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El ejercicio físico y el cerebro

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Desde fines del siglo pasado hasta el momento se han acumulado muchas evidencias, tanto en humanos como en animales, de que el ejercicio físico beneficia las funciones cerebrales, al cerebro mismo y al sistema nervioso en general.

Es así que si desde la niñez se lleva un estilo de vida físicamente activo, se puede prevenir o retrasar el declive de las funciones cerebrales (memoria, aprendizaje, por ejemplo) que normalmente trae el envejecimiento.

¿Cómo así?

La actividad física beneficia al sistema nervioso de muchas maneras. Aquí voy a presentarles solo una de ellas: el ejercicio físico aumenta la síntesis de una proteína que se conoce como “factor neurotrófico derivado del cerebro” (sí, un nombre algo especial). Esta proteína actúa en el proceso de crecimiento del sistema nervioso, en la neurogénesis, en la supervivencia de las células nerviosas y en la plasticidad neuronal, de tal manera que es una proteína clave, fundamental.

Esta información salió publicada en un artículo titulado “Exercise Impacts Brain-Derived Neurotrophic Factor Plasticity by Engaging Mechanisms of Epigenetic Regulation”, publicado en el European Journal of Neuroscience en febrero del 2010.

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Recomendaciones

Hay que mantenerse físicamente activo. Los adultos podemos prescindir, aunque sea algunas veces, del automóvil o del transporte público o de los taxis para caminar o para dar un paseo. Si se puede o se desea practicar algún deporte, mejor.

A los niños (y especialmente a ellos) también hay que mantenerlos físicamente activos, que elijan practicar algún deporte o actividades al aire libre, que hagan algo con su cuerpo, lo que quieran, y para ello es necesario que los papás tomen esto como una necesidad y ellos mismos empiecen a estimularlos desde muy pequeñitos. No sería bueno que los niños crezcan jugando únicamente sentados o echados manipulando celulares.

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Referencia

Gomez Pinilla, F., Zhuang, Y., Feng, J., Ying, Z., Fan, G. (2010). Exercise Impacts Brain-Derived Neurotrophic Factor Plasticity by Engaging Mechanisms of Epigenetic Regulation. European Journal of Neuroscience. 33 (3), 383-390.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“El ejercicio físico y el cerebro” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Neurogénesis en adultos: un aliado frente al envejecimiento

Todavía hay mucha gente que cree que una vez que las personas somos adultas no producimos células nerviosas, especialmente neuronas. Pero en realidad se sabe que los adultos sí podemos hacerlo, lo que significa que nuestras capacidades y posibilidades no necesariamente tienen que ir siempre cuesta abajo a medida que pasan los años.

Si bien es un tema en constante debate, hay investigaciones científicas que afirman que el ejercicio físico y el ejercicio de actividades relacionadas con el lenguaje (lectura, escritura, habla, idiomas, etc.) ayudan o estimulan la neurogénesis.

De esta manera podemos rescatar una serie de actividades que es recomendable realizar de forma constante: ejercicio físico, práctica de deportes, relacionarse con personas, escribir, leer, escuchar, dialogar, comunicarse en general, evitar el aislamiento. Así nuestro sistema nervioso estará activo y alentado a seguir desarrollándose, retrasando la vejez, la decadencia y la pérdida de habilidades asociadas con el paso de los años, y mejorando nuestra calidad de vida.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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Neuroplasticidad positiva y neuroplasticidad negativa

Ilustración: Lucía Fernández

En la entrada anterior hablamos acerca de la neuroplasticidad o plasticidad neuronal. Esta propiedad natural de nuestro sistema nervioso puede jugar en nuestro favor o en nuestra contra, dependiendo de nuestras acciones.

Pongamos un ejemplo: un joven muy inteligente, con enormes posibilidades de desarrollo profesional egresa de la secundaria. Esto es lo que naturalmente se le dio, con estas capacidades vino al mundo, y hasta salir de la secundaria fueron desarrolladas y aprovechadas de manera adecuada.

