Observaciones entre tragedias

Cuando ocurrió el terremoto del 15 de agosto de 2007 en Perú pude notar, en los días que siguieron a la tragedia, los sollozos y lágrimas de los afectados: “Lo he perdido todo”, “Que el gobierno me ayude”, “Ahora qué voy a hacer”, “No tengo plata”, “Que el gobierno reconstruya mi casa”, “el presidente, el alcalde que me ayuden”, etc. Una serie de pedidos se realizaban a terceros para que les brinden ayuda y eso está bien.

Hoy con el terremoto que se ha producido en Chile, maretazo incluído, vi en la televisión a una mujer de unos 50 años de edad aproximadamente (comparable con los afectados de Ica) que era entrevistada por los medios de comunicación. Ella estaba parada bajo el dintel de la puerta de su casa (de material noble) completamente destruída. Se le notaba triste. Y al momento de declarar no escuché ningún sollozo, súplica ni nada parecido por parte de ella. Sólo vi su fuerza para decir: “lo he perdido todo y tendré que trabajar más y empezar de nuevo ‘po”. Ni una lágrima. Ni un grito. Cero Súplicas al gobierno.

Esta es sólo una observación. Obviamente existen una serie de factores que diferencian a ambos países asi como una serie de situaciones (perdida de familiares por ejemplo). Pero las declaraciones de esta mujer chilena hicieron que pensara más en la idiosincracia de los peruanos al momento de sufrir una mala jugada del destino.

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