20/11/25: Un ornitorrinco llamado informalidad. El caso peruano

UN ORNITORRINCO LLAMADO INFORMALIDAD: 
Informalidad, productividades e ingresos en el Perú

Efraín Gonzales de Olarte[1]

La informalidad es como el ornitorrinco, se la puede reconocer fácilmente, pero describirla y analizarla es bastante peliagudo y, aún más difícil, es poderla disminuir. El ornitorrinco es un animal que tiene un pico parecido a un pato (de ahí su nombre), para reproducirse la hembra pone huevos y los recién nacidos se alimentan de la leche de su madre, un espécimen realmente ambiguo, mezcla de mamífero, ave y reptil, es decir en proceso de evolución genética. Los informales tienen cierto parecido, pues parecen estar en evolución socio-económica, pueden ser independientes o asalariados, pero no están registrados en el Estado, por voluntad o necesidad, en consecuencia, no se benefician o no se pueden beneficiar de las ventajas de la formalidad, es decir, son y no son, gracias a lo cual subsisten con bajas productividades, bajos ingresos y bajos niveles educativos en países con estados débiles y extremas desigualdades económicas, es decir, viven en una ambigüedad funcional a un capitalismo aun subdesarrollado.

Etimológicamente, informalidad significa falta de incorporación en las normas establecidas, legales, económicas o administrativas. En el Perú más del 70% de la fuerza laboral y casi el 20% de la producción es informal. Es pues un gran problema de desigualdad productiva y de empleo.

A diferencia del enfoque legalista, partimos de la idea que la informalidad se funda en las bajas productividades tanto de los productores como de los trabajadores informales. Por esta razón, para la mayor parte de ellos, los costos de su formalización son relativamente altos en relación a sus ingresos, dada su baja capitalización o sus bajas calificaciones laborales y educativas, por ello no se formalizan. Aunque hay otro grupo de informales que si tienen las productividades que les permitiría formalizarse, pero no lo hacen porque si pagan impuestos y/o seguro social, los servicios que van a recibir del Estado a cambio, no compensan los costos de la formalidad, es un simple cálculo económico sobre la calidad y acceso a los servicios del Estado.

En nuestra investigación hemos puesto a prueba la hipótesis que la informalidad depende de las productividades laborales y de los ingresos derivados de dichas productividades. Para verificarla, hemos estudiado esta relación en 101 sectores productivos provenientes de la tabla insumo-producto que elabora el INEI para el Perú el año 2018. Estos sectores van desde los diversos productores agropecuarios, pasando por las minerías, las manufacturas y los servicios, en un nivel de detalle que hasta ahora no se ha hecho en el Perú.

Los resultados han corroborado nuestra hipótesis, a mayores productividades y, en consecuencia, mejores ingresos, la informalidad es menor y viceversa. Así, los sectores con menores productividades y con alta informalidad laboral son: los pequeños productores agrícolas, los que producen artículos de cuero, los confeccionistas de ropa, los que proporcionan servicios personales y los pequeños comerciantes. En cambio, los sectores con mayores productividades y menor informalidad son: petróleo, metales, siderurgia, electricidad, establecimientos financieros, es decir sectores que tienen mayores dotaciones de capital y trabajadores con mayores niveles educativos, lo que les permite obtener mayores productividades.

Quizás ahora podemos comprender mejor la ambigüedad socioeconómica del ornitorrinco informal. Quisieran ser formales y obtener ganancias capitalistas y salarios altos, pero no pueden porque no cuentan con los requisitos para ser formales: productividades adecuadas. Para sobrevivir tienen que mantenerse en el limbo de la informalidad.

Por cierto, no hay que olvidar que los sectores productivos están localizados en distintos lugares del país. Los departamentos con mayor informalidad son; Huancavelica, Puno, Cajamarca y Ayacucho, es decir los más agropecuarios, de servicios diversos y comercio. En cambio, los de menor informalidad están en: Callao, Lima, Ica, Moquegua y Arequipa, departamentos con industria moderna, gran minería, agro-exportación y servicios, con gran intensidad de capital y altas productividades.

Mientras las productividades laborales no aumenten, la informalidad seguirá existiendo y, aun cuando se den mayores facilidades legales para la formalización, el fenómeno no tiene una base económica para aspirar a una formalización mayor. Por ello, se requieren de políticas de desarrollo sectorial/regional, y nuestro análisis en 101 sectores, con sus respectivas localizaciones, permitiría promover el incremento de las productividades a productores pequeños de la agricultura tradicional, pequeña manufactura, comercio y servicios personales, de manera más específica y localizada. Estas políticas deberían generar programas de apoyo crediticio, mejora educativa y laboral de los trabajadores, acceso a tecnologías modernas, acceso a información económica. Los principales promotores de dichas políticas deberían ser los gobiernos regionales en coordinación con el gobierno central.

Desafortunadamente estas políticas, han sido postergadas durante las últimas décadas y se insiste en la formalización legal como vía, para la formalización, la cual no ha dado resultados, como lo señalan las estadísticas.

Lima, noviembre 2025

 

[1] Resumen del documento de trabajo 546: Efraín Gonzales de Olarte “Informalidad, productividades e ingresos en el Perú: Análisis sectorial”. Departamento de Economía PUCP, 2025. https://repositorio.pucp.edu.pe/server/api/core/bitstreams/97daeab6-655e-4f2d-bf2a-0cfc48a3fd68/content

26/10/25: EL RETORNO DEL ESTADO: BIENVENIDOS AL NUEVO PARADIGMA

EL RETORNO DEL ESTADO Y EL DESPLOME DEL NEOLIBERALISMO: Bienvenidos al nuevo paradigma

Efraín Gonzales de Olarte

El país que exportaba el neoliberalismo – Estados Unidos- se está convirtiendo progresivamente en un país estatista, proteccionista y populista de extrema derecha. Sin embargo, el Estado como agente económico, imprescindible para el desarrollo, se mantuvo en aquellos países de economía mixta, como la gran parte de países europeos, en China y comenzó a volver en aquellos países del mundo que se plegaron a los dogmas neoliberales, como reacción ante sus resultados indeseados y negativos.

Las razones del fracaso neoliberal fueron varias: a. La gran recesión y la crisis financiera global de 2008, que se originó en la desregulación de los mercados financieros en Estados Unidos, que estuvo a punto de colapsar el sistema capitalista americano y el Estado tuvo que intervenir masivamente para el rescate de sus bancos. b. El incremento de las desigualdades en aquellos países donde se aplicó las recetas del Consejo de Washington, que originó secuelas de crecimiento económico favorable al capital y desfavorable al trabajo, lo que generó malestar social y presión política para una intervención redistributiva del Estado. c. La deslocalización de industrias hacia países con mano de obra más barata, generó desempleo y precariedad laboral en los países desarrollados. Que generó movimientos políticos de izquierda y derecha populista abogando por una mayor protección estatal de la industria y del empleo local y nacional. d. En varios países latinoamericanos las recetas del FMI fueron peores que la enfermedad, debido a su extremismo neoliberal, que generaron recesión y desempleo, como fue el caso de Argentina, frente a lo cual se hizo patente la necesidad de intervención estatal.