Para decirlo de forma extremadamente simplificada, a este joven se le dan dos caminos extremos:

1) Desarrolla sus capacidades: por ejemplo, ingresa a una universidad y aprovecha esta etapa de su vida, con lo cual su sistema nervioso se fortalecerá y adquirirá habilidades nuevas y más complejas para desenvolverse en ámbitos especializados y de alto rendimiento.

2) Desaprovecha sus capacidades y las pierde con el tiempo: por ejemplo, adquiriendo una adicción que le impida especializarse, haciéndose expulsar de la universidad o repitiendo los ciclos y los cursos constantemente, drogándose y/o emborrachándose sistemáticamente con los amigos sin hacer nada más a conciencia.

En el primer camino, la neuroplasticidad en el sistema nervioso de la persona juega a su favor: sus células se unen entre sí en nuevas conexiones, arman nuevos circuitos, se generan nuevas neuronas, adquiriendo de esa forma nuevas capacidades y habilidades.

En el segundo camino, la neuroplasticidad juega en su contra. Sus redes neuronales se desconectan por el desuso, no se desarrollan las vías que anteriormente se habían aprovechado, las redes neuronales se debilitan, la persona no gana capacidades, sino que las pierde día tras día, sintiéndose a sí mismo cada vez más torpe, incapaz y poco inteligente.

Naturalmente, en la vida real las cosas no son tan simples. En la mayoría de casos veremos que las personas toman un camino intermedio entre estos dos extremos, pero de todas formas lo dicho puede servir para entender la idea esquemáticamente.

Factores que fortalecen la neuroplasticidad positiva

Actualmente se sabe que hay algunos factores que definitivamente fortalecen la neuroplasticidad positiva, animando a que nuestro sistema nervioso juegue a nuestro favor. Algunos de estos son:

– Actividad física – Educación – Nutrición adecuada – Interacción social

Factores que fortalecen la neuroplasticidad negativa

También se sabe algunos factores que más bien animan a nuestro sistema nervioso a jugar en nuestra contra. Algunos de estos son:

– Poca actividad física – Mala o pobre educación – Mala nutrición  – Mal estado de salud – Pocas horas de sueño

Para recordar

Aquí se tienen entonces cuatro cosas qué hacer y cinco cosas qué evitar; y esto vale para todas las personas, sean bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos o adultos mayores. Piense en usted mismo y en sus hijos y cuente. ¿Lleva a cabo los cuatro factores positivos? ¿Cuál le faltaría o lleva a medias? ¿Lleva a cabo algunos de los factores negativos? ¿Cuáles serían esos?

La idea sería ver la manera de ir sumando los positivos e ir cancelando los negativos, tanto en usted como en sus hijos o en las personas que tiene bajo su cuidado.

Referencia

David E. Vance, PhD, MGS; Anthony J. Roberson, PhD, PMHNP-BC; Teena M. McGuinness, PhD, CRNP, FAAN; Pariya L. Fazeli, BA (2010). How Neuroplasticity and Cognitive Reserve Protect Cognitive Functioning. En: Journal of Psychosocial Nursing and Mental Health Services. April 2010 – Volumen 48 – Número 4: 23-30.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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Ejercicio físico y deporte: aliados de la inteligencia y del buen rendimiento académico

Ahora se sabe que el ejercicio físico sí tiene relación con la inteligencia y el rendimiento académico de los niños. También se sabe que tiene relación con la salud física, la salud mental y el rendimiento académico o laboral de las personas adultas. Así, ha sido superada la separación que podría haberse insinuado anteriormente entre deporte e inteligencia o entre deporte y buen rendimiento académico.

Media hora diaria de ejercicio físico en el colegio

Para muestra un botón: en un colegio se tuvo la idea de que todos los días los estudiantes harían media hora de ejercicio físico. Al poco tiempo se vieron los resultados: el rendimiento académico general del alumnado mejoró significativamente, para sorpresa de todo el personal. 

