Ricardo Blázquez, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal española

Ricardo Blazquez nuevo presidente CEE

11.00 p m| 18 mar 14 (AGENCIAS/BV).- “La Iglesia tiene que ser una casa de puertas abiertas”, declaró Ricardo Blázquez minutos después de la elección, que por cierto tuvo un resultado abrumador (conquistó 60 votos de un total de 79 obispos). El actual arzobispo de Valladolid, quien ya presidió el Episcopado entre 2005 y 2008, sucede al cardenal Rouco. Conciliador y afable, refleja la nueva cara de la Iglesia de Francisco.

En su primera aparición ante los medios, ha asegurado que “no tiene programa”, y que las orientaciones de su mandato serán “diseñadas entre todos” y a partir de las orientaciones de Francisco. Pero, ¿quién es Blázquez?

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“Es inteligente, humilde y conciliador”, afirman desde su diócesis, donde el nuevo presidente del Episcopado recaló la semana pasada hace cuatro años. Su buen hacer y su capacidad para conversar, escuchar y tratar de llegar a acuerdos se vio especialmente durante su etapa en Euskadi, donde Blázquez supo hacerse querer entre la mayoría del clero, netamente nacionalista, y dejó muestras del modelo de reconciliación.

La Santa Sede también cayó en la cuenta de la capacidad de Blázquez, y Benedicto XVI le encargó parte de la investigación a los Legionarios de Cristo, y posteriormente la visita al Regnum Christi, donde favoreció la independencia de la rama laica de la Legión, que hoy ya es una realidad.

En la Conferencia Episcopal española, Blázquez fue el encargado de suceder al cardenal Rouco en un período especialmente difícil, tras la muerte de Juan Pablo II y la ascensión al poder del Gobierno Zapatero. Los obispos no renovaron la confianza en el cardenal de Madrid, que se sintió traicionado por Ricardo Blázquez y mantuvo, durante tres largos años, un “gobierno en la sombra” desde la sede del Arzobispado de Madrid.

Durante la etapa de Blázquez como presidente -con Cañizares de vicepresidente-, el cardenal Rouco promocionó las famosas manifestaciones contra el matrimonio gay y Educación para la Ciudadanía, en las que por primera vez participaron obispos, así como las concentraciones en la plaza de Colón, siendo la primera de ellas (2007) especialmente utilizada como ariete político en contra del gobierno socialista.

Blázquez no participó en ninguno de estos actos, y logró llegar a acuerdos históricos para la Iglesia, como el incremento al 0,7% de la casilla de la Renta y la renuncia de la institución al complemento del IVA.

Con todo, la influencia del cardenal Rouco mediatizó el gobierno de Blázquez, que, por talante, no tenía el peso del arzobispo de Madrid. El nuevo presidente del Episcopado no supo imponer su modelo en el seno de la Conferencia Episcopal, donde ya campaba a sus anchas Juan Antonio Martínez Camino. Y, en 2008, poco antes de las elecciones generales, Rouco regresó a la presidencia.

Ricardo Blázquez fue el único presidente en la historia reciente de la CEE en no ser renovado en su cargo, y los obispos le “debían una”. Desde entonces, ha sido votado masivamente como vicepresidente -lo fue en 2008 y 2011-, y ahora, como presidente.

El propio Francisco ya señaló, si bien implícitamente, a Ricardo Blázquez cuando lo recibió en audiencia con motivo de la Visita Ad Limina. Blázquez fue el único prelado con el que el Papa departió individualmente sobre problemas políticos y sociales de toda España, desde el paro al modelo de obispos, quedeben “estar muy cerca de las personas y de las periferias”, porque “un pastor no se puede dedicar a peinar a las cuatro ovejas que le han quedado en el redil mientras el resto del rebaño está fuera del aprisco y medio perdido. Es necesario salir a buscar el resto del rebaño, aunque eso supone correr riesgos”.

Bergoglio no daba nombres, pero tampoco puntadas sin hilo. Y la figura de Ricardo Blázquez es, sin duda alguna, una de las principales para el futuro de la Iglesia española. Por varias razones: por su bondad, por su capacidad de diálogo, por su perfil de pastor y de hombre de consenso, y por su experiencia (tanto en Bilbao como en el caso de los Legionarios hizo gala de su bien hacer y de sus talentos para la escucha y la búsqueda de acuerdos).

