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Ahora que todos hablan de Historia de un oso

Ok. Ahora que Historia de un oso ganó el Oscar a mejor cortometraje veo el link por todos lados. No se puede negar que tiene sus méritos y que por su historia tan cercana a lo que hemos vivido en el gobierno de FUJIMORI (sí, amigo que vas a votar por Keiko, algo así se vivió con FUJIMORI. Te doy un dato: 5 de abril. Googléalo. Gracias!), nos conmueve.
Pero Sanjay´s Super Team tiene sus méritos. Me gusta tanto o más que Historia de un oso. Bueno, me inclino por las historias íntimas y si involucran padres e hijos construyendo algo juntos (una identidad o un vínculo por ejemplo), mejor.
Lástima que no he encontrado el link y que Pixar no quiera soltar el corto. Ojalá alguien… bueno ustedes ya saben.

Las sufragistas y una ruta personal del feminismo 1

Este no es un spoiler tan grave.

Mientras que al inicio de Las sufragistas se nos anuncia que veremos la historia de la lucha de un grupo de mujeres por la igualdad; al finalizar se consigna una lista del año y los países en los que se permitió el acceso al voto a las mujeres. El último dato es que en el 2015, en Arabia Saudita, se promete que en algún momento ellas conseguirán ese derecho.

Entonces pareciera que la lucha no ha acabado. Ni siquiera en relación a un aspecto tan esencial como es la concepción de la igualdad ante la ley. Quizá sea por eso que al finalizar unos tibios aplausos se escucharon en la función a la que asistí.

Pero como espectador la película no me convence. Y al salir, me preguntaba si es que por ser hombre había perdido algo. Así que antes que me lancen piedras, lean lo siguiente.

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El Clan

Hace unos meses, cuando escribía sobre Maldita Ternura, señalé que plantear que una novela se basa en una historia real me parecía un truco bastante sencillo para enganchar al autor. Con El Clan esta idea se refuerza pero he aquí que hay que hacer una salvedad. Una cosa es enganchar y otra cosa es redondear una buena historia. El Clan lo logra y déjame contarte el porqué.

La primera vez que vi el tráiler de El Clan, saqué mi celular y googleé (¡!) la película lo cual me llevó a la historia detrás de la historia. Así que, si he de ser sincero, debo confesar que me engancharon desde el saque anunciándome el relato de una familia completa de secuestradores.  Además, ese segmento del viejo Arquímedes compartiendo momentos (Kodak) de familia y llevando el plato de comida a su víctima es una joya porque apunta a borrar los límites entre lo insano y lo cotidiano.

Y quiero hacer una pausa aquí porque hasta este punto no he dicho algo que pueda arruinar la película a quien quiera verla después de leer esta reseña (¿?). Y aunque me he propuesto esbozar un análisis de la película que me exime de spoilear , es indudable que algo debo revelar. Así que cuidado y asume la responsabilidad de ello.

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El Principito (o ser duro con lo tierno)

Pueden estar seguros e ir a ver El Principito porque existen altas posibilidades que al salir digan que la película es bonita. Y quizás digan esto porque es casi un pecado criticar con dureza algo que esté vinculado a esta obra de Saint-Exupéry. Aun cuando lo merezca. Pero para saber si valió la pena o no, vayan con un niño. Yo fui con mi hijo y aunque por momentos la vio de pie –de lo emocionado que andaba- dudo que la vaya a recordar así como lo hace con Intensamente o con las Guerras de la Galaxias.

Así que diré que es una aceptable película para niños. Mientras que por mi parte diré que la he visto y que quizá me pase como a Ignacio, es decir que no la pediría de vuelta.

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Dos besos (un regreso fallido)

Algo pasó mientras veía Dos besos, la última película de Pancho Lombardi. En varios momentos la gente estallaba de risa. Era una carcajada ridícula y no de comedia. Creo que la gente se reía de lo que estaba viendo. A mí me llamó la atención, así como me sorprendió que detrás una pareja se afanara por descubrir errores de continuidad o en que distrito se filmaron las escenas. Creo que todos estaban algo aburridos en la sala.

Dos besos es un claro ejemplo de lo que pasa en una película cuando escoges un mal guion. ¿Cómo reconocer un mal guion? Pues cuando a mitad de la película todo se vuelve predecible. Los personajes no cambian, se mantienen iguales hasta el final: Max es un miserable profesor de literatura (mira sale PUCP!, esa es la de Lima) doblemente castrado: por su esposa y por su estudiante. En ese pobre espacio que el guion le da lo único medianamente avezado que hace es intentar besar a su estudiante (con pésimos resultados) y lanzar una copa de vino a la pared (harto predecible). Paola es una productora sin escrúpulos, acartonada y quizá algo escaldada (muy particular su forma de caminar que seguro responde a una indicación del director que me imagino sería algo así como: “ella está por encima de todo”), constantemente reduce todo su quehacer a juegos de poder y el único momento donde no sabe que hacer, no dice nada (la escena del cafecito en el óvalo Gutierrez). Por último Nancy es una joven aficionada a la actuación, con deseos de superación pero exceso de inocencia. Y es precisamente eso lo que exuda en cada palabra, en cada gesto, hasta caer en el encasillamiento.

Lejos estamos de lo mejor de Lombardi e insisto. Todo pasa por el guion.

Porque cuando se hizo de buenas historias como en La ciudad y los perros o Cuentos inmorales, otro fue el cantar.

 

Little boy o dos lógicas que se (des)encuentran

Voy a recomendar ver Little Boy no por ser una película imprescindible ni porque tenga una historia inolvidable ni por grandes actuaciones. Voy a recomendarla porque plantea una interesante desencuentro entre el mundo infantil y el adulto, lo explota como historia y lo sugiere como un excelente tema para conversarlo después de la función.

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Creo que habría que empezar advirtiendo que Little Boy es una película que está hecha para emocionar: apela a un personaje como Pepper Flint (Little Boy) que puede arrancar más de un: “Ohhh, que lindo!” por la inocencia que contrasta con lo visión excesivamente (¿?) realista que muestran el resto de personajes. Además la fragilidad física y emocional que aparenta invita a una empatía masiva.

Pero no nos quedemos con la primera impresión porque, lo que es yo, noto dos momentos en la historia que están para decirnos que esta no es una simple película para llorar. Si quieres saber cuáles son, lanzo la advertencia de spoiler

SPOILER

La escena en la que el niño, convencido que tiene poderes como los de un superhéroe de la trama, cree poder mover una botella con el pensamiento e intenta hacerlo delante del párroco de la ciudad; permite abordar el tema (y dar una maravillosa definición) de la fe. A partir de ahí hay todo un cuestionamiento sobre ésta tanto desde una dimensión teológica como desde una perspectiva más alejada de los discursos religiosos.

La otra, es el sueño del niño. En sus más profundos deseos por recuperar a su padre, la historia juega con Little boy como niño y como la bomba que atómica que destruyó Hiroshima. El deseo por salvar a un hombre pero que termina con la muerte de miles de otros hombres, es presentada a través de un sueño en donde se observa cuerpos reducidos a cenizas. Díganme si esto no es algo truculento.

FIN DEL SPOILER

Insisto hay que ver Little boy porque creo que el contraste entre el mundo infantil y el adulto es presentado aquí de una forma interesante. Hay que bancarse algunos lugares comunes como la relación entre Pepper y Hashimoto que no hace más que recordarnos el concepto psicoanalítico del narcisismo de las pequeñas diferencias o el ya clásico final feliz por obligación.