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Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (6): retirarlo del tratamiento sin despedirse del terapeuta

A mí nunca me ha ocurrido que un paciente niño o adolescente, que está próximo a salir de alta a su tiempo, fuera retirado bruscamente por parte de sus padres. Cuando llega el alta de un niño o adolescente, la relación con los papás suele ser buena, o al menos armoniosa, de tal forma que me parecería extraño que se dé algo así.

Esto de que los papás dejen de llevar a su hijo a su psicoterapia abruptamente, sin siquiera poder decirle “chau” a su terapeuta, más bien sucede con los papás que retiran a sus hijos unilateralmente del proceso, sin que haya sido indicado por el profesional.

La relación terapeuta paciente no tendría que ser tomada a la ligera

Ya bastante malo es que los papás interrumpan el tratamiento de su hijo; ya bastante malo es también que no sigan las recomendaciones del profesional; a esto habría que agregarle ahora que, encima, privan a su hijo de la posibilidad de despedirse de la persona con la que se han abierto completamente en las sesiones, de la persona a la que han confiado sus cosas más íntimas o de la persona con la que se han permitido llorar y compartir su sufrimiento.

Pues sí, se separa abrupta, unilateral y sin posibilidad de despedida al niño o adolescente de esta persona, con quien ha tenido esta relación o, en todo caso, con quien empezaba a tener esta relación. Si uno lo piensa así, es hasta cruel.

A mi hijo no pareció importarle

No vamos a decir que los hijos van a demostrar sentirse terriblemente mal en el momento (aunque algunos, los más saludables, sí harían ver un malestar). El tema no es que los hijos sufran por no despedirse. El tema es que con esta experiencia, se somete al niño o adolescente, deliberadamente, a la posibilidad de las relaciones vacuas, a la inconstancia de las personas, a la frivolidad del contacto humano, a la posibilidad de que alguien importante simplemente desaparezca.

Otros chicos sí sentirán la extrañeza, la separación intempestiva y la muda ruptura de la relación. Esto los podría hacer sentir tristes o furiosos, pero cuando uno les pregunta, ellos podrían decir que no pasa nada, como hacemos los adultos cuando nos preguntan “¿cómo estás?”… “bien”.

Algunos chicos, a sabiendas de que los responsables son sus padres, preferirán echarle la culpa al terapeuta. Es más sencillo y menos doloroso enojarse con el terapeuta que con los papás de uno. “Dejé de ver a mi terapeuta de pronto y él jamás me buscó ni mostró ningún interés, resulta que no le importaba”. A estos chicos, que guardan este pequeño resentimiento injusto e irracional, los veo de adultos como alguien que se resiste a la salud mental, condenándose a sí mismo y a sus futuros hijos a la desatención y a la negligencia cuando lo necesiten. Así es como luego se pueden desarrollar ideas como “no me sirvió de nada”, “sólo le importaba la plata”, “es una estafa”, y estas ideas posteriormente se pueden convertir en argumentos cuando son adultos, y todo habría empezado con esto, con un negar a su hijo simplemente despedirse.

¿Qué implica despedirse?

Si los padres no pueden (o no quieren) seguir llevando a su hijo a psicoterapia, es muy posible que el terapeuta, luego de intentar hacer ver a los padres lo inconveniente de esta acción, proceda a recomendar unas últimas sesiones con el hijo para cerrar el proceso. Recordemos que la psicoterapia es un proceso de salud. Retirar al hijo de psicoterapia de forma brusca es como levantarte del quirófano e irte con las tripas afuera. Por eso es muy común referirse a esto como “cierre”, “cerrar el proceso”.

Una buena despedida podría tomar entre 2 y 8 sesiones, depende de lo que recomiende el profesional. Estas sesiones le servirán al hijo para sintetizar junto a su terapeuta lo que han trabajado, darle un sentido a esta despedida fuera de tiempo, decirse “chau”, tener la oportunidad de escuchar de su terapeuta que su consultorio siempre estará abierto para cuando él lo desee. Esto es muy distinto a simplemente dejar de verse.