No es Blázquez un hombre de rupturas, como tampoco las quiere Francisco. Es alguien querido por todos los obispos, y que sin duda hará un buen papel en la nueva etapa -ciertamente de transición, hasta que el relevo en el episcopado español se vaya haciendo efectivo- que se nos avecina, sin el cardenal Rouco Varela.

No es Francisco hombre de nombres, pero sí de estilos. Y el de Blázquez encaja perfectamente con la nueva dinámica, el de liderar la Iglesia española de un futuro que se presenta menos sombrío y más dialogante.


Declaraciones de Blázquez después de su nombramiento

Pocos minutos después de confirmarse el nombramiento, Ricardo Blázquez apareció en rueda de prensa ante los medios de comunicación. El nuevo presidente afirmó que “no tiene programa”, y que las orientaciones de su mandato serán “diseñadas entre todos” y a partir de lo dicho por el Papa Francisco en la visita Ad Limina.

También apuntó la necesidad del anuncio del Evangelio y de la profundización en “las raíces de la esperanza”.

El arzobispo agradeció “la confianza” por parte de los obispos, así como el servicio prestado por su antecesor. “Quiero mostrarle mi gratitud al cardenal Rouco Varela en nombre de la Conferencia Episcopal. Al mismo tiempo, quiero expresar la amistad que desde Salamanca prendió entre nosotros. Yo empecé la tarea docente allí, siendo rector Fernando Sebastián, y vicerrector Rouco”, dijo Blázquez, también vicepresidente de la CEE bajo la presidencia del arzobispo de Madrid los últimos seis años.

Blázquez aseguró que acepta el cargo “desde las convicciones más profundas de la vida”, que son para él “la fe cristiana, el ministerio apostólico y el servicio a los hombres y mujeres de la sociedad”. Y subrayó la “comunión” que siente con el Papa Francisco.

“Desde aquí quiero mostrar la comunión cordial, afectiva y efectiva con el Papa Francisco”, dijo Blázquez, que recordó los encuentros de la reciente visita Ad Limina, así como destacó el ejemplo de “eclesialidad y fe cristiana” que ofrecen el Papa y su antecesor, el Papa emérito Benedicto XVI.

“El Papa Francisco desde el principio ha manifestado como el amor de Dios se tiene que testificar con amabilidad. El Papa Francisco siempre va mostrando la dimensión humana del Evangelio, y esta dimensión aparece con especial nitidez en situaciones de postración: enfermos, necesitados, indigencia de muchas formas…”, dijo Blázquez.

Preguntado sobre su programa para el próximo trienio, Blázquez afirmó no tener programa y dijo que lo iría configurando a partir de las directrices dadas por el Papa durante la vista de los obispos españoles: “Para el presidente de la Conferencia Episcopal no hay candidatos ni programas, de modo que no tengo programa. Deseamos y queremos convertir en tema de reflexión para la Asamblea Plenaria las insistencias que el Papa nos ha ido mostrando. Entre todos lo diseñaremos”.

Cuestionado sobre si su estilo de presidencia va a tener el perfil político asumido por Rouco Varela, Blázquez quiso marcar distancias con la “personalidad” de cada uno, y añadió que la línea llevada por su antecesor fue efectuada “conscientemente y de manera responsable”.

“Me parece muy importante destacar que nosotros debemos de imitar a Nuestro Señor y no otro comportamiento. Cada uno tenemos nuestra forma de ser, nuestra personalidad. La imitación del proceder de otras personas… Es la suya, que conscientemente y de manera responsable ha llevado a cabo. El estilo es el hombre”, afirmó.

Por último, enfatizó el aspecto de la evangelización cuando fue preguntado sobre su opinión sobre aspectos como la regulación legal del aborto, la unidad de España o la enseñanza de la Religión católica en la educación.

“Lo fundamental de nuestra misión es transmitir la fe en esta generación nuestra y a las generaciones que van llegando, a los adultos y a los que se están despidiendo de la vida. Que siempre haya la transmisión de la fe con la insistencia de evangelizar en nuestro tiempo. La Evangelización es siempre la dicha de la Iglesia, la misión fundamental, y de la evangelización derivan las luces para el respeto de la vida en todo su trayecto, en todas las circunstancias de la vida, no solo en el comienzo”, finalizó.


Fuentes:

Religión Digital / Revista Vida Nueva

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