Eduardo Bonomi es un político uruguayo, ex ministro de Trabajo y Seguridad Social y actual Ministro del Interior de Uruguay.
Bonomi ingresó al Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros (MLN-T) en 1970. Estuvo en la semiclandestinidad entre enero y junio de 1972, cuando pasó totalmente a la clandestinidad. Fue apresado el 21 de julio de 1972. Estuvo seis meses preso en el Batallón de Infantería N° 13; luego fue trasladado al Penal de Libertad. En 1975 fue trasladado en tres oportunidades para ser interrogado en el departamento de Colonia y regresó al mismo Penal hasta 1985, cuando fue liberado gracias a la ley N° 15.737 del 8 de marzo de 1985, que decretó la amnistía de todos los delitos políticos, comunes y militares conexos con éstos, cometidos a partir del 1º de enero de 1962.Comparto con Uds. este articulo,antes de la Victoria de Pepe Mujica,pues su analisi es orientador
Gianna
Hablar del destino de la izquierda, hoy y siempre, es hablar del destino nacional. Por eso voy a tratar de ser muy cuidadoso en mis reflexiones. No voy a discurrir sobre si hay una o varias izquierdas. Voy a partir de la base de que lo que se trata es de unir todas las fuerzas posibles a favor de un proyecto de país apoyado en un programa popular, democrático y socializante.
Está de moda, por parte de la derecha, poner en duda la existencia de la izquierda y la derecha: apuntan a esconderse en un limbo de supuestas buenas intenciones que está más allá del bien y del mal. Parecería que basta con proclamar que uno está ubicado en él para que se derrumben todas las diferencias que han habido, siguen y seguirán habiendo.
Yo escribo desde esa intención de izquierda, claramente de izquierda, que se apoya en la necesidad de distribuir de forma más justa y solidaria y, sobre todo, desde el concepto que sostiene que la distribución empieza, antes que nada, en la forma de producir las riquezas.
Esa intención, sin embargo, se apoya en un respaldo social que da razón y sentido a la lucha. Esa razón no surge de las intenciones de trabajar para los otros, sino de ubicar, trabajar y desarrollar las fuerzas sociales del cambio: no hay cambio independientemente de las fuerzas sociales que lo producen… Y uno no puede trabajar para esas fuerzas sociales, sino que trabaja desde, con, esas fuerzas sociales. No trabaja desde afuera, para, sino que trabaja desde adentro, con…
Esto es obvio y evidente, ni habría que estar subrayándolo. Lo estamos haciendo porque, evidentemente, se han confundido las palabras, el lenguaje o las intenciones. Quién quiere darle una intención científica al lenguaje de divulgación, poético las más de las veces, tendría que, para ser realmente científico, saber la diferencia o, si la sabe, no confundir al lector atribuyéndole a las palabras otra intención que las que realmente tienen. Porque las palabras, a menudo, saben exactamente lo que pasa.
Hotel Octubre
Hechas esas aclaraciones déjenme contarles que, en 1990, visité lo que iba quedando de la vieja URSS, como parte de una delegación del FA. Nos alojaron en el hotel Octubre: un hotel de lujo, en el que uno entraba y se encontraba con una gran escalera de mármol, ancha y lujosa, que tenía al centro una, también de lujo, estatua de Lenin. En ese hotel se alojaba a los comunistas o invitados que viajaban a la URSS, y muchas veces se los trataba de acuerdo al status de su origen. Costaba encontrar en él, al menos en 1990, al espíritu del comunismo… Posteriormente, viajamos a Leningrado, antigua y nueva San Petersburgo, ahí visite el Smolny, viejo cuartel general de la revolución de octubre del 17 –antiguo colegio de señoritas de la vieja sociedad zarista-. Me mostraron los dormitorios de Lenin y Trotski. Llamaba la atención lo espartano de los dos ambientes: una cama en cada uno, una silla y una mesa, un teléfono y una máquina de escribir, una morita arriba de la silla y nada más. También llamaba la atención el contraste entre esos dos ambientes y el hotel Octubre. Lenin y Trotski, obviamente, habían querido escapar del lujo zarista y, en épocas de desarrollo de la revolución, lo habían tratado de reconstruir en aquel hotel.
