Cuando lleguemos a Marte…
Leo las noticias y artículos relacionados con esta odisea espacial llamada “viaje a Marte” e imagino como será el día que se concrete la llegada de la raza humana a este planeta. No suena descabellado desde se ha podido enviar rovers (Spirit y Opportunity) para responder a las preguntas sobre cómo sería el planeta rojo en realidad.
Hoy, las imágenes de Marte enviadas por el Curiosity aceleran ambiciosos proyectos para el futuro próximo. Muchos de nosotros no llegaremos a verlos y si lo hacemos será en el umbral del fin de nuestras vidas. Es una oportunidad que nadie quisiera perderse pero ¿Qué consecuencias tendrá para la humanidad la colonización de un nuevo planeta?
Los primeros colonos serán enviados con ticket de ida pero no de regreso: es una sensación de vacío comparable a la inmortalidad y a la profundidad insondable de un espacio tan negro como la muerte. Sin embargo, allende lo poético del asunto, considero que el próximo descubrimiento de la humanidad será, desafortunadamente, más de lo mismo. No habrá un cambio sustancial en la naturaleza humana, seremos los mismos bajo el rótulo “one more giant leap for mankind”. Las ganancias de esta aventura se revertirán sobre quienes invirtieron en tamaña empresa, tal y como ha sido en la historia de las conquistas o colonizaciones. Lo confirma la historia universal, y además la naturaleza humana que es la réplica obstinada de nuestro pasado: Shakespeare así también lo ha demostrado.
Sol visto desde Marte
Sin nadie a quien conquistar sólo queda poblar. Marte será el símbolo de la decadencia humana en donde los multimillonarios tal vez quieran vivir alejados con su lujo, o por el contrario, donde haya trabajo masivo relacionado principalmente con la extracción de recursos: nuevos minerales, nuevas fuentes de energía o nuevas especies microbiológicas que bien podrán salvar a la humanidad o bien aniquilarla. Marte será un lugar ávido de mano de obra donde irán a parar de preferencia los pobres, los delincuentes, los aventureros o los desesperados (como “En el juego de la vida” de la sonora matancera). No habrá nadie de quien aprender.
Marte, como todo, será un cuchillo de doble filo que dependerá de quienes tengan su manejo y de quienes se alineen con ellos. Ese planeta será el símbolo de la unión y desunión planetaria. Una gran roca inerte llena de sorpresas que despertará lo más altruista y horrendo de la esencia del hombre. La avaricia, la humildad, la bondad, la belleza, la maldad se mezclarán para simplemente replicar lo que existe actualmente en la Tierra.
¿Hacia dónde vamos, dónde iremos a parar?
Somos una especie destructiva, una especie que se instala como una costra sobre cualquier superficie y que hiere, pisotea, se divide, mata y se vanagloria con logros tan vacíos como haber puesto los pies en la Luna: un hecho tan presuntuoso que permitió pasar con cierta arrogancia la guerra fría a los Estados Unidos (como respuesta a los cosmonautas lanzados por los rusos, blah, blah..había una carrera por ganar). Hoy observamos las imágenes de la Luna y es un lugar peor que los desiertos de Atacama o Sechura. ¿Quién quisiera vivir así? (a menos que le coloquen un hotel de lujo ahí arriba).
Llegar a Marte será más de lo mismo, como se dice coloquialmente en nuestras eruditas esquinas: “La misma chola con diferente calzón”. Una réplica sin final, con proyección hasta donde pueda llegar la raza humana. Eufemismo, careta. Una simple frivolidad, una roca más, una imagen, vanidad colosal que se encargará de tapar lo más oscuro y escondido de una naturaleza adrede soslayada.