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¿Ofrecer disculpas a los hijos?

«Si te sientes mal con tu hijo, no dudes en decírselo y ofrecerle disculpas, así sabrá que los “grandes” también se equivocan y saben reconocerlo» (Baltazar y Palacios, 2011, página 38).

Así es, de acuerdo, aunque me gustaría acotar tres cosas:

  • Ofrece disculpas a tu hijo sin perder la autoridad que tienes, sin rogar, sin rebajarte, con dignidad, no te comportes como un niño o muchacho o como su amigo, acuérdate que tú eres su papá o mamá, que eres un adulto y que tú eres la autoridad.

  • Ofrecer disculpas ante un error y reparar el daño mediante el afecto y el acercamiento es suficiente. No tienes que comprar el perdón de tus hijos pagando cosas o golosinas o dándoles permisos especiales, como faltar al colegio o jugar más tiempo con los videojuegos. Esto lo único que provocará es que pierdas autoridad, que tu hijo se acostumbre a ser comprado con cosas materiales o con dádivas (esto es germen de conveniencia y corrupción) o que tu hijo desee que te equivoques y que hagas mal las cosas esperando su recompensa por ello.
  • Ofrece disculpas sí y solo sí estés completamente seguro de que te has equivocado. No te fíes solo de tus sentimientos de culpa. Piénsalo bien, consulta si es posible con tu pareja o con personas de confianza. Ante la duda investiga, asegúrate de que en realidad te equivocaste. Si empiezas a pedirle perdón a tu hijo por cosas que no has hecho mal, lo situarás a él en un pedestal y tú acabarás siendo su súbdito, nuevamente perderás autoridad y tu hijo crecerá con la idea de que tiene derechos especiales por sobre los demás. Ofrecer disculpas a tu hijo no es cosa de juego. Es importantísimo que lo hagas cuando de verdad lo amerite. Tal vez sea una “pequeñez”, no importa; si de verdad lo amerita y es justo, hazlo, pero estate seguro de ello.

En conclusión, yo diría que si te sientes mal con tu hijo, sí, duda, piénsalo, cuestiónate, consulta, pregunta, escucha si es necesario. A veces puedes concluir rápidamente que te equivocaste, otras no tanto, el asunto es que estés seguro. Evita guiarte únicamente por tus sentimientos de culpa. Los sentimientos no son racionales y pueden engañarte. Si estás seguro de que te equivocaste, ahí recién no dudes en decírselo y ofrecerle las disculpas del caso.

Efectivamente, los “grandes” nos equivocamos, y mucho. Así que sí, ofrece disculpas a tus hijos cuando lo hagas, pero solo cuando lo hagas. Y luego, cuando ofrezcas esas disculpas, hazlo de forma correcta, evita rebajarte, evita rogar, evita comprar el perdón de tu hijo. Tu error no te ha quitado tu rol de padre o tu autoridad.

Referencia

Baltazar Ramos, Ana María & Palacios Suárez, Celia (2011). Consejos prácticos para la educación de los hijos. México D. F., México, Editorial Trillas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

 Licencia Creative Commons
“¿Ofrecer disculpas a los hijos?” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Enseñar a no interrumpir con el ejemplo

Cuando tu hijo esté platicando, no lo interrumpas. Así le estarás enseñando a través del ejemplo, que cuando alguien más habla, hay que esperar a que termine para intervenir (Baltazar y Palacios, 2011, página 28).

Como vimos en la entrada anterior, los niños tienden a interrumpir las conversaciones de los adultos. Como se explicó, esto sucede porque ellos buscan sentir la seguridad de que sus papás o el adulto encargado todavía lo están teniendo en cuenta, dado que son seres dependientes, necesitados de cuidados.

Interrumpir a los niños cuando hablan

Esto a los adultos puede parecernos muy molesto, lo que también es comprensible. Justamente por eso hay que enseñarles a no hacerlo, y la mejor (y única, en realidad) manera de enseñarles a los hijos es mediante el ejemplo.

Para ello los papás podríamos evitar interrumpir a nuestros hijos cuando ellos están hablando, porque si lo hacemos, ¿con qué cara y autoridad les pedimos luego que ellos no lo hagan? Lógicamente, si nuestras acciones muestran lo contrario de lo que decimos, los niños nos desautorizarán, no nos harán caso y seguirán interrumpiendo como siempre.

Esto no lo harían a propósito; es que simplemente así se da. Es bien difícil ser vegetariano en una casa donde todos los días te sirven carne y donde no tienes acceso ni poder de decisión en la cocina. De la misma forma, es bien difícil ser niño y aprender a no interrumpir cuando tus papás todo el tiempo lo hacen.

Interrumpirnos entre nosotros cuando hablamos

Pero la cosa no queda ahí. Si queremos que nuestros hijos aprendan a no interrumpir y a no ser impertinentes, además de darles el ejemplo no interrumpiéndolos a ellos, también podríamos darles el ejemplo evitando interrumpirnos entre los adultos, al menos delante de ellos.

Funciona de la misma forma: ¿cómo se le enseña a dejar hablar a un niño si ve que sus propios papás se comunican interrumpiéndose constantemente? Es evidente que esto le haría un corto circuito en la cabeza, es bien confuso y no se entiende nada.

De cosas como estas salen esas afirmaciones de los niños y adolescentes: “mis papás son bien raros” o “mis papás están locos”. Estas expresiones no las dicen por gusto. Exigirle a tu hijo que deje hablar cuando tú y tu pareja viven interrumpiéndose es como el consabido “¡no hables lisuras, carajo!”. Obviamente no se va a entender el mensaje y el comportamiento del niño persistiría o se agravaría.

 

Referencia

Baltazar Ramos, Ana María & Palacios Suárez, Celia (2011). Consejos prácticos para la educación de los hijos. México D. F., México, Editorial Trillas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

 Licencia Creative Commons
“Enseñar a no interrumpir con el ejemplo” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.