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02/06/09: Tipos de poder

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Continuamos con el tema del Poder…

Uno de los sistemas de clasificación más utilizados es el de Weber (1947). Para Weber existen tres clases de autoridad: Autoridad tradicional, carismática y racional-legal. La autoridad racional-legal se basa en la idea de que quienes están en posiciones más altas tienen derecho para ejercer poder sobre los que se encuentran debajo. La autoridad carismática se basa en las características personales de un individuo. La autoridad tradicional sucede cuando, en la organización, está presente una figura dominante, como el fundador; se origina en un sistema ancestral de creencias, es el caso de los individuos que acceden al poder debido a que proceden de familias importantes. Weber creía que sólo en el occidente moderno se había desarrollado la autoridad racional-legal y que únicamente en este tipo de autoridad podía existir la burocracia moderna en su pleno desarrollo. El resto del mundo tendía hacia sistemas carismáticos y tradicional.
Erich Fromm, (1982) habla de una autoridad racional y la inhibitoria. La autoridad racional representa la condición necesaria para ayudar a la persona sometida a la autoridad, como la relación que existe entre el maestro y el alumno. La autoridad inhibitoria, en cambio, constituye la condición de su explotación; tal es el caso de la relación entre el amo y el esclavo. En la primera, la relación tiende a disolverse y la distancia entre ambos es cada vez menor; en la segunda, la relación o se mantiene o se fortalece y la distancia entre las dos personas se hace, con el tiempo, cada vez mayor. Fromm también menciona que la autoridad, muchas veces, se manifiesta de manera anónima, casi invisible: se disfraza de sentido común, ciencia, salud síquica, normalidad, opinión pública. No emplea, aparentemente, ninguna presión, sino una tenue persuasión: ésta es su bebida favorita, por ejemplo.
Testa (OPS, 1986) establece el poder en tres dimensiones: poder político, poder técnico y poder administrativo. Por su parte, Maurice Marsal (p. 43, 1971) reconoce los siguientes pares de autoridad: colectiva e interindividual, impersonal y personal, oficial y oficiosa, tutelar y funcional, bruta y racional, absoluta y relativa.
V. Disposición al mando y a la obediencia
Nietzche se preguntaba:
¿Qué es lo que induce a los seres vivos a obedecer y mandar, y a que obedezcan incluso cuando mandan? ….. Siempre que he visto un ser vivo he encontrado voluntad de poder; hasta en la voluntad del siervo encontré voluntad de ser señor. Al más débil le induce su voluntad a servir al más fuerte, porque esa voluntad quiere dominar lo que es más débil aún: se trata de un placer del que no quiere privarse ( Friedrich, Nietzche, p. 106, 2000)
Para el análisis de los mecanismos de sumisión y dominación, nos basaremos en el libro El miedo a la libertad de Erich Fromm (1982). El autor es el representante del psicoanálisis de Freud; pero, considera los factores sociales, los valores y las normas éticas en el estudio de la personalidad total. E. Fromm plantea que la forma más nítida de los mecanismos de sumisión y dominación pueden observarse en los impulsos sádicos y masoquistas. Para algunos estudiosos del tema, el deseo de dominar a los demás parecía natural y, en muchos casos, bueno. Hobbes, por ejemplo, veía como inclinación general de la humanidad la existencia de un perpetuo e incesante deseo de poder que desaparece solamente con la muerte. Maurice Marsal (1971) cuenta la siguiente anécdota: “¿Qué sabes hacer?”, preguntan a Diógenes, apresado y vendido por unos piratas. “Mandar a hombres”, responde; y añade, dirigiéndose a su interlocutor: “Pregunta si hay aquí alguien que desee comprar un dueño”.
El primero que estudió los impulsos sádicos y masoquistas fue Freud. El consideraba que los impulsos sádicos y masoquistas existirán siempre juntos, a pesar de su aparente contradicción. A principio, Freud planteó la hipótesis de que el sadomasoquismo es fundamentalmente un fenómeno sexual; posteriormente, la modificó en el sentido de que el sadomasoquismo se trata de un fenómeno ajeno a la sexualidad, ya que el factor sexual es resultado de la fusión del instinto de muerte con la libido.
