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Innovación y fracaso: Cirque du Soleil, Gastón Acurio y La Moradita de Inca Kola
¿Confiarías en un emprendedor que ha quebrado seis veces? ¿Seguirías insistiendo después de haber fallado 903 veces? ¿Seguirías votando por un político que ha perdido seis elecciones? ¿Mantendrías como general de tu ejército a uno que ha perdido seis batallas de nueve? ¿Le darías otra oportunidad a quien fue despedido de la empresa que fundó? ¿Seguirías haciendo prototipos luego de 47 estrelladas?
La lista de fracasos -mas no de fracasados- que he mencionado líneas arriba, la comienza Walt Disney, sigue Thomas Edison y la completan en este orden: Abraham Lincoln, George Washington, Steve Jobs y los hermanos Wrigth. Sorprendente pero cierto. Todos los mencionados fracasaron varias veces antes de innovar, volar, liberar un país de la esclavitud, mejorar la conectividad en el mundo por medio de la aviación, cambiar la calidad de vida de las personas y crear la más fantástica empresa para llenar de imaginación e ilusión a los niños y adultos del mundo.
Nadie en su sano juicio es capaz de discutir los extraordinarios méritos y logros del Cirque du Soleil. Es considerado un ejemplo de innovación y creatividad. Convertido en famoso caso de estudio por Rene Mauborgne y Cham Kim en su libro Océano azul, explican la transformación que esta empresa generó en la industria del circo reconfigurando un sector en decadencia a través de una nueva propuesta de valor. Ésta retaba los supuestos competitivos clásicos, al eliminar actividades que generaban costo o no eran tan relevantes para los espectadores y, al mismo tiempo, haciendo gala de una creatividad sin igual; sus eventos despertaban en los asistentes un conjunto fuerte de emociones, como admiración, alegría, asombro, gozo, etc.
La historia que comenzó en 1984, convenciendo al alcalde de Quebec para realizar una actuación en un evento público, tiene al 2013 un total de 19 shows en simultáneo y emplea a más de 4,000 colaboradores. Sus espectáculos han sido vistos en los cinco continentes y en más de 271 ciudades y los shows permanentes que tienen en Las Vegas atraen cada noche a más de 9,000 personas.
Entre los principales éxitos podemos destacar los siguientes espectáculos:
• Mystere, Show residente en el Treasure Island Hotel & Casino de Las Vegas (1993)
• Alegria, show itinerante (1994)
• Quidam, show itinerante (1996)
• O, show residente en el Bellagio de Las Vegas (1998)
• La nouba, show residente en Disneytown en Orlando (1998)
• Dralion, show itinerante (1999)
• Zummanity, Show residente en el New York New York Hotel en las Vegas (2003)
• Ka, show residente en el MGM de las Vegas (2005)
• The Beatles Love, show residente en El Mirage de las Vegas (2006)
Se nota una constante innovación. Ante la contundencia de sus éxitos y su perfecta trayectoria, decidieron nuevamente innovar disruptivamente y transformar la industria del espectáculo en Broadway como lo habían hecho con la industria del circo y, por lo tanto, lanzaron un show llamado Banana Shpeel.
Según el artículo “How Cirque Slipped on ‘Shpeel’” del NY Times, se suponía que sería otro hito en su exitosa trayectoria. Esta iniciativa juntaría lo mejor de lo mejor: el prestigio del Cirque du Soleil y su poderosa marca con un presupuesto de 20 millones de dólares, y la dirección del proyecto a cargo de un reconocido director que había triunfado en Broadway. Se tenía todo para ganar. Sin embargo, el resultado fue muy distinto al esperado. El show no funcionó. Al poco tiempo de su lanzamiento, y ante las críticas negativas y la poca audiencia, tuvieron que clausurarlo siendo un fracaso. Se han analizado las causas de esta debacle, y entre ellas se consideró que las expectativas del público ante un show del Cirque du Soleil no era ver un espectáculo musical y cómico tipo Broadway; por lo que se produjo una disociación y de ahí el rechazo.
A pesar de lo sucedido, ellos no se han quedado enganchados. Esta innovadora organización ha seguido realizando nuevas producciones. Grandes empresas hacen grandes apuestas. Acertarán más que fallarán. Con los aciertos se preparan para seguir innovando. Con los fracasos también, pero de una forma distinta: aprendiendo.
Tenemos dos casos locales muy interesantes. Aún son recientes pero también paradigmáticos en esta línea de razonamiento. El primero es la apertura del Restaurante de Gastón Acurio en Nueva York. Pocos peruanos han hecho tanto de verdad por nuestro país. Con innovadores modelos de negocio, innovaciones en producto y procesos, así como con una mentalidad abierta, inclusiva y solidaria. Su éxito y prestigio es indiscutible, su rol de embajador no oficial pero real, es impresionante. La internacionalización de la comida peruana tendrá un antes y un después de Acurio. Con incursiones exitosas de algunas de sus marcas de restaurantes en Santiago, San Francisco y Madrid, asumió el reto de conquistar Nueva York con La Mar. La historia no fue del todo bien. La crítica de Peter Wells señaló claramente algunas deficiencias, y luego de algún tiempo el restaurante cerró para reubicarse. Sin embargo, Gastón Acurio no se ha detenido en sus proyectos. Al año siguiente abrió un Tanta en Chicago y la crítica ha sido muy favorable y ha sido elegido el tercer restaurante del año en esa ciudad. Quizá lo más interesante de esta historia sea lo que el mismo Acurio revela en una entrevista. Van aprendiendo a través de un proceso de prueba y error.
Inca Kola es una marca legendaria en el Perú, es una de las pocas gaseosas que le ha ganado a Coca-Cola. Con el lanzamiento de La Moradita asumió el riesgo de innovar. Para un detenido análisis de este suceso revisa el excelente artículo “La Moradita de Inca Kola: ¿Se les hará el milagro?” de Semana Económica. No tenemos los resultados para evaluar objetivamente si fue un éxito o fracaso. Sin embargo ha habido muchas y fuertes críticas en las redes sociales, muchas de ellas con interesantes puntos de vista. En mi opinión, a Inca Kola le ha pasado algo parecido que al Cirque du Soleil con Banana Shpeel. Hay marcas tan asociadas a un concepto que es difícil que entre en ese espacio otro concepto.
Como habrás visto, el recorrido de este blog nos lleva a una única, pero importante conclusión: innovar es asumir el riesgo del fracaso. Lo importante cuando éste suceda es no perder la perspectiva. Lo malo no es fracasar, sino quedarte enganchado y no levantarte con más experiencia por no decir más sabiduría, palabra que me gusta más aunque suene pomposa.
Para terminar te recomiendo que veas especialmente la primera parte de este sugerente discurso de J.K. Rawling, la autora de Harry Potter, en la ceremonia de graduación de los alumnos de Harvard: JK Rowling: The fringe benefits of failure.
Lo interesante del video son los temas que trata: Fracaso e imaginación. Conceptos y temas muy relevantes para innovar estratégicamente.
En: semanaeconomica