RENTA, DESIGUALDAD Y CORRUPCIÓN: El país de los hermanitos y amiguitos.
Efraín Gonzales de Olarte
Una de las principales causas de la desigualdad socio-económica en el Perú es el origen rentista de más de la mitad del ingreso nacional. Reciben una renta los propietarios de tierras, minas y yacimientos de gas y petróleo, por la diferencia de sus costos (que incluye las ganancias) en relación a los precios que reciben. Por ejemplo el costo de producción de una onza de oro está alrededor de 300 dólares y el precio internacional es 1,400 dólares, la diferencia no se debe a productividad sino a lo que se denomina renta diferencial. La serie de monopolios y oligopolios en varios servicios públicos ofertados por empresas privadas también obtienen rentas, aun estando regulados. Los propietarios de edificios, departamentos, oficinas reciben también una renta inmobiliaria urbana (los alquileres), cualquiera que sea su tamaño. Territorialmente, existen una infinidad de pequeños y medianos negocios cuyos ingresos tienen un componente de renta espacial. En suma, la renta recibida se debe a la propiedad de la tierra, inmobiliaria, a la posición privilegiada en el mercado o a una localización especial. Adicionalmente, el modelo neoliberal se ha convertido también en un monopolio ideológico de cómo se debe organizar la economía y el estado.
El problema es que en general, la renta no está conectada con la productividad sino con la propiedad, en consecuencia los ingresos dependen de cuanto tiene uno y no de cuan productivo se es. Esto genera que en la distribución del ingreso los propietarios y los monopolistas reciben un ingreso, al que no pueden acceder los sectores netamente productivos como la industria en todas sus formas, ni los trabajadores. Uno estaría tentado a afirmar que la desigualdad es “estructural” en el Perú porque tenemos una economía centrada en la renta y en los rentistas. Esta es la parte económica del problema distributivo peruano.
La parte política viene cuando para mantener los derechos de propiedad, la posición monopólica y el modelo económico, los “agentes económicos” tratan de asegurar sus concesiones, sus monopolios y el modelo neoliberal, para lo cual se crean lobbies, se financian partidos políticos y candidatos y, finalmente, se corrompe funcionarios públicos y autoridades estatales, es decir todo vale con tal de mantener cierta estructura de propiedad, cierta estructura productiva y el modelo económico vigente.
Esto es lo que ha sucedido en el Perú, al parecer durante toda su historia, pero particularmente hoy, y quizás por primera vez de manera visible y documentada.
Pero lo más notable es que “gracias” a las operaciones de las empresas corruptoras brasileñas se ha develado que también grandes empresas peruanas y sus empresarios han tratado de obtener rentas de manera ilegal e inmoral a través de la corrupción y, al mismo tiempo, han infectado el modelo neoliberal, el cual además de tener la fallas de equidad y poca inclusión -salidas a luz en Chile y otros países- en el Perú está contaminado por la corrupción.
Por ello, la lucha contra la corrupción la debemos asumir como una cruzada nacional y hacer de la recuperación de la moral pública y privada las bases para mantener la democracia y corregir el modelo económico, lo que podría cambiar el curso de la historia de la corrupción. Ojalá el poder judicial llegué a emitir sentencias contra todos aquellos que se enriquecieron ilegal e inmoralmente a costa de todos los peruanos.
Lima, 22 – 11 – 2019