Nota aparte: el cierre cuando se da de alta

Ojo, no confundir esta despedida, que vendría a ser el mal menor, cuando los papás quieren interrumpir el proceso, con el cierre o proceso de despedida cuando realmente el chico alcanza el alta. El cierre del proceso terapéutico cuando se alcanza el alta puede ser muy diferente a lo que he descrito acá y dependerá del tipo de psicoterapia que esté llevando.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Lo que nunca debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (6): retirarlo del tratamiento sin despedirse del terapeuta” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Llamando a los padres por sus nombres

Ilustración: Klinko

Hay muchas personas que llaman a sus padres por su nombre y no los llaman “papá” o “mamá”. Algunas personas empezaron a hacer esto siendo niños, otros siendo adolescentes. Algunos lo decidieron así en algún momento de sus vidas, otros lo empezaron a hacer sin darse cuenta. Otros incluso fueron animados por el padre y/o la madre para que los llamaran por su nombre, muchas veces argumentando aquello de que quieren que el hijo los vea como un amigo(a) y no sólo como padre o madre.

Esta vez me voy a referir a los niños o adolescentes que están decidiendo, conscientemente, dejar de llamar “papá” o “mamá” a alguno de sus papás, o a ambos.

No mereces ser llamado “papá”

Hay muchos casos, por lo menos entre las personas que conozco, que esto se da como una respuesta a la sensación que tiene el hijo de que sus padres no se comportan como tales y que por eso no deben ser llamados “papá” o “mamá”. Frente a esta situación, el hijo opta por retirarle el título de padre a su mamá y/o papá, y empieza por llamarlo deliberadamente por su nombre.

Cuando los papás no pueden frenar esto, el hijo se acostumbra y se forma un hábito. Es más, yo diría que el hecho mismo de que los papás no puedan frenar esto, confirma en el hijo que no son dignos de ser llamados así.

Un consejo para todos los hijos que planean hacer esto

Si tú eres un niño o adolescente y estás planeando retirarle el título de “papá” a alguno de tus padres, o tal vez ya has empezado a hacerlo, te aconsejo que desistas y busques otra forma de resolver los problemas con ellos.

¿Por qué digo esto? Lo digo porque empezar a llamar por su nombre a tus padres viene a ser como un atentado suicida. No sólo atacas a tus papás (que, entiendo, tal vez opines que lo merecen), sino, y esto es lo más importante, te haces daño tú mismo.

¿Cómo así? Si tus papás no te frenan, esto se convertirá en un hábito y dentro de un tiempo, será ya muy difícil para ti volver a llamar a tus padres “papá” o “mamá”, aunque lo quieras. De esta forma, pasarán los años y posiblemente ya no haya marcha atrás. De alguna manera simbólica te quedarás sin padres, y esto, créeme, afectará como un onda expansiva tu futuro, no verás con los mismos ojos a tu pareja cuando decidas tener hijos, no te verás igual a ti mismo siendo papá o mamá, tu relación con tus propios hijos en el futuro estará afectada pues eso de “papá” o “mamá” estará ya trastocado en tu cabeza desde las mismas palabras.

No quiero ahondar en estas razones, pues haría falta demasiado texto académico para explicarlo en profundidad, pero la idea es esa. Dejar de llamar “papá” o “mamá” a tus padres es una bomba que te explotará en la cara a ti también, así que mejor será solucionar los problemas de otra forma.

Un consejo para los papás

Si su hijo o hija empieza a hacer esto o ya lleva tiempo haciéndolo, siendo una decisión voluntaria, es tiempo de hacer dos cosas:

1) No confirmar que no merecen el título y comportarse como papás: no permitan que los llamen por su nombre. Si ya se hizo un hábito, puede que ya sea demasiado tarde, así que será asunto de llevar a cabo la segunda recomendación.

2) Entender que si su hijo o hija ha empezado a hacer esto, es porque hay problemas en dos niveles: en un nivel familiar y en un nivel individual. Es tiempo de consultar con un profesional. Es muy probable que se necesite psicoterapia.

Es necesario realizar ambas cosas. Si sólo se limitan a aplicar disciplina y autoridad, sólo están atacando la punta del iceberg y no la raíz, y el problema volverá a emerger, tal vez convertido en otra cosa peor. La raíz se ataca enfrentando las dificultades emocionales, individuales y familiares que han originado esto.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Llamando a los padres por sus nombres” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Amigos cariñosos

¡Ah, esa relación de amigos cariñosos, amigos con derechos, “amigovios”, relación abierta, o cuanto nombre se le quiera poner! Yo lo que he visto, conforme han pasado los años, es que este tipo de relación se ha venido haciendo cada vez más frecuente, supongo que desde el advenimiento de la revolución sexual en la segunda mitad del siglo pasado. El asunto es que ahora es ubicua, está por todas partes y el que menos ha pasado alguna vez por una relación así, y larga, con meses o años de duración.

