Archivo por meses: octubre 2015

Pregúntale a tu papá / pregúntale a tu mamá

Especialmente cuando nuestros hijos son adolescentes (aunque también antes) se da la escena conocidísima aquella de que el hijo aborda, por ejemplo a la mamá, y le pide permiso para ir a una reunión, a una fiesta o a quedarse a dormir a la casa de algún amigo, viniendo entonces la clásica respuesta: “pregúntale a tu papá”.

Incluso a veces sucede que el hijo va efectivamente con su papá a hacerle el mismo pedido, resultando que éste le responde “pregúntale a tu mamá”, dándose una situación caricaturesca en la que el menor ve que sus padres no asumen la responsabilidad de una decisión y lo “pelotean”, como si se tratase de una papa caliente.

Inseguridad de los padres

Esto puede suceder porque los papás no están seguros de cuán adecuado sea decir “sí” o “no” ante el pedido del hijo. También se puede dar porque papá o mamá  no se sienten con la autoridad suficiente, o porque quieren evitar el conflicto con su hijo, ya que la respuesta sería “no”, lo que generaría una disputa (discusión o pedidos insistentes), entonces manda a su hijo con su pareja para librarse de ello.

Si no es tan bueno dar esta respuesta, entonces, ¿qué se podría decir?

Tomar la decisión en pareja

El hijo aborda a su mamá y le pregunta:

– Mamá, ¿puedo ir a la fiesta de fulanito?

Entonces, la mamá siente la inseguridad. No sabe qué decir. Cualquiera de las dos respuestas (sí o no) no acaban de convencerla poniéndola en una situación molesta. Pero ella sabe que es mejor no responder “dile a tu papá”, entonces dice algo así:

– Hmm… no estoy segura; déjame hablarlo con tu papá y de ahí te respondo.

Lo que se dice se cumple

Dicho esto, es necesario que la mamá haga, apenas pueda, lo que aseguró. Conversará el tema con el papá y juntos tomarán una decisión.

Naturalmente, hacer esto requiere una relación de pareja armoniosa, e incluso puede aplicarse también con papás separados.

Ventajas

A veces los hijos se dan cuenta de estas inseguridades y de que los papás pueden no conversar sus decisiones. Entonces usan esta información para manipular a sus padres. Por ejemplo, la mamá le dice al hijo que no puede ir a la fiesta. El hijo va con su papá y éste le dice que sí. Entonces el hijo se empieza a alistar. Cuando la mamá se da cuenta, el hijo ya tiene una respuesta:

– ¡Pero mi papá me dio permiso!

Resultado: problema disciplinario, agravado por el hecho de que papá, sin querer, desautorizó a mamá.

– Ventaja 1: conversando las decisiones ambos se evitan estas manipulaciones. Papá y mamá darán la misma respuesta.

– Ventaja 2: al dar ambos papás la misma respuesta, el hijo tiene la experiencia de solidez disciplinaria y moral en ellos. Esto lo incorporará para sí mismo y para su vida presente y futura.

– Ventaja 3: también se le brinda al hijo un modelo de toma de decisiones pensadas, no impulsivas.

– Ventaja 4: el hijo obtiene un modelo y una experiencia de rectitud y solidez, que al mismo tiempo es dialogada y flexible.

– Ventaja 5: el hijo experimenta una pareja de papás coherente, sin contradicciones.

Recordemos que la pareja de padres es el primer modelo de relación de pareja y de paternidad que tienen las personas. Es importante darles un buen primer modelo.

Referencia

Baltazar Ramos, Ana María; Palacios Suárez, Celia (2011). Consejos prácticos para la educación de los hijos. México Distrito Federal, México: Editorial Trillas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“Pregúntale a tu papá / pregúntale a tu mamá” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

<<La vida infantil hállase en tal dependencia de los adultos que, según la voluntad de éstos, un motivo ocasional podrá producir o evitar la formación de una neurosis.>>

Freud, Anna (s.f.). El yo y los mecanismos de defensa. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós. Página 116.