Sin embargo, a parte de estas dificultades de corte más bien económico, hay una serie de problemas que requieren o requirieron, casi de manera forzada la intervención estatal, porque los mercados por si solos no lo pueden resolver y se requiere planificación y coordinación, inclusive entre estados. Estos son:

  1. El cambio climático, que requiere de medidas dirigidas por el estado, incluso a nivel planetario, para cambiar la matriz energética, para pasar a economías descarbonizadas, lo que requiere de grades inversiones en infraestructura y en investigación que el sector privado no está dispuesto a asumir o es incapaz de hacerlo. La respuesta es subsidios a energías limpias, regulaciones verdes, y sobre todo grandes inversiones públicas.
  2. El COVID 19, puso a prueba la fortaleza del Estado en cada país, pues, los gobiernos tuvieron que organizar sistemas de salud para enfrentar la pandemia, impulsar la investigación de vacunas, proporcionar subsidios y préstamos a personas y empresas para evitar el colapso económico. Así apareció el Estado como protector de última instancia.
  3. La disrupción en las cadenas de suministro durante la pandemia mostró la vulnerabilidad de la dependencia de otros países sobre todo para bienes críticos (medicamente, vacunas, semiconductores, tierras raras), lo que ha llevado a que los gobiernos establezcan políticas de reubicación de empresas, subsidiándolas por motivos de seguridad nacional, es el caso de Estados Unidos y China.
  4. La irrupción de la revolución informática, con la inteligencia artificial, la computación cuántica, la ciberseguridad y los semiconductores, hoy hacen parte de la confrontación geopolítica. Los estados de los grandes países, China, EEUU, Alemania, Japón, etc. están invirtiendo enormes presupuestos públicos para promover I+D. Esto constituye un cambio de óptica frente al Estado “neutral” promovido por el neoliberalismo.
  5. Otro tema complejo es la necesidad de regulación de los denominados gigantes tecnológicos (varios de los cuales tienen cifras de negocio bastante mayores al PBI de países intermedios) cuyo poder de mercado es una permanente amenaza a la competencia, la privacidad y, hasta cierto punto, la democracia. Lo que lleva a la necesidad de implementar nuevas formas de regulación antimonopolio y de gobernanza digital.

Todo lo que venimos de comentar apunta en una dirección inequívoca, la creciente necesidad de una mayor participación de los estados nacionales, la coordinación entre ellos y, en algún momento habrá que ir pensando en cómo se establece un “Estado mundial” para manejar y gobernar un mundo más complejo, en el que se combina intereses económicos, con intereses políticos, y la persistencia del Estado-Nación como base del funcionamiento de la vida en el planeta. Es tiempo de pensar en una combinación globalización con estado global. Todo un desafío, en un mundo en el que la propiedad privada es una piedra angular del funcionamiento económico y social, en un mundo donde las libertades negativas se harán más importantes, en el que la estructura de mercados requerirá de regulaciones audaces, quizás basadas en la inteligencia artificial. Obviamente, el tema mayor será quien tiene el poder y cómo se maneja.

En este contexto: ¿cómo es el Estado en el Perú? Achicado por la ideología neoliberal, asaltado por la corrupción en todos sus niveles, y con un estado de derecho al borde del colapso, el Estado peruano es hoy un espectro y no está a la altura de los fenómenos que están sucediendo en el mundo.

Por ello, frente a este mundo complejo del siglo XXI, la posibilidad de un Estado moderno capaz de gobernarnos a los peruanos, de gobernar los mercados y de promover un desarrollo basado en la alianza de empresas-estado-universidades-sociedad civil, es actualmente una meta inalcanzable. La realidad es que el Perú es un país fragmentado, polarizado, mediocre, y con élites bastante precarias, lo que hace que tengamos un futuro definido por otros países, otras empresas, otros estados.

Lima, octubre 2025

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07/09/25: Informalidad económica e ilegitimidad política: una combinación fatal

INFORMALIDAD ECONÓMICA E ILEGITIMIDAD POLÍTICA: UNA COMBINACIÓN FATAL

Efraín Gonzales de Olarte

El Perú ha llegado a tener una situación insólita y peligrosa: la combinación de una fuerza laboral informal en un 70% del total y una ilegitimidad política del 95%. Por un lado, tenemos una inmensa cantidad de trabajadores con escasos derechos socioeconómicos y con bajas productividades que les reportan bajos ingresos y están al borde de la pobreza. Su desarrollo humano -mejorar sus condiciones de vida y acceso a servicios públicos- es un anhelo inherente a su precaria condición. Es obvio que, ante la posibilidad de un cambio de gobierno, estos informales es probable que tengan expectativas de mejora de sus niveles de vida, siempre que el próximo gobierno pudiera dar mejor educación, salud y seguridad salud y si tuviera una política económica que genere empleo, que promueva una mayor inversión privada y pública, es decir, que de esperanza de la posibilidad de crecimiento con redistribución.

El problema es que un escenario así en el Perú de 2026 es improbable.

La razón es que el gobierno y el congreso actual -cuyas legitimidades apenas llegan al 5%, según todas las encuestas- han hecho todo lo posible para que el próximo gobierno sea probablemente peor y, lo más preocupante, es que han generado un marco legal que favorece la ilegalidad, la violencia social, la corrupción, es decir, han generado un contexto social que está tornando arriesgado vivir en el Perú.

Lo curioso es que esta crisis moral tan grande y tanta incompetencia del gobierno no afecta el desempeño económico, pues la economía crece dentro del modelo económico y de las reglas neoliberales, lo que obviamente, no reduce la informalidad ni las desigualdades. Esta es la razón por la que, pese a todas la tropelías legales y morales de sobre todo el congreso, la gente sigue haciendo su vida, aunque sin mucha esperanza de cambio.

A esto hay que incorporar la imparable violencia promovida por las bandas delincuenciales, los mineros ilegales, los funcionarios corruptos, que ha convertido al Perú un país catalogado entre los más peligrosos del mundo. Frente a tan crítica coyuntura, el gobierno no sólo no es capaz de confrontar dicha violencia, sino que la provoca en consonancia con el congreso. Este es otro frente al cual deberá acometer el próximo gobierno.

