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He decidido

Ilustración: Lucía Fernández

Si alguna vez su hijo o hija adolescente ha utilizado la frase “he decidido” para comunicarle algo a usted, bien podría estar preparado para una próxima vez en que la escuche de su boca y pensar qué es lo que más conviene en ese caso.

Las decisiones graduales del adolescente

Cuando las personas dejan de ser niños o niñas, poco a poco empiezan a adquirir la necesidad, el deseo o el impulso de tomar decisiones propias acerca de su vida. Si esto no aparece en un adolescente podemos empezar a preguntarnos qué sucede, pues lo esperado es la adquisición de una mayor autonomía conforme pase el tiempo. Pero, ¿hasta dónde llega el límite de lo que un adolescente puede decidir o no?

Por ley, en nuestro país, los padres o sus sustitutos adultos son los responsables de la manutención de los menores de 18 años. Ellos obligatoriamente deben cuidar de la salud y educación de los menores, lo que incluye vivienda, vestido,  alimentación, integridad física y psicológica, y demás. Por tanto, corresponde a ellos otorgar gradualmente el poder de decisión acerca de tales o cuales áreas de su vida a sus hijos.

Hay momentos, sin embargo, en que el adolescente o incluso el niño pasa a probar si puede prescindir del acuerdo de sus  papás y simplemente tomar una decisión de forma unilateral. En el mejor de los casos, el adolescente comunicará a sus papás  la decisión y ahí escucharemos probablemente una expresión similar al consabido “he decidido…”.

Ahora, ¿qué pueden decidir y qué no? ¿Hasta qué punto su determinación para decidir puede ser permitida por sus papás? A continuación presentaremos algunos casos en los que creemos que el adolescente no debería poder decidir por su cuenta. Pueden parecer situaciones demasiado obvias para algunos papás, pero que sí suceden en la realidad de muchas familias.

He decidido no ir al colegio

Es posible que alguna vez el adolescente o niño anuncie esta decisión. Como ya se dijo, son los padres los responsables de la educación de sus hijos menores de edad, por tanto no le corresponde al adolescente tomar una decisión así, ni por un día. Los padres y el hijo pueden hablar de por qué no quisiera ir al colegio, pero ese “he decidido” está de más.

He decidido no estudiar por un año

Esta “decisión” es relativamente común en los adolescentes que terminan la secundaria. Pueden ser muchas las razones que lleven a un joven a desear y a sentirse con la necesidad de parar toda responsabilidad por un año. Podemos mencionar algunas: temor frente a la incertidumbre, inseguridad por sus decisiones futuras (recordemos que en este momento el adolescente ya no tiene la guía y las pautas de la época escolar), necesidad de darse un tiempo para definir claramente sus planes, sensación de incapacidad frente al nuevo momento del desarrollo, deseos de probar la autoridad de los padres en esta etapa, necesidad de reclamar por un pase a la adultez que no se desea, depresión por el fin de la vida escolar, entre otras.

Es verdad, como veremos de forma detallada en otra entrada, que este momento de transición es delicado y que, efectivamente muchos adolescentes necesitan sus tiempos, para definir su vocación, para ganar experiencia laboral (si es que decide trabajar), para probar fracasos de admisión en la universidad o en el trabajo deseado; del mismo modo que el bebé necesita caerse para poder caminar después.

Sin embargo, de comprender esta realidad a tolerar que el adolescente decida no hacer nada durante tanto tiempo hay una distancia demasiado grande. No es necesario tomarse un año completo para madurar una transición como esta. Parte de ese primer año bien puede ser para tomarse unas vacaciones de verano en las que el adolescente tenga como objetivo madurar su decisión de qué hacer a continuación, pero el resto del año debe ser utilizado para hacer intentos, para poner en práctica las decisiones, si es necesario, para fracasar, y, si todo sale bien, para comenzar una vida adulta con un primer triunfo.

Finalmente, otro punto importante es que el adolescente no puede tener la experiencia de que con desearlo y decidirlo, puede tomar los recursos (económicos) de alguien, por más que sean sus padres, y beneficiarse de ellos. Definitivamente una experiencia así no sería formativa; por el contrario sería bastante dañina para un ser humano todavía en formación.

He decidido estudiar solo

Nos referimos a los adolescentes preuniversitarios que “deciden” estudiar solos después de un primer fracaso de postulación, lo que prácticamente garantiza un segundo fracaso (si está postulando a universidades cuyo proceso de admisión es muy competitivo). Lo que posiblemente suceda es que el adolescente, frustrado por el fracaso previo, crea que reforzando lo previamente aprendido sea suficiente para conseguir el objetivo final, lo que no necesariamente es así.

El nivel de competencia en las universidades, especialmente en las más importantes, es duro. Con la formación escolar no suele bastar y lo común es que la exigencia universitaria sobrepase largamente el nivel académico con el que egresan los escolares. De ahí que generalmente lo de “prepararse solo” no funcione y sea augurio de fracaso, ya que el adolescente está compitiendo con cientos o miles de chicos preparados en academias preuniversitarias.

Estudiar solo antes de un primer fracaso de postulación podría ser útil para que el adolescente “pise tierra” y se dé cuenta de que las cosas en realidad no son tan fáciles, y aun así los padres bien podrían y deberían guiar al estudiante para que tome una vía más segura. Pero para un estudiante que ya ha pasado por la experiencia de no haber alcanzado vacante una vez, optar por un camino tan riesgoso representa más un retroceso que un avance. Una decisión así no debería permitirse de forma tan simple. En este caso pareciera que el adolescente está necesitando justamente de la guía y el soporte de sus padres. Dejar que tome una decisión tan peligrosa es como decirle “estás solo, cáete de nuevo”.

He decidido dejar el ciclo

A veces es verdad que un ciclo universitario o preuniversitario está perdido. A veces es imposible que el estudiante  apruebe sus cursos o que ingrese en el próximo examen de admisión. A veces las razones que explican estas situaciones son comprensibles, una enfermedad, un viaje repentino, un problema familiar. Pero la mayoría de veces, se trata de un mal manejo de los estudios por parte del adolescente. Sea como sea, y debido a que el joven está aún bajo las reglas y manutención de sus padres, una decisión así no puede ser unilateral. ¿Cuánto falta para que finalice el ciclo? ¿Realmente ya no hay opciones de conseguir un buen resultado o tal vez lo que sucede es que hace falta un esfuerzo que el estudiante se siente incapaz de desplegar? ¿Qué va a hacer el joven mientras el ciclo continúe? Son cosas que tienen que discutirse y que deben tomarse en consideración antes de decidir esto. No hacerlo, especialmente cuando no hay hechos que justifiquen el mal rendimiento del estudiante es como inculcarle que su incapacidad en el mundo real adulto puede no tener consecuencias, y eso, ya se sabe, no es verdad.

¿Sobre qué está decidiendo mi hijo?

Estos han sido unos pocos ejemplos de decisiones adolescentes que deberían ser tomadas con mucha cautela por los papás. No hace falta escuchar al menor decir la frase para darse cuenta de que está tomando una decisión. Vale preguntarse entonces sobre qué está decidiendo mi hijo. ¿Le corresponde decidir sobre ese asunto o más bien es un tema que debe ser conversado? O tal vez es un tema sobre el que un hijo de tal edad y en tal situación no debe decidir.

Finalmente, es importante en todo esto rescatar el valor fundamental que tiene la prudencia en todo esto, el justo medio. No se trata de convertirse en un ogro para evitar ser demasiado permisivo, se trata de conversar las cosas y pensarlas juntos, tanto entre papás como entre ellos y los chicos.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“He decidido” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.