El siguiente articulo pertenece al Dr. Daniel Esquivel,importante especialista en psicologia politica
Si te gusta el cine, “Perdidos en Tokio” es una buena opción. Losprotagonistas, un hombre y una mujer, son norteamericanos que pordistintas razones coinciden en la inmensa Tokio.
Todo para ellos es un verdadero laberinto: el paisaje interminablede calles y avenidas que se cruzan y entrecruzan hasta el infinito,la multitud humana que va y viene en oleadas, la incesante red de
carteles publicitarios parpadeando en la noche, los vericuetos deun idioma insondable y de una cultura desconocida…
Están cómodamente alojados en un buen hotel, pero están perdidos enTokio. Y necesitan puntos de referencia para orientarse en sutránsito por aquel laberinto.
Pues bien: el votante que aún no sabe a qué candidato votar es como estos extranjeros desorientados y perplejos.
No sabe a dónde ir. No sabe cómo llegar. No encuentra el camino. Nosabe qué decisiones tomar. Está perdido, extraviado.
Si mira hacia afuera, percibe cómodamente la ciudad donde vive.Pero si mira hacia adentro, su decisión de voto no acierta elcamino dentro del laberinto de su cerebro.
Ese es el tema central: el cerebro del votante es un laberinto. Unlaberinto donde se interna el propio votante con la tarea deencontrar la salida, la única salida: decidir a quién vota y aquién no vota.
Millones y millones de neuronas interconectadas entre sí eintercambiando mensajes. Una red compleja, y decididamente extraña.Maravillosamente extraña, por cierto. Un laberinto.
Todos los candidatos tratan de colocar allí sus mensajes másconvincentes. Para que el votante los encuentre y, además, seapropie de ellos, los asuma, los integre a su propia vida.Claro, también está el Minotauro.
¿Recuerdas el antiguo mito? En algún lugar del laberinto hay unmonstruo que devora a los extraviados. El poderoso Minotauro.
Solo uno lo derrota. Uno solo. Y con un arma sencilla para noextraviarse: un largo carretel de hilo que va desenvolviendo amedida que avanza. Siguiendo el hilo se orienta, sabe por dónde ha
pasado antes y puede reconocer los nuevos caminos. Siguiendo elhilo ensaya varios caminos hasta finalmente hallar la salida.
Es el hilo de Ariadna.
¿Cuales son las víctimas del Minotauro dentro del cerebro delvotante? Los mensajes políticos. Cuando el Minotauro destruye y
devora todos los mensajes políticos menos uno, entonces el votanteencuentra la salida y decide su voto.
La mayoría de las campañas electorales son tan frágiles en suconcepto que su mensaje es fácil presa del monstruo. Solo unas pocas, muy pocas, le dan al votante el hilo de Ariadna para queencuentre la salida del laberinto.
En realidad, no es un problema de recursos económicos. Es unproblema de planificación estratégica. Y de conocimiento del campode batalla electoral, que no es otro que el cerebro humano.
Daniel Eskibel