¿Qué viene tras la renuncia de Benedicto XVI? (Parte I)

Preguntas renuncia Benedicto I
3.00 p m| 12 feb 13 (AMERICA MAGAZINE/BV).-En este post Buena Voz presenta preguntas y respuestas que cualquier persona se puede formular sobre el periodo de transición en la Santa Sede, el cónclave y la elección del nuevo Papa. Tomado de un texto de Thomas J. Reese, SJ, autor de la obra “Inside the Vatican” y exeditor del semanario católico “America Magazine”.

¿Qué pasa si el Papa se enferma?

Si el Papa se enferma, puede delegar parte de su autoridad al cardenal Secretario de Estado o a cualquier otra persona. A lo largo de la historia, los papas han delegado parte de su autoridad formal o informalmente a funcionarios del Vaticano o a miembros de su familia. Pero al día de hoy la lógica dicta que la persona para llevar las riendas de la iglesia mientras el Papa está enfermo sería el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, quien parece más un Primer Ministro que un Secretario de Estado de EE.UU. Para poder delegar se supone que el Papa todavía es capaz de tomar algunas decisiones (por ejemplo, la decisión de delegar) y comunicarse. Sin embargo, no puede delegar algunos aspectos de su autoridad, como su capacidad de enseñar infaliblemente.

La vida de la iglesia a nivel parroquial, continúa. Se celebra la misa y los sacramentos se reciben. Los Obispos continúan trabajando con sus diócesis. En el Vaticano, el Papa nombra personas de su confianza para seguir las políticas que ha establecido. Continúan las actividades ordinarias de la Santa Sede, pero no pueden cambiar las políticas sin su aprobación. Además, si surgen diferencias de opinión en el Vaticano, o entre los obispos diocesanos y los funcionarios del Vaticano, estos normalmente serían llevados ante el Papa para que decida. Si está demasiado enfermo para hacer frente a estos, los problemas quedarán pendientes de resolver.

¿Puede renunciar un Papa?

Sí, un Papa puede renunciar. El Papa Benedicto XVI anunció que renunciará el 28 de febrero. La cifra de Papas que han renunciado es de aproximadamente 10, pero la evidencia histórica es limitada. El caso más reciente, ocurrió durante el Concilio de Constanza en el siglo 15, cuando Gregorio XII renunció con la finalidad de terminar con el Cisma de Occidente y un nuevo Papa fue elegido en 1417. La renuncia del Papa Celestino V en 1294 es la más famosa porque Dante lo colocó en el infierno por ello.

La mayoría de los Papas modernos han sentido que la renuncia es inaceptable. Como decía Pablo VI, “no se puede renunciar a la paternidad”. Además, Pablo temía sentar un precedente que podría animar a facciones de la iglesia a ejercer presión sobre futuros Papas obligándolos a renunciar por razones distintas a la salud. Sin embargo, el código de derecho canónico en 1917 permite la renuncia de un Papa al igual que las normas establecidas por Pablo VI en 1975 y Juan Pablo II en 1996. Sin embargo, una renuncia inducida por el miedo o el fraude no sería válida. Además, los canonistas sostienen que para que una persona renuncie debe estar en su sano juicio (canon 187).

En 1989 y en 1994, Juan Pablo II secretamente preparó cartas ofreciendo su renuncia, dirigidas al Colegio Cardenalicio, en caso de una enfermedad incurable o alguna condición que le impida el cumplimiento de su ministerio, según lo contó Slawomir Oder, postulador de la causa de Canonización de Juan Pablo II

La carta de 1989 fue breve y al grano, dice que en el caso de una enfermedad incurable que le impida “realizar sus funciones de ministerio apostólico” o algún otro impedimento grave y prolongado, “Yo renuncio a mi sagrada y canónica responsabilidad, tanto como obispo de Roma, así como cabeza de la santa Iglesia Católica “.

En su carta de 1994 el Papa dijo que había pasado años preguntándose si un Papa debería renunciar a los 75 años, la edad normal de retiro de los obispos. También dijo que, dos años antes, cuando pensó que podría tener un tumor maligno de colon, pensaba que Dios ya había decidido por él.

Finalmente decidió seguir el ejemplo del Papa Pablo VI, quien en 1965 llegó a la conclusión de que un Papa “no podía renunciar al mandato apostólico sino en presencia de una enfermedad incurable o de un obstáculo que impida el ejercicio de las funciones como sucesor de Pedro “.