Es en este ambiente deprimente que se llevarán a cabo las próximas elecciones. La pregunta es por quién votar, o por quién votarían los informales. Hay dos posibles respuestas: 1. Votar por alguien que promueva la formalización, es decir, que promueva un proceso de cambio económico e institucional para lograr incorporar a esta fuerza laboral no sólo en la SUNAT (pagar tributos) y en SUNAFIL (tener registro laboral). Votar por esta posibilidad sería equivalente a votar por un verdadero cambio. 2. Votar por alguno de los 43 “partidos, movimientos o simplemente asociaciones con fines de medrar del estado”, varios de los cuales entran en la definición de organizaciones informales, tanto por la forma como se inscribieron y por su poca transparencia legal e institucional. Es probable que, dada la atomización electoral existente, esta sea la intención del voto informal, no sólo porque la informalidad laboral se refleja en la informalidad del 90% de estos “partidos y movimientos electoreros” y, sobre todo, no hay razones estadísticas para creer que un partido o movimiento pro formalización pueda ganar las elecciones. En cierta medida, la informalidad atomiza la intención de voto, justamente porque los informales no tienen arraigo ni político, ni institucional (no hay sindicatos de informales), ni tienen líderes.

Esto significaría que después de las elecciones del 2026 tendremos la misma informalidad, o quizás mayor, y el gobierno que venga tendrá la misma ilegitimidad que el actual. La economía seguirá su curso, dependiente de factores exógenos (precios de las exportaciones primarias, de la agroexportación y de la evolución de la coyuntura internacional, tan volátil hoy) y el estado seguirá funcionando de manera inercial.

La mediocridad de los políticos, la medianía de los trabajadores informales y las normas legales vigentes (incluida la Constitución modificada en un 29%) no permiten avizorar un mejor futuro para los peruanos y para el Perú. Ojalá me equivoque.

Setiembre 2025

17/07/25: Reindustrialización, populismo y autoritarismo en Estados Unidos

REINDUSTRIALIZACIÓN, POPULISMO Y AUTORITARISMO EN ESTADOS UNIDOS

Efraín Gonzales de Olarte

Quién hubiera pensado que, a estas alturas de la globalización y apertura de mercados inspirados en el neoliberalismo, un presidente estadounidense se le ocurriría imitar el modelo de industrialización por substitución de importaciones (ISI) promovido por el estado que, en América Latina, no tuvo éxito. Pero obviamente, son dos realidades y tiempos distintos. En los años cincuenta del siglo pasado la industria más avanzada se basaba en innovaciones mecánicas, que requerían de grandes economías de escala y estaban localizadas, hoy la industria se basa en la electrónica, la informática y la inteligencia artificial y las escalas son flexibles y están deslocalizadas.

En aquellos años la meta de la ISI para los países latinoamericanos era sustituir progresivamente la importación de vehículos, de electro domésticos y finalmente de maquinaria pesada, mediante la industrialización, e ir complementando o abandonando las exportaciones primarias, para resolver el problema del deterioro de los términos de intercambio, que, según la CEPAL hacían más pobres a los países del sur y más ricos a los países desarrollados. La idea era convertirse en países industrializados y desarrollados. Pero es necesario también recordar que la ISI se sustentó en estilos populistas de gobierno, es decir el modelo económico tenía como correlato un modelo político complementario.

Lo cierto es que la ISI no se convirtió en el modelo de desarrollo esperado. El resto es historia. Por ello, llama la atención las propuestas arancelarias y el nacionalismo de Donald Trump en su segundo mandato, que se podría resumir en una intención de: “reindustrialización por substitución de importaciones” (RISI). Obviamente, estamos en otra época y el mundo es distinto. Una de las principales razones que aduce Trump para su propuesta es el importante déficit comercial de su país, lo que significa que buena parte de los bienes de consumo y de capital de los estadounidenses provienen del exterior, principalmente de la China y según su peregrina idea, los países se han aprovechado de EEUU.

En consecuencia, quisiera que EEUU deje de importar y para ello el camino es aplicar aranceles de todo tamaño que, por el momento, van de 25% al 50%, que constituirían un incentivo para que los capitalistas puedan invertir en sectores industriales protegidos por dichos aranceles. Además, amenaza con imponer aranceles de hasta 200% a empresas americanas que produzcan en el extranjero o que quieran invertir en el exterior. Es decir, transitar al nacionalismo populista.

Dado que EEUU es el país con el PBI más grande del mundo: 29.2 billones de dólares[1], con tecnologías avanzadas y, sobre todo, con el mayor poder bélico, el presidente Trump asume que tiene la fuerza suficiente como para reconfigurar el comercio global en función de los intereses estadounidenses y, quizás con mayor precisión, en función de los intereses de sus grandes empresarios y de él mismo. Sin embargo, olvida que EEUU tiene apenas el 4.4% de la población (331millones de habitantes) y que el mercado mundial es mucho más grande (8.8mil millones), como para pretender ser un mercado indispensable. Pero también, ambiciona ser el líder mundial indiscutido, con ideas que provienen de su sinuosa experiencia empresarial, que no concilia con la complejidad de la política e institucional de su país, lo que lo presenta como un autócrata caprichoso y soberbio.

Sin embargo, hay varios problemas que pueden limitar su idea reindustrializadora o que no la harían tan viable:

En primer lugar, Trump no tiene una estrategia para la RISI, tiene una idea sin sustento, ni en la teoría económica y menos en la historia comercial del mundo sobre el impacto de los altos aranceles, razón por la cual ha ido cambiando de manera oscilante las tasas arancelarias, en función de criterios no muy técnicos, incluso algunos incongruentes como imponer aranceles a Méjico y Canadá, porque supuestamente introduce fentanilo a los EEUU, o imponer aranceles de 50%  a Brasil, porqué el Estado brasileño está juzgando “injustamente” a su amigo Bolsonaro, anterior presidente de tendencia conservadora y autoritaria, similar a Trump. Es obvio que el tema de los aranceles parece ser el medio para convertirlo en el “jefe (chief) de los estadounidenses y del mundo”, que nos hace recordar de como comenzaron los tiranos del siglo pasado en Alemania, Italia o Rusia.

Segundo, Trump piensa que los países se van a someter a sus caprichos, cree que todo el mundo necesita de EEUU y esto no parece ser el caso. Por un lado, China le ha plantado la cara con aranceles recíprocos, lo mismo piensan Brasil, por otro lado, la mayor parte de países ha diversificado su comercio, en especial con China que se ha convertido en un socio comercial más dinámico y más creíble que EEUU, en consecuencia, salvo Méjico y Canadá, los otros países serán afectados de menor manera en el corto plazo, y, en el largo plazo, buscarán otros socios comerciales.

Tercero, si bien aranceles altos favorecen la inversión dentro de EEUU, el trasladar fábricas o construir nuevas requiere de infraestructura, mano de obra calificada y tiempo. Lo que implica que, en el corto y mediano plazo, se incrementará la inflación y existe una alta posibilidad de recesión.

