19/06/09: La Mujer Participa Más En Política, Pero Reproduce Conductas Y Estereotipos Masculinos

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En esta década las mujeres han conseguido la participación política en los asuntos del gobierno, pero se han topado con estructuras de poder sin modificar, dice la investigadora Ivonne Farah, directora del Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA).
A continuacion publicamos un entrevista al respecto

P. ¿Cuáles son los avances que han registrado las mujeres en la era 2000 en cuanto a presencia política, participación política y actuación dentro del Estado?
R. Creo que ha habido saltos interesantes desde el 2000. No hubo una presencia diferente a la del pasado, pero sí una presencia más organizada. Uno puede ver organizaciones de mujeres y presencia de mujeres en organizaciones mixtas, sobre todo de carácter clasista y campesino indígena.
En estos últimos años, como nunca, hay mujeres participando en política y entrando en ciertas estructuras de gobierno y del Estado, aunque ya con la Ley de Participación Popular de 1994 se inició este proceso. Sin embargo esta participación masiva de mujeres en la política no se da tras de sus objetivos específicos, sino reivindicando objetivos más bien de carácter nacional y socioeconómicos en general. Eso en sí no es malo, al contrario, es positivo que las mujeres entren al circuito de la arena política, se tocan temas más globales de lo que eran antes.
Hay cierta dificultad para que las reivindicaciones por aspectos objetivos de la gran política se vinculen con sus propias aspiraciones como género. La otra dificultad tiene que ver con un discurso con fuerte énfasis en objetivos de carácter más indígena y de reconocimiento de derechos culturales.
En muchos casos si se mira detrás de estos cuerpos étnicos o indígenas, como sistema de valores o patrones de comportamiento, se observa una cierta naturalización de los roles domésticos de las mujeres en el marco de los estereotipos femeninos. Ésa es otra contradicción, más mujeres participando en la política, pero en el marco de un discurso que las sigue mirando como responsables exclusivas de ciertas tareas familiares y domésticas que les insume un tiempo grande y les impide mayor participación plena en la vida política, social en general y económica.
P. ¿En términos generales, eso es un retroceso?
R. No creo que sea retroceso en sí mismo. Lo veo como contradicción o tensión propia de las características del proceso que estamos viviendo pero que nos pone frente a un desafío por asumir. Vengo de una reunión de UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer), estaba la Viceministra de Género y había dirigentes mujeres que ya planteaban en sus términos este conflicto, pero son todavía lunares dentro de las masas de mujeres de las organizaciones sociales.
P. ¿Qué hay sobre ese planteamiento de que las mujeres podían darle una cualidad distinta al ejercicio de la política dentro del Estado?
R. Eso tiene que ver con el feminismo de la diferencia y que reivindicaba una política de la identidad, donde se decía que la igualdad sólo podía lograrse a partir de reconocer las diferencias corporales, físicas, sexuales entre hombres y mujeres; las mujeres eran más aptas para desarrollar actividades diferentes a las de los hombres pero igualmente valiosas, eso daba lugar a un reconocimiento de ambos como iguales, pero al mismo tiempo a la configuración de miradas sobre el mundo diferente… Es a partir de esa postura, digamos, radical de este feminismo de la diferencia o de identidad, que se plantearon estas ideas de que desde el ser mujer se podía tener una mirada distinta de lo que es ser el poder.
P. ¿Qué han mostrado los hechos?
R. Algunos hechos muestran que, llegadas a las estructuras de poder, las mujeres no han mostrado conductas diferenciadas. Al contrario, si bien se pueden contar con los dedos, en algunos casos son exacerbadas (en ellas) ciertas prácticas que se han criticado del ejercicio político de los hombres. Eso igual tiene que ver con un problema de género en mi criterio porque, como las mujeres siempre han sido vistas como ineptas para ejercer poder, cuando llegan a esas estructuras hacen esfuerzos mayores que los hombres por mostrar que son capaces de ejercer. En esa medida, dentro de estructuras de poder que están instaladas y que tienen una serie de patrones, institucionales y culturales, específicos sin modificar, su conducta es igual que la de los varones en este proceso.
P. ¿Cuánto se ha avanzado respecto del empoderamiento de las mujeres?
R. Entiendo eso como la adquisición de una serie de capacidades. En este caso concreto no hay manera de incorporar esas capacidades de ejercicio del poder, sino es cuando se lo ejerce. Esa participación a nivel municipal, departamental o nacional ha ido generando cierto tipo de capacidades en las mujeres, por ejemplo, en relación al lenguaje, en la posibilidad de verbalizar mejor una serie de demandas, ya no sólo de género. Pero se notan las desventajas entre hombres y mujeres en sentido de que las opresiones de las que han sido objeto en lo previo, le han dificultado el acceso a la escuela, a medios, a información. A pesar de todo hay avances

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