Las catastrófes naturales miden el grado de organización institucional de una sociedad. No importa que un país sea rico o pobre, si su Estado está bien organizado, las catástrofes no tendrán efectos catatróficos. Es decir, una catástrofe no es un problema natural sino un problema institucional, para los paises.
Los fenómenos naturales son, en general, previsibles y en muchos casos se puede evitar sus consecuencias funestas. Pero para ello, es necesario tener información, analizar dicha información y tener una organización capaz de ejecutar las acciones necesarias salidas del análisis de la información. Es claro que algunos fenómenos son totalmente imprevistos, pero son pocos.
El problema del Perú es que cada vez que hay una catatrofe como los terremotos o los huaicos, que son recurrentes, siempre nos agarran desprevenidos, poco equipados y débilmente organizados para actuar. La prevención se basa en información previa sobre las ocurrencias de los fenónemos naturales y, si la fuerza de la naturaleza es incontrolable, por lo menos se puede mitigar sus efectos, para ello la tecnología ha avanzado. La organización y las reglas (las instituciones) dependen de la capacidad de ponernos de acuerdo, de ejecutar los acuerdos y de disponer de los recursos mínimos. En función de ello se pueden tener equipos de gente preparada y equipos materiales para actuar en el momento oportuno.
Los sismos del sur han demostrado que hemos avanzado algo en los equipos pero poco en la organización y en la prevención.
La verdad es que si se hubiera previsto, los enormes recursos que se van a necesitar para reconstruir lo derruido, habrían sido utilizados para otros fines, ahora hay que empezar de nuevo construyendo casas, en lugar de haber construido fábricas, hoteles, etc.
Aprendamos de la experiencia.