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Flavonoides: nuestra alimentación puede definir nuestra salud psicológica

Cuando por cuestiones didácticas hablamos de “salud psicológica” y “salud física” caemos automáticamente en el riesgo de dividir algo que en realidad es indivisible. Anteriormente en verdad creíamos que ambas cosas eran diferentes, como si fueran continentes distintos, separados por un océano, como si estar parado en uno implicara no estar parado en el otro. Aun hoy en día muchos profesionales trabajan de acuerdo a esa perspectiva.

Y es que en realidad no hay una verdadera separación entre la salud física y la salud psicológica, no son continentes separados, el estar parado sobre uno necesariamente significa estar parado sobre el otro, porque, insisto, no hay separación real, en el fondo son la misma cosa.

Pues bien, entrando en materia, aquí quiero utilizar el tema de la alimentación en general, y de los flavonoides en particular, no solo para compartir con ustedes lo que se dice o lo que se ha encontrado en el campo de la ciencia, sino para ejemplificar cómo algo considerado “físico”, como es la alimentación, tiene implicancias directas sobre la salud psicológica de la persona.

¿Qué son los flavonoides?

Los flavonoides son compuestos presentes en frutas, verduras y bebidas como el vino, el té o los jugos de frutas. En pocas palabras son compuestos presentes en alimentos vegetales, en unos más que en otros.

Algunos datos sobre cómo los flavonoides afectan positivamente la psicología de las personas

  • Los flavonoides protegen al cerebro de las toxinas que puede generar el propio organismo y que tienen una participación importante en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el mal de Parkinson o el síndrome de Alzheimer.
  • Los procesos neuroinflamatorios también tienen participación en la generación de enfermedades neurodegenerativas y también en lesiones neuronales asociadas con los accidentes cerebrovasculares, conocidos comunmente como “derrame cerebral”. Resulta que los flavonoides atenúan los procesos neuroinflamatorios, convirtiéndose en factores protectores frente a estos problemas de salud.

  • En el año 2007 se publicó la siguiente investigación (ver referencia abajo): en 1990 se tomó una muestra de 1640 personas adultas de 65 años o más, sin demencia. Se determinó el nivel de flavonoides en la ingesta de los participantes y se los dividió en cuatro grupos, del más bajo al más alto consumo. Posteriormente se evaluó su rendimiento cognitivo (memoria, percepción, aprendizaje, etc.) en cuatro ocasiones en 10 años para ver su evolución y el nivel de deterioro. Se vio que, ya desde el inicio de la investigación, las personas de los grupos que más flavonoides tenían en su ingesta tenían a su vez mejor rendimiento cognitivo que los grupos que tenían menos nivel de flavonoides en su alimentación. Al final de la investigación el grupo de más baja ingesta de flavonoides había sufrido un deterioro mental 40% mayor que el grupo de más alta ingesta.
  • Como se puede ya sospechar a partir del punto anterior, los flavonoides favorecen el aprendizaje y la memoria, tanto la de corto plazo, como la de largo plazo. También se ha visto que favorecen la memoria espacial y la memoria de reconocimiento de objetos.
  • Los flavonoides previenen o retrasan los procesos naturales de deterioro mental o de demencia asociadas con el envejecimiento.
  • Los flavonoides aumentan la neurogénesis, que es la capacidad que tiene el sistema nervioso para generar nuevas neuronas.
  • Los flavonoides tienen la capacidad de aumentar el flujo sanguíneo cerebral, lo que muy posiblemente signifique que tienen el poder de incrementar las sinapsis entre las neuronas, entre otros beneficios.

Adentrándonos más en el terreno emocional

Hasta aquí todo parece muy “neurológico”. Se ve cómo la alimentación tiene relación íntima con nuestra memoria, nuestra capacidad de aprender, con la velocidad de nuestro envejecimiento y nuestro deterioro, y con nuestra salud neurológica. Ahí vemos cómo lo psicológico y lo físico se funden en un solo punto, pero vamos a intentar adentrarnos aun más en lo psicológico, dirigiéndonos a nuestras emociones, a cómo nos sentimos. Para esto pongamos algunos ejemplos sencillos:

Ejemplo 1: pérdida de capacidad de trabajo

Si tenemos a una persona que a los 65 años empieza a olvidar los sucesos o los datos, ya no aprende igual las cosas nuevas que la realidad le va presentando, se distrae, comete errores, pierde velocidad, podemos decir que esta persona no solo está sufriendo las consecuencias del deterioro asociado con la edad, sino que podemos ir más allá: está perdiendo capacidad de trabajo. Al perder capacidad de trabajo puede empezar a perder ocupaciones, metas, retos, perspectiva de futuro. Entonces tenemos un caldo de cultivo perfecto para que la depresión se abalance sobre esta persona, y si ya la tiene encima (cosa que no sería rara, dado el nivel altísimo de incidencia de este mal en el mundo de hoy), lo que tendríamos sería una depresión haciéndose cada vez más poderosa, más fuerte, más abrumadora, haciendo más infeliz a la persona. La depresión, además de hacer infeliz a la persona, provocaría también que los procesos de deterioro se aceleren aun más, generando un círculo vicioso.

Este ejemplo que estoy poniendo es clásico. Se ve muchísimo. De hecho, hay una gran incidencia de cuadros depresivos en personas de la tercera edad, justamente por esta razón.

Ahora supongamos que esta persona está en el grupo de más alto consumo de flavonoides de la investigación que cité más arriba. Probablemente esta persona no pierda su capacidad de trabajo a los 65, ni a los 70, ni a los 75. La depresión, la tristeza, el malestar, el malhumor, la cólera que genera, no le afectará de la misma manera y tendrá bastantes más años de capacidad de trabajo y, por tanto, bastantes más años para evitar que la depresión asociada a este asunto se le eche encima.

Ejemplo 2: Parkinson, Alzheimer, derrame cerebral

Supongamos que a una persona le sucede cualquiera de estas tres desgracias. ¿Esa persona estaría feliz y en estado de bienestar? Obviamente no, se deprimiría, sería infeliz y, si no hay una intervención profesional adecuada, este malestar e infelicidad sería permanente, particularmente en los casos graves. A esto podemos agregarle el hecho de que la familia del paciente también tendría mayores riesgos de desarrollar problemas de depresión, de ansiedad o de relación entre los miembros, estando en conflicto entre ellos o sintiéndose tristes, furiosos, preocupados o asustados por la situación tan penosa por la que estarían pasando.

Ejemplo 3: altas capacidades cognitivas

Un ejemplo más alentador: tenemos a una persona adulta, de mediana edad, altamente productiva, muy hábil, sana, bien alimentada, con mucha capacidad de aprendizaje, flexible frente a los cambios, adaptable. La probabilidad de éxito profesional, social, afectivo, incluso amoroso de esta persona evidentemente está incrementada. No vamos a afirmar que será exitoso, porque evidentemente hay más factores en juego, pero sí que sus probabilidades están aumentadas. Por tanto están aumentadas también sus probailidades de que viva satisfecho, contento y tranquilo, en bienestar.

Recomendaciones

Las recomendaciones saltan por sí solas. Veamos algunas que podríamos sacar:

  • El cuerpo y la psicología de la persona son en realidad lo mismo. Intentemos hacer el esfuerzo de pensar en ambas cosas como lo que son en realidad: una unidad. Cuidando nuestro cuerpo cuidamos nuestras emociones, nuestro ánimo, nuestra psicología. Cuidando nuestras emociones, nuestra psicología, cuidamos también nuestro cuerpo. Podemos afirmar lo mismo si cambiamos ese “cuidando” por un “descuidando” o “maltratando”.
  • Hay que comer muchos vegetales. A los niños no hay que acostumbrarlos a rechazar lo vegetal dándoles productos adictivos como exceso de dulces, harinas, refinados, grasas y carnes que, por comparación, seducen el gusto de los niños, que acaban rechazando todo lo vegetal, provocando que su sistema nervioso, entre otras cosas, se vea afectado, debilitado y con mayores riesgos de presentar problemas.

Referencias

L. Letenneur, C. Proust-Lima, A. Le Gouge, J. F. Dartigues, P. Barberger-Gateau (2007). Flavonoid Intake and Cognitive Decline over a 10-Year Period. American Journal of Epidemiology. Volume 165, Issue 12, 15, June 2007, Pages 1364–1371. Online: https://academic.oup.com/aje/article-lookup/doi/10.1093/aje/kwm036.