La diferencia entre uno y otro marcaba la diferencia entre la burocracia y la revolución. Y uno, en el marco de aquella visita, podía concluir que la burocracia había matado la revolución, y algo peor había liquidado a la burocracia. De hecho, no más de seis meses después, desapareció la URSS y fue sustituida por una organización de estados independientes: la CEI…
Un paréntesis salarial
El referente del Comité Central, encargado de nosotros en aquella visita, nos decía en la tranquilidad de la noche de un viaje en tren a San Petersburgo, que era un profesional que podía ganar mucho más dinero en su carrera que en la política. La pregunta clavada, y la hicimos, era ¿por qué, entonces, estaba en la política? La respuesta que, ingenuamente, esperábamos los tres visitantes –Luís Senatore, Germán Gil y yo-, era porque la conciencia… y todo lo que podía venir después. Por supuesto que no vino nada de lo que esperábamos. La respuesta fue: Porque en la carrera diplomática tengo ventajas que no tendría en mi carrera profesional. Cuando uno vive en el exterior y, después vuelve a su país, se puede traer todo lo que compró en el exterior. Y eso es impagable…
Evidentemente, la revolución se había muerto, y la vieja burocracia también. Ya había sustituido otra burocracia que ya se había transformado en burguesía dominante.
Traigo a colación estas anécdotas porque cuando se habla de la política salarial del MPP se la transforma y se la desvirtúa. El MPP, apelando a una profunda convicción ética, fijó una política salarial para los compañeros que ejercen cargos políticos –repito: po-lí-ti-cos-; los cargos técnicos, los técnicos que dejan trabajos privados o públicos, con sueldos del mercado, cobran lo qué tienen que cobrar, lo que el Estado paga comúnmente. Pero, para que la burocracia no mate los cambios, los compañeros que ejercen cargos políticos tienen un tope, que les permita vivir tranquilamente, y que, sobre todo, no transforme la política en una carrera más.
Las internas
¿A cuenta de qué viene todo esto en una nota que se escribe en el marco de las elecciones internas de los partidos políticos? Viene a cuenta, en realidad, porque yo me alarmo cuando, atrás de conceptos que parecen diferentes, se esconde el espíritu burocrático y dogmático de los que se quieren erigir en los dueños de la izquierda, y la explican, sin saber interpretarla, de acuerdo a la supervivencia del pensamiento hegemónico.
En todos lados se cuecen habas, de eso no pueden quedar dudas, pero cuando el pensamiento hegemónico predomina sobre todo lo demás, uno tiene derecho a alarmarse.
La unidad de la izquierda empezó a construirse cuando se llegó a comprender que podían, y debían, convivir distintas organizaciones en un Frente, coalición y movimiento, que llegó a tener un valor que superaba la existencia de las organizaciones que le dieron origen. El candidato, en ese Frente, se ponía por arriba de las organizaciones, o trataba de hacerlo al menos, y el predominio de los partidos o movimientos se produjo en el intento, con mayor o menor éxito, de controlar la organización: nadie es inocente en ese sentido. Por eso, afirmar que, a pesar de la fuerza que tenía una determinada organización, no se pretendió nunca tener el candidato propio no quiere decir nada. Porque el FA no se manejaba así. Cuando apareció el primer candidato partidizado, Tabaré Vázquez, tenía más fuerza el carácter de su figura pública que la pertenencia a un partido: la inmensa mayoría ignoraba que pertenecía al PS… Pero ese paso quebró algo en el Frente: lo llevó a tener en cuenta la eficacia del candidato más que su independencia, y, a su vez, llevó a quien vaya a ser candidato común a ponerse por encima de sus orígenes y transformarse en el candidato de todos.
Cuando el Espacio 609 proclamó a José Mujica como precandidato del FA lo hizo, fundamentalmente, porque tenía la percepción de que su potencia estaba mucho más allá de su pertenencia al espacio partidario. Ese hecho parece estar avalado por las encuestas pasadas y recientes, y nadie duda que va a estar respaldado por la más cierta de las encuestas: la que se va a producir el 28 de junio. Si eso fuera así, y se llegara a confirmar por los hechos, el FA va a necesitar la mayor unidad para triunfar en octubre ¿Quién lo puede dudar?
Si eso no fuera así, el FA también va a necesitar la mayor unidad para triunfar en octubre: ¿Quién lo puede dudar?
Si el que sale segundo o tercero, ni importa quién sea, se pone la pelota abajo del brazo, dice no juego más y se va de la cancha, el FA pierde en octubre, y el que se fue será el gran responsable de la derrota… Si la campaña se hace con esa amenaza abajo del brazo, o con un talante parecido a ese, el que lo haga se está transformando, por anticipado, en el malo de la película, y en lugar de disparar sobre el florista, se va a empezar a disparar sobre el dueño de la pelota.
El Frente va a ganar en octubre y va a seguir gobernando en marzo del año que viene, no con el equipo del candidato triunfante, sino con el equipo de todos, va a mantener y consolidar lo realizado, va a seguir avanzando con las realizaciones que todavía no se pudieron concretar y va a mantener a Uruguay en la senda del crecimiento y la integración. Así que soltá la pelota, cantate una que sepamos todos y juga tranquilo. Mete fútbol -que meter huevo lo único que hace es calentar rivales y siempre termina en líos- que en octubre ganamos en primera vuelta.
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