E. Fromm se pregunta: ¿cuál es la raíz común de las tendencias masoquistas y de las sádicas? Inmediatamente se plantea la hipótesis: tanto los impulsos masoquistas como los sádicos tienden a ayudar al individuo a evadirse de su insoportable sensación de soledad e impotencia. Ambos impulsos, el masoquismo y el sadismo coexisten, se encuentran siempre mezclados, de tal manera que, en muchos casos, resulta difícil determinar qué aspecto del mismo se halla en función en un momento dado. En ambos existe la hostilidad, la destructividad; sin embargo, en el sadismo, la hostilidad es, por lo general, más consciente y se expresa de una manera más directa; en cambio, en el masoquismo es, muchas veces, inconsciente y se expresa de manera indirecta. Lo dicho anteriormente, no significa la identificación del sadismo con la destructividad, a pesar de que se encuentra mezclado con ella. Un individuo es destructivo cuando pretende destruir al objeto, librarse de él; mientras el sádico quiere dominarlo, no destruirlo. Aunque habrá casos en que el sádico pretende destruir. Es más, el sadismo puede aparecer, en algunos casos, sin carácter destructivo, más bien amigable. Este sadismo amigable muchas veces es confundido con el amor (quien te ama, te hará sufrir) Al respecto, debemos decir que no hay que confundir poder con violencia; aunque la violencia es una característica de aquél, no todo poder es violento. En los animales, por ejemplo, el alfa puede tener el deseo de atacar a un inferior, un beta, que le ha ofendido; si este último ofrece gestos de sumisión propios de la especie, el alfa se ve obligado a perdonarle. Estos gestos de inhibición son muy parecidos a un código de moral (Sagan y Druyan) En los humanos, con características sadomasoquistas, muchas veces, cuando la persona le muestra posturas y gestos de sumisión, más crueles son los ataques contra ella. Para el sadomasoquista, el “enemigo” se transforma en lo inhumano.
Lo dicho hasta aquí puede interpretarse que el sadismo es idéntico al apetito de poder. Quien piense de esa manera, estaría cometiendo un error; sin embargo, a pesar de que no es posible hacer idénticos a ambos, sí es posible afirmar que la voluntad de poder es la expresión más significativa del sadismo. Esta voluntad de poder no tiene su fundamento en la fuerza del individuo sino en la debilidad; debilidad expresada en la incapacidad del individuo de experimentar la vida de una manera espontánea y amable. El individuo con carácter sadomasoquista presenta una fuerte tendencia al autoritarismo: ….. la persona sadomasoquista se caracteriza siempre por su peculiar actitud hacia la autoridad. La admira y tiende a someterse a ella, pero al mismo tiempo desea ser ella misma una autoridad y poder someter a los demás (Fromm, Erich, p. 188, 1982)
Es la actitud hacia el poder la característica principal de la persona autoritaria; por eso, los individuos e instituciones que carecen de él merecen su desprecio:
La sola presencia de personas indefensas hace que en él surja el impulso de atacarlas, dominarlas y humillarlas. Mientras otro tipo de carácter se sentiría espantado frente a la mera idea de atacar a un individuo indefenso, el carácter autoritario se siente tanto más impulsado a hacerlo, cuanto más débil es la otra persona (Fromm, E., p. 193)
El autoritarismo se vale de muchos disfraces para ocultar sus impulsos destructivos hacia los otros: amor, deber, igualdad, conciencia, patriotismo, unidad, dignidad y muchos otros medios. A aquellos que, en nombre de la igualdad y la justicia, buscan venganza y destrucción, Nietzsche les dirige el siguiente mensaje:
Predicadores de la igualdad, lo que os hace pedir a gritos igualdad no es más que el delirio tiránico de vuestra impotencia; y, de esta forma, vuestra tiránica concupiscencia se disfraza de virtud. Vanidad amargada y envidia reprimida –vanidad y envidia que quizá heredasteis de vuestros padres- surgen en vosotros como llamas y quimeras de venganza… Yo os aconsejo, amigos míos, que desconfíes de quienes se sienten tan inclinados a castigar. Son gente de mal corazón y de mala ralea, a sus ojos se asoman el verdugo y el sabueso. Desconfiad de los que se pasan toda la vida hablando de su justicia. No es sólo miel lo que falta en sus palmas; y, si se consideran los “buenos y justos”, no olvidéis que, para ser fariseos, únicamente les falta el poder (Nietzsche, Friedrich, 2000, pp.92-93)
A veces, la persona autoritaria se revela contra un grupo de autoridades y, al mismo tiempo, someterse a otras autoridades a las que considera que pueden satisfacerle sus anhelos masoquistas. En todos los casos, la actitud destructiva de este tipo de personas representa el mecanismo de huida de un insoportable sentimiento de impotencia que experimenta cuando se compara con otros individuos y, por eso, quiere eliminarlas, destruirlas. Es más, esta condición de impotencia que siente frente a otras personas, va acompañada, también, de angustia y frustración de la vida, situación que impide el pleno desarrollo de sus potencialidades, la seguridad interior y la espontaneidad. Fromm establece una relación entre el impulso de la vida y el de destrucción; éstos no son mutuamente independientes, sino que son inversamente proporcionales: cuanto más plenamente se realiza la vida, tanto menor es la fuerza de la destructividad. Esta es producto de la vida no vivida.