Cuarto, a diferencia de la ISI latinoamericana, la RISI estadounidense cuenta con un mercado interno muy grande, lo que significa que existe una demanda establecida, que en lugar de ser satisfecha por una oferta importada, la sustituirá por la producción doméstica. Sin embargo, dicha producción no garantiza una mayor capacidad exportadora de EEUU, pues necesitará de grandes aumentos de productividad de las nuevas industrias y servicios, para ser competitivos pues tendrán que afrontar barreras por los aranceles aplicados a productos estadounidenses por los países afectados por la política comercial de Trump.

Quinto, una serie de empresas de EEUU dependen de suministros de insumos (semiconductores) de otros países, que no es fácil sustituirlos en el corto plazo.

Siempre hay la amenaza que los aranceles sean utilizados para devaluar el dólar, y hacer competitivas las exportaciones estadounidenses y de paso reducir el valor de la inmensa deuda externa que tiene el gobierno estadounidense. En todo caso, esta sería una carta escondida.

La pregunta crítica es saber si Trump va a lograr imponerse como un autócrata en su país y cómo un líder mundial. Nos parece que dependerá de dos entornos.

En el ámbito interno de EEUU veremos si su sistema institucional de “checks and balances” frenará sus ímpetus autoritarios y de sus decisiones en los bordes constitucionales. También, veremos si, el sistema político estadounidense es capaz de impedir o de controlar sus decisiones unilaterales. Además, los resultados económicos, que ya se avizoran con el incremento de la inflación, tendrán efectos sobre las elecciones del próximo año que cambiaría la composición del Congreso, hoy dominado por los republicanos.

En el ámbito externo, es probable que varios países menores, que dependen del mercado estadounidense para sus exportaciones (Vietnam, Indonesia) tratarán de adaptarse a los requerimientos de Trump. Pero los países grandes como China, India, Brasil, Canadá y la Comunidad Europea es probable que responderán en función de sus intereses, que no serán los de Trump.

El tiempo lo dirá, pero estamos frente a una amenaza que pretende cambiar el orden mundial en función de intereses estadounidenses, e incluso ir más allá de convertirse en el modelo político a seguir por los sectores conservadores y autoritarios, hoy que la democracia trastabilla.

17.07.2025

[1] La unión europea tiene un PBI parecido 29.2 y la China 23.8 billones de dólares, tomando en cuenta la paridad del poder de compra (PPP)

 

 

 

 

 

04/06/25: De Francisco a León XIV: ¿Quo vadis, mundus?

DE FRANCISCO A LEÓN XIV: La iglesia de las periferias en el siglo XXI

 Efraín Gonzales de Olarte

La Iglesia católica (IC) es de las pocas instituciones que continúa vigente después de más de dos mil años de existencia. Durante estos dos milenios el mundo ha conocido transformaciones tecnológicas, económicas, sociológicas, culturales e ideológicas, cuyas velocidades se acrecentaron progresivamente a partir de los siglos XV y XVI y se aceleraron notablemente con el advenimiento del capitalismo y de la revolución industrial. Frente a estos cambios la IC se mantuvo casi inalterada en sus relaciones con la sociedad por lo menos hasta fines del siglo XIX, dada su doctrina cristiana trascendente y su organización institucional que data del medioevo. En 1891, el Papa León XIII emitió la Encíclica Rerum Novarum, con la cual la IC se comenzó a relacionar con la sociedad a partir de principios morales relacionados con cómo estaba funcionando la sociedad capitalista en su etapa industrial, tomando partido por la situación de los obreros que trabajaban en las fábricas en condiciones inhumanas.

Desde entonces, la IC ha ido generando el “Pensamiento Social de la Iglesia” a través de una serie de encíclicas que la fueron aproximando a los problemas sociales y económicos de las sociedades modernas. En los últimos años el Papa Francisco -el Papa del fin del mundo- promulgó dos encíclicas profundamente relacionadas con los tiempos que vivimos: la Laudato Si (2015) (cuidado de la casa común) y Fratelli Tutti (2020) (hermanos todos). La primera tiene que ver con el cuidado de la “casa común”, nuestra tierra y sus amenazas ambientales, generadas por los efectos negativos del excesivo crecimiento económico basado en energías contaminantes y, la segunda, trata de la fraternidad y la amistad social en un mundo que ha derivado en un individualismo extremo y en la   confrontación y la guerra. Ambas encíclicas proponen que no puede haber cuidado del planeta sin cuidado de las personas y relacionan la justicia ambiental con la justicia social.

Las encíclicas integran fe, razón y acción para promover la dignidad humana, el bien común y la justicia social. Cada encíclica propone una serie de acciones concretas para superar los problemas ambientales, económicos y sociales vigentes, basadas en los valores fundamentales como la verdad, la justicia, la solidaridad y la caridad.

Los llamados a la acción de Laudato Si van por la conversión a estilos de vida sobrios y solidarios, en contra del excesivo consumismo, estilos de vida sostenibles, la adopción de políticas públicas para proteger el medio ambiente, y la promoción de economías circulares y tecnologías éticas. Fratelli Tutti se basa en la parábola del Buen Samaritano; llama a la proximidad de todos, sobre todo de los marginados (migrantes, pobres, descartados), con base en políticas públicas al servicio del bien común que garanticen los derechos humanos, trabajo decente y justicia social, no con base en el populismo ni en la economía basada en el lucro como fin supremos y el rechazo a la violencia, no a la guerra y construir una paz activa mediante la justicia, el perdón (sin olvido) y la memoria histórica.

Todas estas propuestas de acción son en el fondo llamados a establecer nuevos códigos éticos, a renovar la moral individual y pública, sin los cuales el mundo actual tiene un pronóstico reservado en cuanto a su viabilidad como civilización y la sostenibilidad del planeta en las próximas décadas. Pero también, es el medio para la vigencia de la IC, en un mundo regido por las ganancias, las rentas de recursos naturales, el individualismo libertario, la secularización y la pérdida de la espiritualidad cristiana.

Es en estas circunstancias en que es elegido Papa, el Cardenal peruano-americano Robert Prevost, y le toca la inmensa tarea de continuar con la agenda dejada por el Papa Francisco, que es al mismo tiempo proteger a las personas (sobre todo los marginados), salvar al planeta y salvar a la Iglesia. Esto significa seguir promoviendo la IC de las periferias, en este turbulento siglo.

Además, el Papa León XIV deberá incluir en sus preocupaciones la influencia de la Inteligencia Artificial, que, si bien puede ser un poderoso activo para mejorar el bien común, puede también ser muy nociva, si no se desarrollan bases éticas para su uso y para mejorar el mundo, en lugar de empeorarlo.

