrimonio sacramental, que son: la unidad, la exclusividad, así como la indisolubilidad. Las parejas, cuando se casan, lo quieren porque es estable. Pero muchos piensan: “Bueno, si no lo logramos, estamos en nuestro derecho”. Y bueno pues, ahí ya el principio se negó. Muchos canonistas me dicen que hoy en nuestra situación pluralista no podemos presuponer que las parejas están realmente de acuerdo con lo que exige la Iglesia. A menudo es también el hecho de no saber. Por lo tanto se tiene que enfatizar y fortalecer la catequesis prematrimonial. A menudo se hace de una manera muy burocrática. Pues no, tenemos que proporcionar la catequesis. Sé de algunas parroquias en Roma donde las parejas tienen que asistir a la catequesis, y el propio pastor lo hace. Debemos hacer mucho más por la catequesis prematrimonial y utilizar el trabajo pastoral y así sucesivamente, porque no podemos presuponer que todo el mundo que es formalmente cristiano, también tiene la fe. No sería realista.

Pero puede imaginar la indignación que habría si los sacerdotes dijeran usualmente a las parejas: “No puedo casarlos porque realmente no me parece que crean en las cosas que las personas tienen que creer para casarse”.

Es por eso que debe haber un diálogo entre la pareja y el sacerdote, que debe enseñarles lo que significa casarse por la Iglesia. No se puede suponer que ambas partes saben lo que están haciendo.

También habla de la diferencia entre el principio ortodoxo oriental de la oikonomia y el principio occidental de la epikeia. ¿Podría explicar esas diferencias, y cómo es importante en cuestiones tales como la forma en que la Iglesia trata a los católicos divorciados y vueltos a casar?

Los ortodoxos tienen el principio de oikonomia, lo que les permite en casos concretos dispensar, como los católicos dirían, el primer matrimonio para permitir una segunda oportunidad por la Iglesia. Pero ellos no consideran el segundo matrimonio un sacramento. Eso es importante. Ellos hacen esa distinción (si las personas lo hacen es otra cuestión). No estoy seguro de si se puede adaptar esta tradición a la nuestra, pero tenemos elementos similares. La epikeia dice que una regla general se debe aplicar a una situación muy particular -a menudo compleja- teniendo en cuenta todas sus circunstancias. Hablamos de jurisprudencia, el jurista debe aplicar la norma general, teniendo en cuenta todas las circunstancias. Para los grandes canonistas de la Edad Media, la epikaia era justicia “endulzada” con misericordia. Podemos empezar por ahí. Tenemos nuestros propios recursos para encontrar una solución.

Hasta hace poco usted era presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. ¿Cómo puede este problema encajar en las relaciones ecuménicas en curso con los ortodoxos orientales. Si hay un cambio en la forma en que la Iglesia Católica Romana trata con los católicos vueltos a casar, seguro que tendrían que hacer las cosas mucho más fáciles, o al menos un poco más fácil, para el acercamiento entre Oriente y Occidente ¿O no es más fácil en absoluto?

Sería más fácil. Ellos tienen esta antigua tradición la cual nunca fue condenada por un concilio ecuménico. El Concilio de Trento condenó la posición de Lutero, pero no discutió la posición Ortodoxa. El concilio formuló el problema de la indisolubilidad de una manera muy prudente, porque Venecia tenía algunas islas que eran Ortodoxas, pero bajo la jerarquía Latina. Ellos no querían perder esas islas. Así que no hablamos de este problema. Tuvimos problemas más fundamentales con los Ortodoxos. Pero si pudiéramos encontrar una nueva solución sobre la base de nuestra propia tradición occidental, creo que sería más fácil encontrar una solución concreta a nuestro problema con los Ortodoxos.

Cuando se trata de la cuestión de la comunión a los católicos divorciados vueltos a casar, tiene sus críticos, algunos de los cuales se han ubicado bien en la prensa italiana. Al cardenal Carlo Caffarra, arzobispo de Bolonia, se le dio una gran cantidad de espacio en Il Foglio para criticar su propuesta. Él tiene una pregunta para usted: “¿Qué pasa con el primer matrimonio?”

El primer matrimonio es indisoluble porque el matrimonio no es sólo una promesa entre los dos socios; es la promesa de Dios también, y lo que Dios hace, lo hace para siempre. Por lo tanto el vínculo del matrimonio permanece. Por supuesto, los cristianos que abandonan su primer matrimonio han fracasado. Eso está claro. El problema es cuando no hay manera de salir de esa situación. Si miramos la actividad de Dios en la historia de la salvación, vemos que Dios da a su pueblo una nueva oportunidad. Esa es la misericordia. El amor de Dios no termina porque un ser humano fracasa -si se arrepiente. Dios provee una nueva oportunidad, no mediante la cancelación de las exigencias de la justicia: Dios no justifica el pecado. Pero sí justifica al pecador. Muchos de mis críticos no entienden esa distinción. Ellos piensan que propongo justificar su pecado. No, nadie quiere eso. Pero Dios justifica al pecador que se convierte. Y esa distinción viene desde Agustín.

