El 13 de abril se celebró el Día Internacional del Beso, una fecha que surgió gracias al beso más largo de la historia, que duró 46 horas 24 minutos y 9 segundos, en Bangkok – Tailandia. La proeza fue conseguida por la pareja tailandesa formada por Ekkachai y Laksana Tiranarat, quienes ganaron un anillo de diamantes y un premio de más de tres mil dólares.
En muchas ciudades diversos tipos de concursos se organizan este día, principalmente aquellos en los que los participantes deben establecer registros de besos.
El 6 de julio es el Día del Beso Robado, que se festeja en el Reino Unido y es una celebración por aparte (aunque similar) a la del Día Mundial del Beso, el 13 de abril.
La idea detrás del Día Internacional del Beso es que al parecer muchas personas han olvidado los simples placeres asociados con el beso por el beso mismo, a diferencia del besarse como mera formalidad social o como preludio de las relaciones sexuales o de otras actividades. El besarse puede ser una experiencia gozosa y placentera por sí misma. Es una expresión de la intimidad.
Algunos expertos afirman que si hay suficiente atracción entre dos personas que se besan, el cuerpo provoca procesos químicos similares a una sobredosis de anfetaminas. Por ejemplo, durante un beso intenso:
Suben los niveles de dopamina, sustancia asociada con la sensación de bienestar.
Suben los niveles de testosterona, hormona asociada al deseo sexual.
Se segrega adrenalina.
Aumenta la presión arterial.
Aumenta la frecuencia cardíaca.
Por todo esto, los especialistas piensan que en un caso extremo, de fuerte pasión y conexión, un beso podría llegar a causar un desmayo.
También ha funcionado como contrapeso a prohibiciones que existen en algunas ciudades y en algunos países que impiden que las personas se besen o incluso se abracen: por ejemplo, el caso de un profesor que fue arrestado unas horas en la ciudad de León, en el estado de Guanajuato, en México.
El Día Internacional del Beso no es aún tan comercial como el Día de San Valentín (Día del Amor y la Amistad).