Lamentablemente no he visto estudios concluyentes al respecto (y con esto no quiero decir que no existan), así que sólo puedo hablar desde mi experiencia clínica (y también desde mi experiencia personal, ¿para qué negarlo?). Generalmente, este tipo de relaciones acaba mal, por lo menos uno de los dos termina sufriendo mucho, y, según lo que he visto, la que suele acabar llevando la peor parte es ella.

No quiero ahondar en el supuesto por qué de la poca probabilidad de éxito de este tipo de relaciones. Sólo quisiera dejar una recomendación, en especial a las chicas, a las mujeres: no es muy conveniente embarcarse en una relación así. Lo más probable es que acabes mal. Es poco probable que ese hombre al que no le agradas lo suficiente como para intentar iniciar una relación seria contigo, vaya a cambiar de opinión por el hecho de que tienes sexo con él una o dos veces por semana. Vaya, he visto casos en que ha ocurrido, que el hombre acabó enamorándose de su amiga cariñosa, pero es uno o dos entre decenas. Si deseas tomar ese riesgo, pues adelante, pero, insisto, lo más probable es que la apuesta acabe en tu contra.

Si un hombre “sale contigo”, a ti te gusta, quisieras que sean algo más, pero él no da el siguiente paso contigo y más bien lo único que avanza es el camino hacia la cama, pues no, te sugiero que pases.

Si acabas en la rutina de verse cada cierto tiempo para tener sexo (en el mejor de los casos luego de hacer alguna otra cosa juntos), pues ya estás dentro, ya tienes un amigo cariñoso, y no tendría buen pronóstico. Mejor evitarlo.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Amigos cariñosos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Antes de decidir ser papás

Hace algunos años me contaron que una psicóloga fue invitada a un programa de radio. Durante el programa, esta psicóloga afirmó algo así como “si desean ser padres, por favor, mínimo, 4 años de psicoterapia antes”.

La recomendación parece exagerada, pero realmente si algo extraño sucediera y una parte de la población mundial le hiciera caso, tendríamos garantizado un mundo muchísimo mejor luego de esos 4 años. Y luego de otros tantos años, tendríamos toda una generación nueva de personas más saludables o, en todo caso, con menos males que cargar.

La psicóloga, de la que lamentablemente nunca supe su nombre, tiene razón. Normalmente las personas cargamos con historias muy dolorosas y en el momento en que decidimos tener hijos, o peor aun, en el momento en el que nos salen los hijos por accidente, esos males que arrastramos se actualizan en la crianza de mil y un maneras, perpetuándose luego en nuestros hijos, y esto es así en prácticamente todo el mundo, ricos y pobres, hombres y mujeres, y en todas las razas y culturas.

Que una recomendación como la que extendió esta profesional en aquel programa de radio sea tomada en serio masivamente parece algo utópico, pero, nuevamente, la psicóloga está en lo cierto: si quieres ser un buen papá, antes de tener un bebé, optimiza tu salud mental, no con libros, ni vídeos, sino con una psicoterapia de verdad. Cuando llegue tu hijo, toda tu salud mental va a ser remecida como si de un terremoto se tratara, así que vale muchísimo la pena tenerla bien puesta y sólida para el acontecimiento.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
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“Antes de decidir ser papás” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Leer cuentos a los niños antes de dormir

Antes que enseñar a manipular celulares, tablets o a usar internet a niños de 3 o 4 años, habría que enseñarles a imaginar los sucesos, a ver las cosas con su mente, a escuchar los diálogos escritos. Los celulares, tablets y computadoras no dejan nada a la imaginación, todo lo dan en bandeja y de la forma más vistosa posible, sus contenidos son inmediatistas, no dejan paso al pensar.

La literatura sí deja paso al pensar, al imaginar, a mover esas neuronas. Si un niño, desde muy pequeño, aprende que un libro, que las palabras, que las letras, los cuentos, la imaginación pueden ser fuente de placer, ese niño será un joven lector más adelante y una persona pensante, crítica, que usa su propia cabeza y no se limita a repetir lo que las pantallas le muestran (“un niño que lee será un adulto que piensa”).

Por eso a los niños de 3 o 4 años, hay que leerles antes de dormir y no acostarlos con aparatos audiovisuales encendidos. Los papás pueden elegir los textos que más se adecuen a sus hijos y dosificarles la lectura, no obligarlos, los papás tendrían que saber cómo motivar a sus hijos pequeños. Motivarlos no es tan complicado. Los niños pequeños son muy curiosos y aman hacer cosas con sus papás y aprender cosas nuevas.

¿Y si mi hijo ya tiene 7 u 8 años y no le inculqué el hábito de la lectura?