Ilustración: Lucía Fernández

Papás incentivando el ejercicio físico y el deporte

Es importante, por tanto, que los papás consideren la necesidad de que sus hijos hagan ejercicio físico. Hay que interesarse en qué les gustaría hacer y proveerles de lo necesario para que lo hagan. Si su hija quiere correr, acompáñela a correr o haga lo posible para que pueda hacerlo; si su hijo quiere aprender a jugar tenis, haga el esfuerzo y busque cumplirle este deseo; si quieren manejar bicicleta, cómprensela, no condicionen la bicicleta a las buenas notas “poniendo la carreta delante de los caballos”.

El deporte no debe ser premio ni castigo

No condicione el ejercicio físico y el deporte a las buenas notas. Muchas veces he visto a los papás diciéndoles a sus hijos: “como sacaste malas notas, no tendrás fútbol”. Al contrario, el deporte ayuda a que los chicos estudien mejor y se sientan mejor. Si a pesar de hacer deporte, su hijo o hija no tiene un rendimiento adecuado, no le eche la culpa al deporte, el deporte juega más bien a su favor. Seguramente hay otras problemáticas que están impidiendo que su hijo o hija mejore, pero no es necesariamente el deporte, a menos que él o ella se dedique exclusivamente a eso, que tampoco es la idea (nada en exceso es bueno).

Enseñándoles a los pequeños y animando a los más grandes

Mientras más pequeños mejor, juegue con ellos, hágalos correr y jugar físicamente. Si sus hijos ya están grandes y han estado acostumbrados a una vida sedentaria, viendo TV, jugando videojuegos o incluso estudiando sentados a la mesa en exceso, puede que no quieran hacer deporte o ejercicio. No se trata de obligar a sus hijos, ni menos de elegirles qué hacer, pero puede animarlos y poner de su parte para que en algún momento se animen a moverse.

Ya sabemos: el ejercicio físico y el deporte son aliados del buen rendimiento académico y del desarrollo de la inteligencia de los niños y adolescentes. No hay que tomarlos como premios o castigos, hay que tomarlos más bien como necesidades que siempre deben estar satisfechas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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La poda sináptica

Nuestro cerebro y el resto de nuestro sistema nervioso está compuesto por neuronas, las células nerviosas más conocidas. Estas neuronas están conectadas entre sí a través de sus dendritas y axones, extensiones que se asemejan a cables. Es como si ellas estuvieran tomadas de las manos entre sí formando una red enorme. Ellas se comunican a través de esas conexiones y gracias a ellas se transmiten órdenes que se traducen en nuestros sentimientos, percepciones, acciones y pensamientos.

Desde mover un brazo hasta sentir amor por alguien o desde despertar en la mañana hasta hacer una presentación ante tus jefes, todo ello, cada acción, cada sensación, cada idea, es ordenada por nuestro cerebro y efectuada a través de las neuronas y sus conexiones.

Son las neuronas las que hacen que nuestros músculos se muevan si queremos caminar o correr, y son las neuronas las que hacen que seamos capaces de ver u oir. Y todo a través de esta red de conexiones de la que hablamos, pues, por ejemplo, si tenemos la voluntad de mover el brazo, la orden se llevará a cabo gracias a que miles de neuronas “se pasarán la voz”, desde las que están en el encéfalo hasta aquellas que están conectadas directamente con el músculo.

Sinapsis

La conexión efectiva entre una neurona y otra se llama sinapsis y, así como nuestro sistema nervioso está compuesto por millones de neuronas, se podría decir que también está compuesto por millones y millones de sinapsis, incluso por más sinapsis que el total de neuronas.

Ahora bien, cuando uno es niño el número de sinapsis es enorme. Las sinapsis están ahí formándose o, si ya están formadas, están ahí preparadas para ser la vía para realizar muchos comportamientos. Es por eso que los niños aprenden mejor y más rápido que un adulto mayor. Es por eso, por ejemplo, que es común ver que un niño aprende rápidamente a manejar una computadora que un adulto que recién se encuentre frente a una.