La crisis social, la crisis ambiental y las amenazas tecnológicas imperan en un mundo saturado de egoísmo, de nacionalismos, de inmensamente ricos, de autócratas, que aceptan la pobreza como un resultado natural del sistema y por la que casi no se puede hacer nada, por falta de caridad y de la sensibilidad que tuvieron Cristo y San Francisco de Asís. ¿Alea jacta est?

junio 2025

 

28/04/25: TRUMP VERSUS CHINA: THE WAR OF TARIFF AND POWER

TRUMP VERSUS CHINA: THE WAR OF TARIFF AND POWER

 By Efraín Gonzales de Olarte

The decisions governments make are inspired by interests and/or principles. Under Donald Trump, interests not only predominate, but principles have been thrown overboard, starting with truth and justice. The world is increasingly threatened with being organized solely on the basis of particular economic interests, while the common good is becoming an delusion, thanks to the decisions of the American President.

On Saturday, April 5th, and in Easter Sunday, there were demonstrations against Donald Trump’s tariff policy in more than a thousand American cities. And, in several cities around the world the same thing has been happening. All the protesters are frightened by the measures taken by a President who, in fact, has become a bossy and erratic boss. The measures he has taken are not only unpopular and lacking in technical support, but several of them have also violated the norms of the American rule of law. Above all, he has scuttled all the free trade agreements the US had signed with several countries, implying that no treaty with the US can be trusted anymore. Thus, we have entered a period of uncertainty, triggered by those who believe they can rule the world according to their whims, with their simplistic economic ideas and by overriding their country’s institutions (the Constitution, the judges). We have a new dictator in front of us.

What could explain such behavior? In my opinion, there is an underlying issue to consider. China is close to becoming the world’s leading economic and technological power; consequently, it poses a threat to the United States, which has been the world’s leading power for several decades but is now in decline. It is a challenge to “American security,” an idea that promotes hegemony, the fight against communism, and the territorial or economic expansionism of the United States.

The problem is that China, governed by the Communist Party and with an autocratic regime, has achieved impressive economic and technological development and, in just 50 years, has almost caught up with the United States and even surpassed Europe. It has proposed the modern “Silk Road” as a development strategy based on global expansion through investments in infrastructure, trade, and financial support for countries with which it has economic and diplomatic relations. This is very different from the American strategy. For someone like Donald Trump – a wealthy, arrogant, Republican businessman (WASP) – China is not only a threat, but above all an economic enemy that must be neutralized – given the speed of its economic and technological development. This is why the slogan of his electoral campaign has been: “make America great again” (MAGA), to convince Americans of his crusade and entice them with this populist promise, without having a known plan in this regard.

On the other hand, Trump, to win the election, had the significant support of the largest American billionaires: Bezos, Musk, Zuckerberg, and Kushner, whose fortunes easily exceed $12.5 trillion, in addition to a few dozen Republican billionaires. In other words, today the United States government is in the hands of the richest, and economic policies will obviously favor their interests, and China is a threat to their businesses and profits, and ultimately to America’s declining supremacy.

This is where we begin to understand the pretexts Trump has sought for MAGA. He began by accusing Mexico and Canada of being suppliers of Fentanyl and promoting migration to the United States, and, the most misleading and implausible argument: all the countries of the world have been enriched thanks to the United States’ trade deficits, especially China and the European countries, which are the countries with which it has the most trade relations. Consequently, tariffs must be imposed, so that American imports will generate taxes (tariffs), thereby reducing the American trade deficit, swelling American fiscal coffers, and making America great again. The problem is that Trump assumes that a trade deficit equals a loss and a surplus equals a profit; in other words, he needs an introductory course in Economics. He confuses tariffs with Trade Balance.

Noticeably, Trump and his advisors appear ignorant of the basic principles of modern Economics, because if the United States buys more from abroad than it sells, it’s because they aren’t competitive, or because foreign goods are cheaper, or they simply don’t produce them. The absurdity is that, by imposing high tariffs on Chinese products, he is harming American companies that produce in China and sell in the American market (Apple, Nike, Ford, GM). Companies that left the US in search of cheap, skilled labor.

On the other hand, Trump hasn’t said anything about the balance of services that American companies export worldwide (Netflix, Amazon, Microsoft, Google, Oracle, etc.). For example, the balance of services with Europe is favorable to the United States by €109 billion in 2023. Suddenly, the Europeans could impose tariffs on these services, in return.

However, the tariff issue is merely a pretext for several objectives: 1. To recapture the global economic initiative, which the US has been losing. 2. To break with all existing free trade agreements and replace multilateralism with bilateralism, which strengthens the Trump administration’s negotiating power. 3. To attempt to weaken the Chinese economy. 4. To attempt to reindustrialize the US with the Import Substitution model, for which they should seek assistance from ECLAC. Moving Apple to the US doesn’t seem like a good idea—as long as such a move is feasible—since it is estimated that producing an iPhone in the US would cost more than double the current price, due to labor costs and supply chains.

It must be acknowledged that Trump has sought to use his business negotiation strategies, which made him rich: intimidating your competitor and then negotiating from a position favorable to him. It’s possible that this might work in the business world, but trying to govern a country with the same strategy is not only a conceptual error, but its results will not only be uncertain, but above all, it will destroy American Democracy and, possibly, its economy as well. He is not the owner of USA.

However, Trump has had to back down from his attempt to rule the world through tariffs, as the real world has shown him how it works: the stock markets have become a roller coaster; with each of his statements, investors are being confronted with their worst enemy: uncertainty. China seems to have enough resources and strategies to be less affected by a trade war. The Europeans, and their characteristic slowness, have allowed them to hold back from making decisions and wait for what might happen during these 90 days of tariff pause.

All this international turmoil created by Donald Trump’s decisions has had internal repercussions, and Americans who voted for him are starting to get nervous about whether MAGA will be possible, while those who didn’t vote for him and those who are being disadvantaged by Musk’s DOGE are taking to the streets to show their discontent.

Will Trump be able to listen to international and domestic voices to change his dictatorial tendencies? I have my doubts.

Miraflores, April 2025

09/04/25: TRUMP VERSUS CHINA. LA GUERRA DE LOS ARANCELES

CUANDO LOS RICOS AMERICANOS QUIEREN GOBERNAR EL MUNDO

Por Efraín Gonzales de Olarte

Las decisiones que toman los gobiernos están inspiradas en intereses y principios. En el gobierno de Donald Trump, los intereses no sólo son predominantes, sino que los principios se han tirado por la borda, empezando por la verdad. El mundo está amenazado de estar organizado sólo sobre la base de intereses económicos particulares y el bien común hará parte de la historia.

El sábado 5 de abril hubo manifestaciones contra la política de aranceles del Donald Trump en más de mil ciudades americanas y en varias ciudades del mundo ocurrió lo mismo. Todos los manifestantes están asustados por las medidas tomadas por un presidente que de hecho se ha convertido en un monarca mandón. Las medidas que ha tomado, no solamente son impopulares, no tienen sustento en la Teoría Económica, sino que, además, varias de ellas se han salido de las normas del Estado de Derecho norteamericano y, sobre todo, ha echado por tierra todos los tratados de libre comercio que EEUU había firmado con varios países, dando a entender que ya no se puede confiar en ningún tratado con EEUU. Así el mundo ha entrado en un período de incertidumbre, gatillada por quien cree que puede mandar en el mundo, según sus caprichos, sus ideas económicas bastante simplistas y de un comportamiento de un niño rico caprichoso.

