Una excelente entrega del Psicólogo de la Política
Gianna
Daniel Eskibel
La palabra parece ser casi la célula básica de la política. El
ladrillo fundamental con el cual se construye el mensaje. Porque el
mundo de la política gira en torno a la palabra como nuestro
planeta alrededor del sol.
Pasa revista al universo político y verás la palabra por todas
partes.
En las reuniones. En los actos públicos. En los títulos del
periódico. En las noticias del telediario. En la rueda de prensa.
En los folletos y octavillas. En el coche parlante. En el cartel en
la vía pública. En la hoja de votación. En la página web. En el
discurso del candidato.
¡Qué digo! En todas partes.
La palabra omnipresente.
Siempre.
Pero hay un detalle que muchos políticos olvidan.
Un detalle simple pero relevante.
¿Cual es?
Que el silencio es la mejor compañía para la palabra.
Sí, el silencio.
Lo digo de nuevo: el silencio es la mejor compañía para la palabra.
No podemos perder de vista que la palabra política cobra sentido
cuando es capaz de transportar una idea y hacerla germinar en el
cerebro de quien escucha.
Sin esa germinación en cabeza ajena…pues la palabra se vuelve
puro ruido. Sonido tonto, irrelevante, que se agota en sí mismo.
Como el gato que persigue su propia cola sin alcanzarla jamás.
Palabra tras palabra sin sentido hasta el infinito.
Y ahí es donde juega el silencio.
¿Para qué hacer silencio?
Para que la idea que queremos transmitir se deposite suavemente en
el cerebro de quien escucha. Para que fermente. Para que se
instale. Para que germine.
Si la palabra se encadena con otra y otra y otra y otra más hasta
el infinito, pues el cerebro de quien escucha no tiene espacio para
recibir ninguna idea. Queda encerrado, bloqueado por un muro de
palabras.
¿Qué necesita el cerebro del que escucha?
Un silencio, aunque sea breve, para recibir palabras y traducirlas
en ideas.
Una pausa en la ametralladora verbal para dejar que una idea anide
dentro suyo.
Por eso el silencio es casi una virtud.
Recuérdalo cuando prepares un mensaje. No se trata solo de
palabras, con toda la importancia que tienen.
Se trata, también, de silencios.
Shhhh. Silencio.