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01/06/09: La naturaleza del poder

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La Politica y el Poder estan intimamente ligados ,es interesante pues analizar el poder y sus origenes ,aqui comparto con Uds. algunos alcances
Gianna

Las manifestaciones del poder se encuentran en el reino animal. Es conocido que muchos animales orinan en ciertas áreas para demarcar su territorio y otros, como las ratas, que orinan sobre los cuerpos de sus parejas, posiblemente, como una señal que indique que es parte de su propiedad. Los procesos de sumisión se manifiestan por medio de convenciones hereditarias y, en la disputa por el poder, en muy raras ocasiones, se llega a la agresión real. A menudo – plantean Carl Sagan y Ann Druyan – podemos observar en el comportamiento del animal una ambivalencia, una tensión entre inhibición y desinhibición del mecanismo agresivo (Sagan y Druyan, 1993, p. 187-188). La agresividad, como una de las manifestaciones del poder en los humanos y en los animales, la naturaleza la utiliza como una estrategia de supervivencia:
En las acciones de la Naturaleza-dijo Marco Aurelio-, no se encuentra mal alguno.” Los animales no son agresivos porque sean salvajes, bestias o malvados –esas palabras explican muy poco-, sino porque ese comportamiento proporciona alimento y defensa contra los depredadores, porque espacia la población y evita el hacinamiento y porque tiene un valor de adaptación. La agresión es una estrategia de supervivencia que ha evolucionado para servir a la vida. Coexiste, especialmente en los primates, con la compasión, el altruismo, el heroísmo y el tierno y sacrificado amor hacia las crías. También éstas son estrategias de supervivencia. Eliminar la agresión sería una tontería, aparte de un objetivo inalcanzable: es un elemento demasiado profundo de nosotros mismos. El proceso evolutivo ha actuado para alcanzar el nivel de agresión correcto –ni demasiado, ni demasiado poco- con los inhibidores y desinhibidotes adecuados. Procedemos de una mezcla turbulenta de inclinaciones contradictorias. No debería sorprendernos que en nuestra sicología y nuestra política prevaleciera una tensión de elementos opuestos semejante (Sagan y Druyan, p. 196)
La geometría más observada de una jerarquía de dominación, tanto en los animales como en los humanos, es la lineal o en línea recta. Las jerarquía lineales son más visibles en las grandes corporaciones. En los animales, este tipo de jerarquía se puede observar con más facilidad entre las aves de corral y en algunos animales, como los mamíferos, es parte importante de la vida social masculina. En los grupos humanos y animales está presente este tipo re relación: el gerente delega en los gerentes medios, éstos en los jefes de divisiones y así sucesivamente. Igual sucede con los animales: hay unos que mandan, son los animales alfa y otros que obedecen, que están más abajo y que no tiene a quien mandar, son los omega. Es muy raro observar que un macho comience siendo un alfa, sino que debe ganarse el ascenso a través de la conducta de dominación, tiene que ganarse los galones. Los animales y los humanos que forman parte de una jerarquía lineal deben saber dominar a los que están abajo y someterse a los que están arriba. En ellos coexisten dos fuerzas opuestas: la tendencia a la dominación y la tendencia a la sumisión. En algunos animales, la hembra puede saber quién es el macho sin conocerlo de antemano:
Sin preguntar nada sobre su educación , familia, perspectivas financieras o sus buenas intenciones, todas las hembras desearon ansiosamente tener relaciones sexuales con el macho dominante. ¿Cómo pudieron enterarse las hembras? La respuesta, al parecer, es que podían oler la dominación. Existe literalmente una química entre los hámster: el olor del poder. Los machos dominantes emanan un cierto efluvio, una feromona que no tienen los machos subordinados…..El ex secretario de Estado de los Estado Unidos, Henry Kissinger, no famoso precisamente por su aspecto, explicaba la atracción que una bella actriz sentía por él diciendo: “El poder es el mayor afrodisíaco.” (Sagan y Druyan, p.207)
Para unos, el poder en sí mismo no es bueno ni malo, depende del uso que se haga de él. Para Nietzsche, por ejemplo, el poder es bueno en sí mismo:
¿Qué es bueno? Todo lo que aumenta en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo.
¿Qué es malo? Todo aquello en lo que se origina la debilidad.
¿Qué es la felicidad? El sentimiento de que el poder crece, de que se vence una resistencia.
No sosiego, sino más poder; no paz por encima de todo, sino guerra; no virtud, sino habilidad (virtud al estilo del Renacimiento, virtú, virtud sin moralina).
Los débiles y fracasados deben perecer: primera tesis de nuestro amor a los hombres. Y además hay que ayudarles a ello ( Nietzsche, Friedrich, 1999, p. 21).
