La afinidad entre visiones políticas es hereditaria, según un estudio
Las neuronas del cerebro de liberales y de conservadores reaccionan de forma diferente ante decisiones difíciles, según un estudio publicado en la revista británica Nature Neuroscience.
12 Sep 2007 | AFP
Desde que Aristóteles afirmara que el ser humano es un animal político por naturaleza, decenas de estudios establecieron una fuerte relación entre persuasión política y ciertos aspectos de la personalidad de los individuos.
Los conservadores tienden a buscar orden y estructura en sus vidas y son más coherentes a la hora de tomar decisiones. Los liberales, por el contrario, muestran una mayor tolerancia hacia la ambigüedad y la complejidad, y se adaptan más fácilmente a circunstancias inesperadas, indicó el estudio, divulgado el domingo.
La afinidad entre visiones políticas y “estilos cognitivos” también es hereditaria, agregó la investigación.
Intrigado por estas correlaciones, el politólogo de la Universidad de Nueva York David Amodio y varios colegas decidieron determinar si los cerebros de liberales y conservadores reaccionaban de forma diferente a los mismos estímulos. A un grupo de 43 personas se le solicitó realizar una serie de pruebas informáticas diseñadas para evaluar su respuesta ante pautas ideadas para romper una rutina bien establecida.
“La gente suele regresar a casa desde el trabajo por el mismo camino, un día tras otro, hasta que eso se vuelve un hábito y no requiere pensar mucho”, explicó Amodio. “Pero ocasionalmente la calle está en obras, o quizás un animal la está cruzando, y uno tiene que romper una respuesta habitual para hacerse cargo de la nueva información”.
Usando electroencefalogramas, que miden impulsos neuronales, los investigadores examinaron la actividad en una parte del cerebro -la corteza cingulada anterior- que está fuertemente vinculada al proceso de autorregulación del control del conflicto.
Quienes se habían autodenominado liberales mostraron “significativamente mayor actividad neuronal relacionada con el manejo del conflicto” cuando la hipotética situación instaba a un cambio de rutina. Los conservadores, sin embargo, eran menos flexibles, y se negaban a cambiar viejos hábitos “a pesar de señales de que éstos (…) debían cambiarse”.
Si esto es bueno o malo depende obviamente de la perspectiva de cada uno: uno puede interpretar los resultados diciendo que los liberales tienen una mente abierta y que los conservadores son rígidos y tercos. O uno puede concluir igualmente que los liberales no tienen personalidad ni defienden sus ideas, mientras que los conservadores son leales e inquebrantables.
¿Qué está primero: el modelo de actividad neuronal que cada uno tiene o la orientación política? Amodio es renuente a dar una respuesta definitiva. “Los mecanismos neuronales para el control de los conflictos se forman tempranamente en la infancia”, y probablemente se originan en parte de la herencia genética de los individuos, dijo. “Pero aunque proporcionan un modelo para orientaciones más liberales o más conservadoras, los genes están determinados sustancialmente por el ambiente que rodea al individuo a lo largo de su desarrollo”, advirtió.