Ollanta Humala ha ganado las elecciones y queda solamente la reflexión sobre este sorpresivo resultado para el Perú. Su discurso estuvo dirigido mayoritariamente a las “clases pobres y humildes”, lo que en política peruana es sinónimo de abusado, explotado e ignorado. Es cierto que aún persisten muchos conceptos de corte virreinal en nuestro inconsciente y algunos de ellos son fáciles de identificar desde que el candidato a la presidencia apeló a la reivindicación del explotado que no puede salir aún del hoyo en el que se encuentra desde hace mas de 500 años. Esa idea se centra en el inconsciente del “pueblo” de provincias e inmigrante, el cual tuvo que trabajar desde abajo para lograr, bien el éxito o bien la supervivencia.
Pero así como la idea de la reivindicación de los derechos del humilde y explotado es invocada para convencer a quienes “se encuentran abajo”, el paternalismo exacerbado es evidente cuando se busca proteger sus intereses y derechos. Esta práctica es aceptada desde siempre en el país. Entonces, se promete el bienestar y la mejora de las condiciones de vida de las clases sociales más bajas ofreciendo soluciones inmediatas y efectistas en vez de enseñar a obtenerlas por uno mismo. Una verdadera revolución que la “derecha” peruana no quería que se produzca y que tuvo la terrible estrategia de atacar dividiéndose frente a un monstruo electoral y de masas como Ollanta Humala. Candidaturas superficiales, egoístas, egocéntricas y mezquinas recibieron el karma de sus propias acciones. Ahora estan apenados, ahora llorarán sobre la leche derramada, hay desazón en el ambiente.
Las “clases altas”, los “pitucos”, “los que cholean” hoy han sido derrotados. El miedo va por el lado de la transformación de esta elección democrática en una dictadura. Los pobres, humildes, explotados e ignorados ven esta victoria con desconfianza porque tienen miedo que Ollanta Humala desconozca sus promesas de campaña electoral. El nuevo presidente deberá cumplir la mayoría de promesas que ha formulado a un electorado ávido de cambios. Personalmente, espero un cambio radical para el país en el sentido que no se siga la corriente política de Hugo Chávez sino la de Lula Da Silva. Es la oportunidad del nuevo presidente lograr el cambio necesario para crear un paradigma peruano de desarrollo que pueda ser imitado en el mundo. Recordemos que ambos candidatos tuvieron un fuerte arraigo popular pero la promesa de cambio ha sido lo que ha dado la victoria a Humala frente al continuismo representado por Keiko Fujimori.
El pueblo ha decidido el destino del país. Esperemos que el poder no maree a nuestro nuevo presidente y en caso de que ello suceda, sólo quedaría recordar ese adagio que dice: “El poder no corrompe, el poder desenmascara”.
Actualización: Comparto la mayoría de razones por las cuales Ollanta Humala ganó y añadiría: “Hizo suya la idea de cambio”. Leer más