Candidaturas que dan miedo

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Estrategias, alianzas, falacias, desconfianza y mentiras. En eso resumo las actuales candidaturas de segunda vuelta para la presidencia del Perú. El temor es obvio en muchos, ya que han quedado en contienda dos candidatos que si bien representan la mayoría poblacional, pareciera que no tienen claro un plan de trabajo técnico a favor del desarrollo del país, pues ambos contestan de forma general y errática a preguntas técnicas relacionadas con el manejo de la economía o la industria nacional. Y todo parece indicar que más que ello buscarían reivindicar planes efectistas, a un padre encarcelado o una ideología socialista.

LA MAYORÍA LOS ELIGIÓ

¿Que ahora estan allí porque la mayoría los eligió? desgraciadamente, sí. ¿Es espontánea esta simpatía hacia los candidatos?, creo que no. Estas preguntas son válidas en tanto vemos que las actuales candidaturas han sido el producto de una muy bien orquestada estrategia a largo plazo. El actual partido de gobierno dio su apoyo al fujimorismo y a Alberto Fujimori en la DINOES desde que éste regresó al Perú así como a favor de su hija, de cara a las elecciones presidenciales.

OTRA PARA GEORGE A. ROMERO

Juan Carlos Hurtado Miller, José Enrique Crousillat, el fantasma de Schutz rondando Panamericana TV y muchos otros personajes cuestionables del pasado, han regresado cual muertos vivientes desde los rincones del olvido para expiar sus penas sea bajo indultos o prescripciones de delitos. “El retorno de los muertos vivientes” sería un buen título para la candidatura de quienes acompañan a Keijo Fujimori, toda vez que no veo en ella problema alguno en su candidatura sino en la gente que la rodea. Esa pestilencia que ya cumplió su ciclo y se rehusa a tirar la toalla. Han esperado cual cocodrilos en el rio el momento justo para avalanzarse aprovechando el desconcierto reinante en un país frente a dos candidaturas de miedo. En el país ya no existen grupos afirmados políticamente, salvo el APRA y ello porque la institucionalidad de los partidos es nula desde que sólo acuden a la ciudadanía a la hora de las elecciones y después nada. No hay una cultura participativa.

“CULPABLE SOY YO”

¿Keiko es culpable de lo que hizo su padre?: creo que no. Recordemos que “la culpa de Pedro no la paga Juan”. Nosotros no tenemos la culpa si nuestros padres o abuelos mataron a alguien en el pasado. Esto queda solamente en el ámbito de la moral e interior de cada uno de nosotros.

POLITICA SIN ALMA

Así, el Perú es un país donde hacer política es fácil cuando se mantiene al pobre como pobre, se le ofrece una paupérrima educación, se le insertan contenidos basura en la cabeza a través de una pobre señal abierta de TV, o se le alegran algunos días con pan y circo con la finalidad de mantenerlo ignorante frente a lo que realmente sucede a su alrededor.

Es producto de una cultura paternalista el hecho que se ofrezcan cosas, víveres, bienes, puestos de trabajo a cambio de un voto. Muchos vociferan que la voz del pueblo es la voz de Dios. Sin embargo, quisiera recordar que esto constituye una vil falacia aplicada a nuestros tiempos. Y menciono esto porque esta frase es parte de una anacrónica visión, propia de una mentalidad medieval que no presenta siquiera atisbos de análisis en sus decisiones. Es la mayoría impuesta a lo bruto. Una piara que piensa con las vísceras y no con la cabeza y de la cual muchos se aprovechan para sus fines políticos a la hora de la campaña haciendo renacer antiguos rencores y antipatías sociales. Eso es la mayoría hoy en el Perú: una manada.

CON FUERTES POSIBILIDADES

Por otro lado, tenemos a Ollanta Humala, el contradictorio personaje que empezó su candidatura años atrás enviando “reservistas”, vestidos como soldados del ejército peruano, que cargaban pesados megáfonos en sus espaldas por los cerros y mercados de la capital tocando la marcha de la bandera y a ritmo de paso ligero.

Una posición radical y férrea contra el liberalismo económico fue su caballo de batalla. Su inflexibilidad ante los hechos propios de una sociedad moderna occidental se instalaron en las cabezas de sus seguidores haciéndoles creer que la culpa de su situación la tenían los ricos del país, de los cuales iban a rescatar a la patria, acabando de una vez por todas con el flagelo de la corrupción en los niveles más altos de la administración pública y el empresariado, ese matrimonio por conveniencia que le hace daño al país.

La imagen del autoritarismo y los usos propios del cuartel fueron sus principales atractivos en jóvenes que vieron en su hermano Antauro un caudillo del nuevo siglo. Error más grande. ¿Acabó la corrupción con sus congresistas?, no, ya que mismos miembros de su mismo partido estuvieron involucrados en actos de corrupción durante su estancia en el congreso.

¿CLASES POBRES Y OPRIMIDAS?

Las clases “pobres y oprimidas” (si supieran el dinero que manejan algunos cocaleros y comerciantes en Puno) del centro-sur del Perú apoyan a Ollanta Humala, y también los preciados petrodólares de Hugo Chávez, gobernante venezolano que bajo el llamado régimen del “Nuevo Socialismo”, mantiene a su país en una crisis sin precedentes apoyando sus proyectos expansionistas ideológicos en países como Ecuador, Argentina, Bolivia y con genuflexa figura en Brasil, amén de contar con el apoyo de los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Rusia. Cabe señalar que algunos de estos países no están bien económica ni socialmente y a cada momento les aquejan problemas internos.

TE BAJO LA LUNA, TE BAJO EL CALZÓN

Hoy Humala ha prometido de todo, ha cambiado de posición innumerables veces al punto de decolorarse desde el rojo, pasando por el rosa hasta llegar al blanco gracias a una fuerte aplicación de lejía derechista en su plan de gobierno.

Quisiera recordar que las faltas a las promesas políticas no son pasibles de responsabilidad. Lo que un candidato prometa en su campaña no puede ser reclamado luego. Un candidato puede prometer lo que quiera y sólo en su conciencia quedará la falta que haga a su palabra. Como lo deducimos de Maquiavelo, la política utiliza un código muy diferente al que utiliza el pueblo ya que lo que significa para uno no es lo mismo para el otro.

El Perú podría llegar a ser como Argentina o Bolivia, también podría caer en la impunidad de muchos delitos de cuello blanco y corrupción. ¿Quién esta detrás de sus candidaturas?, ¿hacia dónde irán dirigidos los recursos del país?, ¿a favor de un gobierno extranjero o de grupos económicos enquistados en el poder?. Eso es lo que asusta al elector que no simpatiza con ambas causas.

De ser elegido presidente, Humala tendría la opción para alejarse del catastrófico modelo “neosocialista” y adoptar el reforzamiento de un modelo nacional propio que se proyecte al mundo a través de tratados comerciales con todos los paises que pueda. Asimismo, es necesario que evalúe realizar una profunda reforma en la administración pública y en los sectores salud y educación. Alejarse de Chávez es lo que le queda a Humala para que el Perú tenga un desarrollo sotenido y sin intervenciones externas.

Ambas candidaturas asustan, y hasta quisiera criticar a PPK por lanzar su candidatura, la cual abrió más la brecha existente fragmentando más a la “derecha” peruana. Incluso llego a pensar que el gringo fue colocado para esa finalidad. Leer más