Los niños mayores siguen siendo curiosos y siguen amando aprender cosas nuevas y vivir nuevas experiencias. A esa edad ya es más complicado leer cuentitos en la cama, especialmente si ya tiene el hábito de usar dispositivos electrónicos. Sin embargo los papás pueden conocer a sus hijos. Algo les debe gustar.

Si, por ejemplo, le gusta el fútbol, puedes comprarle un texto, revista o publicación de su club favorito o de algún jugador al que admire mucho. Si le gusta un programa de televisión en especial, una serie o dibujo animado, puedes buscar material escrito sobre ese tema. Si está enganchado con algún videojuego, puedes comprarle algún libro o incluso alguna novela ambientada en el universo de ese videojuego. Hay que saber sacarles la vuelta a los gustos de los chicos, por más que no nos simpaticen a nosotros los mayores, o tal vez nos preocupen, como el caso de los videojuegos o de una afición desmedida por algún programa de TV. Eso sí, siempre viendo que el material sea para su edad.

La cosa es que lea. Y a esa edad, la única forma de que lea con placer, va a ser que lea sobre algo que le gusta. Se puede también aprovechar momentos de entusiasmo con respecto a algún tema. Por ejemplo, un interés muy grande por una película que vio contigo en el cine. Por unos días, tu hijo va a estar pensando en esa película. Aprovecha esos días para comprarle algún libro sobre esa película. Cuando den la secuela de esa película uno o dos años después, tu hijo volverá al libro que le compraste y así aprenderá a releer textos significativos. Si así, cada tanto, le vas proveyendo de lectura placentera, tu hijo tomará el hábito.

No exagerar llenándolo de papeles, ni tampoco desanimarse si los dos o tres primeros libros o revistas los deja tirados, hay que dosificar, poco a poco. Tal vez al principio sólo se limite a hojear o ver las imágenes. Poco a poco irá leyendo los textos. Hay que tomarlo como un trabajo a mediano o largo plazo, y ser constantes. También son muy útiles los cómics o historietas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
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Una manera de prevenir que nuestros hijos sean víctimas del bullying

Los acosadores no eligen a sus víctimas al azar. La elección de las víctimas en las aulas o colegios tiene un cierto rango: los acosadores eligen a los chicos tímidos, a los chicos con dificultades para socializar o a los chicos con alguna discapacidad o problema físico.

En realidad, los acosadores pueden elegir a cualquier persona que sea de alguna forma “diferente”. También hay excepciones, pero lo común es que las víctimas sean chicos con las características mencionadas arriba.

Timidez o dificultades para socializar

Las discapacidades o características físicas quedan fuera de nuestro rango de acción, así que no nos centraremos en ellas. Sin embargo, la timidez y las dificultades para socializar sí que podemos prevenirlas.

Si ustedes, padres de familia, ven que su hijo de inicial o primaria se muestra muy tímido, no tiene amigos o le cuesta mucho relacionarse con otros niños, o tal vez desde el colegio llegan reportes de una timidez excesiva o dificultad social, sería recomendable que no pierdan tiempo y consulten estas dificultades con un profesional. De esta forma, atendiendo a este problema, podrían estar previniendo un futuro cuadro de bullying o acoso escolar, ya que su hijo estaría presentando las características de una eventual víctima.

El daño que ocasiona el bullying

Cuando se instaura una situación de acoso escolar, el daño que recibe la víctima es inmenso y puede llegar a tener secuelas permanentes en la vida de la persona. También es sabido que las víctimas de bullying ven tan destrozada su autoestima que pueden llegar incluso al suicidio. De tal forma que esto del bullying no es cosa para tomársela a la ligera. Es mejor prevenir y regular excesos de timidez y dificultades para socializar desde que veamos que se vuelven problemáticas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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Papás que insultan a sus hijos

En la cabeza de los niños y adolescentes, está indefectiblemente grabado, por naturaleza, que papá y mamá son quienes los mantienen vivos, que son aquellos que los cuidan, que los alimentan, que los forman para la vida adulta, que son los adultos que los crían.

Cuando un papá es negligente, golpea o abusa sexualmente de su hijo, este supuesto biológico se rompe, la vida del menor entra en un estado terrible y generalizado de indefensión, el mundo se torna horriblemente amenazante, pues no está más ese papá que protege a su cría, que le da lo necesario para que se logre, sino que se ha convertido en el victimario, en quien más bien lo daña, lo usa o lo destruye.

