EL (PELIGROSO) JUEGO DE LAS CHAPADITAS

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Cuenta Sábato, en su magnífico testimonio “Nunca más” que un buen día la arbitraria represión argentina se llevó sin ton ni son al menor de los hijos de un importante fiscal del régimen, tan solo ser activista social en su parroquia.  El padre, convencido del error y sin hacer parte de los horrores del régimen al cual servía, empezó a indagar y a reclamar. Hasta que un buen día también fue desaparecido.  El yerno, joven oficial de la armada, también empezó a hacer preguntas a sus superiores, señalando el grave error que se había cometido con un importante fiscal del régimen y su cuñado menor, tan solo vinculado a la labor social de la iglesia de su barrio. Trató de llegar a las más altas instancias de sus superiores -siendo él parte de las fuerzas armadas que gobernaban-, hasta ser considerado como peligro potencial y también fue desaparecido.  Finalmente, la hija del fiscal –sin padre, ni marido- y su madre –sin esposo, ni hijo, ni yerno- escaparon a España, donde rindieron su testimonio a la Comisión Sábato y rehicieron lo que quedó de sus vidas.

El problema con la barbarie es que se vuelve contra quien la crea.  Así ha sido la penosa historia de la humanidad, como la Revolución Francesa que empezó haciendo rodar las cabezas de sus reyes y terminó viendo rodar las de los más enfebrecidos revolucionarios.  O el Khmer Rouge de Camboya, o con el propio Sendero Luminoso.

AQL BLOG EL JUEGO DE LAS CHAhora que alguien muy sagaz ha tratado de poner en marcha la despreciable campaña “chapa a tu choro y déjalo paralítico”, a fin que la sociedad ponga en marcha mecanismos de autotutela para ejercer la justicia por mano propia, la Ley de Talión, subrayando la deficiencia del Estado la seguridad ciudadana, la situación se puede complicar muchísimo y, aunque no se den cuenta, los propios autores de esta efectista campaña, o sus amigos, o sus familiares, podrían terminar siendo licuados por la misma.  A ello, otro sagaz comunicador ha pergeñado una variante: “chapa tu juez y déjalo paralítico”, con el afán de resaltar la clamorosa deficiencia de la administración de justicia.  Y un preclaro congresista ha tenido expresiones de similar calibre.

El problema es que puede cundir el brillante ejemplo y hacerse viral: “chapa a tu periodista y dejalo paralítico”, “chapa a un político y déjalo paralítico”, “chapa a tu opositor político y déjalo paralítico”, “chapa a tu indeseable vecino y déjalo paralítico”, “chapa a tu enemigo profesional y déjalo paralítico”, “chapa a tu competencia y déjalo paralítico”, “chapa a un ministro y déjalo paralítico”; hasta llegar al paroxismo: “chapa a un congresista y déjalo paralítico…”.

AQL BLOG EL JUEGO DE LAS CH 1La historia de la justicia habla justamente de la superación del rencor, de la venganza y de la autodefensa como mecanismos incivilizados de solución  de las injustidias que siempre ha presentado la sociedad.  Los libros están llenos de ejemplos en sentido contrario, y se habla de la administración de justicia (y del sistema de justicia en general) precisamente como una superación de la autotutela y la defensa violenta por mano propia.

Hace algunos siglos El Conde de la Cañada dijo: “Los hombres, que en su estado primitivo natural no reconocían superior que los defendiese de insultos, opresiones y violencias, estaban por consiguiente autorizados para hacerlo por sí propios: la experiencia les hizo entender los graves daños a los que conducían estos medios, pues o no podían defenderse por sí mismos, o excediendo los justos límites para conservarse, excitaban turbaciones a que eran consiguientes mayores desavenencias, injurias y muertes; y consultando otros medios que mejorasen la  seguridad de sus personas sin los riesgos anteriormente indicados, acordaron unirse en sociedades y confiar su defensa y la de todos sus derechos a una persona que mirándolos con imparcialidad les distribuyese sus derechos y les conservase en paz y en justicia”.

Gonzáles Pérez acotó:”Sólo impidiendo el ejercicio de la fuerza privada como modo de satisfacer las pretensiones y el reconocimiento de los derechos podrá asegurarse el imperio de la justicia. De un caos en el que prevalecía la ley del más fuerte se pasó a un orden jurídico en el que prevalece el criterio de un sujeto imparcial, sustituyéndose la acción directa frente al adversario por la acción dirigida al Estado…”

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