La maldición del Sha de Persia

Alireza (segundo, izq.) junto a sus hermanos. | farahpahlavi.org

Alireza (segundo, izq.) junto a sus hermanos. | farahpahlavi.org

  • Su primera boda fue con Fawzia de Egipto, conocida como ‘la Venus de Asia’
  • El Sha repudió a su segunda esposa por estéril
  • Murió un año después de exiliarse de Irán, a consecuencia de un cáncer
  • Su hija pequeña fue hallada muerta en un hotel por una sobredosis
  • Ali Reza, el menor de los varones, se suicidó el pasado martes en Boston

La historia de la familia Reza Pahlevi podría titularse ‘lujo y lágrimas’. Los lujos de quien fue el último emperador de Irán, Mohammad Reza Pahlevi, las lágrimas de un hombre que tuvo que salir de su país en enero de 1979 tras el triunfo de la Revolución Islámica.

El lujo de quienes tenían importantes negocios en el extranjero, contactos al más alto nivel de EEUU y una relación inmejorable con la mayoría de las casas reales europeas. Las lágrimas de quienes arrastraron su casa por varios países como Marruecos, Bahamas, México, Estados Unidos, Panamá y finalmente Egipto, donde se instalaron durante un tiempo.

El lujo de quienes disponían de millones de dólares en bancos suizos que, según denunciaron en su momento, fueron desviados de los recursos iraníes. Las lágrimas de quienes tuvieron que enterrar al cabeza de familia, un año después del exilio, tras una larga y penosa enfermedad.

La reina Fawzia de Egipto.

La reina Fawzia de Egipto.

Mohammad Reza Pahlevi murió de cáncer el 27 de julio de 1980 en El Cairo. No sería el primero de la saga que sufriría un dramático final pese alos esfuerzos de su esposa, Farah Diba, por mantenerse fuerte y conservar a la familia unida.

Sin embargo, la maldición del último Sha de Persia pudo empezar años antes. Mohammad se casó tres veces. La primera boda fue con la princesa Fawzia de Egipto, una de las mujeres más guapas del momento (la revista ‘Life’ la llamó la ‘Venus de Asia’) y con la que tuvo una hija.

Se trató de un matrimonio de conveniencia que nunca satisfizo a Fawzia, acostumbrada a otro tipo de corte, mucho más europea que la iraní. De hecho, ni siquiera hablaba persa y se comunicaba con su marido en francés.

Soraya, 'la princesa de los ojos tristes'.

Soraya, ‘la princesa de los ojos tristes’.

Quizá por eso, nueve años después de desposarla, el sha de Persia se divorció y Fawzia volvió a Egipto. En 1951, Mohammad se casaba con Soraya Esfandiary, hija de un diplomático iraní y una alemana. El matrimonio no duró mucho porque Soraya era estéril y el pueblo de Irán, más bien el sha, quería un heredero.

La joven tenía 16 años cuando conoció a quien iba a cambiar su destino. El Sha de Persia, 32. Cuentan que la que iba a ser la nueva reina de Irán se enamoró al instante de Mohammed. Sin embargo, Soraya se ganaría el apodo de ‘la princesa de los ojos tristes’ porque siete años después era repudiada por su marido por estéril.

Esfandiary volvió a Europa con un profundo dolor en su alma y con una historia que contar que acabó convirtiéndose en unas exitosas memorias: ‘El Palacio de las Soledades’.

Farah Diba o la sonrisa del Sha

El Sha de Persia, junto a Farah Diba y tres de sus hijos, durante su coronación. | Afp

El Sha de Persia, junto a Farah Diba y tres de sus hijos, durante su coronación. | Afp

Era el turno para la tercera esposa, la elegantísima Farah Diba, que llegaba a palacio sólo un año después de la marcha de Soraya. Farah cumplió el deseo del sha: tener un heredero.

Su primer hijo, Reza Pahlevi nació en 1960, devolviendo la tranquilidad a la corte iraní y la sonrisa al Sha. Después de él, llegaron al mundo la princesa Farahnaz Pahlevi, en 1963; el príncipe Ali Reza Pahlevi, en 1966; y la pequeña princesa Leila, en 1970.

El triunfo de la Revolución Islámica terminó con la felicidad de la familia en Irán. El exilio, según han explicado diversos miembros de la realeza persa, acabó trastornando, sobre todo, a los más pequeños.

Leila y Alireza Pahlevi.

Leila y Alireza Pahlevi.

De hecho, después de la muerte del Sha de Persia, Farah trató de mantener el espíritu de su casta y los llevó a todos a EEUU, donde los hijos crecieron con la cabeza en una elite cultural y económica pero el corazón en la imagen de un país que se iba desvaneciendo, y alejando, cada día; para acabar asentándose en París, donde la emperatriz había estudiado de joven.

En su querido París, Farah recibió la noticia más dolorosa de su vida, hasta el pasado martes. El 10 de junio de 2001, su hija pequeña, su Leila,aparecía muerta en la habitación de un lujoso hotel de Londres por una sobredosis de somníferos.

La familia asegura que ninguno superó el exilio

Su madre, en un comunicado, aseguró que Leila estaba muy deprimida y que nunca superó ni el exilio ni la muerte de su padre, “con el que tenía una relación muy cercana”. Farah aseguró en aquél momento que su hija “nunca pudo superar la injusticia del exilio ni la situación en la que vivía Irán”.

No fue la única en sufrir esa presión. Diez años después de su entierro en París, el pasado martes 4 de enero, el cabeza de familia Reza Pahlevi anunciaba el suicidio de su hermano menor, Ali Reza, en su casa de Boston.

Su hermano aseguraba en el comunicado que “como millones de jóvenes iraníes, estaba profundamente dolido con todo lo que estaba ocurriendo en su país, además de la muerte de un padre y de una hermana”.

Otro capítulo más de la maldición del Sha con todos sus ingredientes: Ali Reza llevaba años luchando contra una depresión que le marcó su salida de Irán y murió sin poder pisar de nuevo su país y con la impotencia de superar un destino que creyeron injusto.

Farah Diba, en una de las entrevista que dio con motivo de la presentación de su libro ‘Memorias’, aseguró que fue peor perder a su hija que ver morir a su marido: “Fue muy injusto cómo trataron al Rey pero siempre he pensado que pudo vivir su destino. Pero en el caso de mi hija no. Su juventud fue destruida por la revolución“. Ahora ya tiene otro dolor más que unir a su lista.

En: elmundo.es

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