Los insultos: una cuarta forma de corromper la crianza

Mencioné negligencia, maltrato físico y abuso sexual. Hay una cuarta acción que genera los mismos efectos: el maltrato psicológico, y en particular, los insultos.

Si un amigo o amiga insulta a un niño o adolescente, éste se defenderá, se reirá, contraatacará, irá a la chacota o a la broma. En todo caso, queda claro que el niño o adolescente podría defenderse o podría no tomarlo tan en serio. Lo mismo sucede más o menos con los primos o los hermanos.

Sin embargo, cuando es el papá o la mamá quien le dice  “estúpido”, “huevón”, “imbécil”, “idiota”, “cojudo” o cuantas más perlas puedan ocurrírsenos, algo muy distinto sucede. Esa sola palabra resulta tan dolorosa, tan humillante, tan devastadora para la autoestima del menor, que muchos chicos cuando hablan de ello afirman que prefieren los golpes.

Si estas palabras se repiten sistemáticamente, el daño es gigantesco, ya que este papá o mamá, no es que sea indiferente ante los logros de su hijo, no es que no vea lo bueno que es, no es que desapruebe o critique, sino que directamente está destruyendo la autoestima de su hijo, pues es su propio padre o madre quien lo señala y le dice lo inútil, lo imbécil, lo bueno para nada que es; sí, su papá o su mamá, quien supuestamente lo cría, lo protege y lo forma para la adultez. Si había alguien en el mundo en quien se podía confiar, justamente habría sido él o ella. Démonos cuenta del contrasentido, de la ruptura del orden natural de las cosas.

Por supuesto, demás está decir que, a diferencia de lo que pasa con los amigos, los primos o los hermanos, aquí el niño o adolescente no puede defenderse y no hay forma de que no le dé importancia al ataque, no hay forma de que no lo sienta, de que no lo destruya poco a poco.

Por eso, en general, se recomienda desterrar estas palabras del vocabulario en el trato con los hijos. Es mejor no usarlas, no sólo para evitar agredirlos con ellas, si no para que ellos no escuchen cómo sus padres las utilizan para agredir a otras personas o para hablar mal a sus espaldas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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“Papás que insultan a sus hijos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?

El arte muchas veces es ninguneado, especialmente cuando se ve su relación con la formación de los niños y adolescentes. También muchos adultos lo reducen a mero entretenimiento, a ir al cine a ver alguna película fastuosa o a ir a algún concierto de música popular.

Sin embargo, el arte es importantísimo para el desarrollo de los menores y para la salud de los mayores, que no por gusto la actividad artística ha estado acompañándonos desde que el ser humano apareció en este mundo.

¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?

Esto lo escribo a raíz de un artículo interesante que encontré en Escuela con Cerebro, un blog dedicado a temas de neurociencias y educación. El artículo precisamente se llama así: “¿Por qué el cerebro humano necesita el arte?“. Este artículo tiene bastante información condensada de investigaciones científicas que abordan la importancia del arte en la educación de los niños y adolescentes.

Un ejemplo: la música

En una entrada anterior habíamos comentado la importancia de la música en la salud de las personas. En otra entrada habíamos hablado de cómo el sistema nervioso, al no utilizar sus capacidades empieza a perderlas por desuso.

Pues bien, en el artículo que he citado, se comparte un vídeo en el que claramente se ve cómo se relacionan ambas cosas. Prácticamente toman al músico Sting y lo ponen a componer música mientras le hacen una resonancia magnética. Resultó que la actividad musical ponía en acción todo su cerebro. Aquí dejo el vídeo:

Y si quieren ver sólo la parte de Sting, pueden seguir este enlace:

https://youtu.be/yzQGr7MGYlI?t=2m36s

Finalizando

A modo de conclusión, en la educación de los chicos no todo es deportes y matemáticas, el arte es un gran aliado, y además es necesario. Se puede tomar en cuenta esto incluso al elegir colegio para los niños de inicial. Hay colegios que usan mucho arte y otros que lamentablemente no. Se puede tomar esto como un criterio más en la elección.

 

Lo que NUNCA debes hacer al llevar a tu hijo a psicoterapia (5): retirarlo de tratamiento antes de que se le dé de alta

Esta entrada es difícil porque la mayoría de padres precisamente lo hacen: retiran a sus hijos antes de terminar el tratamiento.

Esto normalmente sucede porque la psicoterapia, al empezar a modificar los patrones de comportamiento del niño o adolescente, amenaza también con el equilibrio familiar. Esta amenaza, a pesar de que sea para mejor, lleva a los papás, muchas veces de forma inconsciente, a retirar a sus hijos de la psicoterapia con cualquier pretexto, la falta de dinero, la falta de tiempo, o cualquier otra razón.