La poda sináptica

Podemos pensarlo como una computadora que nos viene nueva con muchas aplicaciones instaladas, muchas más de las que usaremos. Esa computadora sería capaz de hacer muchas cosas, pero también tendría menos potencia, debido a la cantidad de programas instalados que tiene que preparar cada vez que la encendemos.

Entonces, con el tiempo, el sistema de esa computadora empezará a desinstalar automáticamente, sin preguntarnos, los programas que no utilizamos. Así será más potente y más rápida, pero, ¿qué pasaría si después de mucho tiempo queremos usar un programa y nos topamos con la sorpresa de que el sistema ya lo desinstaló por no haberlo usado nunca? Sería una lástima; tal vez diríamos “¡lo hubiera utilizado antes! ¡Ahora ya lo perdí!”.

Lo mismo pasa con las sinapsis. Conforme el niño crece, si una red sináptica no ha sido utilizada, el sistema nervioso optará por cortar las conexiones. Este es un fenómeno que se conoce como “poda sináptica”, es decir, el sistema nervioso poda, corta, las sinapsis sin usar para así obtener más energía y especialización en lo que sí hace la persona.

A diferencia de un programa de computación, que podemos volver a comprar en cualquier galería comercial, las redes sinápticas no se recuperan tan fácilmente. En realidad, muchas son muy difíciles o incluso imposibles de reestablecer.

Evitar que los niños pierdan la oportunidad

Ilustración: Lucía Fernández

La poda sináptica es un fenómeno necesario para la vida adulta, pero, al igual que cuando nos cuestionamos con la metáfora de la computadora, ¿qué pasa si nuestro niño pierde eficiencia, facilidad o incluso capacidad para hacer algo que sí le serviría, debido a que nosotros, como padres, no supimos estimularlo, enseñarle o permitirle hacer realidad sus potencialidades? ¿No sería una pena que tarde nos demos cuenta de ello o que tal vez nunca nos demos cuenta?

Pienso en los padres que, en un afán sobreprotector, no permiten a sus niños gatear o jugar en el suelo; o en aquellos papás que por falta de tiempo o ganas no se permiten jugar con sus hijos (imaginemos un hijo único que no pueda jugar ni siquiera con sus padres); o en aquellos papás que, por necesidad o sin ella, hacen que sus hijos trabajen como si fueran adultos, sin permitirles tener mayor tiempo para jugar o aprender acerca de otras cosas; o en aquellos papás que sabiendo hacer cosas muy bien, como tocar algún instrumento musical o realizar algún deporte, no lo comparten con sus niños, perdiendo la oportunidad de ser un maestro para ellos y limitándolos más a lo escolar, sin un horizonte más amplio.

Todos estos niños están en riesgo de perder los recursos que por naturaleza desarrollaron, la posibilidad de ser buenos deportistas, músicos, artistas, de tener pasatiempos interesantes y enriquecedores, incluso de ser buenos en lo que hagan para ganarse el sustento en su madurez.

Ojo, no estamos hablando de atiborrar a los niños de estimulación y actividades para que desarrollen todas y cada una de sus potencialidades. Recordemos que la computadora necesita mayor potencia; no se trata de agotar a nuestros hijos, como también muchos papás hacen, que el que mucho abarca poco aprieta. Se trata de tener cuidado de no perder oportunidades importantes o incluso de no perder habilidades necesarias para vivir más adelante en este mundo.

Si a un niño no se le permite moverse de su cuna, llegará un momento en el que perderá la posibilidad de caminar; si a un niño no se le habla nunca, llegará un momento en el que perderá la posibilidad de hablar; si un niño no recibe amor, ni cariño de nadie, llegará un momento en el que perderá la posibilidad de sentir y de dar esos sentimientos a un otro.

Conozco a una persona que no tuvo la oportunidad de aprender a leer ni a escribir en su niñez. Siendo adulta aprendió, pero le es imposible leer y escribir a la velocidad con que lo hacemos los que sí aprendimos siendo niños. De hecho, lo hace tan lento que sigue considerándose a sí misma analfabeta. Ése es el riesgo, con todas las cosas que un niño puede aprender, desarrollar y disfrutar.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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