No niego que el vínculo del matrimonio permanece. Pero los padres de la Iglesia tenían una imagen maravillosa: Si hay un naufragio, no te dan un nuevo barco para salvarte, consigues una tabla para poder sobrevivir. Esa es la misericordia de Dios, que nos dé un tablón para que podamos sobrevivir. Ese es mi enfoque del problema. Yo respeto a los que tienen una posición diferente, pero por otro lado, será necesario ver cuál es la situación concreta en la actualidad. ¿Cómo podemos ayudar a las personas que luchan en estas situaciones? Conozco casos, muchos de los cuales son mujeres. Están muy involucradas en la vida parroquial; hacen todo lo que pueden por sus hijos. Conozco a una mujer que preparó a su hija para la Primera Comunión. El párroco dijo que la chica puede ir a la Santa Comunión, pero no la mamá. Le dije al Papa acerca de esto, y me dijo: “No, eso es imposible”.

El segundo matrimonio, por supuesto, no es un matrimonio en el sentido cristiano. Y estaría en contra de celebrarlo en una iglesia, pero tiene elementos de un matrimonio. Yo lo compararía con la forma en que la Iglesia Católica considera otras iglesias. La Iglesia Católica es la verdadera Iglesia de Cristo, pero hay otras iglesias que tienen elementos de la verdadera iglesia, y los reconocemos. De manera similar, se puede decir, el verdadero matrimonio es el matrimonio sacramental. Y el segundo no es un matrimonio en el mismo sentido, pero hay elementos del mismo -en la pareja se cuidan el uno al otro, están unidos con exclusividad, hay una intención de permanencia, se preocupan por los hijos, llevan una vida de oración, y así sucesivamente. No es la mejor situación. Es la mejor situación posible. Siendo realistas, debemos respetar este tipo de situaciones, como lo hacemos con los protestantes. Los reconocemos como cristianos. Rezamos con ellos.

Y sabemos que ellos no consideran sus matrimonios como un sacramento católico.

Hay otros problemas. Consideramos el matrimonio civil de los protestantes como matrimonios válidos, indisolubles. Ellos no creen en la sacramentalidad. También hay problemas internos en la actual ley canónica. Cómo le explicas esto a un protestante, “es un matrimonio válido para ustedes, pero para un católico no lo es”. Así que debemos en cierto grado reconsiderar las regulaciones canónicas.

Es justo decir que sus críticos piensan que esto es un desacuerdo sobre la indisolubilidad del matrimonio, pero usted está diciendo que el desacuerdo, tal como es, se trata de los efectos de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía.

De ninguna manera puedo negar la indisolubilidad del matrimonio sacramental. Eso sería una estupidez. Tenemos que reforzarlo, y ayudar a las personas a comprenderlo y vivirlo. Esa es una tarea para la Iglesia. Pero hay que reconocer que los cristianos pueden fallar, y luego tenemos que ayudarlos. A los que dicen: “Bueno, ellos están en una situación de pecado”, yo diría: el Papa Benedicto XVI ya ha dicho que esos católicos pueden recibir la comunión espiritual. La comunión espiritual es ser uno con Cristo. Pero si yo soy uno con Cristo, no puedo estar en una situación de pecado grave. Así que si pueden recibir la comunión espiritual, ¿por qué no también la Comunión sacramental? Creo que también hay problemas en la posición tradicional, y el Papa Benedicto reflexionó mucho sobre esto, y él dijo que deben tener los medios de salvación y comunión espiritual. Pero la comunión espiritual va muy lejos: es ser uno con Cristo. ¿Por qué se tendrían que excluir a estas personas de la otra comunión? Estar en comunión espiritual con Cristo significa que Dios ha perdonado a esta persona. Así que la Iglesia, a pesar del sacramento de la penitencia, también debe ser capaz de perdonar si Dios lo hace. De lo contrario, existe una oposición entre Dios y la Iglesia -y eso sería un gran problema.

El Papa ha dicho que la Iglesia necesita una mejor teología de la mujer. Usted ha dicho que tenemos que encontrar una manera de dar a la mujer un papel de liderazgo dentro de las oficinas del Vaticano. ¿Le parece que esto se podría dar a corto plazo? ¿Cómo funcionaría?