Es poco común, al menos en mi experiencia, que los papás saquen a sus hijos de la psicoterapia debido a la aparente falta de resultados, aunque en realidad sería fácil caer en esto, ya que lamentablemente, la psicoterapia es un proceso de mediano o largo plazo. En términos de salud sería como una ortodoncia. En términos de educación, se parece a los procesos educativos normales, inicial (1 o 2 años), primaria (6 años), secundaria (5 años), universidad (de 5 a 8 años), instituto (3 años), maestría (1 o 2 años).

Digo “lamentablemente” porque sería muy deseable que los procesos de psicoterapia sean rápidos, de corto plazo. Tristemente esto no existe, lo cual también es comprensible: una persona, un niño o adolescente no puede ser “transformado” en 4 o 5 horas. Un niño de 5 años, tiene justamente eso, 5 años de vida tras de sí, más 9 meses de gestación. Sus patrones de conducta, sus sentimientos, todo lo que le hace sufrir, todo de lo que disfruta o aquello que lo satisface, no puede ser modificado en unas cuantas sesiones de 45 minutos, eso lindaría con la magia. Menos aun con un adolescente de 16 años o un adulto de 30 o 40.

Pero sí, los procesos de psicoterapia suelen ser más largos de lo que desearíamos, y eso definitivamente no ayuda a que los tratamientos culminen.

Sin embargo, creo que la razón que subyace a muchísimos de los procesos de psicoterapia interrumpidos es justamente la que mencioné: la psicoterapia conduce a un cambio no sólo en la persona que asiste al tratamiento, sino en toda su familia y entorno. Esto muchas veces es una amenaza, ya que inicialmente los papás sólo desean que la psicoterapia cambie a su hijo, mas no a ellos o a su modo de vida, lo que es poco realista, ya que lo más probable es que los malestares de sus hijos se deban precisamente a cómo viven sus papás.

Ya lo veo bien, ya está bien, ya no necesita

A veces los papás me han retirado al niño o adolescente de psicoterapia porque “ya lo ven bien”. Sin permitir que la psicoterapia consolide los logros. Esto es desperdiciar la enorme oportunidad que se tiene de que los logros se conviertan en algo duradero. Es muy posible que los niños o adolescentes retirados de esta forma, al no tener consolidados sus avances retrocedan tarde o temprano, más o menos como las recaídas terribles cuando uno se enferma de gripe o resfrío y se descuida antes de estar completamente recuperado.

Algunas veces los papás que hacen esto se lo dicen al terapeuta antes de proceder a terminar con la relación. Otras veces no lo dicen y simplemente dejan de llevar a su hijo. Ambas opciones son muy malas opciones, pero la peor es la última. Por lo menos en la primera le darán la oportunidad al terapeuta de darles las razones para que no lo hagan. Esto vendría a ser una recomendación profesional y lo lógico es seguirla.

Es como que tu médico te diga, “fulanito, tienes que tomar tus antibióticos por una semana”, y tú a los 3 días, como “ya estás bien”, dejas de tomarlos. Ya sabemos qué es lo que va a suceder después de semejante decisión. Lo mismo pasa con la psicoterapia, sólo que con el agravante de que encima lo estás haciendo con tu hijo.

Él ya no quiere venir

Otros papás retiran a sus hijos porque ellos se lo piden. Aquí la respuesta es bastante obvia. ¿Si tu hijo tuviera alguna enfermedad, tú lo dejarías de llevar al médico porque él te lo pide? Aquí lo que pasa es que, o los padres están gobernados por sus hijos, o eso de que “ya no quiere venir” vendría a ser un pretexto para evitar decir “yo no quiero que él siga viniendo”.

Situaciones reales

A veces, los papás efectivamente se ven imposibilitados de llevar a su hijo a psicoterapia por un tiempo. Se dan motivos económicos o logísticos (mudanzas, falta de quien se haga cargo, etcétera). Esto vendría a ser creíble si es que cuando se soluciona el impasse el niño o adolescente volviera a su proceso, lo cual muchísimas veces no sucede y hace pensar que, a pesar de que el impasse podría ser real, tal vez también haya estado encubriendo una razón más poderosa, como la que creo que está detrás de la mayoría de terapias abortadas: el rechazo al cambio real.

En contraparte, en mi experiencia, aquellos que se han visto imposibilitados de seguir con el tratamiento, pero realmente deseaban continuarlo, a los meses o incluso años, me han llamado para continuar.

