Hablando de mundos
(…) Es la transfiguración turística de la realidad exterior. Cuando estaba escribiendo el otoño del patriarca recorrí las Antillas Menores: Martinica, Guadalupe, Antigua, Barbados, Trinidad y Tobago…Me fui de isla en isla y descubrí que las islas son un mundo y los hoteles de las islas, otro muy distinto. En los hoteles toman un pedazo de la realidad exterior y lo transforman. Por ejemplo, si afuera asan la carne sobre las brasas, en el hotel el asado te lo sirven unos negros vestidos de piratas que traen una sartén enorme y que de pronto prenden fuego – ¡Fuáaaa! – una llamarada tremenda; y los gringos allí, locos de felicidad por haber conocido algo tan típico. Bueno, ese sentido de la reproducción comercial de la realidad exterior se presta a toda clase de exageraciones, y eso ahora nos conviene, porque al cine también le gusta exagerar. Claro, nunca tanto como a la realidad. (…)
Gabriel García Márquez
“Cómo se cuenta un cuento”, Pág 95.