Revisen la carpeta de spam en sus correos electrónicos

Algunas personas que me han escrito mediante la caja de mensajes de la sección Acerca del autor se han quejado de que no les respondo.

Resulta que yo no recibo tantos mensajes desde aquí como para no responder a los lectores. Por eso sugiero que revisen la carpeta de spam de sus correos si no les llegó mi respuesta a su bandeja de entrada. Ahí debería estar mi mensaje, si acaso no fue todavía borrado por su servicio de correo.

Otra salida es que me escriban directamente de sus correos a mi dirección:

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

Saludos a todos =)

Diego

Salud por los golpes que me diste / más me pegas más te quiero

Viendo mi sección de noticias en Facebook me encontré con este “chiste”:

La risa, el chiste, tiene muchas funciones en la vida de las personas. Muchas son funciones netamente saludables y positivas, otras no lo son tanto. Una de ellas es la de defendernos de aquello que nos duele o nos angustia, convirtiendo lo doloroso o angustiante en algo gracioso. De esa forma, la experiencia es más llevadera.

Un ejemplo de ello es cuando vas al cine a ver una película de terror. Después de cada buen susto podrás escuchar a algunas personas del público que se ríen o empiezan a bromear. De esa forma trivializan la película y la historia terrible que se está contando y la convierten en un juego, en una seguidilla de chistes.

¡Asu mare!

Aquí en el Perú un actor conocido, llamado Carlos Alcántara, montó un show de comedia, creo que le llaman también “stand up comedy” titulado “¡Asu mare!” (de ahí salió la película del mismo nombre). Yo no asistí a ninguna de esas presentaciones, pero algo leí sobre ello y también luego vi algún vídeo en Youtube. Buena parte de ese espectáculo era para hacer gracia de cómo la madre del protagonista lo golpeaba y maltrataba cuando era niño, para disciplinarlo. Todo contado de forma graciosa y nostálgica.

Nótese a la mamá detrás con la escoba.

A mí, personalmente (no tiene que ser así para todos, ni mucho menos), no me da risa. Debe ser porque trabajo en salud mental y estoy expuesto (como testigo) día a día al maltrato físico y al maltrato psicológico. Los niños y adolescentes que experimentan esto no me lo cuentan riéndose. Muchas veces más bien es al revés. Felizmente también hay muchos papás responsables que buscan encontrar una forma más saludable de criar a sus hijos, lo que es una forma también de buscar superarse a sí mismos, de avanzar, de crecer y de ser mejores personas día a día.

Dos posibles vías para los hijos maltratados

Una persona que ha sido golpeada por sus papás o maltratada psicológicamente tiene, al menos, dos formas de llevar su adultez:

1) Reaccionando ante el dolor de haber sido maltratado por sus propios padres haciendo precisamente lo contrario: “no quiero que mis hijos pasen por lo que yo pasé”. Muchas de estas personas, cuando son papás, se convierten en la antítesis de sus propios padres, papás que sobreprotegen, faltos de autoridad y que lamentablemente pueden criar niños tiranos.

Curiosamente muchas personas echan la culpa de la proliferación de niños tiranos a la falta de golpes, cuando visto así en global es todo lo contrario. Los golpes pueden crear niños tiranos al crear padres temerosos de ejercer autoridad.

2) La segunda forma sería: reaccionando ante el dolor de haber sido maltratado por sus propios padres encontrando la forma de validar el maltrato, de darle un sentido. De ahí sale el “me lo merecía”, “la educación antigua es la mejor” y de ahí también salen este tipo de chistes. Es una forma de anular el dolor y el resentimiento aliándose con los abusadores porque peor es sentir odio por ellos, pues resulta que son los papás. Estas personas, cuando son papás, tienen muchas posibilidades de repetir el maltrato y el abuso con sus propios hijos, pues ya lo tienen validado como estrategia de crianza.