Pelearse con el terapeuta

Algunos papás empiezan a sentir antipatía o rechazo hacia el terapeuta de su hijo. En el fondo creo que es por lo mismo, por el terror al cambio. Los papás entonces es como si buscaran pelearse con el terapeuta, se crean situaciones de dinero, de cumplimiento de acuerdos, de horarios, como que se busca el roce o la confrontación. Muchas veces si uno investiga qué hay detrás, encuentra que lo que hay son recomendaciones que los papás no están para nada dispuestos a seguir.

Ante una recomendación indeseada por los padres puede suceder que directamente los papás nunca más lleven a su hijo a su terapia. Yo he visto esto, por ejemplo, cuando insinúo o recomiendo que la mamá vaya preparando a su hijo para dormir solo, sin ella, en el caso de hijos ya grandes que duermen con la madre. A pesar de que le doy a la mamá las razones y los peligros de que esta conducta, sucede que a la siguiente sesión el niño ya no asiste.

Lo otro que puede suceder es que los papás sigan llevando a su hijo, porque efectivamente lo ven con problemas, pero ya lo empiezan a hacer con antipatía hacia el profesional que amenaza su modo de vivir. Poco a poco estos papás, de repente sin darse cuenta del todo, pueden empezar a buscar la confrontación que justifique el retiro del proceso.

La recomendación final

Aunque suene utópica la voy a dar: nunca, jamás retires a tu hijo de psicoterapia sin que haya sido dado de alta, a menos que la situación esté fuera de tu control (como por ejemplo, que el terapeuta se vaya del país o que efectivamente se esté dando una situación económica o cosas por el estilo).

Al retirar injustificada, deliberada o unilateralmente a tu hijo de su proceso, puede que tú te sientas más aliviado, puede que incluso tu hijo sienta ese alivio, pero a la larga lo que estás haciendo es dejar pasar la oportunidad de que tu hijo logre una salud óptima, y esto puede pasar la factura más adelante de muchas maneras. Tu hijo crece, está creciendo, y tal vez luego se den cosas que ya no puedan ser atendidas o modificadas, debido a que el tiempo ya pasó y no se hizo lo que se debía en su momento.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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Cuidado con la información en Internet

Todo medio de comunicación exige una cierta dosis de escepticismo por parte del que recibe la información, a riesgo de ser desinformado o, en el peor de los casos, engañado. Y esto es recomendable desde la comunicación oral de persona a persona hasta la comunicación a través de los medios masivos, como la prensa escrita, la televisión, la radio y, desde hace algunos años, Internet.

Buscando información sobre salud mental en Internet

No es recomendable, entonces, creer a ciegas en todo lo que se oye o lee, no porque haya malas intenciones necesariamente, sino porque todos los seres humanos somos susceptibles de equivocarnos y de dar información errónea.

Esto se vuelve más importante y vital cuando la información que recibimos tiene que ver con nuestra salud o la salud de las personas que nos rodean o de las personas de las que somos responsables, como nuestros hijos. Cuando hablamos de la salud, ya no estamos hablando de información sobre hechos externos, si no que estamos hablando ya de asuntos que tienen que ver con el cuerpo y la mente, asuntos internos, por decirlo de algún modo. Y esto cobra importancia en la medida en la que la información que manejemos será en gran parte la que determine nuestras acciones o nuestras omisiones frente a los problemas relacionados.

El riesgo de recibir información errónea siempre existe, pero se hace particularmente evidente en Internet, donde personas de todo tipo pueden publicar contenidos que muchas veces son equivocados, quedando ahí colgados a la vista de todos.

Peligro de desinformación en Internet

Pensé en escribir esta entrada a raíz de un artículo que leí en una página web (de bonita presentación y de apariencia muy “profesional”) dedicada a la crianza y a la primera infancia. Se trataba de un artículo en el que el autor acusaba a los médicos pediatras de dar información falsa y de hacer daño con sus recomendaciones a los bebés y a los padres. El eje de la discusión giraba en torno al tema de en qué momento es recomendable pasar a los bebés o a los niños a su propia habitación.

Pero más allá de tocar este tema de la habitación y los tiempos de los niños, que ya lo tocaremos aquí en su momento, lo que me llamó la atención fue la cantidad de información tendenciosa, prejuiciosa y equivocada que había en ese artículo. Cuando bajé a la sección de comentarios, vi que lamentablemente muchas madres y padres tomaban en serio este artículo y estaban igualmente indignados con los médicos pediatras, a los que acusaban de negligentes.