David Vauzour, Katerina Vafeiadou, Ana Rodriguez-Mateos, Catarina Rendeiro, Jeremy P. E. Spencer (2008). The neuroprotective potential of flavonoids: a multiplicity of effects. Genes & Nutrition. December 2008, Volume 3, Issue 3–4, pp 115–126. Online: https://link.springer.com/article/10.1007/s12263-008-0091-4.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Flavonoides: nuestra alimentación puede definir nuestra salud psicológica” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Obesidad infantil: algunas dificultades de quienes la padecen

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Hay algo que es bastante obvio y basta con ver a un niño con obesidad intentando hacer actividades físicas para darnos cuenta: en la obesidad infantil es fácil que haya un menor desarrollo de las habilidades motoras. Esto, al combinarse con el sobrepeso y el poco desarrollo muscular, produce dificultades para realizar actividades físicas. Como decía, esto puede ser obvio y es fácilmente detectable por cualquiera de nosotros. De hecho, muchos recordaremos al gordito de la clase siempre quedándose atrás en los ejercicios de educación física.

Lo que quiero resaltar es que no solo se trata de lo difícil que es para el niño mover un cuerpo tan pesado, sino que su sistema nervioso puede presentar un déficit en cuando al desarrollo de sus habilidades de movimiento, lo que va más allá de un asunto meramente mecánico; aquí estarían involucradas cuestiones de desarrollo cerebral. Si la obesidad o el sobrepeso gobiernan durante su desarrollo infantil y adolescente, por más que regule su peso en la adultez, podría ya cargar con un menor desarrollo, lo que naturalmente le generaría una serie de desventajas.

Bajos niveles de factor neurotrófico derivado del cerebro

El ejercicio físico aumenta la síntesis de una proteína que se conoce como “factor neurotrófico derivado del cerebro” (sí, vaya nombrecito). Esta proteína actúa en el proceso de crecimiento del sistema nervioso (conocido como neurogénesis), en la supervivencia de las células nerviosas y en la plasticidad neuronal, de tal manera que es una proteína clave, fundamental para la salud de las personas.

Pues bien, se han detectado niveles bajos del factor neurotrófico derivado del cerebro en las personas obesas. Eso quiere decir que el sistema nervioso de las personas obesas presenta una desventaja importante. Por eso es que los niños obesos presentan con más facilidad un pobre desempeño escolar, al parecer por una disminución de sus capacidades de atención y de memoria, así como una neuroplasticidad afectada.

Recomendaciones

Aquí las sugerencias caen por su propio peso: es importante cuidar la alimentación de los niños, no abusar de sustancias que producen sobrepeso, buscar encontrar placer gustativo en platos o comidas que sean saludables. Lamentablemente esto es difícil en nuestra sociedad. Poder disfrutar de un dulce sano significa ir a comprarlo a lugares especiales o aprender a hacerlo en casa. Tristemente, esto no lo vamos a encontrar en la bodega de la esquina o en el fast food de más allá. Sin embargo, vale la pena el esfuerzo o al menos pensar en esto.

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Es importante también cultivar la actividad física en los niños, desde chiquitos; y esto implica jugar con ellos físicamente desde muy temprano. Hay que pasar tiempo con ellos y moverse con ellos para evitar el desarrollo del sedentarismo. Un niño que se siente desatendido por sus papás, se va a sentar a jugar con el celular o la tablet o la consola de videojuegos, y, como estas cosas son adictivas, se puede quedar ahí sentado de por vida. Eso se llama sedentarismo, y el sedentarismo llama al sobrepeso y a la obesidad.

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Si ves que tu hijo está gordo, con sobrepeso o ya lo ves obeso, atiéndelo, tómalo como un problema de salud (tal y como tomarías como un problema de salud si tu hijo te dice que le duele la muela). Habla con él para atender el asunto, luego consulta al médico y tomen las medidas necesarias.

Bueno, esto definitivamente toca a los papás otra vez: ¿no sería raro llevar a consulta a tu hijo con sobrepeso estando tú con sobrepeso? Sí, si ves a tu hijo con sobrepeso y tú también lo estás, habría que tomarlo como un “hay que hacer algo… nosotros, tú y yo”. Hay que recordar que los papás marcan el camino, son el ejemplo, los chicos siempre están viéndolos, son sus modelos; de tal manera que si tu hijo encuentra coherencia entre tus palabras, tus acciones y tu propia vida, él lo va a saber notar, y te va a seguir, tal vez a su manera, pero te seguirá y serás su mentor a mucha honra.

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Referencia

Taras, Howard y Potts-Datema, William (2005). “Obesity and Student Performance at School”. En: Journal of School Health. Volumen 75. Número 8. Páginas 291-295.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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Ejercicios en el trabajo y aumento de la productividad

En la última entrada estaba comentando acerca de lo que hicieron PPK y sus ministros antes de iniciar la primera sesión del Consejo de Ministros.

