Nuevamente los procuradores hacen noticia. Tal parece que el figuretismo y la publicidad son parte esencial de su quehacer. Por otro lado, resulta candoroso escuchar a un siempre mediático exprocurador reclamar que las defenestradas procuradoras no dieron la talla porque habían sido nombradas por el dedito de la Ministra de Justicia, sin haber ganado concurso alguno, cuando él mismo, y todos sus sucesores igualmente mediáticos, también figurettis y también marketeros de su carrera abogadil -con defensas y asesorías privadas- con el “título” de “ex procurador anticorrupción”, bajo cuyo paraguas opinan, denuestan, pontifican y determinan lo que está más allá del bien y del mal, quienes son los buenos (ellos) y quienes los malos (los otros).
Dos son los temas que enfrenta la problemática de los procuradores públicos: (i) muchos creen que son “autoridades públicas”, como los jueces y fiscales (que sí hacen carrera pública, ingresan por concurso público y tienen un nombramiento de la nación), cuando no son más que funcionarios públicos son nombrados para la defensa judicial del Estado, cualquiera sea su materia (civil, penal, administrativo, arbitral, etc.); y, (ii) ser designados, todos ellos, a dedo, sin concurso de méritos, muchas veces donde los patas llaman a sus patas, o sus socios, como en el caso del candoroso exprocurador. Entonces se presenta una contradicción: exigen públicamente que los altos cargos del Estado sean provistos por concurso, pero ellos entran por la puerta falsa. El doble estándar o la doble moral.
Así como hay un exfiscal superior que habla como bueno marketeándose como exfiscal supremo, cuando jamás recibió tal título del Consejo Nacional de la Magistratura al reprobar su examen de conocimientos, hay una magistrada que pasa por severa y carcelera que jamás ha logrado aprobar un examen de ascenso; así también hay funcionarios públicos que sin mérito alguno que acceden a cargos sensibles para los cuales ni están preparados, ni dan la talla suficiente. Por eso suplen sus falencias con el escandalete público, con conferencias de prensa, con la alimentación mediática, con el denuesto hacia sus ex jefes. Dime de que te jactas en público y te diré de qué careces.
Mucho habrá de costarle a la Ministra de Justicia la irreversible decisión que ha tomado. Pero no debe olvidar que élla misma causó esta situación al nombrar sin concurso a quien evidentemente no era leal, permitiendo que se nombre a otros procuradores(as) sin concurso de méritos y, quizás por ello mismo, sin merecerlo y sin las cualidades necesarias para esos puestos públicos tan sensibles.