¿Por qué renuncia Benedicto XVI?

En su obra Light of the World, el Papa Benedicto respondió de forma inequívoca a la pregunta de si un Papa puede renunciar: “Sí. Si un Papa se da cuenta de que ya no está físicamente, psicológicamente y espiritualmente en la capacidad de manejar los deberes de su cargo, entonces tiene el derecho y, bajo ciertas circunstancias, también el deber de renunciar”.

Por otra parte, en el mismo texto, no se mostró partidario de una renuncia simplemente porque la carga del papado sea grande. “Cuando el peligro es grande no hay que huir. Por esa razón, ahora no es el momento de renunciar. Precisamente en un momento como este hay que resistir y soportar la situación. Esa es mi opinión. Uno puede renunciar en un momento de paz o cuando uno simplemente no puede seguir así, pero no hay que huir del peligro y decir que venga alguien más a enfrentarlo”.

El 11 de febrero, el Papa Benedicto XVI anunció que renunciaría el 28 de febrero porque “he llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a la edad avanzada, ya no son apropiadas para un adecuado ejercicio del ministerio petrino”. Él también dijo, “para gobernar la barca de San Pedro y proclamar el Evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.

¿Quién gobierna la iglesia entre la renuncia de un Papa y la elección del sucesor?

Todos los cardenales y arzobispos a cargo de los departamentos de la Curia romana, entre ellos el secretario de Estado (el cardenal Tarcisio Bertone), pierden sus puestos de trabajo cuando el Papa muere o renuncia. Las facultades ordinarias de estas oficinas no cesan, (quedan a cargo de sus secretarios durante el interregno) pero los hechos graves y controvertidos quedan a la espera de la elección de un nuevo Papa para resolverse. Las oficinas están a cargo de sus secretarios que permanecen en su posición, al igual que el secretario para las Relaciones con los Estados (el arzobispo Dominique Mamberti) y el sostituto (Arzobispo Giovanni Becciu). Si el asunto no se puede posponer, el colegio de cardenales puede encomendar al prefecto que estuvo a cargo de la oficina cuando el Papa murió (o a otros cardenales que fueran miembros de esa congregación o consejo). Cualquier decisión tomada es provisional hasta que sea confirmado por el nuevo Papa.

Tres oficiales mayores no pierden sus puestos de trabajo: el vicario de la diócesis de Roma (el cardenal Agostino Vallini), el penitenciario mayor (Cardenal Manuel Monteiro de Castro) y el camarlengo. El vicario de Roma responde a las necesidades pastorales de la diócesis de Roma y sigue teniendo todo el poder que tenía hasta antes de la renuncia del Papa. El penitenciario mayor se encarga de los temas confesionales reservados a la Santa Sede, y se le permite seguir funcionando porque la puerta al perdón nunca debe estar cerrada.

El camarlengo (Cardenal Tarcisio Bertone) es el oficial más importante durante el interregno. Mientras que el Papa está vivo, él tiene la autoridad para actuar en nombre del Papa en ciertas áreas cuando el Papa está lejos de Roma. Cuando no hay Papa, el camarlengo se encarga y administra los bienes y el dinero de la Santa Sede, con la ayuda de los tres cardenales asistentes elegidos por sorteo de entre los cardenales menores de 80. Durante el interregno se reporta ante el colegio cardenalicio, que gobierna la iglesia hasta que un Papa es elegido. También organiza el cónclave. Al nombrar al mismo cardenal como secretario de Estado y también como camarlengo, Benedicto simplificó la estructura de la organización y se aseguró de que su secretario de Estado tenga un papel importante durante el interregno.

Aunque el gobierno de la iglesia queda en manos del colegio cardenalicio hasta que un nuevo Papa sea elegido, sus facultades son limitadas. No puede cambiar las reglas que rigen las elecciones papales, nombrar cardenales, ni tomar decisiones vinculantes para el próximo Papa. Los cardenales se reúnen diariamente en una congregación general, presidida por el decano del colegio cardenalicio (el cardenal Angelo Sodano), hasta que el cónclave se inicie. Todos los cardenales asisten a las congregaciones, aunque la asistencia de los cardenales mayores de 80 es opcional. Una comisión encabezada por el camarlengo con tres cardenales (elegidos por sorteo y se reemplazan cada tres días entre los cardenales menores de 80) puede tratar con asuntos menores. En 2005, Juan Pablo II murió el 2 de abril y la primera reunión de los cardenales fue el 4 de abril. En el caso de Benedicto XVI, su último día como Papa será el jueves 28 de febrero.