No estoy a favor de la ordenación de las mujeres. Pero hay oficinas en el Vaticano que no requieren ordenación. En asuntos económicos, por ejemplo, hay mujeres profesionales que pueden llevar a cabo las tareas. La ordenación no está obligada para liderar el Pontificio Consejo para los Laicos. La mitad de los laicos son mujeres. Hay una oficina para laicos y allí no hay mujeres en el liderazgo. Eso es un problema. ¿Y qué pasa con el Consejo para la Familia? No hay familia sin mujeres.

Tengo una experiencia como obispo. Nombré a una mujer para el consejo asesor del obispo. A partir de ese día toda la atmósfera cambió en nuestro diálogo. Ella era una mujer muy valiente. Las mujeres aportan una riqueza en visión y experiencia que los hombres no tienen. En el Vaticano podría ser de mucha ayuda.

En la Congregación para la Doctrina de la Fe, por ejemplo, se requiere ordenación para dirigir. Pero la CDF tiene un grupo de teólogos de consultoría. Ellos no deciden; se les consulta. Hoy tenemos muchas mujeres que son profesores de teología. ¿Por qué no incluir sus voces? Hay que hacer algo sobre eso. Cambiaría una cierta atmósfera clerical.

¿Cómo describiría el ambiente en el Vaticano en este momento? ¿Hay mucho nerviosismo, expectativa por los cambios que están en marcha o lo estarán pronto, o hay una sensación de que gran parte de la exageración de los medios internacionales sobre el nuevo papado es algo trivial y que no está estrechamente relacionado con la vida de la Iglesia?

El Vaticano es una pluralidad de personas, y son diferentes. En el Vaticano hay muchos que estamos muy a favor del Papa Francisco, porque vimos al final del último pontificado eventos como Vatileaks, así que algo salió mal. No estaba funcionando. Muchas personas están a favor de algunas modificaciones, algunos cambios -y el Papa lo quiere. Pero, por supuesto, el cambio no es fácil. La Curia es la institución más antigua que existe continuamente en Europa. Tan antigua institución tiene sus formas de hacer las cosas, así que no es fácil cambiar de un día para otro. Hay cierta resistencia. Y cuando se cambia algo, siempre hay un debate, con posiciones a favor y en contra, que es lo que está sucediendo en el Vaticano. Pero tengo la impresión de que el Papa Francisco está decidido a hacer algunos cambios. Es más, ya se dieron algunos importantes. Creo que ya hay un punto de no retorno.

Hizo cambios, por ejemplo, en el campo financiero y económico. Él quiere que la Iglesia tenga una estructura más sinodal. También quiere que las iglesias locales sean tomadas más en serio -más no de una manera que niegue la primacía de la Iglesia universal. Primacía y estructuras sinodales no se oponen entre sí. Son complementarios, y Francisco quiere eso. No vamos a tener sólo un sínodo sobre el matrimonio y la familia, pero estamos pasando por un proceso sinodal. Entre las dos sesiones del sínodo, este año y el próximo, va a la iglesia local para que pueda ser discutido a nivel parroquial. Quiere que se consideren las voces de los fieles. Estos son los cambios que se han implementado, con cierta resistencia por supuesto, pero también hay muchos que están a favor de ellos. Así que el Papa, muy decidido, continúa.

El Papa tiene setenta y siete años de edad. Es un hecho que otros se encargarán de llevar a cabo sus reformas y junto con la inercia institucional que se acaba de describir, ¿cuáles son las perspectivas de éxito?

El Papa Juan XXIII sólo tuvo cinco años, y se lograron cambios. También hubo un punto de no retorno con Pablo VI. El Papa Francisco no puede hacerlo todo por sí mismo; piensa en categorías de proceso. Quiere iniciar un proceso que continúe más allá de él. Tendrá la oportunidad de nombrar, en mi opinión, el 40 por ciento de los cardenales, y ellos son los que van a elegir a un nuevo Papa. De esta manera es capaz de condicionar un nuevo cónclave.

Por supuesto, el Espíritu Santo también está presente. Yo no miraría esto sólo en el plano institucional. La elección del Papa Francisco fue una sorpresa -para nosotros los cardenales en el cónclave también. Este nuevo Papa es una sorpresa cada día. Durante el cónclave, se podía percibir el accionar del Espíritu Santo. Así que confío más en esta realidad, en las personas. Pero la popularidad del Papa Francisco no es sólo bombo. Muchos pastores en Roma me dijeron que el año pasado y este año muchas más personas fueron a la confesión en la Pascua, personas que durante años no se confesaron. Si todos los que durante años no se confesaron, comienzan a hacerlo de nuevo, entonces es más que bombo. Es una decisión personal muy profunda. Y estas personas regresaron, según dijeron, por la forma en que el Papa habla de la misericordia. Creo que estamos viviendo una realidad más profunda. Y esta realidad más profunda es, para mí, muy importante.

Fuente:

Entrevista de Matthew Boudway y Grant Gallicho para Commonweal Magazine.

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