EL LABORATORIO PERUANO Y LA ATOMIZACIÓN POLÍTICA:
Efraín Gonzales de Olarte
La atomización de la política en el Perú, mostrada en las elecciones congresales recientes, con 21 organizaciones políticas compitiendo por 130 curules en el congreso, es un hecho digno de la mayor atención y preocupación, por sus repercusiones sobre la gobernabilidad y sobre el desarrollo del Perú.
Este proceso electoral puede ser visto como un experimento social, casi de laboratorio, que consiste en cómo elegir 130 congresistas –por un año y medio- que representen los deseos, las expectativas, las frustraciones y las esperanzas de más de 20 millones de electores. Es necesario, sin embargo, tomar en cuenta que el contexto en el cual se dieron las elecciones tenían cuatro grandes componentes que ciertamente han condicionado la votación. En primer lugar, venimos de una crisis política de representación, que concluyó en la disolución del congreso de la república, luego vivimos un período inédito de lucha contra la corrupción con fiscales que tienen investigados a los ex presidentes de la república y algunos políticos notables, en tercer lugar, la economía ha comenzado a estancarse en parte por factores externos – guerra comercial USA versus China- y por factores internos la incapacidad relativa del gobierno de ejecutar sus presupuestos de inversión, y finalmente vivimos en una atmósfera de inseguridad ciudadana y de violencia de género y delictiva inédita en el Perú. Con estos grandes problemas en mente, se inscribieron 21 organizaciones electorales de las cuales máximo tres podrían ser acreditadas como “partidos políticos”, el resto fueron organizaciones con fines electorales, sin doctrina, sin organización, sin todos aquellos atributos que se requiere para aspirar a alterar en política seria.
Normalmente, los países serios tienen sistemas bipartidistas, en algunos tienen hasta cuatro partidos o movimientos políticos que aspiran a gobernar, lo que permite proponer grandes orientaciones de política y de gobernanza. Pero tener 21 organizaciones significa que el sistema político se ha fragmentado al extremo y que las preferencias electorales ya no pasan por las grandes opciones de políticas – conservadora, liberal, social demócrata o socialista- sino por las pequeñas necesidades de la población, que en el caso peruano son muchas.
Estas elecciones experimentales nos han mostrado que la inseguridad es un gran problema, por ello la gente ha votado por la organización y por el líder que les ofrece seguridad, por aquellos que representan al peruano olvidado y discriminado que además tiene una ideología religiosa con una ética bíblica, pero también han votado por aquellos que están descontentos con las estructuras económica y políticas, que en el extremo proponen gobiernos de “mano dura”, es decir, un grupo importante de peruanos no creen en este estado y quieren uno más autoritario y recio. Pero también han votado por algunas organizaciones con cierta experiencia y con propuestas globales para gobernar el Perú. Además, estas elecciones han castigado a los políticos y sus organizaciones que hicieron del congreso una máquina favorable a la corrupción, a la política de baja ley. Esta elección ha sido, pues, un proceso de catarsis social.
En el fondo, todas las propuestas convergen en que se requiere de más estado, pero sobre todo de un estado fuerte.
Estas elecciones nos dicen, que el Perú está fragmentado al extremo y dado que nadie ha logrado una mayoría más allá del 10%, se presenta la interrogante: ¿será posible que 10 organizaciones políticas se puedan poner de acuerdo sobre una agenda común? No lo sabemos, es una situación inédita e interesante, casi de laboratorio social.
Presumo que una agenda común sería la lista de promesas de cada grupo: lucha contra la inseguridad, políticas de inclusión para los menos favorecidos sobre todo en el ámbito rural, continuidad de la lucha contra la corrupción, más y mejores políticas sociales –educación y salud- y mayor eficiencia y eficacia del estado. Es una incógnita si la necesaria reforma del sistema político y sus partidos, y los mecanismos de elección futura se podrán aprobar rápidamente con este congreso.
El gobierno del presidente Vizcarra tendrá que sintonizar con esta agenda. Sin embargo, este congreso no sólo será de un año y más, sino que además este año comienza la campaña presidencial para las elecciones generales del 2021 y hay varios nuevos congresistas que se sienten presidenciables. Esto me hace pensar que seguiremos más o menos igual, pues se cruzan demasiados escenarios y el tiempo de este congreso y del gobierno es ya corto.
Finalmente, en una situación de atomización de las representaciones políticas y con bastante improvisación, lo que va a contar es quienes son los representantes con nombre propio, de alguna manera los más votados contarán para los posibles acuerdos, más que sus plataformas. Cuando se presentan crisis en las que las instituciones dejan de funcionar, éstas son reemplazadas por lo notables, que en este caso son los más votados.
Volveré sobre el tema en un mes, cuando sepamos la composición del congreso, el gobierno haya tomado nota de los resultados y el Perú haya digerido estos resultados de laboratorio. No puedo dejar de reconocer que pese a todo el Perú está procesando sus crisis manteniendo su sistema democrático, casi un milagro.
28.01.2020