¿Qué explicación podría tener un comportamiento así? En mi opinión hay un tema de fondo a considerar. China está próxima a ser la primera potencia económica y tecnológica del mundo[1], en consecuencia, es una amenaza para los Estados Unidos que desde hace varias décadas ha sido la primera potencia mundial. Es una amenaza a la “seguridad americana” idea que promueve la hegemonía, la lucha contra el comunismo y el expansionismo territorial o económico de los Estados Unidos. El problema es que China gobernada por el Partido Comunista y con un régimen autocrático ha tenido un desarrollo económico y tecnológico impresionante en sólo 50 años ha casi alcanzado a EEUU y sobre pasado a Europa. Ha planteado la “ruta de la seda” moderna como una estrategia de desarrollo basada en su expansión en el mundo en base a inversiones en infraestructura, comercio y apoyo financiero a países con los cuales tiene relaciones económicas y diplomáticas. Algo muy diferente a la estrategia americana.

Para alguien como Donald Trump –empresario rico, arrogante y republicano (WASP)- China no sólo es una amenaza es, sobre todo un enemigo económico a quién hay que neutralizar, por ello el slogan de su campaña electoral ha sido “hacer nuevamente grande a América” (HANGA) (make America great again), para convencer a los americanos sobre su cruzada y engatusarlos con esta promesa gaseosa.

Así, Trump, para ganar las elecciones, tuvo el importante apoyo de los más grandes multimillonarios americanos: Bezos, Musk, Zuckerberg, Kushner, cuyas fortunas sobre pasan fácilmente el 12500 0001000.000 dólares, además de algunas decenas de republicanos también multimillonarios. Es decir, hoy el gobierno de los Estados Unidos está en manos de los más ricos y, obviamente, las políticas económicas favorecerán a sus intereses y China es una amenaza para sus negocios y sus ganancias.

Es aquí donde se comienza a entender, los pretextos que ha buscado Trump para HANGA. Comenzó por acusar a México y Canadá de ser proveedores de Fentanilo, de promover las migraciones hacia los Estados Unidos, y, el argumento más prepotente: todos los países del mundo se han ido enriqueciendo gracias a los déficits comerciales de los Estados Unidos, especialmente China y los europeos, que son los países con los que tienen mayores relaciones comerciales. En consecuencia, hay que ponerles aranceles para que las importaciones americanas reditúen impuestos (aranceles), con lo cual se reducirá el déficit comercial americano, se engrosarán las arcas fiscales americanas y América será nuevamente grande. El problema es que Trump asume que un déficit es igual a una perdida y un superávit a una ganancia.

Obviamente, Trump y sus asesores aparecen como ignorantes de los principios básicos de la economía moderna, pues si Estados Unidos compra del exterior más de lo que vende es porque no son competitivos o porque las mercancías extranjeras son más competitivas o simplemente no las producen. Por otro lado, Trump y compañía no han dicho nada sobre el superávit que tiene su balanza de cuenta corriente, en la que incorporan los múltiples servicios que empresas americanas exportan a todo el mundo (Netflix, Amazon, etc. etc.). Es decir, el asunto de los aranceles sólo es un pretexto con varios objetivos: 1. Retomar la iniciativa económica mundial, que la ha ido perdiendo EEUU. 2. Romper con todos los tratados de libre comercio existentes y reemplazar el multilateralismo por el bilateralismo, lo que fortalece la capacidad de negociación del gobierno de Trump. 3. Tratar de debilitar la economía China. 4. Tratar de reindustrializar EEUU con el modelo de Sustitución de Importaciones, que deberían pedir asistencia a la CEPAL.

Hay que reconocer que Trump está usando sus estrategias empresariales de negociación, que lo hicieron rico: atemoriza a tu competidor para luego negociar desde una posición favorable a ti. Es factible que, en el mundo empresarial, esto funciona así, pero tratar de gobernar un país con la misma estrategia no sólo es un error de concepción, sino que sus resultados no sólo serán inciertos, pero sobre todo destruirá la democracia americana, sus instituciones y probablemente América, es decir EEUU, dejará de ser grande.

No voy a analizar el efecto nocivo que tendrán sus medidas sobre los ciudadanos americanos. Finalmente, los países tienen los gobiernos que se merecen.

Miraflores, abril 2025

[1] De hecho el producto per cápita Chino estimado tomando en cuenta el poder de compra de su moneda ya es mayor que el de Estados Unidos.

20/01/25: Reconectar la economía con la política para aspirar al desarrollo con democracia

RECONECTAR LA ECONOMÍA CON LA POLÍTICA. TAREA DEL PRÓXIMO GOBIERNO

Efraín Gonzales de Olarte

Uno de los resultados del ajuste estructural neobileral llevado a cabo por el gobierno de  Fujimori fue la desconexión entre la economía y la política. Las principales causas de esta desconexión fueron: 1. La reducción del tamaño del Estado en términos fiscales y productivos, lo que redujo su capacidad de influir en la actividad económica a través del gasto público. 2. La prohibición al Banco Central de financiar al gobierno con emisiones orgánicas (la maquinita), lo que evita la tentación de los gobiernos de utilizarlas para gastos, en general con contenido político y, en la mayor parte de los casos, con una orientación populista. 3. Las reformas neoliberales permitieron la entrada de capitales extranjeros en los principales sectores: banca, minería, telecomunicaciones, energía, transporte aéreo, comercio de retail, servicios informáticos, lo que definió el modelo económico: primario-exportador y de servicios (PESER). Esto tuvo dos efectos: por un lado, los capitalistas extranjeros tienen menor capacidad de intervenir en política de manera directa, por otro lado, el crecimiento económico peruano depende fundamentalmente del ahorro externo (inversiones extranjeras), lo que sustituye a la inversión privada nacional y la inversión del Estado, reduciendo las presiones por mayores fuentes de crecimiento domésticas y, ciertamente, de empleo. 4. El mantenimiento de bajas tasas de inflación reduce las presiones por indexación de salarios y mantiene un clima favorable a los negocios, disminuyendo las presiones por la intervención del Estado. 5. El nuevo modelo económico PESER, se caracteriza por ser intensivo en capital, en tecnologías que ahorran mano de obra y por la poca integración entre sectores productivos, lo que ha tenido como uno de sus resultados más importantes la expansión de la informalidad laboral hasta el 70% de la PEA y la económica hasta el 20% del PBI. Obviamente, los informales no tienen sindicatos ni pertenecen a la CONFIEP, en consecuencia, no están registrados en la SUNAT ni en el Ministerio de Trabajo y tienen poca capacidad de presión política.