Pues aquí encontré un artículo en el que la deportista y empresaria Mónica Liyau dice prácticamente lo mismo. Les recomiendo que lean esta nota:

Ejercicios en el trabajo: ¿aumenta la productividad de los trabajadores?

Ahora habrá que ver si el presidente y el gabinete mantienen esta práctica, más allá de si lo hacen en público o no. Va a ser interesante ver qué sucede. Pero fuera de eso, lo importante es ver si le damos un valor a esto en nuestras vidas y ver cómo lo podemos aplicar, si acaso ya no lo estamos haciendo.

¿Cómo hacer para que los hijos no pidan solo gaseosas o bebidas dulces para calmar su sed?

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Este asunto, que parece que tiene que ver solamente con el aspecto físico de la crianza (específicamente con el tema de la hidratación), resulta que tiene (al menos) un componente psicológico muy importante.

Se sabe que los padres, entre muchas cosas, deben cuidar que sus hijos estén bien hidratados, de acuerdo a su edad. Ahora bien, la mejor bebida, en todo sentido, para cubrir esta necesidad básica, es el agua pura, pero lamentablemente no es necesariamente la más deseada por los niños, que pueden llegar a desear exclusivamente bebidas dulces o incluso gaseosas y pedirlas constantemente a sus papás, generando un problema de alimentación, ya que el exceso de calorías que proveen las bebidas dulces, y más todavía las envasadas, tienen efectos perjudiciales para la salud de los niños.

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¿Cómo evitar que los niños solo deseen bebidas dulces?

La mejor forma de combatir este problema es adelantándose a él y contrarrestarlo antes de que aparezca. Recordemos que el azúcar es una sustancia adictiva, por tanto, una vez instalado un exceso en el consumo es difícil volver atrás. Veamos cómo se puede hacer para adelantarse a la aparición de esta dificultad:

Para los niños, los papás son el primer referente adulto, son su ejemplo y su modelo a seguir. Si los papás desean que sus hijos adquieran hábitos saludables, la mejor forma es practicarlos ellos mismos antes. Por tanto, la mejor manera de que los niños busquen agua para hidratarse, es dándoles el ejemplo desde que son muy pequeñitos, desde el comienzo de sus vidas.

Visto desde el ángulo contrario, si los papás se dedican a consumir gaseosas y bebidas envasadas en exceso, no pueden esperar que sus hijos busquen alternativas saludables para su hidratación.

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Si desean que sus hijos puedan ser capaces de beber agua y mantenerse saludables en este aspecto, háganlo ustedes mismos con sus propios cuerpos antes. Sus hijos crecerán con ese ejemplo y ese modelo, y será más fácil que opten o toleren bien las opciones más saludables.

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Los papás son los modelos

Este asunto aparentemente tan simple y tan sencillo, en realidad encierra una especie de llave maestra para la crianza de todo niño. Esta forma de prevenir la dependencia de bebidas dulces, en realidad puede aplicarse a una enorme cantidad de problemas, desde la alimentación, hasta las adicciones, las relaciones de pareja o el éxito profesional.

Hay que recordar que nuestras propias vidas están siendo vistas atentamente por nuestros hijos, y que ellos las ven como el modelo o la forma de ser adulto en el mundo.

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Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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“¿Cómo hacer para que los hijos no pidan solo gaseosas o bebidas dulces para calmar su sed?” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Leer cuentos a los niños antes de dormir

Antes que enseñar a manipular celulares, tablets o a usar internet a niños de 3 o 4 años, habría que enseñarles a imaginar los sucesos, a ver las cosas con su mente, a escuchar los diálogos escritos. Los celulares, tablets y computadoras no dejan nada a la imaginación, todo lo dan en bandeja y de la forma más vistosa posible, sus contenidos son inmediatistas, no dejan paso al pensar.

La literatura sí deja paso al pensar, al imaginar, a mover esas neuronas. Si un niño, desde muy pequeño, aprende que un libro, que las palabras, que las letras, los cuentos, la imaginación pueden ser fuente de placer, ese niño será un joven lector más adelante y una persona pensante, crítica, que usa su propia cabeza y no se limita a repetir lo que las pantallas le muestran (“un niño que lee será un adulto que piensa”).

