EL SALARIO DEL MIEDO: Cuando la improvisación se hace gobierno
Efraín Gonzales de Olarte
“El salario del miedo” fue una película del francés H. Clouzot del año 1953, que trataba de un camión que transportaba una carga importante del poderoso explosivo TNT cuyo objetivo era un campo petrolero donde había un incendio. El trayecto era tortuoso y en cada bache o curva la posibilidad de que el camión estallara era bastante alta. El actor principal era el conductor del camión, que sabía que su vida dependía de su pericia y de su suerte en cada tramo de la carretera.
Creo que en el Perú estamos –mutatis mutandis– en una situación parecida, sólo que el conductor no sabe a dónde hay que dirigir el carro y, peor aún, no sabe que el país se está convirtiendo en una bomba de tiempo y que, más allá de que lo vaquen, sus balbuceos como presidente de la república están minando la economía, las instituciones del Estado, la economía de los pobres y las posibilidades de crecimiento en el futuro. Es decir, no es tanto su confuso izquierdismo y sindicalismo el que está haciendo daño al Perú, es su incapacidad de darse cuenta de que lo que hace tiene efectos negativos para los peruanos, en otras palabras, está destruyendo lo poco de bueno que tiene el Perú, no sé si por ignorancia, ceguera o maldad.
Sin embargo, no sólo es el presidente que muestra limitaciones letales, es también el Congreso y sus congresistas que están convirtiendo el parlamento en un circo donde la mediocridad y los intereses más subalternos conducen sus decisiones. Pero también los medios de opinión, cuya incapacidad de ir más allá de las noticias callejeras y de alimentar los dos polos de la mezquindad política, la ultra derecha y la izquierda desunida, juegan el papel de cronistas de una muerte anunciada.
Uno se pregunta cuál es el origen de tanta ignorancia, mediocridad e incapacidad de estos actores. La respuesta es simple: el sistema educativo. Quien formó al presidente y a la mayoría de los congresistas: la educación pública, de donde provienen los congresistas menos calificados de las universidades privadas bamba, de aquellas que venden o regalan títulos. Nos damos cuenta con espanto que mientras la educación pública y privada tenga los niveles que tiene, es imposible pedir que los que participan en política puedan tener una visión que vaya más allá de lo blanco y lo negro, más allá del comunismo arcaico y del conservadurismo fascista. Cuando se piensa así no es posible ni la democracia ni la gobernabilidad.
El miedo en el Perú se ha instalado y el gobierno, el congreso y los medios de comunicación contribuyen diariamente a generar una atmosfera de caos, cuyo objetivo parece ser la vacancia del gobierno y, como consecuencia, el cierre del Congreso. Es decir, los extremos políticos están buscando que se convoque a nuevas elecciones.
Curiosamente, los extremos se han puesto de acuerdo para endilgarle a los “caviares” la culpa de cualquier acontecimiento con el cual estén en desacuerdo. En consecuencia, finalmente los caviares aparecen siendo de centro o de centro izquierda, es decir, gracias a los extremistas de izquierda y derecha los ataques en realidad van a quienes tienen una posición de centro que le daría gobernabilidad al Perú. Hay que reconocer que los denominados caviares tienen mayores niveles educativos que los extremistas, ahí donde participan o gestionan las cosas funcionan con eficacia y apegados a ley, son personas que tienen principios morales firmes y son enemigos de la corrupción y defienden la democracia y el Estado de derecho. Son odiados porque están en las antípodas de los extremistas de izquierda y derecha. Es una pena que no haya un partido político caviar.
Como en la película “el salario del miedo” no sabemos si este gobierno es capaz de llegar a buen puerto.