Este conjunto de factores son el telón de fondo de por qué la economía peruana no depende de motores internos para crecer y los puentes entre economía y política están rotos y, en mi opinión, tanto el sector privado nacional y el Estado no tienen capacidad de conmover el modelo económico, por ello en el Perú la economía externa determina la política.

Obviamente, ni el gobierno de Castillo y ni el de Boluarte sabían cómo funciona la economía y no tenían idea de cómo influir sobre ella a partir de políticas públicas.

La prueba de este divorcio entre economía y política, es que mientras el gobierno de Boluarte y el Congreso aprueban leyes, modifican la Constitución y cambian instituciones, etc., la economía sigue su curso, movida por el motor externo, pues los precios de varios productos de exportación están en niveles muy altos, además han entrado otros productos de exportación como los arándanos.

No hay mejor forma de explicar el divorcio entre economía y política, pues, mientras la economía peruana ha crecido el 2024 en 3.2%, la aprobación de la Presidenta y del Congreso es de 5%, la más baja de cualquier presidente o congreso en los últimos años. Es obvio, que la economía funciona en piloto automático y más bien las medidas tomadas desde el ejecutivo y las normas dadas por el Congreso están favoreciendo la consolidación de varios sectores ilegales e informales, lo que significa que están logrando una conexión de la política con la economía delincuencial. Logro que amenaza la viabilidad de un Perú legal y democrático. Si la economía delincuencial se conecta con la política estamos en grandes aprietos.

El problema mayor de la desconexión de la economía con la política es que, en un país con la pobreza y desigualdad actual, las reinvidicaciones sociales -mejor educación, salud, mejor alimentación, agua y desagüe, mayor conectividad- y mejores condiciones laborales -mayor empleo- no tienen quien las resuelva, pues el Estado es chico, corrupto e ineficiente y el sector privado no tiene la capacidad de emplear formalmente a una mayor fuerza laboral, debido a los factores señalados.

En realidad, la desconexión entre economía y política en el Perú, es la causa del crecimiento sin equidad, es decir, la causa de un escaso desarrollo económico y social, que se traduce en que la mayor parte de peruanos no tienen las mismas oportunidades de los sectores acomodados y ricos, para progresar y aspirar a mejores estándares de vida. Por ello, la reconexión significa alterar las causas que la originan: modelo económico, tamaño y papel del Estado, promover el ahorro interno y la inversión desconcentrada.

En consecuencia, la reconexión de la economía con la política pasaría por un sector privado invirtiendo en sectores que generen más empleo, es decir agro-exportación, agro-industria, manufactura transformadora de las materias primas existentes en las regiones, desarrollo de los servicios conectados con el exterior: turismo, gastronomía. Esto en el mediano plazo. En el largo plazo, incorporar en todos estos sectores investigación tecnológica, con un empleo creativo de la Inteligencia Artificial, para ello requerimos de mejores universidades. Por otro lado, se requeriría de un Estado que, en asociación con el sector privado, promueva inversiones en aquellos lugares donde la inversión privada no va a entrar sola, es decir se requiere una desconcentración de la inversión en agro-exportación, manufactura y servicios. Por ello, se requiere de un Estado promotor del sector privado sobre todo en las regiones fuera de Lima.

Indiscutiblemente, la reconexión entre economía y política requiere de un pacto político, que dependerá de los resultados de las elecciones del 2026. Entonces, se decidirá el futuro del Perú, ojalá, basado en la legalidad de la economía, la democracia, el respeto del Estado de Derecho y la reducción de la corrupción.

Esta es la agenda para quien quiera ser gobierno el 2026 y que tenga la clarividencia de salir del atolladero que nos han metido este gobierno y el Congreso. Se trata de una agenda de cambio estructural, sobre la base de lo ya avanzado.

Lima, 18.1.2025

09/12/24: Análisis político del Perú, desde las teorías de la Física

LA DEMOCRACIA PERUANA: DE LA GRAVITACIÓN A LA FISÍCA CUÁNTICA

Efraín Gonzales de Olarte

Se ha hecho difícil analizar lo que está pasando en el Perú. Tenemos un gobierno con 3% de aprobación y un congreso con 5%, es decir sin legitimidad, sin embargo, se dan el lujo de aprobar leyes que generan mayor violencia, mayor desigualdad, que están acabando con el Estado de Derecho y no pasa nada. Es una dictadura inédita, sin líder visible, sin un partido de base, pero sobre todo sin una idea de qué hacer con los problemas del Perú, pero sÍ de beneficiarse y de tratar de generar normas para que el esquema de gobierno actual se pueda repetir en el 2026. Esto se parecería a la aparición de un agujero negro político, que nos está comenzando a tragar.

En la medida que la ciencia política o la economía política, no logran explicar lo que sucede en el Perú, me apoyaré en la Física, para tratar de entender lo que está pasando y sus posibles futuros.

Dos pilares esenciales de la física moderna son la teoría de la gravitación y la mecánica cuántica. La primera permite entender el movimiento de los planetas y las leyes que los gobiernan, es decir trata de fenómenos macro, en cambio la segunda explica los fenómenos que se dan a escala atómica, es decir de fenómenos micro. Con la teoría de la gravitación llevada a la política podríamos explicar la existencia de partidos políticos, la necesidad de una Constitución, el equilibrio de poderes, las elecciones con tres o cuatro partidos, es decir fenómenos macro. Sin embargo, como los partidos políticos ya no existen en el Perú, la Constitución se ha desfigurado en favor de intereses particulares y por el momento tenemos 37 “partidos” o movimientos electorales, esta visión macro no se puede aplicar para entender lo que está pasando en nuestro envilecido país, salvo para algunas decisiones por ejemplo del Congreso cuyas leyes apoyan el desarrollo de la criminalidad y de la minería ilegal.

En cambio, la física cuántica nos podría ser más útil pues se basa en principios que no se observan a nivel macro tales como el principio de incertidumbre de Heisenberg que establece que no es posible conocer simultáneamente, y con absoluta precisión, la posición y el momento (el producto de la masa por la velocidad) de una partícula. Más precisamente, cuanto mejor se conoce una de estas magnitudes, mayor es la incertidumbre en la otra. Este mismo principio se pude aplicar a los políticos peruanos quienes pertenecen o pertenecían a algún partido o movimiento -lo cual nos daría con cierta precisión qué principios o doctrina defendían- pero al mismo tiempo es absolutamente indefinida su posición política ante una determinada ley o reforma. Es decir, el comportamiento de los políticos peruanos obedece al principio de incertidumbre tal que, cuanto más creemos conocer su línea política, su comportamiento se hace más aleatorio e incierto con resultados que no buscan el bien común sino el beneficio particular.