Por eso a los niños de 3 o 4 años, hay que leerles antes de dormir y no acostarlos con aparatos audiovisuales encendidos. Los papás pueden elegir los textos que más se adecuen a sus hijos y dosificarles la lectura, no obligarlos, los papás tendrían que saber cómo motivar a sus hijos pequeños. Motivarlos no es tan complicado. Los niños pequeños son muy curiosos y aman hacer cosas con sus papás y aprender cosas nuevas.

¿Y si mi hijo ya tiene 7 u 8 años y no le inculqué el hábito de la lectura?

Los niños mayores siguen siendo curiosos y siguen amando aprender cosas nuevas y vivir nuevas experiencias. A esa edad ya es más complicado leer cuentitos en la cama, especialmente si ya tiene el hábito de usar dispositivos electrónicos. Sin embargo los papás pueden conocer a sus hijos. Algo les debe gustar.

Si, por ejemplo, le gusta el fútbol, puedes comprarle un texto, revista o publicación de su club favorito o de algún jugador al que admire mucho. Si le gusta un programa de televisión en especial, una serie o dibujo animado, puedes buscar material escrito sobre ese tema. Si está enganchado con algún videojuego, puedes comprarle algún libro o incluso alguna novela ambientada en el universo de ese videojuego. Hay que saber sacarles la vuelta a los gustos de los chicos, por más que no nos simpaticen a nosotros los mayores, o tal vez nos preocupen, como el caso de los videojuegos o de una afición desmedida por algún programa de TV. Eso sí, siempre viendo que el material sea para su edad.

La cosa es que lea. Y a esa edad, la única forma de que lea con placer, va a ser que lea sobre algo que le gusta. Se puede también aprovechar momentos de entusiasmo con respecto a algún tema. Por ejemplo, un interés muy grande por una película que vio contigo en el cine. Por unos días, tu hijo va a estar pensando en esa película. Aprovecha esos días para comprarle algún libro sobre esa película. Cuando den la secuela de esa película uno o dos años después, tu hijo volverá al libro que le compraste y así aprenderá a releer textos significativos. Si así, cada tanto, le vas proveyendo de lectura placentera, tu hijo tomará el hábito.

No exagerar llenándolo de papeles, ni tampoco desanimarse si los dos o tres primeros libros o revistas los deja tirados, hay que dosificar, poco a poco. Tal vez al principio sólo se limite a hojear o ver las imágenes. Poco a poco irá leyendo los textos. Hay que tomarlo como un trabajo a mediano o largo plazo, y ser constantes. También son muy útiles los cómics o historietas.

 

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Neurogénesis en adultos: un aliado frente al envejecimiento

Todavía hay mucha gente que cree que una vez que las personas somos adultas no producimos células nerviosas, especialmente neuronas. Pero en realidad se sabe que los adultos sí podemos hacerlo, lo que significa que nuestras capacidades y posibilidades no necesariamente tienen que ir siempre cuesta abajo a medida que pasan los años.

Si bien es un tema en constante debate, hay investigaciones científicas que afirman que el ejercicio físico y el ejercicio de actividades relacionadas con el lenguaje (lectura, escritura, habla, idiomas, etc.) ayudan o estimulan la neurogénesis.

De esta manera podemos rescatar una serie de actividades que es recomendable realizar de forma constante: ejercicio físico, práctica de deportes, relacionarse con personas, escribir, leer, escuchar, dialogar, comunicarse en general, evitar el aislamiento. Así nuestro sistema nervioso estará activo y alentado a seguir desarrollándose, retrasando la vejez, la decadencia y la pérdida de habilidades asociadas con el paso de los años, y mejorando nuestra calidad de vida.

 

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Beneficios e importancia de caminar: adultos mayores

Voy a publicar una serie de entradas que tienen que ver con los efectos positivos que trae el caminar. Esta sería la primera entrada de esta serie. Estas entradas no tendrán ningún orden en especial; simplemente iré publicando la información que vaya recolectando conforme pasa el tiempo.

Caminar

Caminar es una actividad muy básica. Sin esa capacidad, la especie humana no existiría (a diferencia de otras actividades, como el conducir automóvil). Sin embargo, la historia en nuestra cultura nos ha llevado a ir poco a poco caminando menos en nuestras vidas. Las ciudades han crecido demasiado y muchísimas personas se endeudan para adquirir un vehículo, utilizan sistemas de transporte público o en sus horas de descanso prefieren actividades pasivas o que requieren muy poco movimiento físico. De esta forma, la población va reemplazando lo que conocemos como “hábitos saludables” por actividades de tipo sedentario, multiplicándose así una serie de males y trastornos de toda índole, como la depresión, la ansiedad, el sobrepeso, el cáncer, etcétera.