Me llamó la atención, luego, que había algunos comentarios que el autor y administrador de la web había calificado y publicado como “comentario irrelevante”. Estos “comentarios irrelevantes” eran los comentarios de las personas que no estaban de acuerdo con lo escrito en su artículo. Adelanto que desde mi punto de vista, señales de soberbia como esta dan mucho qué pensar acerca del profesionalismo del autor.

Resulta que, leyendo con más atención, el autor es técnico en enfermería pediátrica, cosa que me llamó mucho la atención, ya que esta persona está autorizada a escribir sobre asuntos que tengan que ver con su oficio, y sin embargo estaba publicando artículos con recomendaciones sobre asuntos médicos.

Es como que yo, siendo psicólogo, publique artículos y administre una web sobre psiquiatría. O, más claro aun, es como que el farmacéutico le indique a usted qué medicamentos debe tomar o incluso contradiga o cambie lo que le indicó su médico. No es de ningún modo que el farmacéutico sea menos que el médico, ni que el psicólogo sea menos que el psiquiatra, ni que el técnico en enfermería sea menos que el pediatra, es que simplemente son profesiones distintas; necesarias, pero diferentes, frente a las que se aplica el famoso dicho aquel de “zapatero a sus zapatos”.

Uno mismo es el que más se desinforma (de acuerdo a su conveniencia)

Aquellos papás que se apegaban a lo dicho en el artículo mencionado arriba, obviamente no son seres puros a los que una mente soberbia, irresponsable y pretenciosa ha engañado. No, estos papás están utilizando lo dicho irresponsablemente por el autor para justificar sus propias creencias erróneas y sus propios prejuicios. Lo que tal vez sucede en realidad es que no les agrada la recomendación del pediatra y buscan cualquier cosa para tirarse abajo la opinión profesional.

Esto nos lleva a la conclusión de que quien más engaña y desinforma a una persona es la propia persona. Por eso es recomendable estar atentos a esto. En el caso de los papás con el pediatra, sólo bastaba con no llevar a cabo la recomendación, ya que nadie les pone una pistola en la cabeza. No hay necesidad de sacar argumentos y contradecir al profesional sin uno mismo ser profesional en esa rama. A menos que uno busque una segunda opinión, de otro profesional, no de una persona que no ha estudiado para dar recomendaciones de ese tipo.

Cuidado con la información acerca de salud mental en Internet

Es recomendable, por todo lo dicho, nunca tomar lo leído en Internet como si fuera la recomendación que da un profesional cara a cara en un consultorio. Internet jamás reemplazará a los profesionales. En Internet usted encontrará información general que puede acercarse o no, en alguna medida, a su caso particular. Pero su caso particular es único e irrepetible, y, como tal, tiene sus propias necesidades; por eso debe ser pensado y analizado aparte, en un espacio y tiempo exclusivos.

Y digo esto sabiendo y teniendo en cuenta que yo mismo publico muchas veces en Internet. Pues sí, lo vuelvo a repetir, lo dicho en Internet, en primer lugar, son generalidades que, de haber algún problema, no satisfacen de ningún modo su caso particular. En segundo lugar, usted no conoce necesariamente al autor, no sabe por ende si es un profesional recomendable, o si está bien informado, ni siquiera puede que sepa si es un profesional. Así que cuidado, si hay problemas, es necesario darse el trabajo de ver personalmente a alguien.

Sólo un profesional puede discutir una opinión profesional

Finalmente, es necesario sopesar las recomendaciones profesionales con opiniones de otros profesionales. Si un psicólogo le da una recomendación y usted duda de ella, busque una segunda opinión, de otro psicólogo, antes de iniciar tratamiento alguno, y acomódese. Igual frente a las recomendaciones médicas o de cualquier otra índole. Si un pediatra le da una recomendación y usted duda de ella, no pretenda rebatirla con la opinión de un enfermero o de la suya propia, busque la opinión de otro pediatra. Si le vuelven a decir lo mismo, cabe preguntarse si acaso es a usted a quien no le gusta la recomendación y por eso anda buscando quien la contradiga.

Para terminar, para darnos una idea, piense en usted y en su oficio o profesión. Piense en lo absurdo y fuera de toda lógica que sería que venga una persona X a contradecir lo que usted sabe, sin ser su colega y sin haber estudiado la misma carrera u oficio. Lo mismo sucede muchas veces en Internet y en otros ámbitos en lo que respecta a la salud mental. Por eso es mejor ser conscientes de esto e ir con cuidado, no sólo en Internet, sino en todos los demás espacios de comunicación.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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