EL CORONAVIRUS Y ¿EL FIN DEL CAPITALISMO?
Efraín Gonzales de Olarte
La pandemia desatada por el Covid19 es un fenómeno bio-socioeconómico que está poniendo a prueba no sólo a los países sino también al sistema capitalista. Más allá del número de infectados y muertos –que estadísticamente es bastante menor que la gripe corriente- ha generado una paranoia que depende de la incertidumbre de su evolución y de la capacidad de los países para afrontarlo. Además, pone a prueba la eficacia de la democracia, la capacidad de los gobiernos y la calidad de los estados.
China fue el primer país en afrontar el problema y, según información oficial, al parecer ha controlado su propagación. Cuál fue la fórmula: cuarentena absoluta, toque de queda y bloqueo de cualquier tipo de movilidad de las personas, que los chinos cumplieron sin chistar, por dos razones, China tiene un estado fuerte, un gobierno autocrático y una población cuya cultura cívica está forjada de manera vertical.
En las antípodas, Italia que tiene ya el mayor número de muertos, no tomó en serio los primeros casos, las medidas fueron tomadas de manera progresiva hasta el momento en que ya era un problema mayor de salud pública, entonces reaccionaron e hicieron algo parecido a China pero muy tarde, porque probablemente hubo deliberación democrática antes de tomar las medidas. Además, a diferencia de China, Italia tiene una población vieja, es decir más vulnerable.
Los Estados Unidos de Trump, casi de manera parecida a Italia, han reaccionado tarde, con cierta arrogancia y autosuficiencia, pero de pronto se han dado cuenta que el Covi19 es una amenaza a “América primero” y al comenzar a tomar medidas el impacto económico ha comenzado a percibir. La reducción de la actividad económica en los ámbitos públicos se comienza a sentir, incluso Amazon que vende por correo, está teniendo que despedir a 100mil trabajadores. La bolsa de valores de Nueva York ha tenido varios desplomes sin precedentes en los últimos días, es decir las expectativas económicas –que son en parte reales y en parte psicológicas- han comenzado a interiorizar la posibilidad de afrontar una recesión económica, justo antes de las elecciones de fin de año.
Obviamente, a los países medianos y pequeños solo nos queda imitar a China hasta donde se pueda, hasta dónde nuestros estados sean capaces y, sobre todo, hasta donde nuestra cultura y necesidades lo permitan. El mundo está paralizado y el Covi19 –fenómeno exógeno e inesperado- ha puesto a prueba el sistema capitalista, aún en China que se precia de ser socialista.
Es interesante observar varios efectos colaterales del Covi19. Por un lado, la contaminación ambiental disminuyó sensiblemente en China y, probablemente, en el mundo, dando la razón a quienes sostienen –entre ellos el Papa Francisco- que el sistema capitalista está poniendo en peligro la sostenibilidad ecológica del planeta. Mejor prueba para quienes como, el presidente Trump, niegan la relación entre el sistema económico y el cambio climático. De otro lado, está apareciendo claro que la solución a la pandemia no viene del mercado ni del sector privado sino de la cooperación y del altruismo, sino veamos como China está cooperando con Italia y otros países, cómo empleados de empresas importantes están dispuestos a reducir sus salarios, pero también las empresas están dispuestas a ganar menos para que sus trabajadores no pierdan el empleo, se ha comenzado a valorar la calidad de los sistemas de salud y sobre todo su acceso universal. También, nos damos cuenta que podríamos vivir bien sin tanto consumismo, que al final del día nos obligan los “estados de emergencia”, “las cuarentenas”, “los estados de catástrofe”. En otras palabras, el Covi19 nos interroga sobre nuestros modos de vida, nuestros estándares de consumo, pero sobre todo sobre nuestros valores éticos, dentro de los cuales el individualismo y el egoísmo resultan siendo disfuncionales.
Finalmente, lo que si queda claro es que el impacto económico y financiero ha de ser enorme, habrá muchas quiebras de empresas de todo tamaño, masas desempleadas, las personas habrán gastado sus ahorros, el turismo y todo aquellas actividades que funcionan en base al contacto de personas tendrán que replantear sus estrategias de negocio, es altamente probable también que aumente la pobreza en todos los países. El propio comercio internacional se verá restringido. Es decir, el Covi19 es un importante factor de desglobalización, que favorecerá a aquellos gobiernos que dicen “primero mi país”. El mundo no será el mismo y me pregunto si este no es el comienzo del fin del capitalismo neoliberal como lo conocemos y que tendrá que reinventarse o cambiar. Un virus más pequeño que la milésima parte de una bacteria podría cambiar el mundo que conocemos y ser mucho más efectivo que varias revoluciones. Pero, lo más preocupante: este no será el último virus. Hay que cambiar para esta preparados.
19.03.2020