El decano del colegio cardenalicio es elegido por y entre los seis cardenales obispos. El cardenal Joseph Ratzinger fue decano antes del último cónclave, y su discurso como decano de los cardenales antes del cónclave, recibió gran atención de los cardenales y de los medios.

¿Se puede hacer campaña en los días previos al cónclave?

Cualquier discusión, y más aún hacer campaña, antes de la muerte / renuncia de un Papa, está estrictamente prohibido. La prohibición de discutir la sucesión papal, mientras que el Papa siga en funciones data de Félix IV (526-30), quien instruyó a los clérigos y al Senado Romano para elegir a su archidiácono Bonifacio, como su sucesor. El Senado se opuso y aprobó un decreto que prohibía cualquier discusión sobre un sucesor del Papa durante sus funciones. Incluso antes, en un sínodo romano en 499 se prohibió a los clérigos hacer campaña o buscar votos.

Los debates previos al cónclave se producen en privado entre los cardenales, pero las campañas públicas, incluso después de la renuncia / muerte del Papa, está mal visto y probablemente sería contraproducente. Normalmente, el debate de los candidatos se hace en privado por los cardenales durante la cena o en pequeños grupos. Los cardenales que viajan mucho a veces quedan bajo sospecha de hacer esto con el fin de conocer y ser conocidos por otros cardenales antes del cónclave. Los cardenales también han llegado a conocerse en los sínodos de obispos, consistorios extraordinarios y otras reuniones donde se ven unos a otros en acción. Pero los cardenales más conocidos tienden a ser los que trabajan en Roma, donde se reúnen los prelados cuando visitan Roma. Los cardenales curiales son más conocidos por los periodistas de la oficina de prensa de la Santa Sede, que hace la cobertura del cónclave.

¿Cuándo y dónde se realiza el cónclave?

A menos que las circunstancias lo impidan, el cónclave tiene lugar dentro de la Ciudad del Vaticano y comienza 15 días después de la renuncia / muerte del Papa. Por razones graves, los cardenales pueden diferir el inicio del cónclave, pero debe comenzar dentro de los 20 días de la muerte / renuncia del Papa. La fecha exacta y la hora la define el colegio cardenalicio. La elección se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, con los cardenales alojados en el Marthae Domus Sanctae, una residencia del Vaticano con 105 suites de dos habitaciones y 26 habitaciones individuales, construidas en 1996, que sus residentes habituales dejarán vacantes durante el cónclave. Las habitaciones se asignan por sorteo. Una serie de elecciones en el siglo 19 se llevaron a cabo en el Palacio del Quirinal, que fue uno de los palacios del Papa hasta la caída de los Estados Pontificios en 1870. La última elección fuera de Roma fue en 1800 en Venecia.

¿De dónde proviene la palabra “cónclave”?

En el siglo 13 el papado estuvo vacante durante un año y medio antes de la elección de Inocencio IV y por tres años y medio antes de la instalación de Gregorio X. En el primer caso la elección se vio obligada por el Senado y el pueblo de Roma, que encerraron a los cardenales hasta que se eligió un Papa en 1243. En el segundo caso, el pueblo de Viterbo en 1271 no solo encerró a los cardenales, sino que los dejaron a pan y agua. La palabra “cónclave” proviene del latín “con una llave”, como “encerrado con llave”. Hoy en día los cardenales están encerrados para asegurar que todo sea secreto y para protegerlos de la influencia exterior. Antes de que comience el cónclave, todos los teléfonos, celulares, radios, televisores y conexiones a Internet son removidos. No están permitidos ni cartas ni periódicos. Finalmente todas las habitaciones son revisadas por técnicos expertos para asegurarse que no hay dispositivos electrónicos.

Texto publicado en America Magazine.

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Un pensamiento en “¿Qué viene tras la renuncia de Benedicto XVI? (Parte I)

  • 20 febrero, 2013 al 6:18 am
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    Pienso, como Católica, que debo estar al tanto de cuanto sucede en el Vaticano, puesto que Iglesia, somos todos. Gracias por hacernos saber lo concerniente a la renuncia y elección del nuevo Padre de la Iglesia. Que el Espíritu Santo los ilumine para que el próximo Papa ponga la Iglesia un tanto a los tiempos que vivimos como lo ha hecho Benedicto XVI

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