Si es así, ahora entendemos que no habrá solución a los problemas peruanos más acuciantes porque simplemente la política peruana se mueve en el mundo de la incertidumbre en la que los políticos duales seguirán buscando sus propios beneficios, para lo cual su comportamiento seguirá siendo impredecible. Pero, este comportamiento puede llevar a una implosión política o generar un agujero negro, en el que no sabremos a qué atenernos. Aunque también puede llegar a una explosión, que podría desmembrar el país, dados los reclamos sociales y económicos de varios departamentos del interior.

Los comportamientos individualistas (aleatorios) en la política peruana basados en una ética marxista de Groucho, “si no te gustan mis principios te los cambio por otros” están reduciendo el Perú a un conglomerado de personas incapaces de buscar un objetivo común, y la prueba es que la delincuencia se está apoderando del Perú, momentáneamente en el Congreso y en el Gobierno, pero de manera permanente en la minería ilegal, la tala ilegal, los secuestros, en las extorsiones, que ya están haciendo parte de esta “singularidad[1]” en la que se está convirtiendo el país y está dejando de ser “nuestro país”.

Lo que no sabemos es cómo se puede salir de esta crisis dado este análisis, en la medida que no sabemos el umbral de resistencia de los peruanos frente a cambios institucionales, que pretenden la permanencia o renovación en el poder de políticos de la talla educativa y moral como los actuales. Lo que no está sucediendo es cómo y por qué el resto de la población (partículas que se comportan menos aleatoriamente, pues funcionan en base a las instituciones aún vigentes, las normas constitucionales y legales, ciertos principios éticos) no reaccionan de manera masiva y sólo hacen por grupos y problemas particulares, por ejemplo: las marchas de los transportistas por menor violencia y control del sicariato, las de sectores populares en contra de las extorsiones.

Parece que está faltando algún proceso de aceleración de las partículas buenas a través de un catalizador que provendrían de liderazgos institucionales y/o personales. Felizmente, las sociedades no se rigen estrictamente por las leyes naturales, sino, sobre todo por acuerdos forzados o voluntarios, basados en la razón práctica y el bien común. Ojalá que el Perú no se convierta en un agujero negro, todo dependerá de la recreación de las fuerzas gravitatorias, es decir la recuperación de las instituciones y del Estado de derecho.

 

 

[1] El punto de inicio de un país sin reglas, sin Estado de derecho, sin instituciones y sin principios éticos.

21/11/24: La “promesa peruana” incumplida: desarrollo y democracia

DESARROLLO Y DEMOCRACIA: La “promesa peruana” incumplida

Efraín Gonzales de Olarte

Las relaciones entre crecimiento económico y democracia se fundan en las correspondencias entre economía y política. Por un lado, la economía de mercado se caracteriza por su desigualdad intrínseca y el crecimiento económico tiende a mantener o incrementar dichas desigualdades, a menos que el Estado intervenga para reducirlas. Por otro lado, en la democracia todos somos iguales: un ciudadano un voto.

Estamos, pues, frente a un sistema dual, en el que la economía capitalista se basa en la desigualdad de capitales, de productividades, de ingresos y de oportunidades. Y el Estado democrático, que nos representa como sociedad, se convierte en un igualador de capacidades y oportunidades para poder garantizar viabilidad y sostenibilidad social.

Veamos qué factores generan crecimiento económico y los que generan democracia. El crecimiento económico depende del ahorro/inversión, las innovaciones tecnológicas, la mejora del capital humano (educación, salud, cultura y experiencia), de las productividades y de la demanda efectiva. La democracia depende del pasado histórico (Path dependency) de cada país, de clases medias robustas, desigualdades moderadas, instituciones políticas estables, Estado de Derecho, políticas públicas inclusivas. Se trata de un complejo conjunto de componentes que históricamente se han ido constituyendo, aunque con variados resultados tanto en el crecimiento como en la democracia.

El crecimiento económico es una condición necesaria para la democracia, pero no es suficiente, se requiere que el crecimiento sea distribuido equitativamente a la población, ya sea porque el modelo económico es intensivo en capital humano y genera una clase media robusta o ya sea porque el Estado interviene a partir de sus políticas sectoriales y sociales para generar oportunidades de desarrollo tanto para emprendedores como para trabajadores. Es aquí, en la mezcla de una economía inclusiva y un estado redistribuidor, donde el crecimiento se convierte en desarrollo económico, que es la condición sine quanon para una democracia estable. Esta combinación ha sido exitosa en los países europeos y algunos países latinoamericanos como Uruguay y Costarrica.

En América Latina el desarrollo económico ha sido intermitente e inestable, razón por la cual también sus democracias han sido también perturbadas y frágiles. Sin embargo, existen dos enemigos de la consolidación democrática y del desarrollo: las desigualdades productivas y sociales persistentes en el tiempo y las democracias delegativas y las populistas.

Las desigualdades persistentes de las productividades, de la riqueza y de los ingresos generan, desaliento, incertidumbres y a menudo conflictos sociales, que no abonan a la consolidación social y económica. La igualdad democrática choca con las desigualdades socioeconómicas y generan inestabilidad económica y política, que impide construir modelos o procesos de desarrollo inclusivos con los cuales la gente se identifique y los haga suyos. Es decir, si el crecimiento macroeconómico no genera desarrollo humano de todas las personas, la democracia resulta siendo un cascarón sin sustancia.

Las democracias delegativas -analizadas por el politólogo argentino Guillermo O’Donell)- son la deformación de la democracia representativa, pues genera concentración de poder en el ejecutivo, debilita las instituciones, reduce los mecanismos de rendición de cuentas (accountability horizontal), se basan en el plebiscitarismo y desprecia los límites legales. Al cabo de un tiempo generan gobiernos autoritarios, como es el caso de Venezuela. Finalmente, sus resultados son negativos tanto en la economía como en la política.

Los gobiernos populistas, según el historiador francés Pierre Rosanvallon, son una respuesta a las crisis de legitimidad y representatividad de las democracias modernas, y considera al populismo como una forma empobrecedora de la democracia, aunque reconoce que surge de problemas reales, como el desencanto con las democracias representativas. Los populismos plantean soluciones simplistas que a menudo llevan a crisis fiscales e inflación, además son peligrosos porque eliminan el pluralismo, destruyen las instituciones democráticas y producen gobiernos autoritarios.

En América Latina y en particular en el Perú, hemos tenido democracias delegativas y populistas como las de Alberto Fujimori que siguiendo la ideología neoliberal, generaron crecimiento económico con desigualdades socioeconómicas y regionales, con alta informalidad laboral, lo que debilitó las representaciones políticas y al cabo de algunos años generó una crisis de representación y atomización política, que hace difícil aspirar a la “promesa peruana” de construir un país con desarrollo y con democracia.