LA POLÍTICA AFECTA A LA ECONOMÍA Y LOS PERUANOS PERDEMOS
Efraín Gonzales de Olarte
Los comentaristas y algunos “gurúes” de la economía han pasado de afirmar que el “ruido político” afecta la inversión a que la crisis política está parando la economía. Es decir, comienzan a reconocer que la economía y la política están estrechamente ligadas. Sólo que antes “el ruido” político era un estorbo para la inversión, es decir que los políticos estaban creando una atmosfera que afectaban las “expectativas” de los inversionistas, y en consecuencia había que disciplinar o invocar a los políticos que no hagan tanto ruido.
Ahora la situación es distinta, el enfrentamiento entre ejecutivo y legislativo, la pusilanimidad del Presidente ante las bravatas de una oposición empeñada en vacarlo, pero sobre todo, la tormenta generada por la masiva corrupción desatada por las malas prácticas de Oderbrecht, que en su conjunto han convertido a la política peruana en una fuente de incertidumbre, de vergüenza y de inestabilidad. Estamos frente a una crisis política inédita y de duración indeterminada, que obviamente comienza a convertirse en una segunda fuente de freno al crecimiento económico.
Hoy, además de la clásica crisis del comercio exterior peruano debido a factores externos y exógenos, que explica la tendencia decreciente del producto bruto interno, tenemos un conjunto de señales políticas que afectan y afectarán los comportamientos económicos. Es decir, se han generado dos fuentes de recesión y estancamiento económico.
Por el lado económico, los grandes y medianos inversionistas piensan dos veces antes de emprender proyectos nuevos, dado que no se sabe si las tensiones entre el congreso y el ejecutivo pueden generar leyes controvertidas con sus intereses, o peor aún, sus contrataciones con el Estado peruanos se van a hacer más lentas debido a los temores de corrupción. En cambio los pequeños inversionistas, cuyos proyectos son en general de rápida maduración, invertirán en función de la demanda del bien o servicio que ofrezcan, pero igualmente lo harán con cautela, pero invertirán porque no tienen alternativa de hacerlo fuera del país.
Por otro lado, el estado que se ha pasmado debido al permanente entredicho entre ejecutivo y legislativo, hace inversiones con mucha menor velocidad para cumplir con todos los requisitos, para evitar que haya corrupción, además varios gobiernos regionales y locales están con procesos administrativos y con juicios por mala gestión. Es decir, tampoco el estado está en condiciones de contrarrestar los efectos de la caída externa.
En resumen, por el lado económico externo e interno todo se está parando. La política se ha finalmente reconectado con la economía, pero por el peor lado, por el lado de la creciente incapacidad del estado y del gobierno de manejar la economía con un mínimo de credibilidad. Todo ello debido a que no hay posibilidades visibles de arreglos políticos entre oficialismo y oposición, para en primer lugar darle gobernabilidad al actual gobierno y, en segundo lugar, para reordenar y disciplinar el aparato estatal en todos sus niveles. Esto no se pude hacer con un gobierno débil, petardeado por un congreso mediocre y obsesionado con no dejarlo gobernar.
La peor combinación en política es un gobierno pusilánime con un congreso con mayoría absoluta cuyo poder es utilizado para fines particulares y no para el bien común.