A muchos les gustará este meme, o estarán de acuerdo con él, o se reirán. A mí no me gusta, no me provoca ninguna sonrisa y, si hay alguna idea seria detrás, no estoy de acuerdo con ella. ¿Por qué? Porque, para empezar, agarrar a cachetadas a los hijos es un delito y no se puede estar a favor del incumplimiento de la ley y pretender vivir bien en comunidad.

Por otro lado, si golpeamos o insultamos a nuestros hijos estamos cometiendo actos delictivos contra ellos y por ende les estamos enseñando también a zurrarse en las normas y en la ley (contradictorio, ¿no?).

Negando la evidencia

Decía que el maltrato físico es un delito, y esto es así en todos los países civilizados de este planeta. Y es así no porque a cuatro psicólogos se les haya ocurrido, sino porque durante décadas, los estudios científicos correspondientes han demostrado que golpear e insultar hace daño a los niños y adolescentes. No es por gusto que las sociedades han penalizado esta costumbre, no es capricho ni coincidencia, es porque hay evidencias.

Por ejemplo, ahora hay evidencia de que la Tierra no es plana, como se creía siglos atrás. Afirmar que la tierra es plana ahora, en el 2015, sería un sinsentido total. Es fácil porque es un hecho externo a nosotros.

Pues bien, también hay evidencia de sobra que apunta a lo dañino del maltrato físico y psicológico. Pero a diferencia de la forma de la Tierra, este tema es algo que tiene que ver con nuestras vidas, con nuestros recuerdos, con nuestros padres, con nuestros hijos y con nuestras experiencias más dolorosas.

Es por eso que todavía hay personas que defienden este delito y lo cometen, de vez en cuando o día tras día, convirtiendo en víctimas a sus propios hijos. Luego esos niños, ahora adultos, tal vez se rían de cómo los victimizaron años atrás, perpetuando así la violencia, la ley de la selva y el dominio de la fuerza bruta.

 

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“Salud por los golpes que me diste / más me pegas más te quiero” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Echarle la culpa a los papás

Muchos papás llegan a consulta con sentimientos de culpa relativamente grandes. Otros llegan con “la pata en alto”, como se dice, a la defensiva, listos para defenderse de cualquiera que quiera echarles la culpa de los problemas de su hijo, o para justificarse. En esos casos, es común que sientan que el psicólogo o terapeuta va a juzgarlos, como si estuvieran en un tribunal, lo que felizmente no es así (o no debería ser así). En psicoterapia no se busca culpables; más bien se busca entender qué sucede, para así ver qué se puede hacer.

Los papás (tal vez exceptuando a los papás psicópatas que dañan a sus hijos conscientemente) siempre, siempre, siempre hacen lo que pueden. Lo que no dan, es porque no pueden darlo. ¡Qué difícil debe ser dar cariño cuando siendo niño nunca recibió! ¡Qué difícil debe ser jugar con los hijos cuando siendo niño nunca los papás jugaron con él! Es bien difícil dar lo que no se tiene.

Echarle la culpa a un papá, o que un papá se eche la culpa a sí mismo, no tiene mucho sentido, y por último no resuelve nada, por la sencilla razón de que este papá también tuvo papás. En todo caso habría que echarle la culpa entonces a los abuelos. Pero los abuelos también tuvieron papás; entonces habría que echarle la culpa a los bisabuelos. En ese plan nunca llegaríamos al final y acabaríamos echándole la culpa a toda la humanidad.

Los papás no son culpables de lo pasado, sí son responsables del presente. Ellos tienen la responsabilidad de dar lo mejor de sí para sus hijos, ahora, en el presente. De nada sirve buscar culpables en el pasado. Sí sirve ver cual es la responsabilidad de cada quién para aprender y hacer lo mejor posible ahora, mientras todavía se pueda.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Echarle la culpa a los papás” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.