<> En términos similares se expresa Maquiavelo sobre el uso de la crueldad, como método de obtener el poder del estado y mantenerlo:
Creo que depende del bueno o malo uso que se hace de la crueldad. Llamaría bien empleada a las crueldades (si a lo malo se le puede llamar bueno) cuando se aplican de una sola vez por absoluta necesidad de asegurarse, y cuando no se insiste en ellas, sino, por el contrario, se trata de que las primeras se vuelvan todo lo beneficiosas posible para los súbditos. Mal empleadas son las que, aunque poco graves al principio, con el tiempo antes crecen que se extinguen (Maquiavelo, Nicolás, p.40, 1999)
<> Gorki, sin embargo, afirmaba que el poder es dañino para la persona. No hay peor veneno que el poder, decía. Albert Einstein odiaba el autoritarismo a tal grado que, a la edad de quince años, abandonó la escuela para reunirse con su familia en Italia, por considerarla autoritaria. Después que Einstein ganara el premio nobel de Física en 1921, dijo lo siguiente: Para castigar mi desdén por la autoridad, el destino me convirtió en una autoridad (citado por Thorpe, Scout, en Cómo pensar como Einstein, 2001, p. 17)
A pesar que muchos afirman que ha habido algunos avances en la eliminación de las relaciones asimétricas entre los individuos y entre las naciones, todavía se observa que la existencia del dominio del macho alfa y la sumisión de los omegas es un fenómeno muy presente en nuestras sociedades, con matices muy diferentes.
Traslademos, ahora, nuestra observación a los hombres y dejemos en paz a los animales, al menos por un momento. Digo por un momento, porque, cuando se establecen las diferencias entre los seres humanos y el reino animal, una diferencia que se supone que existe es la religión. Se piensa que sólo el hombre tiene religión. Un examen más profundo de las relaciones de dominio y sumisión entre los animales alfa y los omega puede conducirnos a pensar que, quizás, una predisposición religiosa generalizada sea una característica presente también en los animales.
Hemos visto que la autoridad no es una característica exclusiva de los humanos y que tiene condicionamientos y raíces biológicas que pertenecen tanto a los humanos como a los animales; es decir, instintos que pueden ser sociales, sexuales, agresivos, etc. Antes de continuar, recordemos algunos conceptos de poder.
Emile Littré (1863-1873) definía el poder como la capacidad de hacerse obedecer; así se le entiende, por lo general. En teoría así es; pero, ello supone identificar el estudio de la autoridad con el de la sicología del jefe y, en este sentido, tendríamos que entrar a estudiar la literatura sobre lo que es el jefe, situación que no contribuiría mucho a esclarecer las ideas sobre el poder, puesto que la literatura existente sobre la concepción del jefe frecuentemente lo describe no como es, sino más bien cómo el autor piensa que debe ser. Si aceptamos que el poder es una característica inherente al jefe, podríamos caer en engaños: para explicar el sueño producido por el opio hay que analizar la acción de los alcaloides sobre las células nerviosas y no invocar “la virtud somnífera” del opio, que es precisamente el problema y no su solución. (Marsal, Maurice, p. 13, 1971)
< La autoridad de un individuo puede compararse a los conceptos de derecha e izquierda. ¿A qué lado del camino está situada la universidad, a la derecha o a la izquierda? Es imposible dar una respuesta de forma inmediata. Si uno camina del puente hacia el volcán, la universidad estará al lado izquierdo y si, por el contrario, camina del volcán hacia el puente, estará a la derecha. El poder es un concepto que adquiere sentido únicamente al indicar las condiciones en que se desarrollan las relaciones. Un estudio, entonces, de la naturaleza del poder resulta ser más significativo si se realiza, no basado en los atributos de un jefe, sino más bien en una relación que se establece entre él y otros individuos o entre individuos y él. Por otra parte, el poder supone, por lo menos, dos personas. La autoridad de A no existe sino hasta que aparece B, y algo más, que es muy importante: y precisamente porque se trata de B y no de otra persona, de C, por ejemplo.
Los conceptos poder y autoridad son empleados, en muchas ocasiones, como sinónimos. En Administración, se establecen diferencias entre ambos términos. Para Robbins (1987), la autoridad es un derecho cuya legitimidad se basa en la posición de figura de autoridad en la organización. La autoridad forma parte del puesto. El poder, por otra parte, se refiere a la capacidad de un individuo para influenciar decisiones (Robbins, Stephen P. p. 214). En este sentido, la autoridad es una dimensión del poder. Si bien es cierto que un individuo, haciendo uso de su autoridad en una organización que le confiere una posición legítima, puede ejercer influencia en las decisiones, no es necesario que posea autoridad para ejercer influencia. Muchas secretarias ejecutivas tienen bastante poder, a pesar de que tienen poca o ninguna autoridad.
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