Evidencias científicas

Se han venido acumulando evidencias científicas acerca de la necesidad de caminar para mantener la salud, o, en todo caso, de los efectos positivos que trae el caminar en las personas de todas las edades. Estas evidencias están relacionadas con todo tipo de enfermedades, trastornos o situaciones indeseadas. Hablar de ellas en corto tiempo sería imposible. Así que iré dando sólo “pequeñas muestras”.

Una muestra

Se tomaron 1635 hombres y mujeres de entre 70 y 89 años con vidas sedentarias y capaces de caminar al menos 400 metros por su cuenta. Se dividió este total en dos: el primer grupo recibió charlas mensuales sobre temas de prevención y salud; el segundo grupo recibió un programa de ejercicios físicos que consistían en caminatas y rutinas muy ligeras con pesas.

El experimento duró más de dos años. Los resultados fueron, en síntesis, los siguientes: el grupo de ejercicios tuvo menos probabilidades de desarrollar alguna discapacidad o de hacerla crónica en comparación con el grupo de charlas.

¿Qué podemos sacar de este experimento para nuestras vidas?

Los resultados de este experimento nos pueden hacer pensar en varias cosas, como en la importancia de caminar y de ejercitarse en la salud de los adultos mayores, y cómo esto es más efectivo por sí solo que el recibir información. También hace pensar en que el hábito de mantenerse activo físicamente, el caminar, al reducir el riesgo de desarrollar alguna discapacidad, también mantiene la calidad de vida de la persona a través de los años y puede incluso prolongar una vida saludable.

Se me ocurre pensar también, si estos resultados observables se dieron en poco más de dos años con personas tan mayores y sedentarias (con la salud ya deteriorada), cuáles serían los resultados reales en una persona que desde más joven mantiene estos hábitos. Por eso, esta investigación es también importante para adultos jóvenes y padres de familia.

Referencia

Varios autores (2014). “Effect of Structured Physical Activity on Prevention of Major Mobility Disability in Older Adults”. En: The Journal of American Medical Association. Número 23. Volumen: 311.

Puedes leer el experimento completo aquí.

 

Diego Fernández Castillo
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La importancia de tomar un buen desayuno todos los días

Ilustración: Lucía Fernández

Muchas veces se sale de casa por la mañana tomando sólo una taza de bebida caliente o un vaso de jugo, en vez de tomar un desayuno completo. Esto puede ser debido a muchas razones; el apuro, la falta de apetito o una dieta mal llevada.

Hay que tener cuidado. El desayuno es la comida más importante del día, debido a que, entre otras cosas, de ella se producirán las energías que necesitaremos para todo un día de actividades.

Consecuencias iniciales

Un día sin tomar un buen desayuno puede ser garantía de que aparezcan señales psicológicas negativas en el transcurso del día, debido a la baja de niveles de glucosa. Estas pueden ser cansancio, irritabilidad, desgano o flojera, ansiedad o incluso mareos. Si no tomar un buen desayuno se hace costumbre, tenemos un buen factor desencadenante de signos de depresión en la persona.

Consecuencias de mediano y largo plazo

La Organización Mundial de la Salud ya publicó hace años la idea de que muchas de las enfermedades que se han entendido como de origen físico tienen en realidad un comienzo psicológico. No tomar desayuno adecuadamente no es un asunto físico en un inicio, es un asunto de hábitos, un asunto psicológico, y más aun en aquellas personas que sabiendo que se están haciendo daño, persisten en hacerlo.

El hábito de no tomar un buen desayuno en realidad es una forma de no alimentarse bien. A la larga genera problemas de salud que se agregan a los problemas mencionados arriba: estos pueden ser gastritis (lo que luego puede generar úlcera, lo que a su vez puede generar cáncer), flacidez muscular, celulitis, problemas de circulación y sobrepeso.

Un buen desayuno todos los días

Salvo excepciones dictadas por profesionales de salud, todos deberíamos formar el hábito de no saltarnos esta comida tan importante y de consumirla bien, sin que falte cantidad ni calidad. Si se hizo tarde para salir, es necesario que se busque un momento lo más temprano posible, hasta antes del mediodía, para completar su desayuno; para los estudiantes puede ser durante el primer recreo o descanso. No llegar al mediodía sin haber ingerido un buen desayuno.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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